miércoles, 15 de julio de 2020

La sociedad capitalista bajo la pandemia


*Libardo Sánchez Gómez
El covid 19 ha    dejado ver a nivel global como en las  sociedades  cuya actividad económica corresponde al libre mercado o modo de producción capitalista, la mayoría de  humanos  se han convertido en seres malvivientes.   Tomemos como ejemplo Colombia, millones de personas deambulan por campos y ciudades demostrando que los milagros existen, las personas sobreviven en medio del hambre y todo tipo carencias tanto materiales como psicológicas. Se adolece de valores, de higiene mental y de conciencia social. El  acceso a un techo digno es privilegio de pocos, la generalidad habita en   construcciones precarias, y millones viven a la intemperie a estos se les conoce como habitantes de calle. El   acceso a los alimentos es limitado. La educación superior y salud de calidad es   un privilegio de   pocos. La pandemia ha dejado en claro que la explotación del hombre por el hombre no ha pasado de moda y que el odio y la lucha de clases sigue vivita y coleando, desde luego que hoy en día es de una sola vía, es decir, el odio y desprecio fluye de los poderosos (oligarquía) hacia los trabajadores y demás excluidos. Y el  odio de clase en el sector  popular no se expresa hacia la oligarquía debido a que esta ha logrado hacer desaparecer en la pobrería la conciencia de clase.
Hasta las  superestructuras (religión, política, etc.) afines a la social democracia globalizada, también, han sido colonizadas por el coronavirus, el temor al contagio alejó de las iglesias a los feligreses, el miedo al ubicuo y todopoderoso germen es superior al amor al supremo. En realidad la fe en sí no se ha visto afectada la gente de todas las religiones sigue dando gracias a sus dioses, los afectados han sido  quienes han hecho un negocio de esta. Y el sacrosanto  templo  de la “democracia” o sea el parlamento, apenas,   sirve de mansión a  las ratas, ratas.
Dos meses de cuarentena hizo temblar las estructuras del modelo, queda claro que las inversiones privadas no se pueden mantener en pie sin el  apoyo estatal. Empleadores y empleados  deben ser sostenidos por el estado; entonces, cabe preguntar, ¿es justo, legal  y ético que los recursos de todos deban ser dispersados para salvaguardar los intereses de los particulares? No será hora de mirar hacia la potencialidad del colectivismo, en vista de lo que está pasando lo lógico   es que los medios de producción  pasen a manos del estado, para que éste pueda proveer una renta básica a todos y cada uno de los ciudadanos.
Una vez más el sistema de producción capitalista entra en coma, pero tampoco será su fin, un pinche germen como el covid  jamás podrá hacer el trabajo que tiene que hacer el hombre; además,   los ricos no están al alcance del virus, y mientras sobreviva  el 1%     dueño de la riqueza global,     tendrán la capacidad financiera para ponerlo a flote. Se prevé que el capitalismo post pandemia regresará más agresivo.   Lo cierto es que nada     funciona   sin el apoyo estatal.   Algunos  aprovechan la ocasión para engordar sus arcas, caso del sistema financiero, quien recibe inyecciones diarias de capital público.       El  sistema productivo  está cuadripléjico, con pronóstico reservado, esperando respiración boca a boca gubernamental.      El área de servicios distinto al de la banca está en coma inducido con mal pronóstico, la hotelería y turismo, así como el transporte aéreo y terrestre, hace días tiraron la toalla o mejor el trapo rojo. Y quedó en evidencia que, tanto en tiempos normales como bajo pandemia, “el tal empleo no existe”,   más del 90 por ciento de hombres y mujeres    sobreviven del rebusque, y rebusque significa una variopinta de posibilidades de subsistencia, como la venta  callejera de comida, cachivaches y drogas psicoactivas, significa vivir del raponeo y el atraco callejero, del robo a residencias y   de la prostitución. Por otro lado,  en el vientre   del  sistema   crece el tumor de la corrupción, lacra propia del modo de producción capitalista.  El alimento del cáncer de la corrupción es la acumulación,  el individuo vale por lo que tenga; así mismo,  la incertidumbre, también, sirve como carburador de la corrupción, pues produce  temor  no tener a futuro nada asegurado, así que   a la primera oportunidad cualquier  funcionario de cualquier nivel   se apropia  de los recursos que pongan a su alcance.  Esto quedó demostrado con los recursos destinados a atender los estragos que provoca  la pandemia. No importa si el funcionario tiene que ir a la cárcel, cosa poco probable ya que, como esencia del modelo,   la impunidad es   la norma.   La corrupción ha dejado ver su rostro  desde la presidencia de la república hasta   la más remota alcaldía. Iniciada la cuarentena, con el objeto de  mejorar la  alicaída imagen del “Duque” en la presidencia, el gobierno firmó un contrato con sus compinches  por más de cuatro mil millones.  El maquillaje de la imagen presidencial ha contado con una exitosa estrategia de márquetin político de tal manera que con cada intervención vespertina la imagen presidencial mejora día a día. La estrategia principal se finca por un lado en alabar cualquier medida, así sea una idiotez,  haciéndola ver como la más genial del orbe, y por otro lado se basa en expedir medidas groseramente populistas. Entre otras medidas, se idearon el llamado Ingreso solidario, el cual no se sabe a ciencia cierta a quien le llega, y  de solidario tiene tanto como el Agro-ingreso de Uribito.  También, pusieron a funcionar “la devolución del IVA”.  La demagógica “devolución del IVA” es la que más ha dado réditos, el cinismo no tiene límites, en vez de suprimir o siquiera mitigar a nivel general este impuesto regresivo, se determinó entregar miserables $75.000 a un puñado de personas, como a los viejos que ya venían siendo engañados con una mezquina mesada de   $80.000 bimensuales.  Por otro lado, el mismo presidente en una de sus insoportables apariciones diarias en la TV dijo que, para atender la pandemia, el gobierno había destinado la suma de diez y siete billones de pesos, a “ojos de buen cubero” eso significa que a cada uno de los 50 millones de habitantes, de todas las edades y todos los estratos, le tocaría la  suma de 12 millones de pesos, ¿Cuándo nos girarán? ¿Será que, también, como el ingreso solidario, quedarán en el bolsillo  de no se sabe quién?  En todo caso,  para dar a conocer dichas medidas el presidente Duque cuenta con una corte de funcionarios inexpertos, pero eso sí con el don de la palabra de “los culebreros” paisas.
Queda claro, una vez más, que el capitalismo no sirve para resolver los problemas de la mayoría de los humanos, y que, además, es enemigo de todos los seres vivos así como de la naturaleza en general. Y, también, queda al descubierto que el coronavirus no es nada al pie de la pobreza, pues esta es la verdadera pandemia,  en Colombia  el hambre mata más gente, sobre todo niños,  que el covid 19.
Y, en la cima del modelo, más de uno queda boquiabierto con lo extenso de   la llamada “pobreza oculta”, aquella relacionada con los estratos altos,  es decir con la mal denominada clase media, cuando se creía que dicha clase  tenía un pie en el escalón de la riqueza resulta que anda hundida hasta el cuello en la temida  pobreza. Como todos los asalariados para subsistir los clase media depende  de un trabajo, hay que aclarar que a estos no les gusta que se les diga trabajadores sino empleados, lo cierto es que  muchos individuos clase media gracias  a la cuarentena perdieron el puesto de trabajo, y, como cualquier proleto del estrato uno, les ha tocado izar en las lujosas ventanas el trapo rojo implorando caridad. 
Otro aspecto que el covid ha dejado en evidencia es lo inútil e innecesario del parlamento, hasta el momento sólo ha servido para agravar la problemática de las mayorías; generalmente se legisla para defender los privilegios de los grupos poderosos.   Por ejemplo, el  parlamento es responsable de haber creado el nefasto sistema privado de salud  basado en las desastrosas EPS, lucrativo negocio en manos de unos pocos. De  lejos, las EPS matan más colombianos que el mismo covid 19.  Lo mismo ocurre con la seguridad privada, una ínfima porción de individuos logran pensionarse; los dueños de los  fondos privados, invierten  en el sistema financiero internacional la plata  de los cotizantes,   cuando   las cosas salen mal    los únicos que pierden son los aportantes. Y el parlamento es responsable de la aprobación de los nefastos TLCs, que han acabado con el aparato productivo nacional, beneficiando tan sólo un grupúsculo de industriales. Pequeños agricultores y ganaderos han quedado en la ruina.
La   reclusión obligatoria conocida como cuarentena  se   decretó con el fin plausible de tratar de contener la expansión de la pandemia, “para proteger a los más vulnerables”, asunto difícil de creer, pues el fascismo en el poder es esencialmente clasista y racista, detesta a los débiles y cualquier grupo étnico minoritario; en realidad buscaba ganar tiempo para mejorar la pésima dotación hospitalaria. En todo caso el confinamiento duró lo que el estómago vacío le permitió a las personas evadir al covid, la exigua canasta alimentaria,   donada a una que otra familia,    no  alcanzó ni siquiera para alejar el hambre más allá de una semana. Primero  las personas    manifestaron el hambre izando un trapo rojo en las ventanas, y al no haber respuesta tanto del gobierno nacional como del local la gente se lanzó a las calles a buscar comida, como siempre lo había  hecho o sea mediante el rebusque.   No  valieron amenazas de arresto ni onerosos comparendos,    el hambre no conoce ni acata multa alguna. Y el hambre reprimida   multiplicó de manera exponencial de forma incontenible los robos y atracos a  residencias, negocios y personas. La policía es apenas un cuerpo   decorativo. Ese es el modelo,  si atrapan a miles, miles saldrán a buscar sustento.
En economía se habla de la “equivalencia ricardiana” la cual dice que “hágase lo que se haga al final da lo mismo”. De qué sirvió la cuarentena si en lo más álgido de la jornada el gobierno en cabeza de un neoliberal como Duque, del mismo corte de Trump y Jair Bolsonaro, iba a liberar de manera grosera y apresurada los distintos sectores económicos.  El mismo presidente Duque dijo que había pedido asesoría al presidente Bolsonaro, con la secreta esperanza que éste le suministre la vacuna producida por la U de Oxford la cual se fabricará en Brasil, olvidando que Trump ya adquirió la producción total.        Desde el inicio las medidas han sido cuando no erradas erráticas. Por ejemplo, el Ministro de salud y los epidemiólogos al inicio unas veces recomendaban el uso de tapabocas y otras lo desaprobaban. Las medidas preventivas se iniciaron cerrando la frontera con Venezuela, única segura, pues dadas las restricciones de vuelos, desde antes de declararse la pandemia, es el país latinoamericano con menos casos de covid, y es la nación que más ha realizado pruebas, a la fecha ha realizado más de diez millones de test, donados por China. Cuando se cerraron las otras fronteras el coronavirus ya se había dispersado en todo el país. Otra medida torpe fue el manejo  tardío y cierre del aeropuerto El Dorado, los migrantes provenientes de Europa, China y EEUU, entraron  como Pedro por su casa. Y qué tal la idiotez, decretar un día sin IVA cuando se estaba coronando el vértice de la pandemia. Y en el colmo de la estupidez la alcaldesa de Bogotá Claudia López, para ayudar al presidente Duque en su pulso contra los mayores de 70 años, decretó cuarentena en varios sectores de la capital, pero no donde hay el mayor número de contagios sino donde hay mayoría de viejos, precisamente quienes mejor saben cuidarse, mientras los más jóvenes e indisciplinados siguen dispersando el patógeno.
Las  cosas están como el primer día,   incluso la deteriorada imagen del presidente Duque ha vuelto a caer a los niveles de siempre. En todo caso, La  guerra ha sido declarada, pero con esos ineptos generales al frente de batalla  el desastre  está asegurado, así que ¡sálvese   quien pueda!
  • DMV. Msc. Economía. Ex catedrático universitario.

