domingo, 24 de julio de 2016

Las bases de las FARC, del paraíso al infierno del que huyeron


Libardo Sánchez Gómez*

Ad portas de la entrega de armas y reinserción  de  las FARC ha venido quedando al  desnudo la metamorfosis conceptual de su cúpula negociadora.  Abiertamente renuncian a la revolución, en el futuro serán   evolucionistas,  y dejarán de lado  la combinación de las formas de lucha, un axioma marxista para transformar el modelo de producción capitalista, con votos esperan retocar   la cara salvaje del capitalismo.    De  ahora en adelante lo intentarán    a través de las urnas, solo que, lamentablemente,  el parlamento es el sitio menos adecuado para lograr transformación social alguna. Eduardo Galeano dijo que “si el voto sirviera para algo la oligarquía ya nos lo hubiese prohibido”. Pero los dirigentes sueñan con  llegar a  ser políticos exitosos, arrolladores en la plaza pública,  políticos victoriosos; en palabras de Gabriel Ángel,   el buen político es “aquel que consigue un número aplastante de seguidores”.  Claramente sus utopías serán otras, de ahora en adelante, para acabar con la pobreza lo harán “creando riqueza”.  Este ideal no está lejos de lo expresado por Jorge Majfud,  “Quizás por naturaleza los humanos siempre tratamos de proteger nuestro optimismo, por poco que sea, negando la realidad y negando las consecuencias negativas de nuestras acciones en nombre del progreso y de la supuesta felicidad de ser ricos, que se sostiene sobre todo por el hecho de que por norma general es una aspiración perpetua, es decir, una utopía individual, renacentista” (Los universos paralelos. Resumen de la ponencia en Naciones Unidas. 26 de mayo 2016)

Los amigos de los nuevos farianos serán otros, parafraseando a Neruda, “nosotros los de entonces, ya no seremos los mismos”, ni ellos tampoco.  Sus amigos no seremos los revolucionarios, pues para su gusto somos unos  radicales “ultraizquierdistas”.   Al respecto el revolucionario e intelectual Isa Conde dice en su respuesta al camarada, espero que el término no le ofenda, Gabriel Ángel, reconocido analista y vocero de las FARC,  “…Gabriel Ángel, por demás, conociéndonos, ha recurrido a un ataque desconsiderado. Apeló sin rubor a la descalificación, a la estigmatización y al maltrato sin fundamento de quienes asumimos sin vacilación la condición de aliados estratégicos de las FARC en la lucha por la Patria Grande y del socialismo  de cara a aquellas izquierdas, que al renunciar a la revolución y abrazar diferentes variantes del reformismo y de las corrientes posibilistas (incluido el social pendejismo) se empeñaron en excluirnos de sus foros”.

Son muchas las justificaciones esgrimidas por la cúpula fariana para abandonar las armas, entre otras,   “el clamor del pueblo”, seguramente será el clamor de la “izquierda progresista” a quien la existencia de las guerrillas daña su imagen de izquierdistas buenos, y    por la imposibilidad de derrotar a la oligarquía (¿derrotismo?) Dice Gabriel Ángel en su análisis, “Podrá decirse todo cuanto se quiera del odiado imperialismo y la malvada burguesía, pero mientras cuenten con la aquiescencia de unas mayorías que, por la razón que sea, prefieran acogerse a su sombra en lugar de combatirlos, por fuerte que griten los rebeldes o por ruidosos que sean sus disparos, será imposible vencerlos” (Las vías para la revolución y el socialismo aún siguen siendo exploradas.  La Pluma de Gabriel Ángel. Julio 2016)  Da entender el analista fariano que cinco décadas de resistencia no tuvieron sentido. Olvida la cúpula que las condiciones de asimetría de la guerra contra el Estado desde cuando Manuel Marulanda empuñó la escopeta eran peor que las de ahora, y miren hasta dónde llegaron ocho campesinos, hoy se dice que hay activos más de ocho mil combatientes bien armados, con retaguardias casi inexpugnables.  También, dice Gabriel Ángel que el triunfo de David sobre Goliat es puro cuento, ya ni siquiera es una utopía.  Pero, también, olvida que en todos los enfrentamientos David ha salido victorioso, Corea del Norte, Cuba, Vietnam, entre otros, así lo demuestran.  Y se nota en la cúpula de las FARC afán desmedido por concluir las negociaciones, el tiempo por el que comienzan a transitar hacia su nuevo mundo es raudo y tenso   contrario al relajado de la   guerra de guerrillas. Aquel era otro, los segundos no eran rápidos ni lentos, apenas eran, y el futuro, como en la cosmogonía de nuestros indígenas,  el tiempo no iba  hacia adelante.  Para nuestros aborígenes amazónicos el futuro va en la espalda, en el recuerdo, en la memoria. En las guerras de liberación el  tiempo no cuenta solo la historia. Y los cincuenta y dos años de historia, por cierto victoriosa, de las FARC no son nada. Tal vez, para la victoria final, se  requieran otros cincuenta años, y tampoco son nada.

La  cúpula afirma  que “Las FARC nos transformaremos en un movimiento político legal, conservando nuestra cohesión y unidad históricas, con todo el propósito de trabajar de manera amplia con las masas de inconformes en Colombia, por el cumplimiento de todo lo acordado en la Mesa de Conversaciones y al mismo tiempo por su profundización. No hemos abandonado ni abandonaremos nuestras convicciones ideológicas y políticas por la revolución y el socialismo”, buenas intenciones, pero  se avizora una realidad distinta. Pero será casi imposible conservar  la anhelada “cohesión y unidad histórica”,  pues tan pronto firmen los acuerdos cada uno tendrá que coger su propio camino. Y así será simplemente porque aceptan reintegrarse a una realidad social,  política y cultural ya construida, es decir, al viejo statu quo inequitativo y excluyente sin modificación alguna. Según Isa Conde, “un Estado, por demás, intacto en sus estructuras y vocación criminal-represiva, bajo tutela e intervenido por un imperialismo pentagonizado en mayor grado que antes”. La unidad y cohesión, tampoco, serán posibles, pues como parte de un todo  cada guerrero recibía  sustento, protección e, incluso, educación _sobre todo política_  Los campamentos eran el paraíso  proveedor de bienes. Nada  de eso en adelante podrá ser. Del paraíso saldrán, por voluntad de  la todopoderosa cúpula, hacia el mundo de los mortales.  Algunos ex combatientes encontrarán    trabajo, pero la gran mayoría tendrá que subsistir como lo hacen  sus familias, es decir, de milagro. En ninguna parte del mundo ningún partido o movimiento político puede mantener a todos sus miembros y/o adeptos.  Pero peor, aún, es lo que tiene que ver con la seguridad de los reinsertados, todo mundo sabe que sin armas serán presa fácil de  los ejércitos de los terratenientes y empresarios del campo. El anhelo de convertirse en “movimiento político legal” será traumático. Los farianos con armas o sin ellas serán considerados “el enemigo interno”. Esa es una concepción que trasciende los ámbitos domésticos, pues es impuesta por el imperio a todo el mundo. No olvidar que el cuerpo militar  está para hacer cumplir  los ucases imperiales, y éste sigue intacto  en número y talante.  

La cúpula ha transmitido, no dudamos de su buena fe,   a las bases una visión demasiado optimista y distante    de la  realidad acerca de las bondades de los acuerdos pactados con el Gobierno. Claro que esa óptica incierta ha sido captada por  muchos de sus miembros lo que ha llevado a que la unidad no sea tan monolítica como se cree.  Una  cosa piensa la cúpula y otra buena parte de las bases guerreras.    Es sabido que algunos frentes se han apartado de dichos acuerdos y no se reinsertarán. Un ejemplo, que nos da una idea precisa sobre el horizonte variopinto de la visión que existe entre  las bases y la cúpula,  lo encontramos en la entrevista realizada por María Jimena Duzán a un grupo de  guerrilleros del Bloque Oriental de las FARC.  Pregunta  la periodista aun joven guerrillero, ¿“usted que va hacer una vez se desmovilice”? Y el guerrillero lleno de dudas le contesta, “estaré listo para hacer  lo que la organización decida…”.  El guerrero, en su    imaginario   de luchador comprometido, deja entrever que está  convencido que apenas habrá un pequeño cambio en el escenario. Él no cree que la obra ya terminó.  La periodista le pregunta a una guerrillera, también, muy joven, palabras más palabras menos, ¿cómo se imagina que se sentirá cuando se reúna con su familia? La guerrillera presa  de  angustia contesta, “para mí algo que no puedo definir”, y a renglón seguida   expresa, que “sentirá mucha alegría, pero también tristeza”, pues sus padres están lejos del paraíso en que ella vive en un mundo plagado de hambre y miseria, en el que en adelante le tocará ir a sobrevivir.   Luego entrevista al comandante “Mauricio el Médico”, la periodista indaga acerca de cómo será en adelante el trabajo político, el comandante le expresa, ”...nosotros somos marxistas, tenemos una idea clara de para dónde vamos”.  Entonces, María Jimena les hace ver a los guerrilleros allí presentes, que la cúpula guerrillera en La Habana maneja otro discurso, en ese momento otro guerrillero irrumpe en la escena y acota, “… lo que pasa es que ellos  emplean otro lenguaje, pero todos somos lo mismo…”. Después de escuchar las opiniones de los guerrilleros de aquel Frente, los cuales invariablemente ingresaron a las filas insurgentes, como es el caso de la mayoría, debido a la violencia y miseria vividas en su entorno, nos sobrecoge una enorme desazón porque  a  los  indomables luchadores por la libertad y la dignidad les tocará volver al  infierno del que algún día salieron.

