jueves, 11 de agosto de 2016

Las FARC, cuando no sabe para dónde va cualquier camino le sirve


Libardo Sánchez Gómez

Un adagio popular dice que “cuando no sabe para va dónde va cualquier camino  le sirve”, y éste dicho le cae “como anillo al dedo” a las FARC, desde sus inicios su derrotero ha sido  incierto.  La  lucha de clases en medio de formas atrasadas de producción, a nivel urbano  capitalismo dependiente colonial y en el campo semifeudalismo y feudalismo, enmarcaron la aparición de las FARC.  La toma de las armas por parte de Manuel Marulanda, familiares y vecinos, fue una manera obligada, para contener de manera efectiva la violencia de los grandes latifundistas. En  “Quiénes somos y por qué luchamos” (http://www.farc-ep.co/nosotros.html) el secretariado cuenta que los campesinos con las armas defendían “Las colonias agrícolas fundadas por el campesinado desterrado de sus zonas de origen” las cuales  “pasaron a ser consideradas Repúblicas Independientes a las que había que aniquilar”. 

Se  puede decir que las  FARC inicialmente tuvieron   vocación revolucionaria, así lo testimonia  el Secretariado, “…De la agresión iniciada contra las colonias de Marquetalia, el Pato, Riochiquito y El Guayabero nacimos las FARC-EP como respuesta armada que se propone la toma del poder político en el país”. Asunto que con el tiempo, como se verá más adelante,  dejaron de lado.   Para Revolución Obrera. 2016.  (http://www.revolucionobrera.com/secciones/editorial/)  desde los inicios de las FARC  se evidencia “la ausencia de una correcta dirección de clase que hizo que el proceso poco a poco tome distintos rumbos hasta anidar en el reformismo pequeño burgués y éste se mimetice en el discurso seudo marxista”.

Con el paso de los años las FARC se fueron desdibujando como guerrilla revolucionaria, se puede concluir que terminaron  llevando a cabo  una guerra  reivindicatoria por la tierra, lejana a cualquier proceso transformador del sistema de producción vigente.   En  realidad nunca quisieron luchar por el poder.  ¿”El poder para qué”? Ese  parece ser el dilema de algunos líderes políticos colombianos.  Y la  defensa de la tierra no iba más allá de evitar el despojo.  Por eso, al final de las negociaciones con el Gobierno,   la estructura de  tenencia de la tierra en vez de haber avanzado hacia la democratización profundizó, aún más, su concentración en un puñado de individuos y empresas. Durante los diálogos, en sus propias narices, el presidente Santos hizo aprobar la ley ZIDRES, y las FARC ni se fruncieron. Esa actitud desafiante de la oligarquía  hubiese sido suficiente para haberse levantado de la Mesa. Cualquiera podría pensar que las FARC, con esa actitud autista, estaba traicionando su causa y   su pueblo, pero no, nada de eso, pues hay que tener  en cuenta que su esencia no es ni ha sido  transformadora, sino simplemente  maquilladora del modelo. Recientemente Timochenko despejó cualquier duda al respecto:  “…Este no es un proceso que va encaminado contra el empresariado. Este no es un proceso que va encaminado a tumbar el Estado colombiano, es un proceso que está tratando de generar las condiciones para que en Colombia se produzcan transformaciones para que nos dejemos de matar por las ideas que cada uno defienda”. En otro aparte agrega: “…nosotros lo que queremos es una Colombia que se desarrolle. Que se desarrollen las fuerzas productivas. Necesitamos rescatar la industria nacional, que rescatemos las riquezas…”. ¿Cómo llamar una guerra de cinco décadas que no se hace para tomar el poder? ¿Y riquezas para quién? Se sabe que en un mundo capitalista (y salvaje como en  el que los reinsertos van a vivir)   las riquezas, necesariamente, van a dar a manos de quienes poseen la tierra y el capital.  Eso no es ser revolucionario y menos marxista leninista.

Las  FARC no entendieron que la paz sólo  se logra eliminando por la fuerza las relaciones de producción que generan explotación, violencia, miseria, hambre y dolor. No se puede entender cómo las grandes campañas militares emprendidas por las FARC nunca hayan apuntado a  destruir  el viejo Poder, para construir uno nuevo más afable con el hombre y el medio ambiente.  Las demostraciones de poderío militar no iban más allá  de la construcción de mecanismos  de presión,  para obligar a la oligarquía a sentarse a conversar  con la comandancia ciertas condiciones de favorabilidad para su reinserción al establecimiento.

 Es difícil explicar cómo las FARC  terminan claudicando  de una manera   nunca  vista  en un proceso de  reincorporación a la legalidad burguesa de rebeldes armados; ni siquiera en el caso del M-19, una guerrilla derrotada y, también, sin una línea revolucionaria definida, pero por lo menos este grupo   armado logró presionar una Asamblea Constituyente.   A pesar del  innegable compromiso social el objetivo principal fariano se ha centrado en la llamada solución política al conflicto social y político. El Secretariado lo confirma, “…Hemos promovido luchas sociales y políticas en defensa de los intereses populares y hemos buscado en múltiples ocasiones llegar a acuerdos de paz que pongan fin al largo desangre que azota a nuestro país”.  Así que cuando  las FARC   encuentran  el espacio ideal, que venían buscando   para dar por terminada la lucha armada,   deciden   desarmarse de manera irrevocable.  Juan Manuel Santos, sabiendo que nada le costaría a la oligarquía,  les brinda en bandeja de plata el espacio que andaban buscando. Este proceso, a diferencia de los anteriores intentos de reinserción a la “vida civil”, se hizo posible gracias a que fue más aséptico desde el punto de vista de la participación ciudadana, la cual fue apenas marginal.  El régimen fue más cuidadoso en evitar que se contaminara con la presencia de la llamada sociedad civil. El proceso del Caguán con Pastrana se vino a pique  debido a que  se convirtió en una tarima donde los más diversos grupos sociales ventilaban sus angustiantes problemáticas, las cuales exigían profundas transformaciones al oprobioso modelo socioeconómico vigente.  El  proceso actual es tan exigente en la exclusión de la participación ciudadana   que los guerrilleros tienen prohibido tener contacto directo con las personas que habitan en sus zonas de influencia, y no por temor a que la guerrilla les ”lave el cerebro” sino, por el contrario, para que los campesinos no   recriminen a la guerrilla por abandonar  la lucha a cambio de nada.

Los acuerdos alcanzados  parecen, apenas, arandelas al hecho de fondo que es el desarme y la reinserción de los rebeldes. El     plebiscito para refrendar los acuerdos que llevan al desarme y entrega de los guerrilleros, se convirtió en un seudo pugilato político entre el ex presidente Álvaro Uribe Vélez a la cabeza de la oligarquía terrateniente, empresarios agrarios, mafiosos y sus ejércitos mercenarios y Juan Manuel Santos en representación de los intereses del imperio, la oligarquía financiera y el capital corporativo transnacional. Al final de cuentas,  a las FARC les debe dar  lo mismo que se apruebe o rechace dicho plebiscito, la decisión de entregarse ya nada la podrá hacer cambiar. Un vocero dijo irónicamente que si no se aprueba el plebiscito “ …se hará lo que propone Uribe”, y así va  a ser.  Cualquiera diría que es suicida o, por lo menos, incomprensible que la guerrilla concentre sus hombres en  pequeñas áreas y el propio Régimen sea quien le eche cerrojo a las armas, para luego   someterse a un incierto plebiscito. En estas condiciones al mismo Juan Manuel Santos le conviene que dicho plebiscito no sea aprobado, así no tendrá  que cumplir nada de lo acordado, como es su costumbre,  las FARC confinadas ya nada podrán hacer.

Sí bien no se puede hablar de traición de las FARC, pues han sido fieles a su concepción reivindicatoria y  reformista inicial, sí hay mucha gente desilusionada, francamente defraudada. Entre los desilusionados están en primer lugar sus bases y la gente de su entorno. Su  discurso mimetizado en el marxismo leninismo logró calar en  buena parte de la intelectualidad de izquierda, sectores proletarios y en la propia base guerrillera. Entre los sorprendidos está el suscrito. En julio de 2103 escribí el artículo titulado “Acuerdos en La Habana, van mis restos” (http://libsang-elviajeroysusombra.blogspot.com.co/2013/07/acuerdos-en-la-habana-van-mis-restos.html)  en este escrito apostaba una semana de ayuno convencido de ganar ya que la entrega de las FARC era un imposible. En aquel entonces expresé:  “Como premisa fundamental partí del hecho de que la FARC es un movimiento de orientación marxista leninista- y me dije -sí así es- ellos más que nadie saben que las transformaciones sociales únicamente son posibles gracias a revoluciones  violentas, más  en Colombia donde a los reales opositores se les elimina físicamente”.  Así que tendré una larguísima semana, con las “tripas pegadas al espinazo”, por haber creído, como muchos, en la orientación revolucionaria de las FARC.

