lunes, 30 de septiembre de 2019

Iván a la guerra va


Libardo Sánchez Gómez*
El temor enfermizo de Álvaro Uribe a lo que Él llama el castro-chavismo y todo lo que tenga que ver con la transformación social y económica de la vieja sociedad, cuyos formatos están agotados, podría hacer que su mascota Iván Duque nos embarque en una confrontación armada  entre los pueblos   venezolano y colombiano. El miedo  no solo de Uribe sino de la rancia   oligarquía  colombiana a la revolución venezolana, o lo que es lo mismo a “la amenaza a  la paz regional”, no encuentra otra salida que una guerra para truncar el proceso revolucionario. Por otro lado los gringos tienen puesta la mira en los recursos naturales venezolanos,  las reservas más grandes de petróleo, oro y coltan del mundo. Iván Duque funge no sólo como mascota de Uribe sino como el cachorro más fiel con que EEUU cuenta en el hemisferio occidental. Y las mascotas como las marionetas se mueven al ritmo que las mueva el amo y/o el titiritero.
El  chavismo a través de las urnas  arrebató el poder a la oligarquía venezolana, con la mira de superar el capitalismo, para llevar  a Venezuela al socialismo del siglo XXI (una sociedad equitativa)  En  más de veintidós procesos electorales la oligarquía, salvo contadas excepciones, fue abrumadoramente  derrotada. Además, como un agregado incómodo,  es una afrenta el que “un simple chofer”  sea el presidente. Lo cierto es que, aún  hoy día,  ningún candidato de la oposición tiene opción alguna en las urnas frente  a cualquier miembro del chavismo incluso   el mismo Nicolás Maduro. Al gobierno de Maduro se le tilda de dictadura, solo que es la única “dictadura” en el mundo que se mantiene en el poder gracias al favor popular en las urnas, y que eligió mediante el voto libre una Asamblea Constituyente conformada por 554 miembros provenientes de todas las tendencias políticas incluida la oposición a la cual el mismo  presidente está supeditado.   La  cuestión es que si la Revolución Bolivariana (“dictadura”) tiene éxito en Venezuela podría producirse un efecto dominó en toda la región. Así que, con la vía electoral inalcanzable, la oligarquía, al servicio del imperio gringo, para acceder al poder no   tiene otro camino   que el de las acciones violentas. 
 La CIA ha sido la Entidad encargada de diseñar las tácticas y estrategias para derrocar al gobierno venezolano en cabeza de Nicolás Maduro. Para llevar a cabo su trabajo la CIA cuenta con los servicios de las oligarquías venezolana y colombiana, los paramilitares, así como con los regímenes de los países pertenecientes al denominado “Acuerdo de Lima”,  la OEA y la misma ONU. A propósito de la ONU en la reciente Asamblea Iván el Terrible   de can pasó a oso, y descomunal, en su afán de desprestigiar a Nicolás Maduro, presentó ante el organismo mundial lo que Él llama el “Dossier de pruebas” del apoyo de Venezuela  a Santrich, Iván Márquez y al ELN, preparado por la “inteligencia militar”;   y como era de esperar dichas  “pruebas” fueron otro falso positivo, especialidad de la casa;    la foto en la que aparecen unos niños bailando felices con los guerrilleros no fue tomada en una escuela del Táchira, como dijo el principito mentiroso,   en realidad era una alegre fiesta dicen unos llevada a cabo en el     Cauca y otros en Nariño a principios de siglo. Las demás fotos también fueron tomadas en territorio colombiano.  La    lista de obvios montajes dio pie para que Maduro lo tratase de “imbécil” y la Vicepresidenta Delcy Rodríguez ante la ONU lo declarara  “solemne mentiroso”.   Se podría pensar que Nicolás Maduro actúa como “el llanero solitario,  pero no es así, pues cuenta con aliados de altos quilates: China y Rusia, que en lo militar y económico están por encima de todos sus enemigos, incluidos los mismos gringos.  Maduro, también, cuenta, entre otros   aliados con   Cuba, Bolivia, Turquía y Corea del Norte;  el servicio secreto de Cuba, uno de los mejores del mundo, anticipa cualquier jugarreta  contra el gobierno venezolano. El oso ruso ya plantó sus garras desde el Esequibo hasta el Golfo de Venezuela, otrora Golfo de Maracaibo cuando era compartido con Colombia, y ya no hay manera de limarle las garras. China, también, tiene puesto el ojo en el Coltán, el oro y, por su puesto, en los hidrocarburos.  El hueso está duro de roer.