*Catedrático universitario.


viernes, 22 de julio de 2016

A PROPÓSITO DEL ARTÍCULO DE GABRIEL ANGEL (MILITANTE DE FARC):


“Las vías para la revolución y el socialismo aún siguen siendo exploradas”*

Por Narciso Isa Conde
Vamos por parte:
Las primeras páginas del artículo Gabriel Ángel están dedicadas a caricaturizar las críticas al reciente “Acuerdo sobre cese bilateral al fuego y hostilidades, definitivo, incluida la y dejación y entrega unilateral de armas de la insurgencia, concertado recientemente entre la FARC-EP y el Gobierno Colombiano; presentándolas todas como uniformemente dogmáticas, sustentándolas en el llamado “museo de la vieja palabra”, en el lenguaje propio de una izquierda seudo-marxista, stalinista, escolástica, repetidora de simplificaciones y reducciones de procesos complejos; rebatidas por momentos con un lenguaje sobrecargado de un estilo irónico-burlesco sumamente burdo.
Gabriel salió a matar todo tipo de animales con la misma escopeta y previamente los imaginó a todos iguales, algo muy propio de un pensamiento intolerante. Consideró adecuado meter a todos los críticos del desarme y la desmovilización guerrillera en el mismo saco, aunque fueran de diferentes volúmenes, calidades y ropajes.
A todos los que diferimos de ese anuncio y de los contenidos de los documentos publicados en esa ocasión, nos puso el mismo rostro, el mismo cuerpo, el mismo traje y el mismo pensamiento; todos dibujados y confeccionados por él… de manera tal que luego le resultara cómodo descalificarnos por feos, rígidos, desfasados, burdos, grotescos y ultra-radicales.
No permitió que ellos se presentaran, ni los presentó, con su diversidad de argumentos.
No citó ninguno de sus artículos o documentos críticos.
Los invisibilizó para uniformizarlos.
Suplantó lo real incómodo por una construcción virtual uniforme, fácil de rebatir.
En nuestro caso y en el de las fuerzas y movimientos que hemos protagonizados intensas, riesgosas y prolongadas relaciones bilaterales con las FARC-EP y compartido la construcción de espacios unitarios como la COORDINADORA CONTINENTAL BOLIVARIANA-CCB y el MOVIMIENTO CONTINENTAL BOLIVARIANO-CCB, la verdad es que no tenemos nada en común con la descripción que hace Gabriel Ángel calificándonos como la “izquierda más radical”, atribuyéndonos toda suerte de dogmas y disparates doctrinarios.
En verdad el autor de estos comentarios y los/as camaradas de la tendencia comunista que hemos representado a escala nacional, continental y mundial desde que nos constituimos como Partido Comunista Dominicano-PCD, proclamándonos partidarios de un marxismo creador e independientes de los centros hegemónico, nunca hemos asumido esas vulgarizaciones del socialismo científico, útiles en este caso para estigmatizarnos sin fundamento.
Y no es que nos disguste lo de “radicales”, calificativo que podemos compartir con todos/as aquellos/as revolucionarios/as que procuramos ir a la raíz de los problemas para subvertir un capitalismo decadente, destructivo y senil bajo el mando del lumpen imperialismo estadounidense y sus lúmpenes burguesías dependientes. Un capitalismo, que como el caimito -aun podrido- no cae solo, ni por la vía de un simple asalto al Estado; sino golpeando a fondo su modalidad neoliberal, fomentando insubordinaciones locales y globales, creando conciencia y forjando organización.
Que nos esforzamos en confrontar el capitalismo actual, que pese a su multi-crisis crónica, solo se supera construyendo poder paralelo integral, poder popular; desarrollando contrapoder no simplemente obrero-campesino, sino popular y con la diversidad excluida; uniendo a una gran variedad de actores sociales y políticos del cambio, buscando vías de aproximación hacia la ruptura y el desmonte del Estado de la clase dominante-gobernante, continentalizando e internacionalizando las luchas populares, combinando todos los métodos de lucha sin renunciar a ninguno.
Sí, como en mayor y mejor medida que nosotros/as lo ha hecho hasta ahora la FARC-EP a lo largo de su ejemplar historia de combate y construcción de poder paralelo; lo que determinó entre nuestras organizaciones enormes coincidencias a lo largo y ancho de esa historia de firmezas que el propio Gabriel Ángel relata, sin lograr en su caso vencer la tentación de usarla para algo que carece de utilidad: justificar el desarme y la total desmovilización guerrillera, que no es igual a participar en los diálogos de paz y a defender una propuesta de salida política al conflicto armado que apunte hacia la construcción de una nueva Colombia.
Gabriel nos conoce. Gabriel no lo hace por ignorancia, porque los dirigentes farianos saben nuestra manera de pensar y actuar, conocen nuestras ideas y trayectorias expuestas en documentos, libros, ensayos, entrevistas, intervenciones publicaciones… escrita con sangre y refrendadas por hechos.
Si no lo ha leído, lo invitó a ponerle atención a mi libroREARMADO LA UTOPÍA.-DEL NEOLIBERALISMO GLOBAL AL NUEVO SOCIALISMO MUNDIAL, donde podrá constatar, que todo lo que en general y de manera calculada le atribuye a la minoritaria porción dogmática de los críticos del desarme, no es atribuible a nosotros/as ni a las demás organizaciones y personas que hemos compartido sin fisuras, desde la Presidencia Colectiva y el Ejecutivo de la CCB y el MCB, así como bilateralmente, una larga trayectoria de riesgos y coincidencias fundamentales, tanto en el curso de la guerra como durante los diálogos de paz de la Habana… hasta este momento de lamentable disenso en el punto de la dejación y entrega de armas.
Las posiciones que sustentamos ahora no son diferentes a las que expusimos pública y privadamente antes de la firma de ese acuerdo específico. Y la verdad es que ni Gabriel Ángel, ni ningún otro militante o dirigente de las FARC-EP, objetaron que lo hiciéramos, si no que por el contrario todo parecía indicar que se trataba de una orientación común en el enfrentamiento con las derechas y las izquierdas moderadas que insistían en el desarme y la desmovilización, presionando en ese sentido a la dirección fariana.
Gabriel Ángel, por demás, conociéndonos, ha recurrido a un ataque desconsiderado. Apeló sin rubor a la descalificación, a la estigmatización y al maltrato sin fundamento de quienes asumimos sin vacilación la condición de aliados estratégicos de las FARC en la lucha por la Patria Grande y el Socialismo frente a los enemigos jurados de nuestros pueblos y de cara a aquellas izquierdas, que al renunciar a la revolución y abrazar diferentes variantes del reformismo y de las corrientes posibilistas (incluido el social pendejismo), se empeñaron en excluirnos de sus foros.
II
Pero pasemos a la segunda parte de estos comentarios. La más importante de las dos.
No somos de los que abordamos estas diferencias atribuyéndole traición, rendición o capitulación a las FARC-EP. Tampoco incurrimos en la ligereza de acusarla de renunciar a la revolución y al socialismo, de virar hacia la socialdemocracia, de asumir una concepción reformista. Valoramos demasiado la trayectoria revolucionaria de esa organización político-militar para proceder de esa manera.
Hemos preferido tratar en concreto, desde nuestras convicciones y apreciaciones, el contenido específico, el significado y los impactos de lo acordado con el Gobierno colombiano en el punto de la agenda que motivó esta importante diferencia; procurando ser coherente con todo lo externado previamente por nosotros/a y con lo expresado por el camarada Manuel Marulanda, asumido como lineamiento estratégico por todos los órganos de dirección de la FARC-EP, de acuerdo a esta declaración que desde entonces compartimos:
De acuerdo con la experiencia que hemos acumulado a lo largo de 40 años de lucha, para resolver los problemas sociales de este país se requiere de la presencia de las FARC. Nosotros haremos un acuerdo en algún momento, pero nuestras armas tienen que ser la garantía de que aquí se va a cumplir lo acordado. En el momento en que desaparezcan las armas, el acuerdo se puede derrumbar. Ese es un tema estratégico que no vamos a discutir”(Manuel Maruranda Vélez, 6 de septiembre del año 1998, periódico Clarín de Argentina, reportaje del periodista Pablo Biffi).
Un planteo de larga visión estratégica, que conserva toda su vigencia.
(Ojala que no se le vaya a ocurrir ahora a Gabriel calificar al camarada Manuel de ultra-radical o ultraizquierdista, trasladándole retroactivamente el estigma empleado recientemente contra nosotros/as).
Nuestras ideas al respecto están contenidas en tres artículos personales y en una declaración institucional del Movimiento Caamañista-MC: ¿Quiénes se quedan con las armas en Colombia?, IMPACTO NACIONAL Y CONTINENTAL DEL DESARME DE LAS FARC-EP, ¿DESARME DE LAS FARC-EP?: REFLEXIÓN SENCILLA Y CONTUNDENTE, y en el COMUNICADO DEL MOVIMIENTO CAAMAÑISTA-MC; textos en los que se expresan argumentaciones obviadas conscientemente por el camarada Gabriel.