viernes, 10 de julio de 2020

RESISTENCIA CAMPESINA Y NEGACIÓN DEL ACCESO A LA TIERRA


Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra.
Y nos dijeron: "Cierren los ojos y recen".
Y cuando abrimos los ojos,
ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia.

Eduardo Galeano

RESUMEN

En el presente escrito se realizará un parangón entre las luchas y reclamos de los campesinos por la tierra contra las respuestas de la clase en el poder.

Los campesinos de Colombia han resistido y luchado por acceso a la tierra desde la Colonia,   y desde entonces dicho anhelo ancla en el terreno de las quimeras.

Los campesinos se han organizado de distintas maneras y han luchado con tesón en pos de la tierra, exigiendo reformas sobre la tenencia de la tierra, desafortunadamente   la clase dominante ha sido sorda, y, por el contrario, en vez de proponer una real reforma rural, ha respondido con   leyes que impiden la democratización de la tierra e incrementan el monopolio en pocas manos; las reformas agrarias promulgadas son tímidas propuestas que buscan ante todo apaciguar las luchas campesinas.

Desde 1948 hasta 1964 los campesinos resistieron a 4 guerras de la clases dominantes, la última de las guerras fue la “OPERACIÓN MARQUETALIA”,  guerra con intervención estadounidense, en  cumplimiento del Plan LASO, esta dio origen a las FARC  la guerrilla más grande del continente.

Desde los años 70 del siglo XX hasta el año 20 del siglo XXI han nacido un sin número de organizaciones campesinas, que no desfallecen en la lucha por el acceso a tierras, avanzan, se detienen, pero nunca renuncian a su derecho a la propiedad.

PALABRAS  CLAVE. Lucha Campesina, organizaciones campesinas, reforma agraria, clase gobernante, terratenientes, clase dominante.

LUCHA CAMPESINA Y RESPUESTA DE LA CLASE EN EL PODER

Para entender el papel que han jugado tanto las  reivindicaciones como las luchas sociales en el origen del largo conflicto armado, hay que hacer un recorrido histórico de estas,  que abarca desde la colonia hasta nuestros días.  La  diferencia de los liderazgos de las luchas sociales de inicios del conflicto armado y los que se dan hoy en día, se van entendiendo a medida que se van desarrollando  los acontecimientos, claramente se visualiza que inicialmente los objetivos de la lucha social iba encaminada a lograr la transformación estructural del sistema de producción capitalista en un sistema socialista; hoy parece que la lucha social no va más allá de mejorarle el rostro al modelo capitalista. Y a medida que se avanza en el trasegar histórico, como lo veremos a lo largo de este escrito, la mujer avanza hombro a hombro con los hombres, incluso con mayor determinación.