La primera estrategia, dentro de la guerra sicológica, para derrocar al gobierno chavista era   desprestigiar al presidente Maduro, se inició acusando de narcotráfico a su entorno familiar, los hijos de su esposa Cilia  fueron detenidos en EEUU acusados de narcotraficantes. A muchos de los funcionarios y allegados al gobierno, también, se les tildó de narcotraficantes y se les suspendieron las visas.   La segunda medida consistió en llevar a cabo hechos de violencia en las calles,  agentes encubiertos de la CIA, de la seguridad colombiana y paramilitares colombianos,   se encargaron de asesinar miembros de la fuerza  pública, simpatizantes del chavismo e incluso a los mismos  opositores,   de tales crímenes se acusó ante la ONU a agentes gubernamentales venezolanos. Pero la   almendra de la guerra contra el pueblo venezolano era el hambre y las enfermedades infecto-contagiosas, muchas de ellas ya superadas. Se sigue  impidiendo por todos los medios la entrada de alimentos y medicinas, estimulando el contrabando de estos hacia Colombia. Con  la escasez provocada de alimentos y medicinas se busca  exacerbar  el descontento popular.  Pero el triste final del chavismo no se avizora en el horizonte. Por lo visto el sol seguirá saliendo por mucho tiempo  por el Esequibo.  El  payaso Juan Guaidó se  autoproclamó presidente con la ilusión  de arrastrar  tras de sí a las fuerzas militares y a millones de  hambrientos, pero en realidad no lo siguió ni su querida madre.
El otro caballo de batalla es el  éxodo   de venezolanos, meticulosamente ideado por agentes de la CIA y   Colombia, la ayuda humanitaria es  la excusa perfecta para la intervención extranjera.   Solo  que la migración de venezolanos en vez de afectar al gobierno de Nicolás Maduro le ha proporcionado un enorme respiro en medio de la escasez.  La  maldad, por  el contrario, se volvió contra el régimen pícaro de Colombia. La endémica violencia callejera colombiana ahora se nutre con la  criminalidad importada  de Venezuela. Muchas de las personas provenientes de Venezuela  emigraron porque en ese país tienen cuentas pendientes con la justicia. Por otro lado los crónicos niveles de desempleo en Colombia  siguen en ascenso, los desamparados   de siempre ahora compiten por  mendrugos en las canecas con los desilusionados migrantes venezolanos.  En cuanto a la salud el sistema colapsó, si antes de la migración venezolana las EPS no atendían a la gente ahora una cita con un médico es un milagro. Pero a pesar de todo se continua estimulando la migración venezolana, para su cometido el gobierno mendicante colombiano pide desesperadamente   ayudas internacionales, las que nunca llegan. Y en el colmo del cinismo, el presidente Duque dice que la “migración venezolana es la peor de la historia latinoamericana”,   según Él  han salido cuatro millones de personas, olvida que ha Venezuela han llegado cinco millones de migrantes colombianos empujados por el hambre y la violencia estatal y paramilitar. Y olvida el cachorro de Uribe que a lo largo y ancho  del territorio  colombiano deambulan más de ocho millones de personas desalojadas de sus tierras, con anuencia del Estado.
Pero lo más grave tanto para los venezolanos como para los colombianos es la enorme posibilidad de un conflicto armado entre los dos países hermanos. Una mente enferma no tiene plena conciencia de sus actos, dicen los siquiatras que   individuos como Uribe se inscriben dentro de   personalidades esquizoides; la malaleche  antichavista   mantiene al cachorro  las veinticuatro horas del día ladrándole a Nicolás Maduro, buscando cualquier excusa para lanzarle una  dentellada.   Dentro  de la gama de agresiones contra Maduro   la “vía militar es una opción”.  El  ministro de Defensa de Uruguay, José Bayardi, en diálogo con Sputnik sostuvo, «Hay posibilidades de que se produzca un conflicto bélico en Venezuela. La tensión sobre el conflicto bélico es permanente. Incluso algunos países latinoamericanos siguen hostigando o agitando esta eventualidad de solución militar (…), lo que sería un desastre para la región y estaría marcando una irresponsabilidad mayúscula por parte de esos gobiernos» (Posted on septiembre 13, 2019 by el comunista in AMÉRICA LATINA) el mismo ministro agrega que: “…la oposición de ese país se ha transformado en una «punta de lanza belicista», lo que sería «absolutamente irresponsable»” a renglón seguido añade: «Esta situación se ve agravada por el papel que ha tenido EEUU de hostigamiento sobre Venezuela, que se ha visto incrementado y agravado en los últimos tiempos a través de decisiones unilaterales desde el punto de vista económico, llevando al bloqueo de dinero, cuentas y de transacciones».