Respecto al artículo del referido camarada emplearé el mismo método: no lo voy a ubicar previamente en tal o cual corriente de las izquierdas, no lo voy a etiquetar, mucho menos a estigmatizar. No voy a hacer lo que su autor hizo. Evitaré caer en la trampa de las descalificaciones “a priori” y me esforzaré en abordarlo concretamente por lo que se expresa conceptualmente y políticamente en ese texto que incluso reproducimos íntegramente al final de esta entrega, dado que independientemente de apoyarse que en falsos supuestos que rebatirlos, en los argumentos empleados a lo largo del mismo su autor devela sus íntimas convicciones.
– La vía de la revolución es la suma y confluencia de una variedad de formas y métodos de lucha que en un determinado periodo posibiliten abolir los poderes estatales y no estatales, temporales y permanentes, sometidos o no al sufragio, económicos, culturales, mediáticos-ideológicos… bajo control y al servicio del bloque social y político dominante, de la burguesía transnacional y local y de la partidocracia que los detentan.
La diversidad de métodos que concomitantemente posibiliten transformar las sociedades capitalistas en sus niveles y expresiones concretas y transitar al socialismo entendido no simplemente como poder estatal, sino como socialización de la economía y la propiedad, como poder popular y como proyecto hacia una sociedad sin Estado.
En términos generales esa vía no está “en exploración” porque no obedece a patrón alguno y porque no se reduce a la disputa del Estado como erróneamente plantea Gabriel.
Lo que si siempre ha estado sujeto a exploraciones son las vías para la ruptura y reemplazo del Estado constituido, concebido el nuevo Estado como un factor pasajero, propio de una transición que permita expropiar a los expropiadores e instrumentar los primeros cambios estructurales; y siempre sujeto, para crear verdadero socialismo y sociedad comunista, a un progresivo proceso de extinción. Es lo que alguno erróneamente denominan “toma del poder”, obviando la construcción de poder social y político en la sociedad civil; “toma” históricamente signada por diversos grados de violencia insurgente.
Se han ejercido para eso diversas formas de violencia armada y no armada en función del grado y las modalidades de violencia estatal y para-estatal de los dominadores.
Se discuten diversas modalidades de ruptura y desmantelamiento, siempre en relación con naturaleza de los poderes represivos locales y transnacionales que operan en cada nación, región y universo.
Esas vías, siempre destinadas a hacer colapsar el viejo Estado y a crear instituciones nuevas junto al poder y al control social de las fuerzas del trabajo; siempre destinadas a derrotar el dominio de gran capital y de la gran propiedad privada, aunque tan variadas como son las insubordinaciones y el ingenio de los/as oprimidos/as, explotados/as y excluidos/as.
Ellas ni se decretan ni se copian, pero mucho menos se pueden reducir a aceptar el monopolio de las armas a cargo de los dominadores, a alcanzar el respaldo mayoritario por la vía legal y al largo camino a través de las instituciones establecidas, procurando reformarlas; como parece ser la médula de la apuesta de Gabriel Ángel, en la cual llega al colmo de identificar al “político victorioso” como “aquel que consigue un número aplastante de seguidores”.
– Esa frase devela cuanto ha influido la concepción individualista, el caudillismo político, en la concepción que sobre el respaldo de mayorías sustenta el autor del referido artículo, sin que necesariamente ese sea un criterio unánime en el seno de la organización que representa.
Habla de lo victorioso o triunfante en la política como sinónimo del éxito personal, refiriéndolo exclusivamente a un “respaldo aplastante” que no se identifica con calidades frente a situaciones impugnables, ni con construcciones colectivas de determinadas clases y sectores alternativos, ni con la REVOLUCIÓN como imposición de una fuerza social sobre otra, ni a cambios sustanciales en la hegemonía cultural en una sociedad determinada.
Tampoco identifica los medios para alcanzar ese objetivo y al parecer -según las deducciones y valoraciones externadas- eso solo se podría lograr en lo adelante ejerciendo la legalidad dentro del sistema imperante; refiriéndolo indirectamente a lo electoral, por demás muchas veces viciado.
En este caso, esa lógica endeble le atribuye más posibilidad de lograr una popularidad a su entender hasta ahora no obtenida, al abandono de las armas y a ciertas garantías y grados de democratización todavía solo contemplados en el papel y dependiente de la buena voluntad de un Estado no confiable; un Estado, por demás, intacto en sus estructuras y vocación criminal-represiva, bajo tutela e intervenido por un imperialismo pentagonizado en mayor grado que antes.
Otra ruta –según el autor de ese artículo- equivale a sugerirle a la FARC (organización que a lo largo de medio siglo nunca pasó factura por su capacidad para sobrevivir y crecer autónomamente) sacrificarse más y exponerse a una inmolación innecesaria, por recomendación caprichosa de unos “ultraizquierdistas” irresponsables que paradójicamente siempre le acompañamos sin recibir ese tipo de reproches.
Esta es, lamentablemente, una manera de sobre-estimar y despreciar el poder político-militar constituido por las FARC-EP, el respaldo de importantes componentes de la mayoría oprimida generado con el ejercicio de la insurgencia armada y su significativa capacidad disuasiva en ese plano de la lucha de clases; en el contexto de la hegemonía de un bloque dominante de factura transnacional y local súper-armado, curtido en el ejercicio de la violencia para retener y reciclar su poder sin omitir las mayores crueldades.
No voy a atribuirle esa manera de pensar, ajena para mi hasta hace poco a la esencia de las FARC-EP, al conjunto de esa fuerza insurgente portadora de méritos invaluables en materia de subversión revolucionaria. Menos aun –reitero- me voy a sumar al coro irresponsable que de sopetón la acusa de traición o de asumir un viraje irreversible hacia el reformismo o la social-democratización.
Hacerlo sería tan burdo y desconsiderado como la modalidad empleada por Gabriel Ángel para intentar descalificar a todos los críticos de ese desarme, que ciertamente no equivale a renunciar a los esfuerzos por una paz digna, con justicia social, democracia real y soberanía.
Pero no puedo, a la luz de lo expresado por él, dejar de establecer su responsabilidad conceptual y política respecto a sus propias expresiones, que a mi modo de ver tenderían a configurar una ruta que debilitaría la necesaria subversión revolucionaria del orden capitalista-imperialista dominante y le otorgaría preferencia a una incierta vía de reformas que postergaría indefinidamente las transformaciones estructurales, independientemente de los medios y métodos que se empleen en diversas fases y periodos.
Un extenso mar de confusiones desordenadas y superpuestas se expresa en el texto comentado.
– Es falso, por ejemplo, que el tema de las revoluciones sociales haya sido inaugurado en 1917 por la Revolución Bolchevique, con el simple preámbulo de la Comuna de París. Es también erróneo afirmar que ese trascendente acontecimiento sea el patrón inmutable que esgrimimos todos/as los/as que hemos criticado la firma de ese acuerdo de dejación y entrega de armas por el Secretariado de las FARC-EP, incluido en él el plazo de 180 días y el acorralamiento previo de sus tropas guerrilleras en territorios predeterminados, lo que a mi entender equivale a desistir de la victoria lograda a lo largo de 50 años en materia de superación del monopolio de las armas a cargo del Estado, las derechas y los interventores.
Las revoluciones sociales son inseparables de la milenaria historia de la lucha de clases y el “talante científico” en el pensamiento revolucionario no se lo otorgaron Lénin y los bolcheviques, sino Marx y Engels; quienes, por demás, concluyeron en que las revoluciones anticapitalistas, para ser auténticas, requieren abolir –no importan los medios o métodos a emplear- el viejo Estado desde la rebeldía consciente del la clase explotada.
– El estallido de la crisis capitalista en el 2008 en los EEUUU no contrarió esencialmente el pensamiento de los clásicos del socialismo científico en ese tema crucial por el hecho de que entonces no se haya quebrado el sistema de dominación imperante; dado que desde su origen, en sus esfuerzos reflexivos, ellos siempre hicieron suya la apreciación de que las revoluciones socialistas no brotaban espontáneamente de las crisis, sino que debían ser el resultado de un gran despliegue de conciencia y organización en el contexto de las mismas.
Las crisis del capitalismo -incluidas esa elevada expresión de la misma en el centro del sistema, y todas las manifestaciones que le han sucedido en los países centrales y periféricos- tienen en común el signo de la decadencia y senilidad del sistema junto al caos y los procesos destructivos que generan los esfuerzos de salvación de sus elites especuladoras, guerreristas y mafiosas.
Pero esas crisis de por sí no paren revoluciones anticapitalistas ni socialismo… si no se conforman las fuerzas transformadoras capaces de articular rebeldías y construir propuestas alternativas con fuerte sustentación en el pueblo trabajador. Lo jodido en este caso es hacer concesiones que debilitan una fuerza que reúne esas condiciones.