Por lo corto de escrito se inicia el análisis de la historia campesina a partir de 1905 cuando Quintín Lame inicia la lucha por la tierra. La exclusión y la marginación de la clase rural se remontan a  la época de la colonia, lo que ha llevado a que el pueblo ejerza una  permanente resistencia en busca de libertad y equidad.  Desde entonces la población campesina ha visto negado su derecho al acceso de tierra. La historia de Colombia es una historia de   exclusión, marginación y promesas incumplidas, es la historia de la lucha por la tierra. Decía Quintín Lame[1], "Hace cuatro siglos que esperamos ser atendidos, y a pesar de ello aún confiamos".

Colombia ha sido y es un país agrario. Hasta el año 70 del siglo XX la economía del país dependió en gran parte de la producción agrícola, lograda mediante mano de obra campesina explotada.    Los  terratenientes han acumulado tierra y capital con base en la explotación campesina. Los campesinos han actuado como arrendatarios, aparceros, peones, campesinos desempleados y desplazados sin tierra.

La lucha campesina e indígena por la tierra ha sido constante   y sólida, los      movimientos agrarios  siempre han buscado generar conciencia de clase.  Dice Shameel Thahir Silva[2]  en el portal Semana Rural “Movimiento campesino colombiano: historia y lucha”( Domingo 20 de enero de 2008) “A comienzos del siglo 20, encontramos inicialmente las primeras organizaciones campesinas con intenciones reivindicativas como mejora de las tierras e independencia como sujeto social y productivo. Desde la década de 1920, los campesinos exigían el hecho de no ser más una fuerza de trabajo cautiva y sumisa, pedían trabajar para beneficio propio y tener dominio de la tierra que trabajan. Como resultado de las movilizaciones agrarias de la década de 1920 se dio un pequeño grado de organización para enfrentarse a los monopolizadores de la tierra, para hacer exigencia en el tema de los salarios, condiciones dignas de trabajo y de vida. Un ejemplo de esto son las expresiones organizativas de los campesinos de Córdoba que llegaron a conformar el Baluarte Rojo de Lomagrande, San Fernando, Canalete y Callejas. En 1928 se habían consolidado ya organizaciones como el Partido Agrario Nacional, la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria y el Partido Socialista Revolucionario, embrión del Partido Comunista Colombiano que distribuyó su influencia de manera exponencial mostrando la interrelación de la expresión política y la organización campesina de base”.

De otro lado, el indígena Quintín Lame inicia su lucha, en 1905, la cual fue respaldada por grandes sectores de las comunidades indígenas de ciertas zonas del país. Fue nombrado jefe y representante de un importante número de cabildos indígenas lo cual le generó problemas con los terratenientes y autoridades locales y departamentales del Cauca quienes lo veían como una amenaza. Los  postulados políticos de Quintín Lame se enmarcaban en:

“1. Defensa de las parcialidades y oposición militante a las leyes de división y repartición de las mismas;
2. Consolidación del Cabildo indígena como centro de autoridad y base de su organización;
3. Recuperación de las tierras perdidas a manos de los terratenientes, y desconocimiento de todos los títulos que no den base en cédulas reales;
4. Liberación de los terrazgueros, mediante la negación a pagar terraje, o cualquier otro tributo personal; y.
5. Afirmación de los valores culturales indígenas y rechazo a la discriminación racial y cultural a que son sometidos los indios colombianos” (Castillo 1971, xviii).   

La crisis mundial de 1929 empeora las condiciones de vida de los campesinos, incluso genera problemas en las haciendas, esto hace que florezcan  las luchas agrarias en Sumapaz, Viotá y la región del Tequendama en Cundinamarca,  y Córdoba

Estas luchas obligan a la clase gobernante a iniciar procesos de reforma agraria, es así como en 1936 el  entonces presidente López Pumarejo, en su primer gobierno, promulga la Ley 200 de1936, “Proyecto de Ley sobre tierras”, con ella pretendía un modelo de “desarrollo hacia dentro” por la crisis mundial de la década de 1930. Lo que esta ley pretendía era   sanear títulos, para proteger a los colonos.  Ley que no fue más que una ilusión, porque era una reforma que no pretendía distribuir tierras, una reforma que solo pretendía acallar las luchas campesinas, la verdad es que esta ley solo sirvió para que los grandes propietarios legalizaran sus títulos imperfectos o inexistentes mediante juicios de pertenencia sobre las tierras, la mayoría de las cuales eran, en estricto sentido, baldíos imprescriptibles, pero no delimitados ni protegidos por el Estado. La ley también autorizó a los colonos a prescribir a su favor las tierras privadas poseídas de buena fe durante cinco años si las creían baldías, igual que revertir al dominio del Estado las tierras no poseídas durante diez años. En el segundo mandato de López Pumarejo (1942-1945) presenta la Ley 100 de1944 conocida como “Ley de aparcerías”, como continuidad de su ley 200, en la cual extendía el periodo de tiempo de apropiación a 15 años, de otro lado, pretendía mejorar las relaciones entre campesinos, colonos y propietarios de la tierra, tratando de generar un pago en especie por la utilización de la tierra para producir. Pero nada para resolver el problema de acceso a la tierra por parte de los campesinos.

En  1948  se desencadena la violencia bipartidista, y a los campesinos del sur del Tolima, Huila, Cauca y Valle, se les  lanza  toda la fuerza del gran latifundio, tanto de  los  grandes  ganaderos  como de los agricultores,  haciéndoles sentir el poder de la política de sangre y fuego de la oligarquía.  De nuevo la clase gobernante promulga una nueva ley de reforma agraria, pretendiendo una vez más acallar las luchas campesinas. Siendo  senador Carlos  Lleras Restrepo promueve la Ley 135 de 1961, cuyo artículo 1° expresa: Reformar la estructura social agraria por medio de procedimientos enderezada a eliminar y prevenir la inequitativa concentración de la propiedad rústica o su fraccionamiento antieconómico, reconstruir adecuadas unidades de explotación en las zonas de minifundio y dotar tierras a los que no las posean, con preferencia para quienes hayan de conducir directamente su explotación e incorporar a esto su trabajo personal  Esta ley ya habla  de dar solución al acceso a tierras, para ello crea el Instituto Colombiano de Reforma Agraria –INCORA-, también crea el Fondo Nacional Agrario con un presupuesto de 300 millones y también establece la extinción del dominio sobre las tierras incultas así como la adjudicación de baldíos nacionales.  En el papel parecía generosa, pero en la realidad inoperante. 

Para 1956 habían sido desmanteladas las organizaciones campesinas, la única notoria era Federación Agraria Nacional (Fanal), fundada en 1946 con el apoyo de la Iglesia Católica y la Unión de Trabajadores de Colombia. Luego que los campesinos resisten el embate de cuatro guerras, la primera a partir de 1948, la otra en 1954, la otra a partir de 1962 y una cuarta la llamada “Operación Marquetalia” para contener las famosas Repúblicas independientes, en el marco del plan LASO (Latin American Security Operation)  una lucha contra 28 campesinos del Pato Tolima, que da origen a la creación de la guerrilla de las FARC el 28 de mayo de 1964.