¿Las FARC llegaron  al final de su camino?  Parece que no.   Su  paso por el  marxismo les llevó a crear   el Partido Comunista Clandestino y a conformar  cuadros con alto grado de  conciencia social y política al interior del grupo insurgente. Muchos  de los reinsertos   no van a poder  ni querrán  virar su discurso revolucionario marxista leninista hacia uno liberal reformador socialdemócrata. Y se  rumora que un grueso número de rebeldes de la base no irán a los sitios de concentración.  



miércoles, 27 de julio de 2016

Ego y poder

Por D. Nelma Forero Sánchez*


Reza un dicho popular que: “las sedes de  los políticos de izquierda, para que quepan sus líderes,  necesitan ser más altas   que las iglesias donde habita el altísimo”. El  ego de los   izquierdistas antiguos y nuevos, en estos momentos de reconciliación con la  oligarquía,  están muy henchidos; los acomodados  y los por acomodar están que no se cambian por nadie, gracias a que  ya no serán estigmatizados como “enemigos internos”, aunque quien sabe que tan cierto sea esto, pues   la oligarquía no perdona ni olvida.

Nadie puede atreverse a disentir de los antiguos y nuevos izquierdistas  porque la estigmatización y humillación están siempre presentes, incluso recurren  a la clase dominante para que repriman  a quienes les incomodan.

Veamos un ejemplo de lo antes dicho, Le Monde Diplomatique  promovió un encuentro en Bogotá el 14 de julio del presente año, para analizar   “el blindaje de los acuerdos de La Habana”, en este foro  intervinieron el ex magistrado Jaime Araujo, el Dr. Bernardo Díaz y el politólogo Horacio Duque.   El politólogo Horacio Duque, columnista del estigmatizado y victimizado medio alternativo Agencia de Noticias para una Nueva Colombia ANNCOL, se vino lanza en ristre contra Jaime Araujo y “Walter”  Pérez, asistente al debate, con expresiones violentas, más dañinas que las que hubiera podido emplear cualquier columnista de derecha.  Ilustró, torticeramente, su publicación en ANNCOl con la foto de un Pariente de Araujo, por cierto  afecto a Álvaro Uribe Vélez, pero hubiese podido colocar también la foto de otro pariente de Araujo, Simón Trinidad, hoy detenido en las mazmorras del Imperio; pero no, cuando se trata de humillar se debe hacer con saña. Dice Horacio Duque: “…Araujo un pintoresco personaje de provincia cesarense”, pareciera  que Duque no es provinciano, y que perteneciera  a las familias de la señoras de la 85, pero parece que también es provinciano, pues sus arraigos están en Armenia.  Y refiriéndose a uno de los asistentes expresa Duque: “…Perez es una especie de lumpenesco sicario verbal.” Vaya expresiones de un individuo que lucha por una  sociedad  más igualitaria y quien, también, fue víctima del régimen, que  lo señaló como:  “narcoterrorista de las FARC”. La revista    Semana  en aquel entonces tituló: “comienza el destape de la farc-política”; y  cuando   detuvieron a Duque éste gritaba: fui asesor de la campaña presidencial de Serpa”, como era de esperarse, Serpa lo desconoció tres veces. Contrario de lo esperado de esa victimización Duque aprendió una  lección, y bien aprendida: cuando se tiene el poder hay que “aplastar” al contradictor.

ANNCOL incontables  veces ha sido  hackeado y cerrado, habiendo tenido que cambiar de dominio web, hasta   quedar como anncol.eu. El dominio web inicial fue robado, quien  hoy ingrese al portal anncol.co se encuentra  con una página reaccionaria.  El  director de ANNCOL Joaquín Pérez, exiliado mucho tiempo luego de ser entregado por Hugo Chávez a la oligarquía colombiana, estuvo varios años en las mazmorras del régimen. El  subdirector Dick Emanuelson también fue victimizado. ANNCOL surge como un medio de comunicación alternativo,  durante mucho tiempo ha sido uno de los pocos  medios por el cual se puede conocer la realidad social, política y económica de Colombia.  Pero  últimamente su esencia ha venido   cambiando, desde que las FARC toman la decisión de acabarse como grupo alzado en armas, el ego de los directivos y columnistas se ha venido elevando hasta ponerse a la misma  altura  de la clase dominante, con la que hoy comparten manteles, tal vez siguiendo  las huellas del comandante  Timochenko quien dijo,  “…ahora somos aliados”.

De otro lado, ante las opiniones de los antiguos amigos que disienten de los acuerdos entre Gobierno y  FARC, vaya lo que se ha escuchado; el guerrillero Gabriel Ángel   tilda de “ultraizquierdistas” a cualquier contradictor, el médico Alberto  Sánchez Pinzón, columnista de ANNCOl, para referirse a los mismos, acuñó el término  de “hipermarxistas”.  Y  No falta el que dice que “son  enemigos de la paz al mejor estilo de los uribistas”.


Cuando se iniciaron los diálogos, la columnista lumpen proletaria  pro -oligarca María Isabel Rueda escribió en El Tiempo el artículo:   “Nos las están montando”,  en él aconsejaba: “quítenle los micrófonos a las FARC”, le pregunté (respuesta que fue publicada en ANNCOL)   ¿Esa es la libertad de expresión que tanto profesa? Ahora a los llamados “ultraizquierdistas e híper marxistas”, quienes siempre hemos defendido a las FARC, a ANNCOL y al mismo Joaquín Pérez,  somos víctimas de censura por parte de ANNCOL. Ya  sabemos qué esperar a futuro de la nueva “izquierda” aliada de la clase dominante.      No obstante, esperemos que en Colombia no ocurra lo mismo que en El Salvador donde los reinsertados se aliaron a la clase dominante, para fusilar a los “marxistas-leninistas”. En  Colombia ya se vio algo parecido, algunos reinsertados del EPL se pasaron a las filas del  paramilitarismo para combatir a los guerrilleros de las FARC y el ELN.   Será premonitorio la solicitud expresa de Horacio Duque, refiriéndose a las opiniones del ex magistrado Jaime Araujo y Sebastián Pérez:   “Debe tomar nota el gobierno de este descontrolado coletazo de fuerzas oscuras que amenazan prematuramente la convivencia, por su manifiesta agresividad.”

*Docente Universitaria. Líder social.


domingo, 24 de julio de 2016

Las bases de las FARC, del paraíso al infierno del que huyeron


Libardo Sánchez Gómez*

Ad portas de la entrega de armas y reinserción  de  las FARC ha venido quedando al  desnudo la metamorfosis conceptual de su cúpula negociadora.  Abiertamente renuncian a la revolución, en el futuro serán   evolucionistas,  y dejarán de lado  la combinación de las formas de lucha, un axioma marxista para transformar el modelo de producción capitalista, con votos esperan retocar   la cara salvaje del capitalismo.    De  ahora en adelante lo intentarán    a través de las urnas, solo que, lamentablemente,  el parlamento es el sitio menos adecuado para lograr transformación social alguna. Eduardo Galeano dijo que “si el voto sirviera para algo la oligarquía ya nos lo hubiese prohibido”. Pero los dirigentes sueñan con  llegar a  ser políticos exitosos, arrolladores en la plaza pública,  políticos victoriosos; en palabras de Gabriel Ángel,   el buen político es “aquel que consigue un número aplastante de seguidores”.  Claramente sus utopías serán otras, de ahora en adelante, para acabar con la pobreza lo harán “creando riqueza”.  Este ideal no está lejos de lo expresado por Jorge Majfud,  “Quizás por naturaleza los humanos siempre tratamos de proteger nuestro optimismo, por poco que sea, negando la realidad y negando las consecuencias negativas de nuestras acciones en nombre del progreso y de la supuesta felicidad de ser ricos, que se sostiene sobre todo por el hecho de que por norma general es una aspiración perpetua, es decir, una utopía individual, renacentista” (Los universos paralelos. Resumen de la ponencia en Naciones Unidas. 26 de mayo 2016)

Los amigos de los nuevos farianos serán otros, parafraseando a Neruda, “nosotros los de entonces, ya no seremos los mismos”, ni ellos tampoco.  Sus amigos no seremos los revolucionarios, pues para su gusto somos unos  radicales “ultraizquierdistas”.   Al respecto el revolucionario e intelectual Isa Conde dice en su respuesta al camarada, espero que el término no le ofenda, Gabriel Ángel, reconocido analista y vocero de las FARC,  “…Gabriel Ángel, por demás, conociéndonos, ha recurrido a un ataque desconsiderado. Apeló sin rubor a la descalificación, a la estigmatización y al maltrato sin fundamento de quienes asumimos sin vacilación la condición de aliados estratégicos de las FARC en la lucha por la Patria Grande y del socialismo  de cara a aquellas izquierdas, que al renunciar a la revolución y abrazar diferentes variantes del reformismo y de las corrientes posibilistas (incluido el social pendejismo) se empeñaron en excluirnos de sus foros”.