A esa realidad mundial no es ajena Colombia ni a nuestra América.
Pero además el camarada Gabriel Ángel exhibe una enorme confusión adicional respecto al impacto de la crisis sistémica de capitalismo en esa sociedad y en el mundo, a las oportunidades que genera, como también respecto a las causas y repercusiones del colapso del llamado socialismo real, a los flujos y reflujos de las luchas populares y a las oleadas de rebeldías y cambios políticos.
– La depresión que en su momento provocó el derrumbe de la URSS y de los modelos-estatistas-burocráticos de Europa Oriental fue sensiblemente contrarrestada, primero por la resistencia de los pueblos contra el capitalismo endurecido a lo neo-liberal y luego por la oleada de insubordinaciones político-sociales en procura de gobiernos soberanos, democráticos y socialmente sensibles, impregnados de una vocación más o menos reformadora y en algunos casos con definida vocación antiimperialista y revolucionaria, posteriormente incumplidas.
En nuestro Continente esa ola estuvo precedida de otras tres ocurridas en el periodo previo al derrumbe de la URSS : 1) la que inició la revolución cubana y continuó el abril dominicano y numerosas incursiones guerrilleras, 2) la que después del descenso de la primera se desplegó en Centroamérica (Nicaragua, El Salvador, Guatemala…), y 3) la que tuvo su epicentro en el Cono Sur con el destacado triunfo de la Unidad Popular en Chile; lo que indica una dinámica vinculada a ese cambio de época.
La oleada actual, la cuarta en las últimas siete décadas -ahora en riesgo de declinación- tuvo su vórtice en el Norte de Suramérica con una intensa dinámica hacia el SUR y el CENTRO del Continente, con un fuerte impacto expansivo del proceso bolivariano seguido del ecuatoriano y el boliviano, empalmando con la hazaña de sobrevivencia de la revolución cubana; lo que indica capacidad de sobreponerse al cataclismo soviético y de mostrar músculos propios.
– En Europa, la primera gran ola del siglo XX precedió a la revolución bolchevique y se expandió con ella y sus estímulos revolucionarios.
Los flujos y reflujos, no se han limitado, pues, a la existencia de la URSS y a su derrumbe.
Es falso que luego de ese derrumbe hasta el presente todo haya sido reflujo, “desbandada de las izquierdas” y fortaleza insolente del imperialismo; lo que supuestamente obliga al repliegue y a pactos desmovilizadores de las insurgencias armadas. Las FARC-EP de los últimos 25 años son la mejor muestra de ese desatino gabrielano.
Parece ser un recurso polémico inventado para deprimir desde el interior de las izquierdas revolucionarias la pertinencia de la continuidad ascendente de una de las puntas dinámicas del oleaje insurgente, de gran valor continental: las FARC-EP.
Un recuso polémico con el que se intenta justificar la desmovilización militar de un factor revolucionario llamado a estimular –junto a las nuevas rebeldías populares generadas por los intentos de retroceso e imposición contra-revolucionaria y contra-reformadora- una dinámica político-social transformadora seriamente afectada por los fracasos del progresismo y los estancamientos productos de indecisiones, degradaciones y re-culamientos injustificables de gobiernos y Estado que encarnaron anhelos de cambios y ahora facilitan con sus inconsecuencias los perversos contra-ataques desestabilizadores del imperialismo y las derechas y sus golpes institucionales retardatarios.
– Eso explica que Gabriel Ángel se aferre, sin el menor espíritu crítico revolucionario, a los ejemplos de las deficitarias conducciones estatales de Venezuela, Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, El Salvador… que si bien tienen méritos propios en esta cuarta oleada, representan también variados déficits propios que han provocado significativos niveles de vulnerabilidad frente a la estrategia imperial y al capitalismo voraz.
– La revolución y el socialismo no son consignas que se llevan y se traen, que se asumen y se deponen por etapas. Son procesos revolucionarios a impulsar, en los que tácticas y estrategias van de la mano.
Separarlas en tiempo y etapas, y ausentarlas de las luchas inmediatas, conduce siempre a dejarse entrampar por el sistema, a circunscribirse a tratar de reformarlo; siendo ya cada vez más imposible, por las características de la crisis que lo estremece y de las fuerzas que lo controlan, mejorarlo dentro su propia institucionalidad.
Si algo se evidenció en el curso de esta oleada de cambios políticos y sociales, en el trascurrir de esta efervescencia inconclusa pero seriamente entorpecida, es que la declinación del progresismo y los procesos de reformas, tienen su causa fundamental no solo en la fuerza obvia de la contra-revolución imperialista, sino además en la falta de determinación política en sus fuerzas conductoras para profundizarlos en dirección anticapitalista y socialista, a pesar de ciertas proclamas y discursos afines a esas metas.
Esa lección es válida históricamente incluso para las transiciones revolucionarias del pasado y del presente siglo, frenadas y deformadas por la hipertrofia del Estado y sus burocracias, afectadas por el freno a la socialización a favor de lo estatal y del verticalismo infecundo. Es válida para la heroica Cuba, tema enfocado por Gabriel con gran ligereza y evidente complacencia respecto a riesgos evidentes.
Porque si Cuba, en el marco de la distensión temporal con EEUU, no se decide por la socialización de lo estatal, por contener el avance del capital privado criollo y transnacional y por reemplazar el poder del Estado por el poder del pueblo organizado, el capitalismo y el Estado burocrático se tragarán el proceso como en China y el imperialismo tendrá más facilidades para mediatizar su soberanía.
– La reconciliación en procesos como el colombiano es válida dentro del sujeto popular y las fuerzas patrióticas, dentro del conjunto que anidó diferencias en torno a las formas y métodos de lucha, incluida las relativas a la pertinencia o no de de la insurgencia armada, escenificadas al interior de las fuerzas que han enfrentado a la clase dominante-gobernante y su perverso terrorismo de Estado.
Pero no debería hablarse de reconciliación con ese poder criminal, putrefacto, empobrecedor. Con sus cúpulas empresariales, militares, policiales, para-militares, narco-delincuentes. El “odiado imperialismo” y la “malvada oligarquía”, tengan o no capacidad para alienar o enajenar amplios sectores populares y medios, siempre deben ser merecedores de nuestras justas rebeldías, sea o no ejercida con “disparos” silenciosos o “ruidosos”.
Lo que no debería aplaudirse es que en estos diálogos de paz, bien llevados por la delegación de las FARC-EP hasta que se decidiera aceptar el desarme en los términos establecidos por ambas partes, desconociendo de paso la trascendencia de una conquista en la relación de poder que logró impedir el monopolio de las armadas a cargo del Estado y las derechas.
Peor aun cuando antes del Acuerdo Final se renuncia a la Constituyente Soberana, postergando indefinidamente los necesarios cambios constitucionales e institucionales a favor de la democracia real y la soberanía nacional.
Todo a mi entender iba bastante bien hasta el instante en que se aceptó ese tipo de Acuerdo de Cese al Fuego y Hostilidades Bilateral y esos compromisos de desarme unilateral de FARC-EP, algo que coincidiendo con su dirección en muchas oportunidades supimos objetar con la debida anticipación y firmeza.
Y luego de ese golpe no esperado, lo más preocupante de todo esto son los argumentos externados en el artículo de Gabriel Ángel para intentar justificar esos compromisos.
Porque de predominar esa visión, los daños a un proceso de paz con justicia social, democracia real y soberanía, y a la necesidad de acelerar y ampliar las nuevas rebeldías nacionales y continentales, serían posiblemente de mucha envergadura y prolongados efectos, y la afectación de la fuerza de vanguardia que ha representado la FARC-EP se traduciría en deterioros significativos para las fuerzas de la revolución y el socialismo en ese país hermano, en la región y en el mundo.
Ojala que una mínima dosis de sensatez logre frenar ese curso fatal, detener la intolerancia que resuma y debatir a profundidad las consecuencias negativas que ya asoman y estimulan al régimen a accionar de manera artera.
Y lo decimos desde una militancia internacionalista a la que sería sencillamente pérfido atribuirle intención de empujar a la inmolación material a una fuerza revolucionaria que ha merecido todo nuestro apoyo y entrega en los tiempos buenos y malos, o acusarnos de apostar a erigirle un monumento a su exterminio, como insinúa el camarada Gabriel sin fundamento alguno.
Queremos unas FARC victoriosa junto a nuestros pueblos, nunca aniquilada por los ejércitos enemigos y las 7 bases militares gringas. Tampoco debilitada y degradada por las erosiones que le podrían provocar el dejarse entrampar por el sistema y el permitir que sea infectada por ciertos conceptos y análisis de evidente matriz social-reformista que todavía no toca fondo en las izquierdas mundiales.
11-07-2016, Santo Domingo, RD.
Tomado: http://www.isaconde.info/a-propsito-del-artculo-de-gabriel-angel-militante-de-farc/

