martes, 7 de abril de 2020

Marquetalia lecciones no aprendidas DOS


*Libardo  Sánchez Gómez
SEGUNDA  PARTE. Primera Marquetalia.
“La guerrilla necesita una orientación política permanente que la capacite para comprender y percatarse de los cambios que se producen en la situación política regional y nacional, de manera que esté en concordancia con el desarrollo de los acontecimientos políticos de la nación. Eso evitará errores tanto en lo político como en lo militar” (Jacobo Arenas. Diario de la Resistencia de Marquetalia. Tercera Edición. Mayo del 2000) Palabras escritas por el comandante Manuel Marulanda Vélez en 1964 a petición de  Jacobo Arenas, con motivo de la preparación del libro acerca de la “Organización de Cuerpos Guerrilleros Armados”.   Respecto  de la comandancia escribió: “El comandante debe ser el compañero más capaz y el de mejores conocimientos políticos y militares. Y agrega, “… el comandante de una guerrilla no puede ser cualquier persona, sino el individuo que tenga comprensión exacta del significado y del papel del movimiento guerrillero”. Estas ideas fueron concebidas como lecciones aprendidas en el ataque  militar a las denominadas “Repúblicas independientes”. Pedro Antonio Marín mejor conocido por su nombre de guerrero como Manuel Marulanda Vélez, nombre que escogió como honor a un sindicalista asesinado por la oligarquía a manos de sus esbirros militares, tenía 35 años, casado, cinco hijos. Campesino hijo de campesinos, obligado a transformarse en guerrillero, luego en comandante de guerrillas y luego en jefe del movimiento guerrillero del Bloque Sur y líder de las masas del Nudo de la Cordillera Central.
Manuel Marulanda siempre llevó a la práctica lo que Él pensaba, traducido en lucha exitosa contra la barbarie gubernamental. Cada acción era premeditada por eso los errores eran mínimos, pero por mínimos que fuesen en el seno de la guerrilla eran muy dolorosos. Tiempo  después de la desaparición del comandante Manuel, la guerrillerada no hizo caso de las calidades que debe tener  el comandante, y nombró a “cualquier persona sin conocimientos políticos y militares”, un individuo que, precisamente, “no tenía  comprensión exacta del significado y del papel del movimiento guerrillero”,  como lo recomendaba el viejo comandante, se habla de Timochenco, un guerrillero mediocre quien llevó a las FARC por el despeñadero.
Para entender mejor el accionar guerrillero bajo la comandancia de Marulanda volvamos a los hechos históricos. Los días siguientes a la explosión de “Anastasia” se intensificaron los bombardeos y ametrallamiento, preparando el desembarco de más tropas. El 22 de junio el ejército se tomó “el paraje conocido como las Juntas, consumándose la ocupación total de la región por el enemigo”.  No obstante, la toma de la zona significó para guerrilla un salto cualitativo de la lucha guerrillera. Dice Jacobo Arenas, “la guerra pasaba de la primera a la segunda fase, de la resistencia a la guerra guerrillera auténtica”. Desde ese momento el ejército pierde contacto con los guerrilleros, eran   avispas que aguijonean sin saber de dónde salen. Pero la dicha nunca es completa,  del cielo les cayó   la “viruela negra”, varios guerrilleros amanecieron enfermos. El  ejército abre un paréntesis en los bombardeos, esperando que la letalidad de los gérmenes hiciese lo que ellos no eran capaces de hacer con sus poderosas máquinas voladoras. 
Simpatizantes del  interior enviaron vacunas y medicinas por lo que la guerrilla y su gente logran sortear exitosamente el ataque viral. Por su  parte los militares al no ver los resultados esperados el 12 de julio reinician los bombardeos.  El comandante Marulanda comentaba jocosamente, “no se puede cocinar de día, pero tampoco de noche”, entonces ordenó prender múltiples fogatas en varios lugares simultáneamente. La intensificación de los bombardeos fue un  motivo de distracción para los guerrilleros, lo tomaron como inofensivos fuegos artificiales.