Preparándose para tal evento desde la OEA la camarilla antichavista invocó el famoso TIAR,  Tratado Interamericano   de Asistencia (agresión) Recíproca, así que la agresión está lista y a la orden del día.
Desde luego,   en las mentes enfermas no hay plena conciencia ni complejo de culpa acerca del daño que se pueda causar, para estas  un ataque militar a Venezuela es algo así como  un juego de niños   con luces de bengala. Los estrategas militares colombianos se ufanan de contar con un ejército con más de sesenta años de experiencia contra la guerrilla, solo que no es lo mismo lanzarle bombas de precisión a mansalva y sobre seguro a alguien que no puede defenderse, que intentar alcanzar un blanco protegido por el sistema antimisilístico más poderoso del mundo. Por otro lado en cinco segundos los misiles Ruso-venezolanos pueden destruir las ciudades fronterizas colombianas, y en veinte segundos los aviones sukoi  podrían chamuscarles el rabo al amo y a su mascota en Bogotá. Desde luego que los gringos se verán obligados a intervenir, pero la armada Rusa    tiene  sus misiles apuntándoles al corazón, ya demostraron de lo que son capaces en Siria de donde los sacaron con el rabo entre las piernas.  Y  los Chinos tendrán la oportunidad de estrenar su armamento de sexta generación, nadie sabe en qué consiste y cómo lo hace; lo que sí se sabe es que tiene que ver con el ciberespacio.  Eventualmente  los chinos podrían dejar desorientado al ejército gringo haciéndoles “implosionar” su armamento nuclear,  quedando   auto reducidos  en cenizas.  Pero  si, apenas,  logran dejarlos ciegos comunicacionalmente al menos durante una hora en ese lapso los rusos podrían desaparecerlos de la faz de la tierra. Los agresores gringos   lo saben de lo contrario Venezuela ya sería historia; en todo caso ojalá la belicosidad de Uribe y Duque no sea más  que  ladridos de perros furiosos a la luna y lo del TIAR  un coro de rebuznos de asnos viejos y nostálgicos maniatados ante un tigre suelto.
*Mvz. Un. Msc Economía. UPJ. Excatedrático universitario.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Vuelven y juegan las FARC-EP


Libardo Sánchez Gómez*
Boquiabiertos dejó a más de uno el estelar video donde “la banda de los cuatro” integrada por Iván Márquez, Jesús Santrich, el Paisa y Romaña anuncian que retornan las armas. Pero los más sorprendidos fueron quienes, para torpedear los acuerdos Santos – Timochenco, también, habían ideado videos, no menos estelares; mediante  burdos montajes, se hacía aparecer a Santrich negociando varias toneladas de cocaína.  Videos  con los que, además, pretendían enlodar a Iván Márquez. Entre los autores de los montajes destaca el ex fiscal  Néstor Humberto Martínez, quien según Gustavo Petro es “el hombre más corrupto de Colombia”. El acoso  era  tal   que Iván y Santrich no tuvieron otra salida, la cuestión era regresar a las montañas o viajar extraditados a los EEUU.    Y qué esperaban que avanzaran como mansos corderos al matadero. Pero porqué le tiembla la barbilla a la oligarquía si según el ministro de guerra “se  trata apenas   de un puñado de bandidos”.  Acaso  no tienen el poder militar gringo, para lanzarles bombas de alta precisión, y  la comparsa de payasos integrada por la famosa Alianza de Lima encabezada por el autoproclamado presidente Juan Guaidó, a quien el presidente Duque le pidió expresamente su ayuda, y quien se comprometió a echar de tierra venezolana a todos los guerrilleros.