sábado, 16 de julio de 2016

En América latina hay que repensar muchas cosas, incluyendo qué es la izquierda


Entrevista a Aram Aharonian


Sur y Sur


Cuando América Latina era narrada desde estudios situados en Miami, el presidente Hugo Chávez, protagonista del primer golpe mediático, impulsó un canal para contar desde la región lo que allí ocurría y visibilizar a las poblaciones históricamente excluidas de los medios de masas. Aram Aharonian fue el primer director de Telesur, y hoy, once años después de la primera emisión, lo recuerda como el hecho comunicacional más revolucionario de la historia de América Latina. En este momento, la comunicación sigue siendo un elemento fundamental para entender lo que ocurre en un continente en el que los medios de comunicación privados legitiman los intentos de desestabilización contra algunos de los gobiernos elegidos democráticamente.
La entrevista a Aram Aharonian tuvo lugar durante el Foro Latinoamericano y Caribeño de Comunicación Popular y Comunitaria celebrado en la sede de CIESPAL (Quito), en el que se debatió sobre el papel de la comunicación en el nuevo contexto que se vive en América Latina.

-¿A qué hace referencia el concepto de “guerra mediática” y qué ha significado en América Latina?

-Si hace cuarenta años se necesitaban fuerzas armadas para imponer modelos políticos, económicos y sociales, hoy no hacen falta ni tanques ni bayonetas. Hoy solo hace falta control de los medios masivos de comunicación porque ellos imponen imaginarios colectivos que van adocenando y conquistando las sociedades. Las guerras mediáticas han tenido sus primeros globos ensayo a principios de milenio en Venezuela, un golpe que fue tan mediático que al día siguiente no se dio información y solamente se supo que cambiaban las cosas porque la prensa internacional cubría lo que iba aconteciendo. Más tarde tuvimos hechos en Bolivia, Ecuador y, después, los golpes de Paraguay y Honduras; el año pasado la desestabilización financiera en Argentina y tenemos ahora el golpecito en Brasil. Pero no se trata únicamente de los medios. Los medios de comunicación son el caballo de Troya de los grupos empresariales, y ahí están metidos no solamente los medios de comunicación, sino un aparato judicial comprometido totalmente con los intereses de esos grupos fácticos que existen en todos los países.
Lo singular de esta guerra mediática, que no está hecha solo por los medios locales, es que las notas básicas realmente se producen en el exterior y son replicadas por los medios locales, que han perdido credibilidad. Un medio extranjero le da credibilidad a lo que se diga. Han servido hasta ahora en la construcción del imaginario colectivo, y de cambios rotundos en procesos políticos. Hay una desestabilización en varios países que está obviamente sustentada sobre mentiras, medias verdades, manipulaciones y desinformación por parte de estos medios hegemónicos.

-Una de las estrategias para hacer frente a esta “guerra mediática” en América Latina fue la aprobación de leyes dirigidas a democratizar la comunicación, romper los monopolios mediáticos e incorporar nuevos actores al escenario comunicacional. ¿Qué han conseguido estas leyes? ¿Cumplieron su objetivo?

-Sí y no. Si lo que se quería era una ley de comunicación, se consiguió. Una ley es un marco jurídico que permite hacer cosas que quizá antes estaban prohibidas o que impide hacer cosas que antes estaban permitidas. Es un marco jurídico, pero el cambio en la comunicación no lo hace una ley, la ley sólo va a permitir hacerlo. Creo que ese fue el problema mayor, que incluso se pone el énfasis en la distribución de las frecuencias, cuando ese no debería ser el énfasis. La distribución porcentual de frecuencias no garantiza la democratización de la comunicación. Se hizo pensando que todo el mundo tuviera voz e imagen, algo que ninguna ley garantiza. Creo que hay una incapacidad dentro del campo social y popular para organizarse, formar medios, unirse y producir contenidos. Hay escasos contenidos nuevos dentro de las radios y televisiones después de nueve años de ley en Argentina, por ejemplo. No hay contenidos en absoluto.

-Desde la llegada al poder de Mauricio Macri en Argentina las tendencias más conservadoras han logrado diferentes victorias en el continente. ¿Cuáles son las perspectivas del nuevo escenario para la comunicación alternativa y popular, para los actores que recibieron el apoyo de los gobiernos progresistas de la región?
-Seguirán haciendo lo mismo, pero con muchas más dificultades. Lo fundamental es mostrar que esas verdades mediáticas que las fuerzas conservadoras imponen no son verdades. Hay que democratizar los medios, dando la mayor cantidad de voces posibles que demuestren que todo eso es una falacia, una mentira, una verdad fabricada. Siempre recuerdo el año 1991, cuando estuvimos convencidos de que en la primera guerra en transmisión en vivo, que fue la de Irak, habían bombardeado Bagdad. Pero no, cinco años después nos dimos cuenta de que tuvieron que invadirlo después, pero lo que habían mostrado en aquel momento habían sido fuegos de artificio en vivo y en directo para todo el mundo.
Así nos han mostrado una gran cantidad de realidades virtuales que no existieron nunca y que nosotros tenemos asumidas como verdades absolutas, a pesar de que no existieron nunca. ¿Qué se puede hacer? Tejer mejor las redes de medios populares, compartir contenidos, dar fuerza a los mensajes. La repetición y masificación de mensajes hace que la suma de medios se vuelva medio masivo; perder la identidad de marginalidad, ya que si uno asume que es marginal está condenado al fracaso, debe asumir que tiene que buscar la masificación de sus mensajes de distintas formas. La masificación no quiere decir que le llegue a todo el mundo, si no que pase más allá de lo específico de su cuadra, y creo que hay que formarse para eso. Hay que profesionalizarse y eso no significa cobrar, si no saber manejarse de la mejor forma posible con los instrumentos y herramientas que tiene para desarrollar la profesión y saber para qué está haciendo comunicación.

-Usted llevó a cabo el proyecto de sacar al aire la primera televisión regional de América Latina, Telesur. ¿Qué ha significado Telesur para el continente y para la integración de sus países?

-Primero, demostrar que sí se puede. Esa utopía no se alcanzó, pero se caminó cerca. Hubo un cambio radical de las verdades en América Latina. Ahí comprendimos qué significa lo alternativo. Durante diez años, la única voz, la única imagen televisiva de América Latina la daba CNN en español, nunca hubo una persona negra ni india, parece que no existían, estaban totalmente invisibilizadas, ninguneadas y ocultadas. Y la salida al aire de Telesur como voz alternativa exigió también a CNN cambiar, y tuvo que transmitir la ceremonia indígena de asunción de Evo Morales, y de ahí el golpe de estado de Honduras, dando su speech, pero tomando las imágenes de Telesur. Significa un cambio y demostración de que lo alternativo es importante para conocer lo que realmente pasa. Todo aquello que estaba oculto tuvo que salir a la luz.
Si Telesur cumplió o no con sus objetivos, es otro problema, pero el solo hecho de su existencia es el hecho comunicacional más revolucionario de la historia de América Latina. De ahí en adelante, es otra época.

-Precisamente, Telesur fue objeto de crítica de las fuerzas conservadoras de la región, especialmente, del presidente Mauricio Macri en Argentina.