Pero cuando se pensaba que habían logrado perder el contacto con el enemigo, éste estaba  llevando a cabo ametrallamientos con precisión.  Resulta que días antes se había colado un informador, espía que llevó al ejército un informe preciso de la ubicación y posibles vías de escape de la guerrilla. Ese error le costó la vida a la guerrillera Georgina de Ortiz, quien no logró refugiarse oportunamente y fue perforada por una bala punto 50. De inmediato vino el desquite guerrillero, el 8 de agosto, bajo la táctica de guerra de guerrilla móvil, “en varios frentes y sin frente determinado”, sale un destacamento guerrillero en busca de los asesinos, el 10 logran el objetivo, producen numerosas bajas al ejército y recuperan cuatro fusiles M1 y cuatrocientos cartuchos punto 30. Este golpe tuvo repercusiones no imaginadas, pues implicó la desmoralización de las tropas gubernamentales. Con la moral en alto la guerrilla asesta sucesivos golpes exitosos, el 24 asaltan el puesto de San Miguel; el 25 hostigan a las tropas “a tiro largo”. El 3 de septiembre asaltan a los invasores en Peñarica, causándoles varias bajas y recuperando dos fusiles automáticos.  Según  Jacobo Arenas, “con la nueva táctica nos crecimos, con ella estábamos dando golpes sensibles a un enemigo que no podía equipararnos en movilidad, audacia e iniciativa”.  
“La industria del guerrillero es la revolución”, así la concebía la comandancia guerrillera. Siempre en movimiento,  al ritmo de la marcha guerrillera, “golpean aquí y allá”. Van instalando tiendas en un lugar luego en otro hasta hundirse en las profundidades de la selva. Marchaban “…siempre peleando, estudiando, escribiendo, leyendo, como unos sabios anónimos”. (Jacobo Arenas)
Luego de una prolongada marcha a través  del inmenso mar de selva marquetaliana arribaron a la casa de Rufino Mondragón. Lo que primero hizo Jacobo Arenas fue instalar su escritorio de campaña, se trataba de una vieja mesa de tres patas la cual, además, “servía de comedor, banco de picar huesos y, de vez en cuando, de cama para viajeros de ocasión”. La casa de madera tenía dos pisos, el segundo era un zarzo que servía de bodega. Normalmente se duerme a nivel del piso, perfectamente vestidos, “con el arma al alcance de la mano y el equipo como almohada”; siempre hay que esperar lo peor, por eso   antes de acostarse hay que precisar la dirección del escape. “A las tres de la mañana el guerrillero está nuevamente en pie”.  “Los asaltos de los enemigos se producen, por lo común, de esta hora hasta el amanecer”.    Solamente  una vez, para burlar un poco  a las pulgas, más insidiosas que las mismas tropas, Jacobo burló la disciplina, pernoctando en el zarzo.
La estadía en el corazón de la selva sirvió a los guerrilleros para reflexionar y organizar cierta actividad política. El nuevo tipo de guerra les obligaba a reorganizarse “…de tal manera que se impida la penetración del enemigo”.  Los organismos pequeños son más   ágiles y audaces, capaces de realizar “atrevidas tareas”, manteniendo “el contacto cotidiano con las masas”. Se vio la necesidad de efectuar reuniones celulares y de masas. Se tenía que “agitar, propagar ideas, explicar la línea política del partido”.  “El guerrillero necesita comprender el curso del proceso revolucionario y sus perspectivas, a escala nacional e internacional” (Jacobo Arenas) Algo memorable fue la realización de la asamblea de mujeres, llevada a cabo en el sitio denominado el “pueblo de las seis caletas”, destacaban los nombres de las “tres Marías, las Secundinas, doña Josefa, doña Julia  y sus hijas, doña Clela, Anita, Leonor y la presidenta Myriam Narváez. A la reunión faltaron ocho féminas, no pudieron asistir porque estaban preparando la carne de la semana, habían sacrificado una vaca cebú, y querían saber si la carne todavía “sabía a lo mismo”, pues llevaban bastante tiempo sin probarla. La discusión se centró en la resistencia de algunos hombres a este tipo de eventos, temían perder a sus mujeres y a sus hijas, pues se volvían “respondonas y hacían valer sus derechos”. El machismo es algo difícil de vencer.