El 20 de julio de 1964 la recién creada guerrilla de las FARC emite el “Programa agrario de los guerrilleros” con el siguiente programa:

Primero: A la Reforma Agraria de mentiras de la burguesía oponemos una efectiva Reforma Agraria Revolucionaria que cambie de raíz la estructura social del campo colombiano, en forma completamente gratuita la tierra a los campesinos que la trabajan o quieran trabajarla, sobre la base de la confiscación de la propiedad latifundista.

La Reforma Agraria Revolucionaria entregará a los campesinos las herramientas, animales de labor, equipos y construcciones para su debida explotación económica…”[3]

Aquí está la diferencia entre lo que proponen la clase en el poder contra la propuesta de los campesinos, ahora convertidos en guerrilleros. Las reformas de la clase gobernante proponen supuesto acceso a la tierra, pero no propone los servicios necesarios para su explotación.

El programa también pretendía: la titulación y formalización de la propiedad de la tierra a todo tipo de ocupación de la tierra, ya fueran colonos, ocupantes, arrendatarios, aparceros, terrazgueros, agregados, etc. Eliminarían todo tipo de explotación atrasada de la tierra, anularían las deudas contraídas por los campesinos.  Respetarían la propiedad de los campesinos ricos, así como las formas industriales del trabajo de campo; otorgaría crédito, suministros de semillas, asistencia técnica, herramientas, maquinaria, etc. Organizarían servicios de sanidad con atención de salud pública, erradicarían el analfabetismo y crearían un sistema de ingreso a estudios superiores; arreglarían la vivienda campesina y mejorarían las vías de comunicación y garantizarían precios de sustentación a los productos campesinos.

De otro lado, protegerían las comunidades indígenas, otorgándoles tierras suficientes para su desarrollo. Estabilizarían una organización autónoma de las comunidades indígenas, respetando sus cabildos, cultura, lengua y organización interna.

Y para la realización del programa agrario revolucionario debería existir una alianza obrero-campesina y del frente único de todos los colombianos, para eliminar la vieja estructura latifundista de Colombia,  para ello invitan a participar a todos los campesinos, obreros, empleados, estudiantes, artesanos, pequeños industriales, a la burguesía nacional, a los intelectuales demócratas  y revolucionarios, a los partidos políticos de izquierda.   Este programa fue firmado por los 28 campesinos alzados en armas que crearon las FARC, con la participación de más de mil campesinos civiles.

Este programa no incluía el cambio de estructuras económicas, ni pretendía la formación de un gobierno socialista.

Ni esta propuesta ni los reclamos de los campesinos sin armas fueron atendidas, así que ante la ineficiencia de la Ley 135 de 1961 las luchas campesinas por reivindicaciones continuaron de manera permanente.

Carlos Lleras Restrepo se postula para las elecciones de 1966 y propone una reforma Agraria Definitiva así como la organización campesina, propuestas con las que convence a los campesinos para que voten por Él.  Efectivamente con el respaldo de los campesinos y por el arreglo bipartidista  es Lleras elegido  Presidente. Dice Lleras: “La gran mayoría de los hombres del campo en Colombia, se encuentran marginados del proceso de desarrollo, son sujetos aislados que se limitan resignadamente a subsistir”. Es decir, la oligarquía no reconoce las luchas campesinas, o no querían reconocer que había un gran grupo de hombres y mujeres del campo que estaban exigiendo sus derechos. Continuaba Lleras, “Estos colombianos deben ser vinculados a la vida actual del país y sin temor a error, puede afirmarse que cualquier política que persiga su cambio social, una transformación nacional plena, debe ir a recuperar a los campesinos, una clara intención de inclusión en el desarrollo del país”[4], expresiones que no son otra cosa que arrogancia de la oligarquía.  Una vez presidente incumple la realización de la Reforma Agraria propuesta, pues el congreso de la república se opone a ello, los campesinos se preguntan, ¿se pueden creer las promesas de la oligarquía? La  segunda promesa  de Lleras busca   crear una organización campesina, la argumenta así: “Organizando a los campesinos, acostumbrándolos a que decidan, a que emitan opiniones, les estaremos abriendo la posibilidad de tomar decisiones sobre los asuntos de interés público”. Y las luchas y los reclamos que los campesinos había ejecutado, no era emitir opiniones, no era tomar decisiones sobre los asuntos de interés público, estas palabras lo único que muestran es que la oligarquía  en el poder no escucha y subestima al pueblo. 