-Siempre digo que cuando había dictadura en nuestros países, nosotros hacíamos lo posible por escuchar Radio Rebelde de Cuba. Con las grandes posibilidades que hay ahora, si alguien quiere ver Telesur, lo va a ver. No le está haciendo daño, le está haciendo publicidad. Creo que nadie habló tanto de Telesur en Argentina como después de la decisión de Macri. Creo que ellos sí hicieron lo que entienden por libertad de expresión: cerrar medios, cerrar accesos. Quieren una verdad única y esa es la idea del neoliberalismo, tiene que haber una sola voz, una sola imagen, y con eso nos tenemos que contentar todos.

-¿Cree que las victorias logradas por las fuerzas conservadoras de la región están conduciendo a un fin de ciclo? ¿Se está a tiempo de revertir esta tendencia?

-Primero hay que hacer una fuerte autocrítica; segundo, reorganizarse; tercero, entender que no existe década ganada. ¿Ganada para qué? Si no hay discursos, si no hay mensaje para futuro, no estamos construyendo nada. Primero hay que construir con la gente, por ejemplo si se trata de una redistribución de riqueza no hay nada ganado, es una justicia, y hay que construir un futuro. La década ganada se volteó con un solo eslogancito: “Cambiemos”, que hablaba de un futuro distinto. Lamentablemente la izquierda no sabe construir futuro, incluyendo la izquierda del Gobierno kirchnerista. Los bolivarianos también siguen diciendo “porque se dio acceso a la vivienda, porque se dio acceso a esto…”.

Diste el acceso a los derechos, ¿y ahora qué? La construcción de futuro se hace teniendo presente la memoria histórica para saber dónde basarte y de ahí tomar impulso para saber dónde vas, pero no sirve como cosa nostálgica. Hay que pensar en futuro, tener planes para futuro. Hemos tenido algunos gobiernos que lograron darle acceso al consumo a una cantidad de ciudadanos y ciudadanas que antes no tenían. Esa no es una transformación socialista ni nada por el estilo. ¿Y después qué? En todo caso hay que repensar qué es lo que se quiere. Si es el poder, qué se hace con el poder fáctico que existe en todos los países, que no son solamente las grandes corporaciones y los medios, sino un conglomerado de jueces, tribunales, fiscales y policías. En América Latina hay que repensar muchas cosas, incluida qué es la izquierda.


miércoles, 13 de julio de 2016

SANTOS Y TIMOCHENKO EN SANA Y SANTA PAZ

Tomado: http://www.postaportenia.com.ar/
"Ver el acuerdo de paz, firmado éntre las FARC-EP, fuera de las políticas dictadas por el neoliberalismo globalizado, sería una ingenuidad o una conveniencia para los que pretenden ocultar lo que hay detrás de todo esto".
Enrique Contreras Ramírez (PRV-Ruptura-Tercer Camino)
La noticia recorrió el mundo, “todos” la esperaban, la FARC definitivamente firmo con el gobierno de Santos el acuerdo de paz. La prensa internacional no dejaba de señalar con insistencia que éste acuerdo definitivamente beneficiaria no solamente a Colombia, sino a todo el Continente latinoamericano y en especial a los países fronterizos ya que la mencionada guerra se trasladó hacia los mismos. De igual manera rotulaban que la beligerancia terrorista, desarrollada por los frentes guerrilleros en todo el territorio colombiano no tenía cabida en el nuevo escenario del capitalismo global.
De todas maneras la sentencia ya estaba confirmada al comenzar los diálogos por los mandos altos de la FARC-EP, Timochenko así lo señaló: “NO NOS PARAREMOS DE LA MESA DE DIÁLOGO HASTA TANTO NO LOGREMOS LOS ACUERDOS CON EL GOBIERNO COLOMBIANO”
El jefe máximo de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri (“Timochenko”), en el momento de la firma realizada en la Habana (Cuba) dijo que las Fuerzas Armadas colombianas y las de esa guerrilla serán aliadas en adelante al servicio de la paz. “Fuimos adversarios, en adelante tendremos que ser fuerzas aliadas por el bien de Colombia”, manifestó “Timochenko” en un inédito discurso ante diferentes mandatarios en La Habana tras la firma del punto de “fin del conflicto”, que en la práctica es el cese al fuego bilateral y definitivo entre el Gobierno colombiano y las FARC
“Timochenko” declaró que Colombia necesita “que se produzca efectivamente una definitiva reconciliación” y recalcó: “Basta ya de la violencia y de los delirios por ella”. En éste nuevo escenario los muertos quedaron atrás, unos sepultados y otros sin sepultar, los hombres y mujeres que ofrendaron su vida y que quedaron tendidos a lo largo y ancho de la geografía colombiana durante los 52 años de lucha guerrillera quedaron como “triste” recuerdo de lo que no “se debe hacer”, los ideales y el amor por la patria, causas por las cuales dieron sus vidas, el tiempo se encargara de terminar de sepultarlos. Como testigos de éste acuerdo “histórico” se encontraban el presidente de Cuba Raúl Castro, el canciller de Noruega Borge Brende, como “países garantes” de la negociación y los mandatarios de Venezuela y Chile Nicolás Maduro y Michelle Bachelet, quienes actuaron en condición de acompañantes del proceso de paz y dicho sea de paso ejecutores de las políticas del neoliberalismo globalizado en sus respectivos países, unos a nombre de la democracia y otros a nombre del socialismo
EL PLAN COLOMBIA
En una oportunidad, el General (AV) Francisco Visconti (2002), Jefe de la Insurrección del 27 de noviembre de 1992, escribió sobre el Plan Colombia lo siguiente: “Éste plan está enmarcado dentro de objetivos globalizadores de la potencia hegemónica mundial, que junto a sus interesados y sumisos aliados, se proponen aplastar cualquier insurgencia emancipadora de los pueblos de nuestro continente. Para cualquier inteligencia medianamente ilustrada, resulta muy fácil percibir que el verdadero propósito del PLAN COLOMBIA, es erradicar los movimientos insurgentes revolucionarios del hermano país, para evitar su éxito local y que estos se conviertan en posibles fuentes de inspiración para otros pueblos latinoamericanos.” Particularmente creo, que el Plan Colombia se encuentra desarrollándose de manera acelerada, uno de sus objetivos era acabar con los dos únicos sectores alzados en armas (FARC-EP/ELN) en América Latina, con cierto poder de fuego, de organización político militar, pues independientemente de lo que se pudiera decir, representaban un gran obstáculo para el desarrollo de los planes de los grandes conglomerados, sobre todo en la Amazonía, planes que ya la propia Colombia, Brasil y Venezuela echaron andar a través del IIRSA a nombre del “desarrollo y bienestar de los pueblos”. Ver los diálogos de paz, como un problema eminentemente local y aislado o fuera de las políticas del neoliberalismo globalizado, sería una ingenuidad o una conveniencia para los que pretenden ocultar lo que hay detrás de todo esto. Colombia, sin duda, requiere ser pacificada a como dé lugar. El hermano país representa o representaba en América
El avance del capitalismo globalizado, viene desarrollando sus objetivos gradualmente, en colaboración con los gobiernos de la región y sus medios de comunicación, que no dejan de señalar de manera insistente, lo importante de este evento de diálogos por la paz y que beneficiara a todo el continente latinoamericano. Los grandes conglomerados y sus respectivos intereses, vienen imponiendo sus estrategias a lo largo del planeta, sin detenerse a revisar si el país donde se asientan se denominan capitalistas o socialistas, los mismos tienen un concepto claro de lo que es el mundo para ellos: el planeta tierra es simplemente una mercancía, se puede vender o se puede comprar, no importa el daño que se ocasione.
LA OTRA REALIDAD
El origen de la violencia colombiana, al igual que en el resto de América Latina cualquiera sea su forma de manifestarse, es producto de la injusticia social, injusticia social que se expresa en la gente viviendo en ranchos, la falta de empleo, la ausencia de políticas sanitarias que garantice verdaderamente salud al pueblo, el asesinato y la persecución política, los campesinos sin tierra, los indígenas desalojados de su terruño que los vio nacer porque el gobierno les asigno esas tierras a las empresas extranjeras, la ausencia de políticas educativas que garanticen la inserción escolar y eviten la deserción, los bajos salarios, el alto costo de la vida, la deuda externa impagable, la negación de la firma de contratos colectivos que verdaderamente reivindiquen a la clase trabajadora, la ausencia de servicios públicos, los privilegios de la clase política y económica –entre otras variables- es aquí donde se encuentra las causas que generan esa violencia en nuestro continente y que dio origen a la guerrilla colombiana
No es que se esté en contra de la paz de Colombia, lo que pasa es que mientras la injusticia reine, no podrá haber paz en nuestro continente, si los grupos alzados en armas entregaron su lucha, la misma seguirá y no podrán detenerla, la historia ha sido testigo de los procesos que se han venido librando desde la misma guerra de independencia.
Lo que no se ha dicho en medio de todo éste teatro de claudicación y entrega, es que en los mandos medios de la guerrilla, se ha presentado la protesta y el desacuerdo con la rendición. Hay sectores, que ya están preparando su salida del entorno, para continuar la lucha y seguir perseverando en proseguir los lineamientos y el ejemplo de muchos revolucionarios latinoamericanos. Y en nombre de la paz, la oligarquía colombiana seguirá entregando los recursos naturales a los grandes conglomerados y la mayoría del pueblo seguirá sumergido en la pobreza y la miseria
Pero dentro de esa pobreza y miseria pueden surgir muchos GAITANES, muchos CAMILOS, muchos MARULANDAS para afirmar que la guerra de independencia no ha terminado en A. Latina, el único obstáculo, pues la guerrilla estorbaba para los propósitos de dominación globalizante, de allí la prioridad dentro del Plan Colombia de estos llamados “diálogos de paz”