Son muchas las justificaciones esgrimidas por la cúpula fariana para abandonar las armas, entre otras,   “el clamor del pueblo”, seguramente será el clamor de la “izquierda progresista” a quien la existencia de las guerrillas daña su imagen de izquierdistas buenos, y    por la imposibilidad de derrotar a la oligarquía (¿derrotismo?) Dice Gabriel Ángel en su análisis, “Podrá decirse todo cuanto se quiera del odiado imperialismo y la malvada burguesía, pero mientras cuenten con la aquiescencia de unas mayorías que, por la razón que sea, prefieran acogerse a su sombra en lugar de combatirlos, por fuerte que griten los rebeldes o por ruidosos que sean sus disparos, será imposible vencerlos” (Las vías para la revolución y el socialismo aún siguen siendo exploradas.  La Pluma de Gabriel Ángel. Julio 2016)  Da entender el analista fariano que cinco décadas de resistencia no tuvieron sentido. Olvida la cúpula que las condiciones de asimetría de la guerra contra el Estado desde cuando Manuel Marulanda empuñó la escopeta eran peor que las de ahora, y miren hasta dónde llegaron ocho campesinos, hoy se dice que hay activos más de ocho mil combatientes bien armados, con retaguardias casi inexpugnables.  También, dice Gabriel Ángel que el triunfo de David sobre Goliat es puro cuento, ya ni siquiera es una utopía.  Pero, también, olvida que en todos los enfrentamientos David ha salido victorioso, Corea del Norte, Cuba, Vietnam, entre otros, así lo demuestran.  Y se nota en la cúpula de las FARC afán desmedido por concluir las negociaciones, el tiempo por el que comienzan a transitar hacia su nuevo mundo es raudo y tenso   contrario al relajado de la   guerra de guerrillas. Aquel era otro, los segundos no eran rápidos ni lentos, apenas eran, y el futuro, como en la cosmogonía de nuestros indígenas,  el tiempo no iba  hacia adelante.  Para nuestros aborígenes amazónicos el futuro va en la espalda, en el recuerdo, en la memoria. En las guerras de liberación el  tiempo no cuenta solo la historia. Y los cincuenta y dos años de historia, por cierto victoriosa, de las FARC no son nada. Tal vez, para la victoria final, se  requieran otros cincuenta años, y tampoco son nada.

La  cúpula afirma  que “Las FARC nos transformaremos en un movimiento político legal, conservando nuestra cohesión y unidad históricas, con todo el propósito de trabajar de manera amplia con las masas de inconformes en Colombia, por el cumplimiento de todo lo acordado en la Mesa de Conversaciones y al mismo tiempo por su profundización. No hemos abandonado ni abandonaremos nuestras convicciones ideológicas y políticas por la revolución y el socialismo”, buenas intenciones, pero  se avizora una realidad distinta. Pero será casi imposible conservar  la anhelada “cohesión y unidad histórica”,  pues tan pronto firmen los acuerdos cada uno tendrá que coger su propio camino. Y así será simplemente porque aceptan reintegrarse a una realidad social,  política y cultural ya construida, es decir, al viejo statu quo inequitativo y excluyente sin modificación alguna. Según Isa Conde, “un Estado, por demás, intacto en sus estructuras y vocación criminal-represiva, bajo tutela e intervenido por un imperialismo pentagonizado en mayor grado que antes”. La unidad y cohesión, tampoco, serán posibles, pues como parte de un todo  cada guerrero recibía  sustento, protección e, incluso, educación _sobre todo política_  Los campamentos eran el paraíso  proveedor de bienes. Nada  de eso en adelante podrá ser. Del paraíso saldrán, por voluntad de  la todopoderosa cúpula, hacia el mundo de los mortales.  Algunos ex combatientes encontrarán    trabajo, pero la gran mayoría tendrá que subsistir como lo hacen  sus familias, es decir, de milagro. En ninguna parte del mundo ningún partido o movimiento político puede mantener a todos sus miembros y/o adeptos.  Pero peor, aún, es lo que tiene que ver con la seguridad de los reinsertados, todo mundo sabe que sin armas serán presa fácil de  los ejércitos de los terratenientes y empresarios del campo. El anhelo de convertirse en “movimiento político legal” será traumático. Los farianos con armas o sin ellas serán considerados “el enemigo interno”. Esa es una concepción que trasciende los ámbitos domésticos, pues es impuesta por el imperio a todo el mundo. No olvidar que el cuerpo militar  está para hacer cumplir  los ucases imperiales, y éste sigue intacto  en número y talante.  

La cúpula ha transmitido, no dudamos de su buena fe,   a las bases una visión demasiado optimista y distante    de la  realidad acerca de las bondades de los acuerdos pactados con el Gobierno. Claro que esa óptica incierta ha sido captada por  muchos de sus miembros lo que ha llevado a que la unidad no sea tan monolítica como se cree.  Una  cosa piensa la cúpula y otra buena parte de las bases guerreras.    Es sabido que algunos frentes se han apartado de dichos acuerdos y no se reinsertarán. Un ejemplo, que nos da una idea precisa sobre el horizonte variopinto de la visión que existe entre  las bases y la cúpula,  lo encontramos en la entrevista realizada por María Jimena Duzán a un grupo de  guerrilleros del Bloque Oriental de las FARC.  Pregunta  la periodista aun joven guerrillero, ¿“usted que va hacer una vez se desmovilice”? Y el guerrillero lleno de dudas le contesta, “estaré listo para hacer  lo que la organización decida…”.  El guerrero, en su    imaginario   de luchador comprometido, deja entrever que está  convencido que apenas habrá un pequeño cambio en el escenario. Él no cree que la obra ya terminó.  La periodista le pregunta a una guerrillera, también, muy joven, palabras más palabras menos, ¿cómo se imagina que se sentirá cuando se reúna con su familia? La guerrillera presa  de  angustia contesta, “para mí algo que no puedo definir”, y a renglón seguida   expresa, que “sentirá mucha alegría, pero también tristeza”, pues sus padres están lejos del paraíso en que ella vive en un mundo plagado de hambre y miseria, en el que en adelante le tocará ir a sobrevivir.   Luego entrevista al comandante “Mauricio el Médico”, la periodista indaga acerca de cómo será en adelante el trabajo político, el comandante le expresa, ”...nosotros somos marxistas, tenemos una idea clara de para dónde vamos”.  Entonces, María Jimena les hace ver a los guerrilleros allí presentes, que la cúpula guerrillera en La Habana maneja otro discurso, en ese momento otro guerrillero irrumpe en la escena y acota, “… lo que pasa es que ellos  emplean otro lenguaje, pero todos somos lo mismo…”. Después de escuchar las opiniones de los guerrilleros de aquel Frente, los cuales invariablemente ingresaron a las filas insurgentes, como es el caso de la mayoría, debido a la violencia y miseria vividas en su entorno, nos sobrecoge una enorme desazón porque  a  los  indomables luchadores por la libertad y la dignidad les tocará volver al  infierno del que algún día salieron.