El 2 de mayo de 1967 Lleras emite el decreto 755 que da forma a la organización campesina, y el Ministerio de Agricultura promulga la Resolución  061 de 1968 para reglamentarla.  Durante la campaña de organización campesina se realiza la “primera” movilización organizada por campesinos, recordada como “la gran marcha campesina”, realizada el 2 de julio de 1968. Los campesinos salieron  de 155 sitios diferentes del país, movilizando alrededor de Un millón doscientos mil campesinos[5]. Con las normas elaboradas para la organización campesina, el Ministerio de Agricultura realiza las gestiones para que en los municipios los campesinos se organicen en Asociaciones Municipales de Usuarios Campesinos, de estas organizaciones nacen las Asociaciones Departamentales de Usuarios Campesinos, y de las organizaciones Departamentales se organiza la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos ANUC.  La ANUC consigue aglutinar 968.490 campesinos en 496 Municipios del País[6]. La ANUC  organiza su primer Congreso el 7 de Julio de 1970. Pero, ¿cuál era el propósito de tanta generosidad de la clase gobernante para con el campesinado? Más tarde se comprobó que la razón para la creación de la ANUC no era otra que gratar al campesinado, para que éste respaldara las políticas públicas, así como restarle  apoyo a las luchas campesinas por la tierra; se buscaba que la ANUC fuese   una organización al servicio de la clase gobernante.  La  oligarquía, que desprecia al pueblo, no otorga nada gratis. Llegado el último gobierno del Frente Nacional, el Señor Misael Pastrana Borrero, perteneciente al partido conservador,   a pocos días de su posesión, el 4 de noviembre de 1970, emite  el Decreto 2098 con el cual se constituye el CERA (Comité Ejecutivo de Reforma Agraria) comité que fue constituido por miembros de los partidos políticos, para nada se tuvo en cuenta la recién creada organización campesina, una vez más los campesinos son   invisibilizados. Este comité tenía como fin generar un reporte de recomendaciones sobre la situación de la Reforma Agraria;  y el comité muy diligentemente  en menos de tres meses, el 30 de enero de 1971, entrega el informe. Allí  se consignan los intereses de la clase dominante, se habla de replantear la reforma agraria, restándole importancia a la distribución de tierras. Es  así como Pastrana desatiende las peticiones del acceso a tierra por parte del campesinado. En enero de 1972 Pastrana Borrero proclama “El pacto de Chicoral”, pacto en el cual se construye consenso entre los partidos para modificar la Ley 135 de 1961, se redefine el significado de una explotación adecuada de la tierra, establece mínimos de productividad, otorga estímulos para la inversión privada y fortalece las herramientas para la actuación de la fuerza pública, para responder a las “invasiones” de los campesinos. Represión  y bala  para el campesino en vez de tierras. En el año1973 emite la Ley 4 de 1973, la cual recibe el apoyo de todos los sectores políticos, incluyendo al Llerismo, toda la clase oligárquica unida; ley en la que se fortalece el uso de la fuerza contra los campesinos. Ese  mismo año, también, emite la Ley 5 de 1973, para el otorgamiento de créditos de fomento al campo, pero los campesinos no pueden acceder porque no tienen tierras, esta ley otorga créditos a los profesionales del agro para compra de tierras. A esta actuación oligárquica la ANUC la llama   “el gobierno que traicionó el campo”. Por esta razón la ANUC en sus inicios se independiza del gobierno, no sirviendo a los intereses de la clase gobernante. El  5 de Junio de 1971 la ANUC proclama su plataforma ideológica, en la que se declara como una “organización autónoma y que  lucha por una Reforma Agraria Integral y democrática”, y se propone ir más allá del modelo actual, dice la proclamada plataforma, “…que entiende que para superar el atraso económico del país y lograr el bienestar general del pueblo colombiano es necesario romper las actuales estructuras de dominación internas y externas que han beneficiado a una reducida clase explotadora”. Más adelante agrega: “…comprometidos con el cambio estructural y la liberación de nuestra patria de toda forma de dominación y coloniaje”.  Se declara independiente del gobierno y de los partidos políticos, exige respeto al derecho de los campesinos, expropiación de latifundios improductivos y de los monopolios extranjeros. Busca  que se limite la propiedad, desarrollo planificado, garantía de servicios básicos a las familias campesinas, eliminación de todo tipo de servidumbre pre-capitalista, nacionalización del crédito, nacionalización de las importaciones, elevación del salario mínimo, progreso para los indígenas, educación para los jóvenes campesinos, respeto por las tomas campesinas de los latifundios, precios sustentables, reforma tributaria que grave  a los grandes capitales, participación decisoria de las asociaciones de usuarios campesinos, para ello proponen la lucha en unión con la clase obrera, intentando lograr una democracia  popular; así mismo exhorta a los campesinos a leer, estudiar, divulgar y apoyar la lucha por esta plataforma ideológica.  Definitivamente, los campesinos no son seres resignados, que se limitan a subsistir como lo decía Lleras. Y  a pesar de la represión y uso de la fuerza estatal, la ANUC, como respuesta a la desatención a sus peticiones, el 21 de febrero de 1971 recupera  1260 haciendas, es la mayor  recuperación de tierras de la historia de Colombia.    Entre  1971 y 1978 realizó un total de 1031 tomas de tierras.  El papel de la mujer en la lucha campesina  fue decidido, siempre luchando al lado de los hombres, tanto así que la ANUC tuvo que crear la Secretaría de la Mujer, como respuesta a la presión de la mujer. Desafortunadamente la falta de conciencia de clase de la mayoría de campesinos llevó a que dos años después de organizada la ANUC esta sufriera su primera fractura, se divide en dos visiones, la que se conoce como la línea Armenia, que se plegaba al gobierno y la línea Sincelejo, que optaba por un independencia total de la clase gobernante. Posteriormente  trataron de reunificarse, pero no fue posible, de esa división nace una nueva organización conocida como ANUC-UR (Unidad y Reconstrucción). Los campesinos aglutinados en la ANUC se lanzan a la aventura de conformarse en partido político, obteniendo un resultado desastroso en las elecciones de 1978, de ahí en adelante la ANUC se desvanece.  Paralelamente a  la caída de la ANUC surgían nuevas organizaciones campesinas, algunas de ellas independientes y otras ligadas a los partidos de Izquierda, entre ellas FENSUAGRO, cuyo objetivo es la transformación social, o sea, la necesidad de construir una nueva sociedad basada en la justicia social al lado de los trabajadores del campo y la ciudad, así que su meta central es construir el socialismo.  Pero ninguna organización ha tenido real convocatoria campesina. FENSUAGRO es una organización mixta,   a pesar   que no es fácil documentar el papel de la mujer, ella siempre ha estado al lado de los hombres. El movimiento campesino, al igual que los demás sectores sociales, se sintieron fortalecidos por la magnitud del primer Paro Cívico Nacional de septiembre de 1977, éste dio cuenta del inconformismo reinante hacia el modelo de producción   y hacia la clase política dominante del país.  Mostró  la diversidad de procesos que se gestaban en pos de combatir a la clase oligárquica excluyente.

En los años setenta del siglo XX, Colombia experimenta grandes cambios en gran medida por la bonanza cafetera, la profundización industrial, la consolidación del capitalismo agrario, la expansión petrolera y minera, por  el auge del contrabando y del narcotráfico principalmente. El problema organizativo campesino  se centra en que los campesinos y trabajadores agrarios tienen poca conciencia de clase, dejándose absorber por el poder central,  abandonando, de paso, la lucha por la tierra.

Ni en el gobierno de López Michelsen (1974-1978) como tampoco en el gobierno de Turbay Ayala (1978 -1982) se habla de Reforma Agraria. Durante los dos periodos el  descontento social se atiende con  el lenguaje de la represión, lenguaje de clase gobernante de siempre.  En el gobierno de Belisario Betancur (1982 -1986) se promulga la ley 35 de 1982 conocida como Ley de amnistía, con la cual se le encargó al INCORA dotar de tierras y provisión de otros servicios a las personas indultadas. También, se estableció el Plan Nacional de Rehabilitación (PNR).  En el gobierno de Virgilio Barco se emite la Ley 30 de 1988, con el fin de disminuir los recursos que se le otorgaban al INCORA, y se conformaron los planes: Plan de Alimentación y Nutrición (PAN), Fondo de Desarrollo Rural Integral (DRI) y el Plan Nacional de rehabilitación (PNR).  En los ochentas del siglo XX se generaliza la violencia, con un gran avance de las organizaciones guerrilleras, así como de grupos mafiosos y los paramilitares. Así que las luchas campesinas se vieron al lado de los grupos rebeldes, como parte de la rebelión de los sectores populares.  En este periodo se destaca la mujer dentro de la lucha campesina. En 1984 nace la Asociación Nacional de Mujeres Campesinas e Indígenas de Colombia (ANMUCIC),  conocida hoy como Asociación Nacional de Mujeres Campesinas, Negras e Indígenas de Colombia. ANMUCIC es una organización gremial de género, de servicio social, que se organizó inicialmente en torno a la gestión de los programas oficiales para mujeres, y, prontamente, asumió la defensa de los intereses específicos de las mujeres campesinas. Actualmente está constituida por 27 asociaciones departamentales de mujeres campesinas, indígenas y negras, las cuales aglutinan asociaciones primarias de carácter municipal y corregimental, de la misma naturaleza, cuyas asociadas están vinculadas al área rural o que han sido desplazadas por la violencia. Su mayor presencia se encuentra en Boyacá, Huila, Cundinamarca, Chocó, Quindío, Arauca y Atlántico.

En el gobierno de César Gaviria se pasa del modelo de desarrollo Industrialización por Sustitución de Importaciones –ISI-, al modelo de libre cambio. Dentro de esta lógica, se definió el mercado de tierras, el cual funcionaba con el otorgamiento subsidios para la compra de tierras por parte del campesino. Pero al final fue letra muerta.