Otro aspecto que se analizó en el “retiro selvático” fue el asalto al casino y al caleterío llevado a cabo por parte del ejército el 7 de julio. Se suponía que eso no podía suceder ahora que habían adoptado la movilidad guerrillera total.  La explicación era que, por un lado, tercamente habían dejado de lado la táctica de movilidad total, por la táctica de avanzadas, una versión de la guerra de  posiciones; y por otro lado, la tropa empleó lo impensable, “vaquianos indígenas”, conocedores como ninguno de la selva, y para visualizarlos    en la oscuridad usaron snippers y rayos infrarrojos. En el casino estaban Clementina, Adela y tres guerrilleros; en el caleterío pernoctaban Jacobo arenas, Carmona, Isauro, Luis, Alfonso, Gerogina, Roberto, Ulpiano, Feliciano, Parménides, Judith y Virgilio de apenas ocho años. Lo mejor de todo fue que ninguno sufrió percance alguno, gracias a que el guerrillero Darío accidentalmente  se encontró con la tropa en la trocha  que conducía del casino al caleterío. Cuando le gritaron alto éste saltó monte abajo hacia la quebrada, logrando huir. Los disparos contra Darío alertaron a la guerrillerada. Desde ese día no más guerra de posiciones sino movilidad total.   
En su relato Jacobo Arenas, anota que “En la selva es más corto el día que la noche”. Largas noches de insomnio. Viruela negra, fiebre alta, sueños de enfermo, todo bajo el ruido de los aviones yanquis. En el frío de la selva “…traba la dentadura el hijo de Dios”, le dijo entre ronquidos un guerrillero delirante  a Jacobo Arenas. Y otro guerrillero le susurra, -“Las bacterias, hermano. Me están tragando. Tengo fiebre. Dame una pasta de plaquinol”.   –Tranquilo –le dijo Jacobo- Estamos     vacunados “contra todo eso que han e lanzado los gringos desde los aviones”. CONTINUARÁ…
*Libardo Sánchez Gómez. Ex catedrático universitario. DMV. Msc. Economía.

viernes, 3 de abril de 2020

Marquetalia lecciones no aprendidas


*Libardo  Sánchez Gómez
PRIMERA PARTE.
No se aprendieron las lecciones de la historia de horror protagonizadas por el alto gobierno contra los campesinos de Marquetalia, como tampoco las lecciones de resiliencia de un puñado de campesinos, quienes junto a sus familias mostraron como la determinación puede vencer al enemigo más poderoso. Hoy la oligarquía latifundista insiste en apropiarse de las mejores tierras, recurriendo a los mismos métodos de barbarie empleados en Marquetalia. Y, por otro lado, la insurgencia deja de   lado la lucha armada como   único medio posible para frenar la injusticia y para alcanzar la equidad social.
Marquetalia es un nombre mítico símbolo de resistencia, lucha y resiliencia, de un puñado de campesinos empeñados no sólo en defender su tierra y familia sino en superar las  condiciones de ignominia en que les toca vivir, gracias a la voracidad de una oligarquía gansterizada. Marquetalia significó la consolidación de la lucha armada como el método de lucha más idóneo para superar al capitalismo, con miras a construir una sociedad equitativa. Así mismo, Marquetalia entre las llamas del napalm vio   nacer a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – ejército del pueblo FARC-EP, lucha que décadas después fue traicionada por los sucesores de los míticos fundadores Manuel Marulanda Vélez y Jacobo Arenas. No obstante, un grueso número de combatientes continúan enarbolando las banderas de Marulanda.  Mientras la injusticia social exista la lucha popular armada  continuará, pues como dijo un guerrillero marquetaliano, “La revolución es como un río crecido, que no puede detenerse ni devolverse. ¿Quién ha visto detenerse o regresar a un río?
Marquetalia se inscribió a mediados  de los años  sesenta en una cruel guerra de exterminio del campesinado, se le acusaba de haberse independizado en   las  denominadas “Repúblicas independientes”, que no  eran más que    el nombre convencional  de una zona ubicada sobre la Cordillera Central, entre las sierras de Atá e Iquira. Allí se eleva el nevado del Huila. Marquetalia está circunscrita en los límites de los departamentos del Tolima, Huila y Valle del Cauca. Tiene una extensión aproximada de 800 Kilómetros cuadrados. Desde siempre ha estado habitada por nativos de la tribu de los Páez, quienes se destacaron por haber defendido exitosamente sus terruños de la invasión española. A través del tiempo han venido  mezclándose con campesinos colonos. Es una zona prácticamente despoblada, en aquella época como hoy en varios kilómetros a la redonda, el caminante es un ser humano a la sombra de imponentes cedros y robles, rodeado por el silencio rumoroso de quebradas y arroyuelos,  el aullido de los monos y el canto de las mirlas. La tierra aunque agreste es feraz por lo que ha sido   codiciada por los terratenientes locales.