ruptura3camino - postaporteñ@ 1632 - 2016-07-12 18:32:41

martes, 12 de julio de 2016

Las FARC, rebelión de las bases


Libardo Sánchez Gómez

Lo que mal comienza mal termina,  aceptar hablar de paz sin tocar a fondo el modelo económico, que es en sí mismo   la  causa de la problemática que  obligó al pueblo campesino a empuñar las armas,  tarde o temprano llevaría inevitablemente al descontento  y  rebelión de las bases insurgentes. Cuando se conocieron los temas de las “negociaciones de Paz”  entre FARC y Gobierno”, que implicaban la dejación de armas y reincorporación de la guerrilla a la vida civil, varios analistas, entre ellos el reconocido sociólogo James Petras,  advirtieron, que tal como estaba  planteada la agenda no conduciría sino a la desintegración sin pena ni gloria, como está ocurriendo, de las FARC. Decía Petras,  “Los acuerdos de paz que desarman a los insurgentes y mantienen a las fuerzas armadas, que son el sostén de la élite económica y de su control sobre los sectores estratégicos de la economía, dan como resultado una continuidad de las políticas neoliberales y de las bases militares de EE.UU. y producen la integración de los ex líderes guerrilleros en un sistema político corrupto y reaccionario”. Desde entonces a quienes advertíamos la inconveniencia de la orientación  dada por la insurgencia a las  conversaciones de “paz” se nos tildó de “ultra izquierdistas” y “enemigos de la paz”.  Con razón muchos críticos  dicen que, a su interior,  la izquierda es profundamente antidemocrática. Las discusiones deben darse intra, inter y extra. Así como al interior se discute con los compañeros y en el exterior con el enemigo, también, es   preciso dialogar con los afines, pero no solamente con los que están en todo de acuerdo sino con aquellos que disienten. Las FARC tan sólo han venido escuchando a quienes les aplauden cualquier paso que dan sin importar si es en falso o no, no advierten que esos, aparentes, amigos no son más que falsos áulicos a quienes la existencia y esencia de la guerrilla afecta su tibio acomodamiento en el seno del Régimen. 

En el 2013 James Petras se preguntaba, “¿Es posible que los "acuerdos de paz" generen justicia, paz y seguridad para el pueblo? Se esperaba que las FARC fuesen totalmente incluyentes y que lo acordado fuera consultado con la sociedad civil. Petras creía que “no firmarían  un  acuerdo de paz sin ningún diálogo democrático previo con los militantes, sin ninguna  consultación con los movimientos sociales de base” (Salvadorización de los acuerdos en La Habana:http://libsangelviajeroysusombra.blogspot.com.co/search?q=salvadorizaci%C3%B3n+de+los+acuerdos+en+la+Habana. Agosto 2013) Y en realidad en la medida de lo posible, dadas las restricciones de movimiento, trataron de hacerlo. Realizaron foros en universidades e invitaron a las víctimas de la guerra a un encuentro cara a cara.  Eso sí cuando intentaron hablar directamente con el pueblo el Régimen no lo permitió, y en adelante tratará de impedirlo a sangre y fuego. De la participación de la sociedad salieron insumos muy importantes, como la de contar la historia, desde diferentes miradas,  del largo conflicto colombiano, y la propuesta de contar “la verdad” por parte de los actores directos e indirectos, la que los principales instigadores y vividores de la guerra temen.  No obstante, la realidad es que la sociedad en su conjunto estuvo ausente, ¿para qué avanzar por un camino que no lleva a ninguna parte?   De antemano se sabía que se hablaría y se acordaría de todo menos de lo que el pueblo quiere y necesita, la superación del inmoral modelo económico y con éste de la pobreza y la inequidad, así que, al final de la jornada, como era de esperar, todo siguió y seguirá, aún, peor. Dice el analista Willian Ospina, “es inverosímil una paz sin justicia social, que es peligrosa una paz edificada sobre la discordia de los dirigentes, y que es incongruente una paz en la que el pueblo sea un invitado de piedra”.

Hace tres años se advertía que si las FARC  no exigían transformaciones sociales y políticas de fondo  iría a ocurrir lo que aconteció en El Salvador, al respecto James Petras anotaba que,  “…si se abandonan     las demandas de desmantelar las fuerzas armadas, de expropiar las principales empresas mineras, comerciales, banqueras y financieras”, la “paz” podría ser un desastre.   


Es comprensible el cansancio de la cúpula insurgente, la mayoría y a no está para “esos trotes”,  pero llevar al precipicio  a miles de sus compañeros de base  es, por decir lo menos, injusto. Como está acordada la “paz” no habrá oportunidades para todos. En el 2013,  Refiriéndose a los reinsertados en El Salvador,  James Petras, también, señalaba   que “muchos fueron elegidos en puestos públicos, lo que les garantizó un estándar de vida de clase media. Como congresistas, asesores políticos, asistentes y alcaldes, la élite del FMLN recibió salarios sustanciales, adquirieron viviendas en barrios de clase media y nuevos automóviles y contrataron guardias privados para su protección”. Algo parecido ha ocurrido en Colombia con los que en el pasado reciente han abandonado las armas. Probablemente sucederá lo mismo con la cúpula de las FARC. En El Salvador la bonanza tan sólo alcanzo para sesenta guerrilleros.  Entonces,   a los guerreros rasos les tocará roer huesos muy duros. Uno de ellos será la exclusión y el otro el exterminio.  El mismo Willian Ospina dice que, “…Concentrarlos en unas veredas sólo parece demostrar que se les teme mucho y que no se confía en ellos: muy mal comienzo para una paz generosa. Saber que el país tiene muchas bandas criminales al acecho, y decidir sin embargo que los guerrilleros sólo pueden salir de sus campos transitorios de concentración vestidos de civil y sin armas, parece brindarles pocas garantías de supervivencia, y causa extrañeza que los guerrilleros rasos lo acepten” (La paz son los cambios. El Espectador. 25 Junio 2016) Pero parece que no todos los guerrilleros  se   lanzaran por el Taigeto. El Frente  Armando Ríos hizo saber que no se desarmaría, “El Frente Primero de las Farc ‘Armando Ríos no se desmovilizará, por considerar que la política del Estado colombiano y sus aliados sólo buscan el desarme y la desmovilización de las guerrillas (…) Pretenden continuar gobernando con el mismo modelo económico”.  En otro aparte agregan, “…hemos decidido no desmovilizarnos, continuaremos la lucha por la toma del poder por el pueblo y para el pueblo; independientemente de la decisión que tomen el resto de integrantes de la organización guerrillera. Respetamos la decisión de quienes desistan de la lucha armada, dejen las armas y se reincorporen a la vida civil, no los consideramos nuestros enemigos”. Respecto de la concentración de los guerrilleros dicen, “Las zonas de concentración son para guerrillas derrotadas, el Frente Primero ‘Armando Ríos’ de las FARC jamás ha considerado una derrota militar. Cualquier colombiano del común entenderá que la zona de concentración que nos están ofreciendo son cárceles asilo abierto y de seguro nadie querría entrar en estas trampas”. Corren rumores de que  los frentes 5, 7, 58, 57 y 34 tampoco se desmovilizarán.   Se  dice que es probable que el frente 57    localizado en la frontera con Panamá donde hay fuerte  presencia del ELN se integre a esta guerrilla.  La  columna Daniel Arana ubicada en Tumaco, Nariño, también está en riesgo de deserción. Los frentes más fuertes tales como el  32, asentado en Putumayo y Caquetá, el 3, con sede en ese mismo departamento, y el 10, que combate en Arauca, también, se quedarían por fuera de los acuerdos.    Si  continúa la oleada de deserciones un tsunami podría romperle las patas a  la Mesa de diálogos en La Habana. De todas maneras sea   de pocos o muchos,  la rebelión de las bases genera enorme incertidumbre y plantea  serios interrogantes, ¿se suspenderán los diálogos? ¿Habrá replanteamiento de los términos de las negociaciones, para tramitar una verdadera paz con justicia social con trasformaciones sociales y políticas profundas? Asunto algo menos que improbable, pues por un lado el águila imperial estará vigilante para impedirlo, y por otro lado el afán de acelerar la firma final tal como está es tanto del lado del Gobierno como de la cúpula guerrillera.   Santos quiere zafarse de encima la ladilla de Uribe y su Centro antidemocrático y la cúpula guerrillera desea concentrar sus tropas antes que abandonen el barco. 