En los noventa se lleva a cabo  el mayor acontecimiento político de la época, la promulgación de la   “Nueva Constitución Política Colombiana”, promulgada en 1991. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica CNMH,  refiréndose al Movimiento campesino,Para la época se planteaban temas y retos ante los cuales el campesinado debía pronunciarse. Uno de ellos es la Constitución de 1991, que consagra muchos derechos sociales y mecanismos de participación y un nuevo proyecto de ley de reforma agraria que imponía un nuevo esquema de reforma a través del mercado. A las luchas tradicionales por la tierra y la política agrícola, se han unido en los últimos años protestas por los derechos humanos y por las necesidades básicas como infraestructura y servicios, lo que hace a los campesinos participantes de las crecientes luchas cívicas. Entre las 158 luchas agrarias de 1991 a 1994, hubo 27 paros cívicos con participación campesina, 82 movilizaciones y 43 tomas de entidades[7].

La tercera mal llamada Reforma Agraria se dio con la Ley 60 de 1994 en el gobierno de Samper, la cual deroga la Ley 135 de 1961,    el fin era   facilitar la negociación directa entre propietarios y campesinos, pues pretendía disminuir la intervención del Estado, esta norma no tiene muchas diferencias con la  derogada Ley 135 de 1961. Se originan las llamadas Zonas de Reserva Campesina, estas se lograron gracias en parte  a la lucha de los campesinos de la región del Duda (Meta). Los campesinos agrupados en ANZORC entienden las zonas de reserva campesina como:  la única figura jurídica que reconoce al campesinado, su derecho a la tierra, alternativa de permanencia en el territorio, una herramienta para combatir el latifundio, elemento central de la persistente crisis agraria del país; una apuesta por soberanía alimentaria que genera respuestas ante la crisis alimentaria mundial, desde la eficiencia demostrada de la pequeña propiedad rural en articulación con los centros urbanos; una alternativa real de sustitución a los cultivos de uso ilícito, y un camino hacia la construcción de modelos de vida en equilibrio con la naturaleza[8]

El gobierno de Misael Pastrana (1998 – 1982) no acata lo referente al acceso a tierras, éste  distrae al pueblo en general  con la  búsqueda de la paz por la vía del dialogo, desde luego que la intención no era la paz con la guerrilla sino el fortalecimiento del estado, para dotar de más poder a las alicaídas fuerzas militares.  Una vez terminado los diálogos implementa el plan Colombia, otra intromisión de los Estados Unidos. En cuestión económica se dedica a atender la crisis económica ocasionada por los UPAC, para lo cual se crea el 2 por mil, que luego se convirtió en el 4 por mil. Y  de otro lado, hubo que dirigir el presupuesto para la reconstrucción del eje cafetero. En este periodo se incrementan los grupos paramilitares.

Las dos administraciones de Álvaro Uribe Velez (2002 – 2010) se dedican a buscar el sometimiento de las FARC por la vía armada, se destaca en esa lucha los mal llamados falsos positivos, en los que se eliminaron civiles  en su mayoría   campesinos  haciéndolos pasar por guerrilleros. En política Agraria se recuerda la sustitución del INCORA, por el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (INCODER) a través del Decreto 1306 de 2003, y su modificación con el Decreto 3759 de 2009.  Este Instituto estaba adscrito al Ministerio de Agricultura. Otro hecho de la época en cuanto al sector agrícola es la adquisición del crédito externo de US$ 30 millones, con la Banca Mundial para la financiación del proyecto “apoyo a la Transición de la Agricultura y el Medio Rural en Colombia para el periodo 2005-2008”. Y, por último, la emisión de la Ley 1133 de 2007 con la que se creó e implementó el programa Agro Ingreso Seguro –AIS, destinado a proteger los ingresos de los productores que resultaran afectados con la internacionalización de la economía, dineros que fueron apropiados por un minúsculo grupo de personas y que llevó a la cárcel a su Ministro de Agricultura.  En este periodo se incrementa el número de desplazados, según FENSUAGRO, “el campesinado no sólo se enfrenta al viejo terrateniente, el campesinado se enfrenta a un enemigo más moderno y poderoso, esos son las transnacionales que llegan por nuestros recursos naturales, tierras y todo lo que le huele a riqueza”. Y, como dijera un líder indígena, “Los paramilitares limpian los territorios de indios y campesinos, después llegan las transnacionales a imponer su ley[9]. En Respuesta a la agresión interna y externa las organizaciones campesinas luchan por la unidad tanto de los campesinos organizados como de distintos sectores sociales, para 2003 se inician procesos de unidad de las organizaciones campesinas, como: la Coordinadora Nacional Indígena y Campesina (Conaic), el Consejo Nacional Campesino (CNC), la Convergencia Nacional Campesina Negra e Indígena de Colombia (CNI), y años más tarde, la Mesa Nacional Agraria, y la más reciente la Coordinadora Nacional Agraria y Popular (Conap). En  el gobierno de AUV se destaca un hecho mendaz como fue la supuesta entrega de los paramilitares.

Durante los dos periodos de gobierno de Juan Manual Santos, éste se dedica a someter a las FARC por la vía del dialogo, dichos diálogos se inician en el 2012 y terminan con el sometimiento de las FARC en 2017. Los  acuerdos    fueron sometidos a referendo por parte del pueblo colombiano, referendo que fue acogido en los campos   donde la guerra fue más cruenta.  Para  atender las demandas de la oposición el presidente realizó modificaciones a lo inicialmente  acordado entre las partes,  logrando la aprobación de los mismos.  No obstante, el acuerdo acepta que el conflicto armado fue provocado por la tierra y establece el compromiso de la clase gobernante de poner en marcha un programa de reforma agraria integral. El acuerdo propone usar el Fondo de Tierras, el cual está integrado por las propiedades revertidas al Estado por diferentes tipos de extinción de dominio (delitos, ilegalidades en su adquisición, ausencia de explotación por el periodo mínimo legal), para conformar fincas campesinas. A estos se añaden expropiaciones y compras, áreas recortadas a las zonas de reserva natural y  baldíos en zonas aptas para cultivos campesinos.  Suponen la existencia de 3 millones de Has para la reforma. De otro lado propone expedir títulos   de propiedad para 7 millones de hectáreas, cifras no constatadas. Y Obliga a la clase gobernante a hacer un catastro rural de calidad, que sirva de base para un buen sistema de impuesto predial rural, con impuestos más progresivos que los actuales. Otro aspecto propuesto es cerrar la frontera agraria.  Pero la hipocresía de la clase dominante y la clase gobernante es la reinante, mientras Santos negociaba una reforma rural integral, por otro lado sancionaba la Ley Zidres, Ley 1776 de 2016, ley que se concreta como el sumun de la concentración de tierras;  afirma el Profesor Libardo Sánchez,  refiriéndose a la naturaleza de dicha Ley, “la tierra debe ser manejada  por los grandes capitales nacionales (terratenientes) y las transnacionales”.   Pero en realidad no es posible la integración entre grandes inversionistas detentadores del gran capital y el campesino raso.  En este gobierno en el 2015 se acaba con el INCODER y se crea la AGENCIA NACIONAL DE TIERRAS.   El  artículo primero del decreto 2363 de 2015 dice,  “Créase la Agencia Nacional de Tierras, ANT, una agencia estatal de naturaleza especial, del sector descentralizado de la Rama Ejecutiva del Orden Nacional, con personería jurídica, patrimonio propio y autonomía administrativa, técnica y financiera, adscrita al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, como máxima autoridad de las tierras de la Nación en los temas de su competencia”. Otro ente con el que se supone se entregará tierra del Fondo de Tierras y se realizará titulación y formalización de predios a gran escala.