Ha sido abundante la lluvia de análisis y opiniones   de políticos, politólogos y pazólogos. Pero, como decía mi abuelo, todos  a cual más “cogen el rastro al revés”, según ellos  la FARC es el más grande cártel del tráfico de narcóticos,   y eso hace que los perros de cacería nunca atrapen a la presa y que las bombas de precisión vayan a dar contra las casas de los campesinos desarmados. Torticeramente no tienen en cuenta que si bien los alzados en armas viven en   territorios productores de hoja de coca, de cultivos de amapola y marihuana, no por ello   son  narcotraficantes, y que por otro lado estos no son  los encargados de combatir a cultivadores y   procesadores de alcaloides, y como de alguna manera tienen que sufragar los gastos de la guerra es más sano cobrar  peaje a los  narcotraficantes, que vacunar y secuestrar  ganaderos y empresarios.  Ese señalamiento hará que en adelante la lucha contra el narcotráfico deje de lado al Clan del Golfo y al cártel de Sinaloa, para concentrar esfuerzos contra  el ciego Santrich, el más peligroso de todos, quien ciego y todo con su Ak-47 hace temblar a más de un héroe de la patria. Para los analistas de marras las causas objetivas, que hace décadas llevaron, eso sí, a un puñado de campesinos a tomar las armas en defensa de sus tierras y cuya superación no se tocó en los acuerdos, no tienen que ver en la continuación  de la cruenta y larga guerra interna. En La Habana se firmaron unos  acuerdos, que para los sectores retardatarios colombianos significaron la “entrega de Colombia a las FARC”, y para amplios sectores populares no fue más que la claudicación de la causa revolucionaria a cambio de ilusorias promesas. Lo cierto es que, precisamente, la banda de los cuatro no estuvo del todo de acuerdo con lo firmado ni de la manera como se llevó a cabo, por lo menos se opusieron a que se entregaran las armas antes de haberse cumplido lo pactado.  Esa actitud causó gran malestar no sólo dentro de la cúpula negociadora de la insurgencia, principalmente de Timochenco quien siempre mostró desmedido afán por firmar a como diera lugar,  sino  en el alto gobierno, en los gringos (quienes definían que se firmaba)  y en la tropa. La amplia gama de “opinadores”, también,  deja de lado que la actuación de la Fiscalía y   la DEA  terminó obligando a “la banda de los cuatro” a abandonar el mal llamado “proceso de paz”, para dedicarse según los analistas al narcotráfico, a la extorsión y a la minería ilegal, la legal es la concesionada a las transnacionales igualmente destructora  del medio ambiente, solo que estas compañías se roban los recursos de manera legal.
No se conoce como será en adelante la dinámica de la guerra de posiciones, no obstante,  el llamado de los renovados guerreros a la unión con el ELN seguramente será un factor que dinamizará la lucha armada revolucionaria, asegurando la  efectividad de su accionar rebelde y de  paso no sólo  su supervivencia sino  su crecimiento cualitativo y cuantitativo. Dicen los pazólogos y demás  áulicos de la oligarquía,  que  la lucha armada con fines sociopolíticos es  obsoleta; tal vez,  para sus intereses de acomodamiento, y puede ser cierto en otras partes del mundo, pero no en Colombia. En países que no han tenido la larga experiencia de la guerra guerrillas de Colombia, probablemente, las grandes mayorías tendrán que padecer la exclusión, el hambre y la pobreza eternamente,    pues es casi imposible resistir los embates de las fuerzas armadas al servicio de las oligarquías locales, apoyados por la letalidad militar gringa. Pero esto no es cierto en Colombia donde la experiencia armada de más de 60 años ha permitido  crear retaguardias protegidas y   llevar a cabo acciones ofensivas exitosas.  
Pero si no es mediante las armas acaso será posible a través del parlamento llevar a cabo reformas estructurales a la enferma socialdemocracia. Está demostrado a lo largo y ancho que dada la composición de los integrantes de los parlamentos es imposible cambiar el statu quo, allí llegan, por lo general,  los políticos  más venales a defender sus intereses de clase. Los sectores populares cuentan con pírricas representaciones, y muchos terminan plegándose a los poderosos. ¿Será que mediante la acción política se puede llevar la reforma agraria, almendra del conflicto armado colombiano?  ¿Latifundistas como el hoy senador Álvaro Uribe Vélez estarán dispuestos a ceder por las buenas un metro de sus millones de hectáreas? ¿El parlamento podrá disolver las criminales EPS, invento del mismo parlamentario, que día a día matan más personas que  cualquier conflicto armado? ¿El parlamento podrá acabar la corrupción,  ligada de manera estructural al modo de producción capitalista? Ya el congreso mostró que por sus recintos no pasan iniciativas tan devastadoras para sus intereses, como las aprobadas en el “plebiscito anticorrupción”.  ¿Mediante iniciativas políticas se podrá superar el modo de producción capitalista, que mantiene a la mayoría de los seres humanos en la exclusión y la pobreza? Las respuestas son obvias,  el parlamento no le sirve a los intereses de las mayorías, y menos para    para transformar la sociedad.     Se  menciona como ejemplo de acción política popular    el bono de cuarenta y cinco mil pesos otorgado a las llamadas eufemísticamente “personas de la tercera edad”, solo que para cobrarlo los ancianos tienen que invertir en gastos de desplazamiento el doble de lo otorgado, ¿acaso  esta vejación contra la vejez no justifica por sí sola el alzamiento en armas del pueblo colombiano?