*Catedrático universitario.


viernes, 22 de julio de 2016

A PROPÓSITO DEL ARTÍCULO DE GABRIEL ANGEL (MILITANTE DE FARC):


“Las vías para la revolución y el socialismo aún siguen siendo exploradas”*

Por Narciso Isa Conde
Vamos por parte:
Las primeras páginas del artículo Gabriel Ángel están dedicadas a caricaturizar las críticas al reciente “Acuerdo sobre cese bilateral al fuego y hostilidades, definitivo, incluida la y dejación y entrega unilateral de armas de la insurgencia, concertado recientemente entre la FARC-EP y el Gobierno Colombiano; presentándolas todas como uniformemente dogmáticas, sustentándolas en el llamado “museo de la vieja palabra”, en el lenguaje propio de una izquierda seudo-marxista, stalinista, escolástica, repetidora de simplificaciones y reducciones de procesos complejos; rebatidas por momentos con un lenguaje sobrecargado de un estilo irónico-burlesco sumamente burdo.
Gabriel salió a matar todo tipo de animales con la misma escopeta y previamente los imaginó a todos iguales, algo muy propio de un pensamiento intolerante. Consideró adecuado meter a todos los críticos del desarme y la desmovilización guerrillera en el mismo saco, aunque fueran de diferentes volúmenes, calidades y ropajes.
A todos los que diferimos de ese anuncio y de los contenidos de los documentos publicados en esa ocasión, nos puso el mismo rostro, el mismo cuerpo, el mismo traje y el mismo pensamiento; todos dibujados y confeccionados por él… de manera tal que luego le resultara cómodo descalificarnos por feos, rígidos, desfasados, burdos, grotescos y ultra-radicales.
No permitió que ellos se presentaran, ni los presentó, con su diversidad de argumentos.
No citó ninguno de sus artículos o documentos críticos.
Los invisibilizó para uniformizarlos.
Suplantó lo real incómodo por una construcción virtual uniforme, fácil de rebatir.
En nuestro caso y en el de las fuerzas y movimientos que hemos protagonizados intensas, riesgosas y prolongadas relaciones bilaterales con las FARC-EP y compartido la construcción de espacios unitarios como la COORDINADORA CONTINENTAL BOLIVARIANA-CCB y el MOVIMIENTO CONTINENTAL BOLIVARIANO-CCB, la verdad es que no tenemos nada en común con la descripción que hace Gabriel Ángel calificándonos como la “izquierda más radical”, atribuyéndonos toda suerte de dogmas y disparates doctrinarios.
En verdad el autor de estos comentarios y los/as camaradas de la tendencia comunista que hemos representado a escala nacional, continental y mundial desde que nos constituimos como Partido Comunista Dominicano-PCD, proclamándonos partidarios de un marxismo creador e independientes de los centros hegemónico, nunca hemos asumido esas vulgarizaciones del socialismo científico, útiles en este caso para estigmatizarnos sin fundamento.
Y no es que nos disguste lo de “radicales”, calificativo que podemos compartir con todos/as aquellos/as revolucionarios/as que procuramos ir a la raíz de los problemas para subvertir un capitalismo decadente, destructivo y senil bajo el mando del lumpen imperialismo estadounidense y sus lúmpenes burguesías dependientes. Un capitalismo, que como el caimito -aun podrido- no cae solo, ni por la vía de un simple asalto al Estado; sino golpeando a fondo su modalidad neoliberal, fomentando insubordinaciones locales y globales, creando conciencia y forjando organización.
Que nos esforzamos en confrontar el capitalismo actual, que pese a su multi-crisis crónica, solo se supera construyendo poder paralelo integral, poder popular; desarrollando contrapoder no simplemente obrero-campesino, sino popular y con la diversidad excluida; uniendo a una gran variedad de actores sociales y políticos del cambio, buscando vías de aproximación hacia la ruptura y el desmonte del Estado de la clase dominante-gobernante, continentalizando e internacionalizando las luchas populares, combinando todos los métodos de lucha sin renunciar a ninguno.
Sí, como en mayor y mejor medida que nosotros/as lo ha hecho hasta ahora la FARC-EP a lo largo de su ejemplar historia de combate y construcción de poder paralelo; lo que determinó entre nuestras organizaciones enormes coincidencias a lo largo y ancho de esa historia de firmezas que el propio Gabriel Ángel relata, sin lograr en su caso vencer la tentación de usarla para algo que carece de utilidad: justificar el desarme y la total desmovilización guerrillera, que no es igual a participar en los diálogos de paz y a defender una propuesta de salida política al conflicto armado que apunte hacia la construcción de una nueva Colombia.
Gabriel nos conoce. Gabriel no lo hace por ignorancia, porque los dirigentes farianos saben nuestra manera de pensar y actuar, conocen nuestras ideas y trayectorias expuestas en documentos, libros, ensayos, entrevistas, intervenciones publicaciones… escrita con sangre y refrendadas por hechos.
Si no lo ha leído, lo invitó a ponerle atención a mi libroREARMADO LA UTOPÍA.-DEL NEOLIBERALISMO GLOBAL AL NUEVO SOCIALISMO MUNDIAL, donde podrá constatar, que todo lo que en general y de manera calculada le atribuye a la minoritaria porción dogmática de los críticos del desarme, no es atribuible a nosotros/as ni a las demás organizaciones y personas que hemos compartido sin fisuras, desde la Presidencia Colectiva y el Ejecutivo de la CCB y el MCB, así como bilateralmente, una larga trayectoria de riesgos y coincidencias fundamentales, tanto en el curso de la guerra como durante los diálogos de paz de la Habana… hasta este momento de lamentable disenso en el punto de la dejación y entrega de armas.
Las posiciones que sustentamos ahora no son diferentes a las que expusimos pública y privadamente antes de la firma de ese acuerdo específico. Y la verdad es que ni Gabriel Ángel, ni ningún otro militante o dirigente de las FARC-EP, objetaron que lo hiciéramos, si no que por el contrario todo parecía indicar que se trataba de una orientación común en el enfrentamiento con las derechas y las izquierdas moderadas que insistían en el desarme y la desmovilización, presionando en ese sentido a la dirección fariana.
Gabriel Ángel, por demás, conociéndonos, ha recurrido a un ataque desconsiderado. Apeló sin rubor a la descalificación, a la estigmatización y al maltrato sin fundamento de quienes asumimos sin vacilación la condición de aliados estratégicos de las FARC en la lucha por la Patria Grande y el Socialismo frente a los enemigos jurados de nuestros pueblos y de cara a aquellas izquierdas, que al renunciar a la revolución y abrazar diferentes variantes del reformismo y de las corrientes posibilistas (incluido el social pendejismo), se empeñaron en excluirnos de sus foros.
II
Pero pasemos a la segunda parte de estos comentarios. La más importante de las dos.
No somos de los que abordamos estas diferencias atribuyéndole traición, rendición o capitulación a las FARC-EP. Tampoco incurrimos en la ligereza de acusarla de renunciar a la revolución y al socialismo, de virar hacia la socialdemocracia, de asumir una concepción reformista. Valoramos demasiado la trayectoria revolucionaria de esa organización político-militar para proceder de esa manera.
Hemos preferido tratar en concreto, desde nuestras convicciones y apreciaciones, el contenido específico, el significado y los impactos de lo acordado con el Gobierno colombiano en el punto de la agenda que motivó esta importante diferencia; procurando ser coherente con todo lo externado previamente por nosotros/a y con lo expresado por el camarada Manuel Marulanda, asumido como lineamiento estratégico por todos los órganos de dirección de la FARC-EP, de acuerdo a esta declaración que desde entonces compartimos:
De acuerdo con la experiencia que hemos acumulado a lo largo de 40 años de lucha, para resolver los problemas sociales de este país se requiere de la presencia de las FARC. Nosotros haremos un acuerdo en algún momento, pero nuestras armas tienen que ser la garantía de que aquí se va a cumplir lo acordado. En el momento en que desaparezcan las armas, el acuerdo se puede derrumbar. Ese es un tema estratégico que no vamos a discutir”(Manuel Maruranda Vélez, 6 de septiembre del año 1998, periódico Clarín de Argentina, reportaje del periodista Pablo Biffi).
Un planteo de larga visión estratégica, que conserva toda su vigencia.
(Ojala que no se le vaya a ocurrir ahora a Gabriel calificar al camarada Manuel de ultra-radical o ultraizquierdista, trasladándole retroactivamente el estigma empleado recientemente contra nosotros/as).
Nuestras ideas al respecto están contenidas en tres artículos personales y en una declaración institucional del Movimiento Caamañista-MC: ¿Quiénes se quedan con las armas en Colombia?, IMPACTO NACIONAL Y CONTINENTAL DEL DESARME DE LAS FARC-EP, ¿DESARME DE LAS FARC-EP?: REFLEXIÓN SENCILLA Y CONTUNDENTE, y en el COMUNICADO DEL MOVIMIENTO CAAMAÑISTA-MC; textos en los que se expresan argumentaciones obviadas conscientemente por el camarada Gabriel.