Sucede al gobierno de Juan Manuel Santos su opositor  el  ex presidente Álvaro Uribe Vélez, a través de su candidato Iván Duque (2018-2022)    quien como se sabía no cumpliría  los acuerdos. Tampoco está  interesado  en darle solución a la ausencia de tierras por parte de los campesinos. Lo cierto es que se incrementó   el asesinato de líderes sociales sobre todo de reclamantes de tierra,  en  menos de dos años los asesinatos se cuentan por centenares.

En conclusión, las respuestas de  las clases dominantes, incluidos  los terratenientes,   a los reclamos de acceso  a tierra por parte de los campesinos, por un lado han sido  sangre y fuego, y por otro lado el incremento de la concentración de la tierra.    Un estudio de FEDESARROLLO (2017) concluye que: “Aproximadamente 806.622 hogares rurales, equivalentes al 53 por ciento de los que se dedican a actividades agropecuarias, nunca han tenido tierra” Por su parte, el DNP apuntó que 63 por ciento de los predios del país son microfundios con menos de tres hectáreas. La Oxfam, confederación internacional que realiza labores humanitarias en 90 países, evidenció que la alta concentración de la propiedad de rural viene de atrás: en 1984 el coeficiente Gini era de 0,83 y afirma OXAFM: “estamos entre los países más desiguales en distribución de la tierra: el 1% de los individuos  tiene en su poder el 81% de las fincas de mayor extensión en Colombia”.  El   índice de Gini en cuanto a la concentración de tierras hoy es del 95%. Todo indica que, por ahora, la clase dominante va ganando la lucha contra los campesinos y el pueblo en general.


Dilia Nelma Forero Sánchez
Ex catedrática Universitaria
Ex Alcaldesa
Lideresa social.


[1] Manuel Quintín Lame Chantre (Hacienda Polindara, sector El Borbollón, municipio de Popayán (Cauca), 26 de octubre de 1880 - Ortega, Tolima 7 de octubre de 1967) fue un líder indígena colombiano, que vivió a principios del siglo XX la violencia bipartidista colombiana y la explotación de los grupos indígenas y se caracterizó por sus luchas en defensa de los pueblos indígena. Wikipedia.
[2] Shameel Thahir Silva. web: https://twitter.com/ShameelThahir. Politólogo y Magister en Estudios Políticos Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Colombia. Profesor universitario. Ciclista urbano. Militante del Colectivo Zoolodistri, la Unidad de Procesos Populares de Bogotá y el Movimiento Político Marcha Patriótica.
[3] Arenas Jacobo. Diario de la resistencia de Maquetalia. Tercera Edición.2000
[4] ANUC. Organización, roles de dirección, control y disciplina. 2019
[5] Ibid 4
[6] Ibid 4
[7] CNMH  Movimiento campesino.
[8] Marcela Pinto. Evaluación Taller de Impulso de ZRC en el Catatumbo,  el 15 y 16 de julio de 2011 Municipio de la Gabarra. Tomado de  WWW. ANZORC.COM/QUIENES SOMOS
[9] PRENSA RURAL. ¿Quién es fensuagro? Tomado de: www.prensarural.org/fensuagro

sábado, 9 de mayo de 2020

Marquetalia lecciones no aprendidas. Tercera Parte



*Libardo  Sánchez Gómez
TERCERA  PARTE. Primera Marquetalia.