¿Se podrá considerar un villano a quien  ofrenda la vida en aras de mejorar la situación de sus congéneres? ¿Quién es más bandolero el ladrón de cuello blanco enquistado en el parlamento o un guerrillero que lucha por superar la inequidad social? ¿Quién es el  verdadero héroe el que defiende los intereses de las clases hegemónicas ladronas  o el que batalla por desmontar sus privilegios?
Al margen de la pertinencia de la lucha armada en Colombia es bueno echar un vistazo a cómo  será   la renovación de la FARC- EP en su nueva etapa guerrera.  En un nuevo video anuncian la creación del movimiento político: “Movimiento Bolivariano por la nueva Colombia”, probablemente recogerán el apoyo popular que los reinsertados no han logrado obtener con su “FARC Rosa”.      Según  los rearmados,   disidentes son quienes vendieron la causa, y por tanto deberán cuanto antes de dejar de usurpar el nombre, porque las FARC de siempre seguirán  aceitando  los fusiles.  Se anuncia en el primer  video que, de ahora en adelante, no habrá retenciones con fines económicos, que adelantarán conversaciones “amistosas” con los empresarios y ganaderos, así que los aportes serán voluntarios, pero cabe preguntar,  ¿y si estos se niegan a colaborar qué va a pasar? Entonces, es fácil pensar que si no se les retiene  se tendrá que  aplicarles algún castigo, ¿un tirón de orejas  o un tiro de gracia? En todo caso si quieren el apoyo y simpatía del pueblo   las nuevas FARC no podrán cometer los errores del pasado, deberán interpretar los anhelos de  los campesinos, ganaderos, empresarios, obreros, estudiantes y de todos los excluidos del régimen. No más imposiciones, por ejemplo, los trabajos comunitarios asociados con las vías rurales y obras de beneficio común tendrán que ser coordinadas con las comunidades no impuestas según el capricho de los comandantes. No más vacunas a los pequeños campesinos y empresarios. Cae muy bien cuando dicen que no atacarán a policías y soldados rasos y que  su accionar será defensivo. ¿Eso implica que los blancos militares directos serán los oligarcas y altos mandos militares? Si eso es así, se entiende porqué les debe temblar barbilla a la burguesía y a los generales. También, dicen los guerreros que dejan una puerta abierta al diálogo con el régimen, pero como era de esperar el presidente Duque, dada su prepotencia influenciada por su mentor el “paraco” Uribe Vélez, desestimó el ofrecimiento, así que habrá que esperar otros cincuenta años para iniciar nuevos diálogos entre  alzados en armas y oligarquía.
Por otro lado existe gran inquietud en el pueblo profundo, ese que quiere que la sociedad cambie por las buenas o por las malas,   acerca de la línea política y  orientación conceptual e ideológica de la nueva FARC.  Algunos sostienen que se trata de un grupo revisionista, que no se sustenta en conceptos basados en la dialéctica materialista, por tanto no son marxistas o sea que de socialistas tienen tanto como el gobierno venezolano, a quien se le acusa tendenciosamente de ser su tutor. Se espera que los motivos para embarcarse de nuevo en la guerra sea una profunda convicción revolucionaria, que tenga como objetivo la abolición del fatídico modelo capitalista para instaurar una sociedad socialista.  Es claro que si se trata de ser y actuar como la antigua  guerrilla comandada por un individuo como Timochenco, con limitada formación política y por tanto limitada conciencia de clase, es mejor que depongan las armas y eviten las muertes y dolor que conlleva la guerra. Si  lo hacen por el acoso al que los sometió el régimen es mejor que se vayan con el resto de  ex combatientes a lo más profundo de la selva    a producir miel de avispas.
*Mvz. Un. Msc Economía. UPJ. Excatedrático universitario.