El objetivo de la operación militar de cerco y exterminio era erradicar “el foco subversivo”, que ponía en peligro la “seguridad nacional” (privilegios de un puñado de oligarcas) y sus valores democráticos occidentales. En la realidad los campesinos tan sólo demandaban vías, escuelas y garantías contra la acción de los paramilitares de entonces conocidos como “los pájaros”. A los campesinos se les tildó de bandoleros, cuatreros y avanzada del comunismo internacional. Según  manifiesta Hernán Gonzáles, miembro de La Juventud Comunista enviado a la zona en el año 1962 por el partido Comunista, precisamente en la antesala de la arremetida contra Marquetalia, el gobierno central llamó a estos agrestes parajes Repúblicas independientes debido a que los campesinos  venían denunciando que “los puestos militares, que desde hace tiempo operan en la región, mantienen grupos de bandoleros a su servicio”.  También denunciaban que “el ejército  en despoblado y valiéndose de su fuerza y de la impunidad que cobija sus acciones, aplica la pena de muerte contra humildes campesinos”. Y dado que las denuncias no eran atendidas se habían visto obligados a auto defenderse, enfrentando con sus escopetas rudimentarias a los pájaros y a los mismos militares.  La  resistencia armada y supuesta afinidad de los campesinos con las ideas Comunistas llevaron a los terratenientes a inventarse la fantasía de las Repúblicas independientes. Así que la avidez de los terratenientes por apoderarse de las tierras, empujó a la oligarquía en el poder a llevar a cabo la toma a sangre y fuego de las temibles “Repúblicas independientes”.
Los  rumores del inminente ataque militar obligaron a los campesinos a mejorar su capacidad militar, adquiriendo armas de largo alcance entre ellas fusiles, ametralladoras y minas.   Atacar  a los labriegos organizados militarmente no era tarea fácil para nadie, anotaba Jacobo Arenas que “no existen caminos y en épocas de lluvia las trochas se convierten en un fangal peligroso para el tránsito de animales y personas. El viento helado y el frío permanente entumecen el cuerpo y agotan prontamente sus energías en el ascenso”. Y sostenía que “…Fue allí sobre esas cumbres gigantescas, donde se detuvo la primera expedición agresora enviada contra Marquetalia”. Según Jacobo Arenas, iniciada la arremetida militar, “los soldados del gobierno, acosados por los campesinos sufrieron    numerosas bajas. Y acosados también por la implacable naturaleza  abrupta, tuvieron que regresar a sus cuarteles. Marquetalia había obtenido así su primera gran victoria” (Jacobo Arenas. Diario de la Resistencia de Marquetalia. Tercera Edición. Mayo del 2000)
El 17 de mayo de 1964 se inició la arremetida contra Marquetalia. En el ataque a Marquetalia  el Estado empleo toda la capacidad militar, económica y su canónica brutalidad   disponible; además, la agresión se acompañó con bloqueo económico y   control de entrada y salida de alimentos a la región. El alto gobierno deliraba pensando en un espectacular golpe de gracia, que en pocos días acabaría de una vez por todas con la resistencia campesina. Pero 48 campesinos, entre hombres y mujeres, esos sí verdaderos  héroes, defendieron airosamente sus familias, enseres, comida, niños y animales. Roto el cerco militar los campesinos lograron internarse en lo más abrupto de la selva, ampliando la cobertura de su zona de influencia inicial. Su  sagacidad y tenacidad, les permitió cubrir Rio Chiquito, el Pato y Guayabero; y,  de paso, se convirtieron  en  las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- Ejército del Pueblo FARC-EP.
La  agresión a la región de Marquetalia se ajustó al desarrollo del Plan Laso (Latin American Security Operation) En tal plan los gringos resumían las experiencias de combate aprendidas en las        sendas derrotas sufridas en Vietnam, Argelia y Corea. Cuenta Jacobo Arenas que la agresión fue llevada a cabo por más de 16.000 hombres bajo el mando del coronel Hernando Correa Cubides.   Bombas  de dos, tres y cinco toneladas, bombas napalm y   armas biológicas, principalmente la conocida  como “la viruela   negra”, caían   a  diario sobre los campos. La intensión era aniquilar todo lo que representara vida en la zona. La oligarquía desde siempre ha manejado la fantasiosa idea de que “al pez hay que secarle el agua”. Solamente a mentes insanas se les ocurre esparcir agentes patógenos sobre sus connacionales.