Respecto al artículo del referido camarada emplearé el mismo método: no lo voy a ubicar previamente en tal o cual corriente de las izquierdas, no lo voy a etiquetar, mucho menos a estigmatizar. No voy a hacer lo que su autor hizo. Evitaré caer en la trampa de las descalificaciones “a priori” y me esforzaré en abordarlo concretamente por lo que se expresa conceptualmente y políticamente en ese texto que incluso reproducimos íntegramente al final de esta entrega, dado que independientemente de apoyarse que en falsos supuestos que rebatirlos, en los argumentos empleados a lo largo del mismo su autor devela sus íntimas convicciones.
– La vía de la revolución es la suma y confluencia de una variedad de formas y métodos de lucha que en un determinado periodo posibiliten abolir los poderes estatales y no estatales, temporales y permanentes, sometidos o no al sufragio, económicos, culturales, mediáticos-ideológicos… bajo control y al servicio del bloque social y político dominante, de la burguesía transnacional y local y de la partidocracia que los detentan.
La diversidad de métodos que concomitantemente posibiliten transformar las sociedades capitalistas en sus niveles y expresiones concretas y transitar al socialismo entendido no simplemente como poder estatal, sino como socialización de la economía y la propiedad, como poder popular y como proyecto hacia una sociedad sin Estado.
En términos generales esa vía no está “en exploración” porque no obedece a patrón alguno y porque no se reduce a la disputa del Estado como erróneamente plantea Gabriel.
Lo que si siempre ha estado sujeto a exploraciones son las vías para la ruptura y reemplazo del Estado constituido, concebido el nuevo Estado como un factor pasajero, propio de una transición que permita expropiar a los expropiadores e instrumentar los primeros cambios estructurales; y siempre sujeto, para crear verdadero socialismo y sociedad comunista, a un progresivo proceso de extinción. Es lo que alguno erróneamente denominan “toma del poder”, obviando la construcción de poder social y político en la sociedad civil; “toma” históricamente signada por diversos grados de violencia insurgente.
Se han ejercido para eso diversas formas de violencia armada y no armada en función del grado y las modalidades de violencia estatal y para-estatal de los dominadores.
Se discuten diversas modalidades de ruptura y desmantelamiento, siempre en relación con naturaleza de los poderes represivos locales y transnacionales que operan en cada nación, región y universo.
Esas vías, siempre destinadas a hacer colapsar el viejo Estado y a crear instituciones nuevas junto al poder y al control social de las fuerzas del trabajo; siempre destinadas a derrotar el dominio de gran capital y de la gran propiedad privada, aunque tan variadas como son las insubordinaciones y el ingenio de los/as oprimidos/as, explotados/as y excluidos/as.
Ellas ni se decretan ni se copian, pero mucho menos se pueden reducir a aceptar el monopolio de las armas a cargo de los dominadores, a alcanzar el respaldo mayoritario por la vía legal y al largo camino a través de las instituciones establecidas, procurando reformarlas; como parece ser la médula de la apuesta de Gabriel Ángel, en la cual llega al colmo de identificar al “político victorioso” como “aquel que consigue un número aplastante de seguidores”.
– Esa frase devela cuanto ha influido la concepción individualista, el caudillismo político, en la concepción que sobre el respaldo de mayorías sustenta el autor del referido artículo, sin que necesariamente ese sea un criterio unánime en el seno de la organización que representa.
Habla de lo victorioso o triunfante en la política como sinónimo del éxito personal, refiriéndolo exclusivamente a un “respaldo aplastante” que no se identifica con calidades frente a situaciones impugnables, ni con construcciones colectivas de determinadas clases y sectores alternativos, ni con la REVOLUCIÓN como imposición de una fuerza social sobre otra, ni a cambios sustanciales en la hegemonía cultural en una sociedad determinada.
Tampoco identifica los medios para alcanzar ese objetivo y al parecer -según las deducciones y valoraciones externadas- eso solo se podría lograr en lo adelante ejerciendo la legalidad dentro del sistema imperante; refiriéndolo indirectamente a lo electoral, por demás muchas veces viciado.
En este caso, esa lógica endeble le atribuye más posibilidad de lograr una popularidad a su entender hasta ahora no obtenida, al abandono de las armas y a ciertas garantías y grados de democratización todavía solo contemplados en el papel y dependiente de la buena voluntad de un Estado no confiable; un Estado, por demás, intacto en sus estructuras y vocación criminal-represiva, bajo tutela e intervenido por un imperialismo pentagonizado en mayor grado que antes.
Otra ruta –según el autor de ese artículo- equivale a sugerirle a la FARC (organización que a lo largo de medio siglo nunca pasó factura por su capacidad para sobrevivir y crecer autónomamente) sacrificarse más y exponerse a una inmolación innecesaria, por recomendación caprichosa de unos “ultraizquierdistas” irresponsables que paradójicamente siempre le acompañamos sin recibir ese tipo de reproches.
Esta es, lamentablemente, una manera de sobre-estimar y despreciar el poder político-militar constituido por las FARC-EP, el respaldo de importantes componentes de la mayoría oprimida generado con el ejercicio de la insurgencia armada y su significativa capacidad disuasiva en ese plano de la lucha de clases; en el contexto de la hegemonía de un bloque dominante de factura transnacional y local súper-armado, curtido en el ejercicio de la violencia para retener y reciclar su poder sin omitir las mayores crueldades.
No voy a atribuirle esa manera de pensar, ajena para mi hasta hace poco a la esencia de las FARC-EP, al conjunto de esa fuerza insurgente portadora de méritos invaluables en materia de subversión revolucionaria. Menos aun –reitero- me voy a sumar al coro irresponsable que de sopetón la acusa de traición o de asumir un viraje irreversible hacia el reformismo o la social-democratización.
Hacerlo sería tan burdo y desconsiderado como la modalidad empleada por Gabriel Ángel para intentar descalificar a todos los críticos de ese desarme, que ciertamente no equivale a renunciar a los esfuerzos por una paz digna, con justicia social, democracia real y soberanía.
Pero no puedo, a la luz de lo expresado por él, dejar de establecer su responsabilidad conceptual y política respecto a sus propias expresiones, que a mi modo de ver tenderían a configurar una ruta que debilitaría la necesaria subversión revolucionaria del orden capitalista-imperialista dominante y le otorgaría preferencia a una incierta vía de reformas que postergaría indefinidamente las transformaciones estructurales, independientemente de los medios y métodos que se empleen en diversas fases y periodos.
Un extenso mar de confusiones desordenadas y superpuestas se expresa en el texto comentado.
– Es falso, por ejemplo, que el tema de las revoluciones sociales haya sido inaugurado en 1917 por la Revolución Bolchevique, con el simple preámbulo de la Comuna de París. Es también erróneo afirmar que ese trascendente acontecimiento sea el patrón inmutable que esgrimimos todos/as los/as que hemos criticado la firma de ese acuerdo de dejación y entrega de armas por el Secretariado de las FARC-EP, incluido en él el plazo de 180 días y el acorralamiento previo de sus tropas guerrilleras en territorios predeterminados, lo que a mi entender equivale a desistir de la victoria lograda a lo largo de 50 años en materia de superación del monopolio de las armas a cargo del Estado, las derechas y los interventores.
Las revoluciones sociales son inseparables de la milenaria historia de la lucha de clases y el “talante científico” en el pensamiento revolucionario no se lo otorgaron Lénin y los bolcheviques, sino Marx y Engels; quienes, por demás, concluyeron en que las revoluciones anticapitalistas, para ser auténticas, requieren abolir –no importan los medios o métodos a emplear- el viejo Estado desde la rebeldía consciente del la clase explotada.
– El estallido de la crisis capitalista en el 2008 en los EEUUU no contrarió esencialmente el pensamiento de los clásicos del socialismo científico en ese tema crucial por el hecho de que entonces no se haya quebrado el sistema de dominación imperante; dado que desde su origen, en sus esfuerzos reflexivos, ellos siempre hicieron suya la apreciación de que las revoluciones socialistas no brotaban espontáneamente de las crisis, sino que debían ser el resultado de un gran despliegue de conciencia y organización en el contexto de las mismas.
Las crisis del capitalismo -incluidas esa elevada expresión de la misma en el centro del sistema, y todas las manifestaciones que le han sucedido en los países centrales y periféricos- tienen en común el signo de la decadencia y senilidad del sistema junto al caos y los procesos destructivos que generan los esfuerzos de salvación de sus elites especuladoras, guerreristas y mafiosas.
Pero esas crisis de por sí no paren revoluciones anticapitalistas ni socialismo… si no se conforman las fuerzas transformadoras capaces de articular rebeldías y construir propuestas alternativas con fuerte sustentación en el pueblo trabajador. Lo jodido en este caso es hacer concesiones que debilitan una fuerza que reúne esas condiciones.