Los 48 campesinos marquetalianos alzados en armas amparaban su alzamiento armado en el derecho universal a la rebelión, como único medio posible para defender su vida y la de sus familias del ataque cobarde de la oligarquía. En su guerra defensiva Manuel Marulanda manifestó, “En esta lucha iremos acompañados de todo el pueblo, de todos los guerrilleros y guerrilleras que vayan surgiendo para encarar la lucha armada contra el despotismo, por las libertades para el pueblo y por una democracia efectiva…”, y  agregaba, “…mientras luchamos por esas libertades estamos luchando por el triunfo de la revolución, por el socialismo” (Jacobo Arenas)
En  una de las tantas asambleas, realizadas en los ratos que le robaban a la guerra, Manuel Marulanda en su intervención dijo, “Voy a exponer  quince puntos  sobre problemas militares, táctica y disciplina general…, cuestiones de orden interno, externo, conducta con las masas, relaciones políticas entre los guerrilleros…, imperialismo y la revolución, reforma agraria revolucionaria, moral del combate revolucionario, libertades democráticas, colectivismo revolucionario”. Consideraba que el guerrillero debe “prepararse en todos los terrenos tanto en el político como en el militar”. En cuanto a la disciplina interna hacía énfasis de manera especial en resguardar  los secretos del movimiento guerrillero, “Hay –decía- compañeros que charlando, contándole cosas a su mujer, o a su amigo, se van de la lengua y van soltando los secretos a su mujer… hasta que el secreto llega a oído del enemigo”. Recomendación no atendida, asunto que le costó la vida a más de uno, caso del Mono Jojoy e incluso a Raúl Reyes. Era muy importante   la moral del combatiente guerrillero, “la moral no tiene porqué flaquear ni en el momento del combate ni en ningún otro momento”. “Nadie tiene porqué sentir miedo. Si la aviación está ametrallando y las bombas están cayendo cerca del guerrillero no tiene porqué amilanarse. …Cuando los aviones ametrallan o bombardean, lo están haciendo a tientas, no están apuntando a cada uno de nosotros, porque no nos ven”.  “Y  Como nosotros no tenemos aviones ni armas antiaéreas no tenemos porqué ocuparnos de la aviación. Dejarla que ametralle, que lance bombas, y cuanto más grandes y poderosas, mejor. Que lance propaganda, bacterias; que gaste presupuesto”.   Respecto a la honradez revolucionaria advertía, “El guerrillero no tiene porqué manchar sus manos con las cosas de la gente; en cambió todo lo que tomemos al enemigo es bueno; esas expropiaciones que hacemos al gobierno, a los grandes latifundistas, a los reaccionarios llevan pavor a sus filas, les ponen los pelos de punta, se desmoralizan; y cuando eso ocurre los altos militares se desesperan, lanzan palos de ciego y nos dan la posibilidad de golpearlos con mayor eficacia”.   Respetamos los bienes del pueblo, y no solo los respetamos sino que los defendemos, si se quiere al precio de nuestras propias vidas, porque somos una parte del pueblo”. De manera tajante dejó muy en claro, “Nuestra actitud tiene que ser de amor al pueblo, de defensa del pueblo, mientras la de las fuerzas armadas oficiales es del odio al pueblo, de violencia, de robo y guerra”.
Resalta Jacobo Arenas que para Marulanda era sumamente importante “la cuestión del colectivismo revolucionario”. Manuel sostenía que _“Desaparecida la propiedad individual  y todo sea de propiedad colectiva, todos estamos obligados a cuidarla, a no malgastarla,  porque el pueblo nos pedirá cuentas”_ y remarcaba: _“Debemos desde ahora ir educándonos en el espíritu colectivista, en el amor y el respeto por lo colectivo, de la propiedad colectiva”.  Dentro de los quince puntos, también, se refirió al imperialismo yanqui como “nuestro enemigo mayor”. Lo consideraba como enemigo de todos los pueblos del mundo. _“Los enemigos que combatimos aquí en estas selvas no son más que la tropilla al mando de los imperialistas”. Pero esa tropilla no va a la selva a enfrentar la guerrilla”. Resaltaba  _“…Los altos mandos militares, los banqueros, los grandes industriales y comerciantes, los grandes latifundistas, los políticos de alto coturno no vienen aquí, porque ellos, en primer lugar, le tienen mucho miedo al pueblo en armas, y en segundo lugar porque no están  en capacidad física de hacerlo. Por eso mandan a sus tropas engañadas”. “Por eso recurren a la mentira y a las armas vedadas (guerra biológica) Por eso se apoyan en el imperialismo. Y concluía _”Si no fuera por la ayuda norteamericana, pronto daríamos buena cuenta de la oligarquía”.
Manuel Marulanda no se desesperaba por lo tortuosa y demorada que se tornaba la guerra contra los enemigos de las clases populares y el imperialismo, entendía que es un problema de conciencia popular. Pensaba que  mientras la conciencia de clase esté anestesiada por la ideología burguesa, la lucha de los revolucionarios, sus consignas, su línea, no prenderán con suficiente fuerza en el pueblo, único capaz de realizar la revolución”. La  falta de   conciencia de clase en aquella época como hoy es un eterno problema en el seno de las clases populares, a la gente no le gusta reconocer que es pobre, hoy día una persona que obtiene ingresos mayores a doscientos mil pesos se siente rico, así le duela la úlcera gástrica causada por las diarias aguantadas. La ausencia de conciencia social lleva a los pobres a seguir y a elegir como sus representantes a sus antagonistas de clase, algo así como poner a cuidar el queso al ratón.
Terminada la exposición   del comandante Manuel, se retornó a la realidad que imponía la guerra. El  10 de julio de 1964 se hace necesario   abandonar de prisa la caleta, un guerrillero de la “avanzada” llega con noticias preocupantes. Por un lado se teme un ataque por parte de las tropas gubernamentales y por otro lado hay mucha gente enferma; así mismo,   ocurrió un hecho   grave  y doloroso, el indígena Andrés, quien había evadido exitosamente el fuego enemigo sucumbió en una trocha al pesado fardo que llevaba a la espalda, se enredó en una raíz y el lazo con que aseguraba el bulto de 60 kilos de maíz lo estranguló. Eso sí se le despidió con todos los honores, se efectuó una cena especial en su honor; su hermano Carolito, manifestó, -“En la muerte de un hombre como mi hermano hay que atender a la gente aunque sea con gallina”, y para todos hubo abundantes pierna pernil y pechugas.
 La  nueva caleta  en el sector conocido como La Hacienda quedó también camuflada que el enemigo no podía otearla ni siquiera bajo sus narices; no obstante, esa sensación de seguridad  producía cierta desazón en la tropa guerrillera, así que ante la inacción Manuel ordena hacer varias tareas tendientes a provocar a la tropa. En primer lugar deciden cocinar de día, pues el humo atrae al enemigo como la carroña a los gallinazos.    Las columnitas de humo sirven para que el enemigo, sin esfuerzo alguno, los localice. Sin embargo, como las señales de humo  no fueron suficientes para agitar el enjambre militar, buscando acción   deciden   mudarse a “Villa Caranga”, le llaman así porque abundan unas pequeñas garrapatas conocidas con tal nombre.  La Villa es una pequeña meseta pestilente y húmeda cubierta de grandes árboles bajo los cuales se puede burlar las balas de la aviación. Pero ante lo intolerable de la inacción, el 8 de agosto sale un cuerpo armado en busca del enemigo, iniciando a partir de entonces la línea de movilidad total. Parten  51 unidades. El 10 de agosto se consiguen los frutos deseados, en un solo enfrentamiento dan de baja a más de 20 militares, el reporte oficial reconoció 9 muertos y 2 heridos; así mismo, recuperaron cinco fusiles automáticos M1 y cuatrocientos proyectiles punto 30. De ese tamaño fueron las acciones en el inmediato futuro.
Pero la movilidad total implicaba que no se debía  tener gran cantidad de provisiones cerca de las áreas de combate. Entonces, tuvieron que alejar a un sito alejado varios kilómetros 300 bloques de sal y varias toneladas de maíz, de esta manera podían disponer de toda la fuerza  humana para afrontar con éxito la guerra.
Mientras los guerrilleros festejaban, en el campamento militar el ambiente no era el mejor, _ “Es el horror”_ comentó  Currea Cubides, comandante de la Operación Marquetalia, _”No es posible que estando esa gente casi toda muerte, recibamos semejantes golpes”_. Y trinó, _”que digan algo el comandante Gil y el mayor Torres”_
Ante la incapacidad para perseguir y enfrentar a la guerrilla las tropas gubernamentales enfilaron sus armas contra los campesinos desarmados. El 19 de agosto, la radio informa que “Tiro Fijo es perseguido” y que “ha perdido ochenta de sus hombres”; según Jacobo Arenas, “Esto indica que  el gobierno y los altos mandos militares aceptan haber asesinado ochenta personas desde que comenzó la Operación Marquetalia”. No obstante, en la realidad “los asesinatos perpetrados hasta hoy por las fuerzas oficiales pasan de 200” (Jacobo Arenas) Entonces, como no obtenían los resultados esperados impulsaron una táctica impuesta por el Comando Sur: aislar a la guerrilla de las masas. Currea Cubides dijo, _”Las masas  son las responsables de los golpes que venimos sufriendo”. Así que en el término de 24 horas obligaron a los campesinos de varios lugares, entre otros, de las veredas de El Puerto y El Socorro a abandonar sus ranchos y sus fincas. Pero no contaban con que los guerrilleros ya estaban esperando a los campesinos en los nuevos sitios de exilio. Tampoco contaban con que  a una guerrilla móvil le da igual que la gente esté aquí o allá.   Esta  aberrante práctica de “quitarle al pez el agua” se sigue implementando en todo el territorio colombiano, ahora el Pentágono la reforzó con la criminal idea del “enemigo interno”. Tales concepciones al día de hoy han provocado alrededor de 8 millones de campesinos desplazados dentro del territorio nacional, asesinados más de cinco mil miembros del partido político Unión Patriótica UP, genocidio reconocido por el mismo Estado,  cientos de exiliados, más de 5 mil “falsos positivos” y, lo peor de todo, cientos de líderes sociales asesinados. Respecto de asesinato de líderes sociales, recientemente la Fiscalía hizo público algunos videos recopilados en el seguimiento al reconocido narcotraficante apodado el Ñeñe, íntimo amigo de infancia del actual presidente Iván Duque; en uno de ellos, el presidente Duque le dice al Ñeñe, _“Hablé con Álvaro Uribe y le manifesté que ya era hora de parar el asesinato de líderes sociales, pero Uribe no quiere…” saquen ustedes sus propias conclusiones. CONTINUARÁ.
*Libardo Sánchez Gómez. Ex catedrático universitario. DMV. Msc. Economía.