Pero para entender cómo 48 campesinos mal armados militarmente y sin recursos, bajo la conducción y orientación del campesino Manuel Marulanda Vélez,  lograron no sólo resistir el embate de 16.000 hombres, apoyados por la aviación y la dirección del Pentágono, sino crecer militar e ideológicamente, es preciso seguir el diario transcurrir de la guerra de la mano de Jacobo Arenas.
Cuenta Jacobo Arenas que los campesinos acordaron realizar una asamblea para discutir opiniones acerca de las tácticas y estrategias para atender la anunciada arremetida militar. El 17 de mayo se inició la asamblea y el 18 al medio día por la radio se enteraron que había comenzado “la operación Marquetalia”.   En la Asamblea se acordó  llevar a cabo prioritariamente la evacuación de las familias y en segundo lugar se adoptó  practicar la guerra de guerrillas  móvil, total  y absoluta, no más guerra de posiciones, ¿para qué defender un pedazo de terruño si Colombia es muy grande? La composición de las guerrillas sería de 7 combatientes armados y 5 desarmados los cuales actuarían como minadores, aprovisionadores y rancheros. Y, también, se acordó que la dirección suprema se llevaría a cabo por el Estado Mayor Guerrillero.  
Cuenta Jacobo Arenas que, “El día 27 de mayo, en la Floresta, sobre el cañón del rio Atá se produjo el primer combate”. Este combate lo libró una guerrilla al mando de Isaías Pardo. Hasta el 3 de junio se combatió sin descanso. La  radio informó de un oficial muerto y  varios soldados heridos. El 5 de junio fue un día de luto para la guerrilla,  por una mala decisión de un comandante  el guerrillero Luis Salgado cayó en una emboscada del ejército, combatió hasta que una bomba “piña” le despedazó la cabeza.  El día 7 se evidenció la  severidad del bloqueo, el ejército capturó dos mulas aperadas. El 8 a primera hora escucharon por radio Santafé la lectura de los titulares de la gran prensa, el “Espectador” destacaba la ola de terrorismo, “anoche en el país estallaron 28 bombas en Bogotá, 5 en Medellín, una en Manizales y 3 en Palmira”. El Tiempo destacaba: “50 bombas estallaron anoche en el país”. Los periódicos escribían que “dichas acciones eran expresión de la solidaridad popular con los campesinos de Marquetalia”.  
El sábado 14 de junio previo bombardeo con cohetería de alto poder y ametrallamiento con punto 50, se inició el desembarco de tropas en helicópteros, 800 hombres iniciaron el fallido dominio del altiplano. La intención del ejército era tomarse la zona  por sorpresa con sus fuerzas aerotransportadas. Pero los campesinos al mando del comandante Tula pusieron en el congelador las aspiraciones de los invasores de copar el altiplano. Por el contrario causaron varias bajas al flamante ejército. Para desquitarse la fuerza militar lanzó bombas napalm sobre el poblado reduciéndolo a cenizas, pero sin poder tomarse al altiplano. “Hecho esto Tula con sus hombres se retiró para golpear por la retaguardia”. Los invasores no entendían como un puñado de hombres les ponían en jaque.
Jacobo arenas dice que el 15 de junio fue un día aciago, “a las 9:55 dos cazas a reacción lanzaron bombas de alto poder sobre el caleterío donde se concentraba la mayoría de las familias, quince niños que jugaban en el descampado fueron asesinados, el ataque sorpresivo impidió ponerlos a salvo en las cuevas”, previamente adaptadas para burlar los bombardeos.  Como respuesta estratégicamente se unieron cuatro guerrillas y fueron llevando hábilmente a la tropa hacia el Alto de Trilleras, los esperaron en la margen izquierda del río Ata, allí se llevó a cabo el primer gran combate. La guerrilla castigó a los criminales a su gusto, dieron de baja 7 enemigos e hirieron a más de 20. “El combate se prolongó hasta las cinco de la tarde, hora en que el Estado mayor ordenó suspenderlo y dar la sensación de huida.”
Para el día 18 estaba prevista por parte de los mandos oficiales  la entrega al gobierno de la “República independiente  de Marquetalia libre de bandoleros”, pero “la farsa no pudo cumplirse”, pues “ANASTASIA”, una mina así bautizada en honor a una matrona campesina, a eso de las tres de la tarde, causó numerosas bajas entre la tropa, la cual se había lanzado sin precaución alguna sobre los guerrilleros, convencidos que huían, como se les había hecho creer la tarde anterior. CONTINUARÁ.
*Ex catedrático universitario.