A esa realidad mundial no es ajena Colombia ni a nuestra América.
Pero además el camarada Gabriel Ángel exhibe una enorme confusión adicional respecto al impacto de la crisis sistémica de capitalismo en esa sociedad y en el mundo, a las oportunidades que genera, como también respecto a las causas y repercusiones del colapso del llamado socialismo real, a los flujos y reflujos de las luchas populares y a las oleadas de rebeldías y cambios políticos.
– La depresión que en su momento provocó el derrumbe de la URSS y de los modelos-estatistas-burocráticos de Europa Oriental fue sensiblemente contrarrestada, primero por la resistencia de los pueblos contra el capitalismo endurecido a lo neo-liberal y luego por la oleada de insubordinaciones político-sociales en procura de gobiernos soberanos, democráticos y socialmente sensibles, impregnados de una vocación más o menos reformadora y en algunos casos con definida vocación antiimperialista y revolucionaria, posteriormente incumplidas.
En nuestro Continente esa ola estuvo precedida de otras tres ocurridas en el periodo previo al derrumbe de la URSS : 1) la que inició la revolución cubana y continuó el abril dominicano y numerosas incursiones guerrilleras, 2) la que después del descenso de la primera se desplegó en Centroamérica (Nicaragua, El Salvador, Guatemala…), y 3) la que tuvo su epicentro en el Cono Sur con el destacado triunfo de la Unidad Popular en Chile; lo que indica una dinámica vinculada a ese cambio de época.
La oleada actual, la cuarta en las últimas siete décadas -ahora en riesgo de declinación- tuvo su vórtice en el Norte de Suramérica con una intensa dinámica hacia el SUR y el CENTRO del Continente, con un fuerte impacto expansivo del proceso bolivariano seguido del ecuatoriano y el boliviano, empalmando con la hazaña de sobrevivencia de la revolución cubana; lo que indica capacidad de sobreponerse al cataclismo soviético y de mostrar músculos propios.
– En Europa, la primera gran ola del siglo XX precedió a la revolución bolchevique y se expandió con ella y sus estímulos revolucionarios.
Los flujos y reflujos, no se han limitado, pues, a la existencia de la URSS y a su derrumbe.
Es falso que luego de ese derrumbe hasta el presente todo haya sido reflujo, “desbandada de las izquierdas” y fortaleza insolente del imperialismo; lo que supuestamente obliga al repliegue y a pactos desmovilizadores de las insurgencias armadas. Las FARC-EP de los últimos 25 años son la mejor muestra de ese desatino gabrielano.
Parece ser un recurso polémico inventado para deprimir desde el interior de las izquierdas revolucionarias la pertinencia de la continuidad ascendente de una de las puntas dinámicas del oleaje insurgente, de gran valor continental: las FARC-EP.
Un recuso polémico con el que se intenta justificar la desmovilización militar de un factor revolucionario llamado a estimular –junto a las nuevas rebeldías populares generadas por los intentos de retroceso e imposición contra-revolucionaria y contra-reformadora- una dinámica político-social transformadora seriamente afectada por los fracasos del progresismo y los estancamientos productos de indecisiones, degradaciones y re-culamientos injustificables de gobiernos y Estado que encarnaron anhelos de cambios y ahora facilitan con sus inconsecuencias los perversos contra-ataques desestabilizadores del imperialismo y las derechas y sus golpes institucionales retardatarios.
– Eso explica que Gabriel Ángel se aferre, sin el menor espíritu crítico revolucionario, a los ejemplos de las deficitarias conducciones estatales de Venezuela, Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, El Salvador… que si bien tienen méritos propios en esta cuarta oleada, representan también variados déficits propios que han provocado significativos niveles de vulnerabilidad frente a la estrategia imperial y al capitalismo voraz.
– La revolución y el socialismo no son consignas que se llevan y se traen, que se asumen y se deponen por etapas. Son procesos revolucionarios a impulsar, en los que tácticas y estrategias van de la mano.
Separarlas en tiempo y etapas, y ausentarlas de las luchas inmediatas, conduce siempre a dejarse entrampar por el sistema, a circunscribirse a tratar de reformarlo; siendo ya cada vez más imposible, por las características de la crisis que lo estremece y de las fuerzas que lo controlan, mejorarlo dentro su propia institucionalidad.
Si algo se evidenció en el curso de esta oleada de cambios políticos y sociales, en el trascurrir de esta efervescencia inconclusa pero seriamente entorpecida, es que la declinación del progresismo y los procesos de reformas, tienen su causa fundamental no solo en la fuerza obvia de la contra-revolución imperialista, sino además en la falta de determinación política en sus fuerzas conductoras para profundizarlos en dirección anticapitalista y socialista, a pesar de ciertas proclamas y discursos afines a esas metas.
Esa lección es válida históricamente incluso para las transiciones revolucionarias del pasado y del presente siglo, frenadas y deformadas por la hipertrofia del Estado y sus burocracias, afectadas por el freno a la socialización a favor de lo estatal y del verticalismo infecundo. Es válida para la heroica Cuba, tema enfocado por Gabriel con gran ligereza y evidente complacencia respecto a riesgos evidentes.
Porque si Cuba, en el marco de la distensión temporal con EEUU, no se decide por la socialización de lo estatal, por contener el avance del capital privado criollo y transnacional y por reemplazar el poder del Estado por el poder del pueblo organizado, el capitalismo y el Estado burocrático se tragarán el proceso como en China y el imperialismo tendrá más facilidades para mediatizar su soberanía.
– La reconciliación en procesos como el colombiano es válida dentro del sujeto popular y las fuerzas patrióticas, dentro del conjunto que anidó diferencias en torno a las formas y métodos de lucha, incluida las relativas a la pertinencia o no de de la insurgencia armada, escenificadas al interior de las fuerzas que han enfrentado a la clase dominante-gobernante y su perverso terrorismo de Estado.
Pero no debería hablarse de reconciliación con ese poder criminal, putrefacto, empobrecedor. Con sus cúpulas empresariales, militares, policiales, para-militares, narco-delincuentes. El “odiado imperialismo” y la “malvada oligarquía”, tengan o no capacidad para alienar o enajenar amplios sectores populares y medios, siempre deben ser merecedores de nuestras justas rebeldías, sea o no ejercida con “disparos” silenciosos o “ruidosos”.
Lo que no debería aplaudirse es que en estos diálogos de paz, bien llevados por la delegación de las FARC-EP hasta que se decidiera aceptar el desarme en los términos establecidos por ambas partes, desconociendo de paso la trascendencia de una conquista en la relación de poder que logró impedir el monopolio de las armadas a cargo del Estado y las derechas.
Peor aun cuando antes del Acuerdo Final se renuncia a la Constituyente Soberana, postergando indefinidamente los necesarios cambios constitucionales e institucionales a favor de la democracia real y la soberanía nacional.
Todo a mi entender iba bastante bien hasta el instante en que se aceptó ese tipo de Acuerdo de Cese al Fuego y Hostilidades Bilateral y esos compromisos de desarme unilateral de FARC-EP, algo que coincidiendo con su dirección en muchas oportunidades supimos objetar con la debida anticipación y firmeza.
Y luego de ese golpe no esperado, lo más preocupante de todo esto son los argumentos externados en el artículo de Gabriel Ángel para intentar justificar esos compromisos.
Porque de predominar esa visión, los daños a un proceso de paz con justicia social, democracia real y soberanía, y a la necesidad de acelerar y ampliar las nuevas rebeldías nacionales y continentales, serían posiblemente de mucha envergadura y prolongados efectos, y la afectación de la fuerza de vanguardia que ha representado la FARC-EP se traduciría en deterioros significativos para las fuerzas de la revolución y el socialismo en ese país hermano, en la región y en el mundo.
Ojala que una mínima dosis de sensatez logre frenar ese curso fatal, detener la intolerancia que resuma y debatir a profundidad las consecuencias negativas que ya asoman y estimulan al régimen a accionar de manera artera.
Y lo decimos desde una militancia internacionalista a la que sería sencillamente pérfido atribuirle intención de empujar a la inmolación material a una fuerza revolucionaria que ha merecido todo nuestro apoyo y entrega en los tiempos buenos y malos, o acusarnos de apostar a erigirle un monumento a su exterminio, como insinúa el camarada Gabriel sin fundamento alguno.
Queremos unas FARC victoriosa junto a nuestros pueblos, nunca aniquilada por los ejércitos enemigos y las 7 bases militares gringas. Tampoco debilitada y degradada por las erosiones que le podrían provocar el dejarse entrampar por el sistema y el permitir que sea infectada por ciertos conceptos y análisis de evidente matriz social-reformista que todavía no toca fondo en las izquierdas mundiales.
11-07-2016, Santo Domingo, RD.
Tomado: http://www.isaconde.info/a-propsito-del-artculo-de-gabriel-angel-militante-de-farc/