lunes, 4 de julio de 2016

Las FARC, de la paz con justicia social al pacifismo inane


Libardo Sánchez Gómez*

Tras el anuncio en La Habana del “fin del conflicto” aquellos colombianos   que confiaron en las FARC  en campos y ciudades, como dice el adagio popular, quedaron “con los crespos hechos”.    No estaba presupuestado en los cálculos de nadie ni siquiera de la misma derecha el “chorro de babas” con que las FARC sellaron los acuerdos con el Gobierno. La gente se pregunta, ¿cincuenta años de guerra para terminar aceptando como cosa natural  las causas que la impusieron?  Las FARC  no lograron obtener prácticamente nada a cambio de su claudicación; entregarán  las armas y se concentrarán en determinados campamentos o, mejor, corralejas, antes del acuerdo final, como inocentes corderos.    ¿Y si el pueblo vota en contra de los acuerdos?  Pues   no les quedará otra que someterse a la justicia ordinaria,   ¿pagarán la traición en las  mazmorras del Régimen?  La historia muestra que la oligarquía es torticera y traicionera.   Desde mucho tiempo atrás fueron advertidos por el propio legendario Marulanda,   Miguel Suarez en su artículo ¿Si estuviese Manuel Marulanda vivo...? 2016-06-24) destaca que el 6 de septiembre del año 1998 el periódico Clarín de Argentina, publicó las siguientes declaraciones de Marulanda al periodista Pablo Biffi: “De acuerdo con la experiencia que hemos acumulado a lo largo de 40 años de lucha, para resolver los problemas sociales de este país se requiere de la presencia de las FARC. Nosotros haremos un acuerdo en algún momento, pero nuestras armas tienen que ser la garantía de que aquí se va a cumplir lo acordado. En el momento en que desaparezcan las armas, el acuerdo se puede derrumbar. Ese es un tema estratégico que no vamos a discutir”.

Pero cómo fue que la oligarquía pudo urdir tan fácil la manta del sometimiento de la avezada guerrilla.   Los  hilos de la trama los obtuvo entre ciertos personajes  y  grupos de poder interesados en la desaparición de la guerrilla tanto en el interior como en el exterior. Al interior tentó a la  izquierda llamada progresista; izquierda proletarizada, pero con expectativas de anclar en la clase media,  caracterizada  por tener escaza o nula conciencia social por lo que es fácil de comprar con la consabida mermelada. A Juan Manuel Santos sólo le costó un ministerio   asegurar  su reelección.   A ciertos izquierdistas aspirantes a convertirse en ricos entre ellos académicos, parlamentarios, periodistas y sindicalistas, les resulta incómodo que se les tache cuando no de auxiliares de la guerrilla de ser guerrilleros, así que para estos la desaparición de los alzados en armas es requisito sine qua non, para medrar a la izquierda de la derecha.  Así mismo, para los vecinos, asediados por el imperio, era imperioso quitarse el lastre de las denuncias de la presencia de campamentos guerrilleros en su territorio. El comandante Hugo Chávez fue el más acucioso en llamar a la guerrilla a sentarse a negociar la paz con el Régimen colombiano; desde luego que no esperaba que fuese a cualquier precio; si estuviese vivo, moriría de estupor al ver el truncado final de lo que debió ser una oportunidad para hacer avanzar la sociedad colombiana y, de paso,  la latinoamericana.  Y, claro, no es de extrañar que la oligarquía  hubiese llamado como garantes al gobierno de Noruega, tradicionalmente hábil  en lograr el sometimiento de  rebeldes en varias partes del mundo. Además, a Noruega se le está acabando el petróleo luego qué más oportuno que lograr, sin tiros y cuanto antes, la desaparición de una guerrilla tan poderosa como las FARC, sin estas podrá trasladar libremente su industria petrolera a Colombia. Una sede para las conversaciones como Cuba no hay dos, por un lado existe la confianza que da la aureola de una revolución exitosa, sin olvidar que fue  a través de las armas;   por otro lado, a Cuba le convenía hacerle el favor al imperio (el más interesado en desarmar la guerrilla y quien realmente decide qué   se firma)  de servir como anfitrión de los diálogos. Desde antes de iniciarse los diálogos entre FARC y Gobierno, Cuba venía manteniendo conversaciones con EEUU para normalizar sus relaciones diplomáticas, con miras al levantamiento del fatídico embargo, con el que el imperio le viene asfixiando desde el triunfo de la revolución. Además, el propio Fidel, desde hacía mucho tiempo atrás, venía diciendo que la lucha armada era cosa de otros tiempos, entre otras cosas, porque se acusaba a Cuba de ser un exportador de revoluciones,  y eso arreciaba el embargo por parte  del amenazante vecino del Norte. Tampoco  hay que dejar de lado que Cuba viene abriéndose camino a codazos hacia una economía marginalista (capitalista)  Y, de Chile ni hablar, en primer lugar el ex presidente Piñeres,  con quien se inició el proceso,  siempre ha sido un “cachorro del imperio”, y, ahora, la presidenta Bachelette está más al lado de la derecha que del socialismo que dice representar.  Entonces, como puede apreciarse los negociadores de las FARC, bien intencionados, pero inexpertos y muy ingenuos, cayeron en brazos de los intereses mezquinos de muchos actores necesitados de la dejación de su justa causa armada.

 Dicen analistas reconocidos que las FARC-EP cuentan con unas dos millones de personas que les apoyan directamente tanto en campos y ciudades y otro tanto de ciudadanos simpatizantes, entre los que cabe señalar: intelectuales de la izquierda revolucionaria, estudiantes, sindicalistas y grupos minoritarios. Unos y otros miran con estupor  como terminaron las cinco las décadas de muertos y sufrimiento padecidos con estoicismo, apoyando la que se creía la única   manera de  contener la violencia oligárquica.   El  “juramos vencer” y “vencer o morir” no son  más que el eco  de una guerra perdida pero no olvidada.  Y lo peor, aún, Las FARC se olvidaron de la, inicialmente, pregonada  “paz con justicia social”, que implica transformaciones sociales, para aceptar   cómodamente la “paz de los pacifistas”, la cual no busca acabar la violencia de la burguesía sino tan solo el desarme del proletariado, negando la legítima resistencia de los oprimidos, que se defienden con todas las armas a su alcance.

Termine como termine el acuerdo final entre FARC y Gobierno lo único cierto es que las circunstancias, que obligaron a 48 campesinos marquetalianos a tomar las armas, siguen peor que hace cincuenta y dos años.  El  despojo de tierras, motivo principal del alzamiento en armas, fue institucionalizado y legalizado mediante la Ley Zidres (Zonas de Interés de Desarrollo Rural y Económico) por cierto, aprobada durante las discusiones de paz, sin que las FARC se dieran por enteradas. La sola presentación por parte del Gobierno de dicha Ley ante el Congreso debería haber obligado a las FARC a trazar una impasable “línea roja”. La Ley Zidres da la estocada final a cualquier posibilidad de realizar una reforma agraria, para lograr la democratización  de la tenencia de tierras, pues a decir del senador Jorge Robledo lo que se pretende con esta Ley   es concentrar aún más la tierra en Colombia “a favor de magnates nacionales y extranjeros en uno de los países con mayor concentración de la tierra en el mundo” (debates en el Congreso) Para el mismo Senador Robledo, esta ley  busca modificar el régimen de baldíos, “usando la estrategia del ocultamiento”. En el mismo sentido se pronunció Oxfam Internacional (confederación internacional formada por 17 organizaciones no gubernamentales nacionales de carácter  humanitario) advirtiendo  que la Ley "legalizaría la acumulación irregular de predios por parte de empresas nacionales y extranjeras, causando efectos negativos en términos de concentración y expropiación de tierra".  

¿Qué seguirá en  el inmediato futuro, se estrellarán las FARC contra la violencia estructural   corporativa, institucionalizada por  el imperio bajo el concepto del “enemigo interno”? ¿Habrá otro genocidio de los desmovilizados rasos, como el ocurrido contra la UP? ¿Las bases  desmovilizadas  tendrán que retomar las armas al lado del ELN, si es que no sale con otro chorro de babas?


  • Docente universitario.