sábado, 16 de julio de 2016

En América latina hay que repensar muchas cosas, incluyendo qué es la izquierda


Entrevista a Aram Aharonian


Sur y Sur


Cuando América Latina era narrada desde estudios situados en Miami, el presidente Hugo Chávez, protagonista del primer golpe mediático, impulsó un canal para contar desde la región lo que allí ocurría y visibilizar a las poblaciones históricamente excluidas de los medios de masas. Aram Aharonian fue el primer director de Telesur, y hoy, once años después de la primera emisión, lo recuerda como el hecho comunicacional más revolucionario de la historia de América Latina. En este momento, la comunicación sigue siendo un elemento fundamental para entender lo que ocurre en un continente en el que los medios de comunicación privados legitiman los intentos de desestabilización contra algunos de los gobiernos elegidos democráticamente.
La entrevista a Aram Aharonian tuvo lugar durante el Foro Latinoamericano y Caribeño de Comunicación Popular y Comunitaria celebrado en la sede de CIESPAL (Quito), en el que se debatió sobre el papel de la comunicación en el nuevo contexto que se vive en América Latina.

-¿A qué hace referencia el concepto de “guerra mediática” y qué ha significado en América Latina?

-Si hace cuarenta años se necesitaban fuerzas armadas para imponer modelos políticos, económicos y sociales, hoy no hacen falta ni tanques ni bayonetas. Hoy solo hace falta control de los medios masivos de comunicación porque ellos imponen imaginarios colectivos que van adocenando y conquistando las sociedades. Las guerras mediáticas han tenido sus primeros globos ensayo a principios de milenio en Venezuela, un golpe que fue tan mediático que al día siguiente no se dio información y solamente se supo que cambiaban las cosas porque la prensa internacional cubría lo que iba aconteciendo. Más tarde tuvimos hechos en Bolivia, Ecuador y, después, los golpes de Paraguay y Honduras; el año pasado la desestabilización financiera en Argentina y tenemos ahora el golpecito en Brasil. Pero no se trata únicamente de los medios. Los medios de comunicación son el caballo de Troya de los grupos empresariales, y ahí están metidos no solamente los medios de comunicación, sino un aparato judicial comprometido totalmente con los intereses de esos grupos fácticos que existen en todos los países.
Lo singular de esta guerra mediática, que no está hecha solo por los medios locales, es que las notas básicas realmente se producen en el exterior y son replicadas por los medios locales, que han perdido credibilidad. Un medio extranjero le da credibilidad a lo que se diga. Han servido hasta ahora en la construcción del imaginario colectivo, y de cambios rotundos en procesos políticos. Hay una desestabilización en varios países que está obviamente sustentada sobre mentiras, medias verdades, manipulaciones y desinformación por parte de estos medios hegemónicos.

-Una de las estrategias para hacer frente a esta “guerra mediática” en América Latina fue la aprobación de leyes dirigidas a democratizar la comunicación, romper los monopolios mediáticos e incorporar nuevos actores al escenario comunicacional. ¿Qué han conseguido estas leyes? ¿Cumplieron su objetivo?

-Sí y no. Si lo que se quería era una ley de comunicación, se consiguió. Una ley es un marco jurídico que permite hacer cosas que quizá antes estaban prohibidas o que impide hacer cosas que antes estaban permitidas. Es un marco jurídico, pero el cambio en la comunicación no lo hace una ley, la ley sólo va a permitir hacerlo. Creo que ese fue el problema mayor, que incluso se pone el énfasis en la distribución de las frecuencias, cuando ese no debería ser el énfasis. La distribución porcentual de frecuencias no garantiza la democratización de la comunicación. Se hizo pensando que todo el mundo tuviera voz e imagen, algo que ninguna ley garantiza. Creo que hay una incapacidad dentro del campo social y popular para organizarse, formar medios, unirse y producir contenidos. Hay escasos contenidos nuevos dentro de las radios y televisiones después de nueve años de ley en Argentina, por ejemplo. No hay contenidos en absoluto.

-Desde la llegada al poder de Mauricio Macri en Argentina las tendencias más conservadoras han logrado diferentes victorias en el continente. ¿Cuáles son las perspectivas del nuevo escenario para la comunicación alternativa y popular, para los actores que recibieron el apoyo de los gobiernos progresistas de la región?
-Seguirán haciendo lo mismo, pero con muchas más dificultades. Lo fundamental es mostrar que esas verdades mediáticas que las fuerzas conservadoras imponen no son verdades. Hay que democratizar los medios, dando la mayor cantidad de voces posibles que demuestren que todo eso es una falacia, una mentira, una verdad fabricada. Siempre recuerdo el año 1991, cuando estuvimos convencidos de que en la primera guerra en transmisión en vivo, que fue la de Irak, habían bombardeado Bagdad. Pero no, cinco años después nos dimos cuenta de que tuvieron que invadirlo después, pero lo que habían mostrado en aquel momento habían sido fuegos de artificio en vivo y en directo para todo el mundo.
Así nos han mostrado una gran cantidad de realidades virtuales que no existieron nunca y que nosotros tenemos asumidas como verdades absolutas, a pesar de que no existieron nunca. ¿Qué se puede hacer? Tejer mejor las redes de medios populares, compartir contenidos, dar fuerza a los mensajes. La repetición y masificación de mensajes hace que la suma de medios se vuelva medio masivo; perder la identidad de marginalidad, ya que si uno asume que es marginal está condenado al fracaso, debe asumir que tiene que buscar la masificación de sus mensajes de distintas formas. La masificación no quiere decir que le llegue a todo el mundo, si no que pase más allá de lo específico de su cuadra, y creo que hay que formarse para eso. Hay que profesionalizarse y eso no significa cobrar, si no saber manejarse de la mejor forma posible con los instrumentos y herramientas que tiene para desarrollar la profesión y saber para qué está haciendo comunicación.

-Usted llevó a cabo el proyecto de sacar al aire la primera televisión regional de América Latina, Telesur. ¿Qué ha significado Telesur para el continente y para la integración de sus países?

-Primero, demostrar que sí se puede. Esa utopía no se alcanzó, pero se caminó cerca. Hubo un cambio radical de las verdades en América Latina. Ahí comprendimos qué significa lo alternativo. Durante diez años, la única voz, la única imagen televisiva de América Latina la daba CNN en español, nunca hubo una persona negra ni india, parece que no existían, estaban totalmente invisibilizadas, ninguneadas y ocultadas. Y la salida al aire de Telesur como voz alternativa exigió también a CNN cambiar, y tuvo que transmitir la ceremonia indígena de asunción de Evo Morales, y de ahí el golpe de estado de Honduras, dando su speech, pero tomando las imágenes de Telesur. Significa un cambio y demostración de que lo alternativo es importante para conocer lo que realmente pasa. Todo aquello que estaba oculto tuvo que salir a la luz.
Si Telesur cumplió o no con sus objetivos, es otro problema, pero el solo hecho de su existencia es el hecho comunicacional más revolucionario de la historia de América Latina. De ahí en adelante, es otra época.

-Precisamente, Telesur fue objeto de crítica de las fuerzas conservadoras de la región, especialmente, del presidente Mauricio Macri en Argentina.

-Siempre digo que cuando había dictadura en nuestros países, nosotros hacíamos lo posible por escuchar Radio Rebelde de Cuba. Con las grandes posibilidades que hay ahora, si alguien quiere ver Telesur, lo va a ver. No le está haciendo daño, le está haciendo publicidad. Creo que nadie habló tanto de Telesur en Argentina como después de la decisión de Macri. Creo que ellos sí hicieron lo que entienden por libertad de expresión: cerrar medios, cerrar accesos. Quieren una verdad única y esa es la idea del neoliberalismo, tiene que haber una sola voz, una sola imagen, y con eso nos tenemos que contentar todos.

-¿Cree que las victorias logradas por las fuerzas conservadoras de la región están conduciendo a un fin de ciclo? ¿Se está a tiempo de revertir esta tendencia?

-Primero hay que hacer una fuerte autocrítica; segundo, reorganizarse; tercero, entender que no existe década ganada. ¿Ganada para qué? Si no hay discursos, si no hay mensaje para futuro, no estamos construyendo nada. Primero hay que construir con la gente, por ejemplo si se trata de una redistribución de riqueza no hay nada ganado, es una justicia, y hay que construir un futuro. La década ganada se volteó con un solo eslogancito: “Cambiemos”, que hablaba de un futuro distinto. Lamentablemente la izquierda no sabe construir futuro, incluyendo la izquierda del Gobierno kirchnerista. Los bolivarianos también siguen diciendo “porque se dio acceso a la vivienda, porque se dio acceso a esto…”.

Diste el acceso a los derechos, ¿y ahora qué? La construcción de futuro se hace teniendo presente la memoria histórica para saber dónde basarte y de ahí tomar impulso para saber dónde vas, pero no sirve como cosa nostálgica. Hay que pensar en futuro, tener planes para futuro. Hemos tenido algunos gobiernos que lograron darle acceso al consumo a una cantidad de ciudadanos y ciudadanas que antes no tenían. Esa no es una transformación socialista ni nada por el estilo. ¿Y después qué? En todo caso hay que repensar qué es lo que se quiere. Si es el poder, qué se hace con el poder fáctico que existe en todos los países, que no son solamente las grandes corporaciones y los medios, sino un conglomerado de jueces, tribunales, fiscales y policías. En América Latina hay que repensar muchas cosas, incluida qué es la izquierda.


miércoles, 13 de julio de 2016

SANTOS Y TIMOCHENKO EN SANA Y SANTA PAZ

Tomado: http://www.postaportenia.com.ar/
"Ver el acuerdo de paz, firmado éntre las FARC-EP, fuera de las políticas dictadas por el neoliberalismo globalizado, sería una ingenuidad o una conveniencia para los que pretenden ocultar lo que hay detrás de todo esto".
Enrique Contreras Ramírez (PRV-Ruptura-Tercer Camino)
La noticia recorrió el mundo, “todos” la esperaban, la FARC definitivamente firmo con el gobierno de Santos el acuerdo de paz. La prensa internacional no dejaba de señalar con insistencia que éste acuerdo definitivamente beneficiaria no solamente a Colombia, sino a todo el Continente latinoamericano y en especial a los países fronterizos ya que la mencionada guerra se trasladó hacia los mismos. De igual manera rotulaban que la beligerancia terrorista, desarrollada por los frentes guerrilleros en todo el territorio colombiano no tenía cabida en el nuevo escenario del capitalismo global.
De todas maneras la sentencia ya estaba confirmada al comenzar los diálogos por los mandos altos de la FARC-EP, Timochenko así lo señaló: “NO NOS PARAREMOS DE LA MESA DE DIÁLOGO HASTA TANTO NO LOGREMOS LOS ACUERDOS CON EL GOBIERNO COLOMBIANO”
El jefe máximo de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri (“Timochenko”), en el momento de la firma realizada en la Habana (Cuba) dijo que las Fuerzas Armadas colombianas y las de esa guerrilla serán aliadas en adelante al servicio de la paz. “Fuimos adversarios, en adelante tendremos que ser fuerzas aliadas por el bien de Colombia”, manifestó “Timochenko” en un inédito discurso ante diferentes mandatarios en La Habana tras la firma del punto de “fin del conflicto”, que en la práctica es el cese al fuego bilateral y definitivo entre el Gobierno colombiano y las FARC
“Timochenko” declaró que Colombia necesita “que se produzca efectivamente una definitiva reconciliación” y recalcó: “Basta ya de la violencia y de los delirios por ella”. En éste nuevo escenario los muertos quedaron atrás, unos sepultados y otros sin sepultar, los hombres y mujeres que ofrendaron su vida y que quedaron tendidos a lo largo y ancho de la geografía colombiana durante los 52 años de lucha guerrillera quedaron como “triste” recuerdo de lo que no “se debe hacer”, los ideales y el amor por la patria, causas por las cuales dieron sus vidas, el tiempo se encargara de terminar de sepultarlos. Como testigos de éste acuerdo “histórico” se encontraban el presidente de Cuba Raúl Castro, el canciller de Noruega Borge Brende, como “países garantes” de la negociación y los mandatarios de Venezuela y Chile Nicolás Maduro y Michelle Bachelet, quienes actuaron en condición de acompañantes del proceso de paz y dicho sea de paso ejecutores de las políticas del neoliberalismo globalizado en sus respectivos países, unos a nombre de la democracia y otros a nombre del socialismo
EL PLAN COLOMBIA
En una oportunidad, el General (AV) Francisco Visconti (2002), Jefe de la Insurrección del 27 de noviembre de 1992, escribió sobre el Plan Colombia lo siguiente: “Éste plan está enmarcado dentro de objetivos globalizadores de la potencia hegemónica mundial, que junto a sus interesados y sumisos aliados, se proponen aplastar cualquier insurgencia emancipadora de los pueblos de nuestro continente. Para cualquier inteligencia medianamente ilustrada, resulta muy fácil percibir que el verdadero propósito del PLAN COLOMBIA, es erradicar los movimientos insurgentes revolucionarios del hermano país, para evitar su éxito local y que estos se conviertan en posibles fuentes de inspiración para otros pueblos latinoamericanos.” Particularmente creo, que el Plan Colombia se encuentra desarrollándose de manera acelerada, uno de sus objetivos era acabar con los dos únicos sectores alzados en armas (FARC-EP/ELN) en América Latina, con cierto poder de fuego, de organización político militar, pues independientemente de lo que se pudiera decir, representaban un gran obstáculo para el desarrollo de los planes de los grandes conglomerados, sobre todo en la Amazonía, planes que ya la propia Colombia, Brasil y Venezuela echaron andar a través del IIRSA a nombre del “desarrollo y bienestar de los pueblos”. Ver los diálogos de paz, como un problema eminentemente local y aislado o fuera de las políticas del neoliberalismo globalizado, sería una ingenuidad o una conveniencia para los que pretenden ocultar lo que hay detrás de todo esto. Colombia, sin duda, requiere ser pacificada a como dé lugar. El hermano país representa o representaba en América
El avance del capitalismo globalizado, viene desarrollando sus objetivos gradualmente, en colaboración con los gobiernos de la región y sus medios de comunicación, que no dejan de señalar de manera insistente, lo importante de este evento de diálogos por la paz y que beneficiara a todo el continente latinoamericano. Los grandes conglomerados y sus respectivos intereses, vienen imponiendo sus estrategias a lo largo del planeta, sin detenerse a revisar si el país donde se asientan se denominan capitalistas o socialistas, los mismos tienen un concepto claro de lo que es el mundo para ellos: el planeta tierra es simplemente una mercancía, se puede vender o se puede comprar, no importa el daño que se ocasione.
LA OTRA REALIDAD
El origen de la violencia colombiana, al igual que en el resto de América Latina cualquiera sea su forma de manifestarse, es producto de la injusticia social, injusticia social que se expresa en la gente viviendo en ranchos, la falta de empleo, la ausencia de políticas sanitarias que garantice verdaderamente salud al pueblo, el asesinato y la persecución política, los campesinos sin tierra, los indígenas desalojados de su terruño que los vio nacer porque el gobierno les asigno esas tierras a las empresas extranjeras, la ausencia de políticas educativas que garanticen la inserción escolar y eviten la deserción, los bajos salarios, el alto costo de la vida, la deuda externa impagable, la negación de la firma de contratos colectivos que verdaderamente reivindiquen a la clase trabajadora, la ausencia de servicios públicos, los privilegios de la clase política y económica –entre otras variables- es aquí donde se encuentra las causas que generan esa violencia en nuestro continente y que dio origen a la guerrilla colombiana
No es que se esté en contra de la paz de Colombia, lo que pasa es que mientras la injusticia reine, no podrá haber paz en nuestro continente, si los grupos alzados en armas entregaron su lucha, la misma seguirá y no podrán detenerla, la historia ha sido testigo de los procesos que se han venido librando desde la misma guerra de independencia.
Lo que no se ha dicho en medio de todo éste teatro de claudicación y entrega, es que en los mandos medios de la guerrilla, se ha presentado la protesta y el desacuerdo con la rendición. Hay sectores, que ya están preparando su salida del entorno, para continuar la lucha y seguir perseverando en proseguir los lineamientos y el ejemplo de muchos revolucionarios latinoamericanos. Y en nombre de la paz, la oligarquía colombiana seguirá entregando los recursos naturales a los grandes conglomerados y la mayoría del pueblo seguirá sumergido en la pobreza y la miseria
Pero dentro de esa pobreza y miseria pueden surgir muchos GAITANES, muchos CAMILOS, muchos MARULANDAS para afirmar que la guerra de independencia no ha terminado en A. Latina, el único obstáculo, pues la guerrilla estorbaba para los propósitos de dominación globalizante, de allí la prioridad dentro del Plan Colombia de estos llamados “diálogos de paz”

ruptura3camino - postaporteñ@ 1632 - 2016-07-12 18:32:41