Libardo Sánchez Gómez*
La
primera vuelta presidencial se encuadró
entre posiciones de derecha, de ninguna
manera se puede decir que alguien
representara una postura de izquierda y menos de extrema izquierda. Se vieron .dos
posiciones de extrema derecha: la de Iván Duque y Germán Vargas Lleras, dos de tipo socialdemócrata: la de Humberto de La Calle y Gustavo Petro y la acuosa de Sergio Fajardo,
que no decía nada y no proponía nada, se supone que así es el “centro”; fincó
su campaña en la educación, pero su propuesta educativa fue la más simplista e
imprecisa de todas, se supone que el
sector productivo sería quien la financiaría, lo que se traduce en fabricar un
ejército de técnicos, lo que nos mantendrá eternamente en el tercermundismo,
pues un pueblo se desarrolla únicamente si se educa no solo para saber hacer
sino para saber crear. En esencia Fajardo, también, es de corte neoliberal, como lo son sus
mentores Claudia López y Mockus. Sergio, definitivamente, es un neoliberal
posando de alternativo. La propuesta de Fajardo tuvo éxito porque como la
música popular, que no tiene sino un par de notas, es fácil de entender por
Raimundo y todo el mundo. Su posición para la segunda vuelta pone en evidencia
su nihilismo político.
Se habla que Gustavo Petro era la cara de la
izquierda, pero Él fue enfático en manifestar que su posición política es fundamentalmente
socialdemócrata, y así fue, pues jamás expuso querer llevar a cabo algún cambio
estructural al sistema socioeconómico actual. El príncipe o, mejor, el Duque del
ducado uribista, bajo la batuta de Álvaro Uribe velez el “señor de las
sombras”, también, conocido como el extraditable No. 82, asunto confirmado por en
el New York Times, según archivos
recientemente desclasificados, representó la caverna ideológica encabezada por
monseñor Ordoñez y la vicepresidenta Marta Lucía Ramirez. A los
seguidores de Duque, léase de Uribe,
como en los tiempos del circo romano les
encanta la sangre, Duque les sedujo a sus electores prometiendo que volverá
añicos los “acuerdos de paz” alcanzados con los disidentes de las FARC, pues las
FARC-EP de siempre sigue en armas;
“bala señores” es y será para la segunda
vuelta su lema de campaña. A sus seguidores poco les importa que su maléfico rey Álvaro Uribe
haya sido el creador, entre muchos males, de la Ley 100,
que entregó la salud y la seguridad social a la voracidad de los inversionistas
privados, que hubiese acabado con las horas extras y que hubiera acabado con el
campo con los famosos tratados de libre comercio TLCs. El Duque de duques pregona que no hay lucha de
clases, ocultando que el fascismo es
esencialmente clasista y racista, detesta a los débiles y cualquier grupo
étnico minoritario. Su fuente filosófica se remonta al superhombre de Nietche en
el que los débiles no merecen atención
alguna y por el contrario deben desaparecer. En el neoliberalismo el principio rector es el
“sálvese quien pueda” ya que el estado no está diseñado para dar ayudas de
ningún tipo a nadie. Del mismo corte de Duque era la propuesta de
Germán Vargas Lleras, otro Duque
proveniente de la dinastía del
Gallino Vargas, un terrateniente negrero del interior del país otrora dueño de
la mayoría de las tierras de la Sabana de Bogotá. La diferencia entre Iván y
Germán se remonta a sus orígenes, Vargas
Lleras viene en línea directa de la más rancia oligarquía criolla
santafereña, nieto del Ex
presidente Carlos Lleras Restrepo, mientras que Iván es un simple Oligarca montañero emergente.
A
Gustavo Petro se le acusa de ser extremo izquierdista por proponer la
eliminación de las EPS, entes que más que prestadoras de servicios de salud son
verdaderos agentes funerarios. Petro
propone que la salud sea un servicio prestado directamente por el estado. Duque,
para no indisponer a su rey, dueño junto con su familia de algunas de
ellas, propone simplemente mejorarlas,
es decir, cada vez que se quiebren, previo saneamiento con recursos
públicos, entregarlas a nuevos
inversionistas privados, para que vuelvan hacer lo mismo.
Gustavo
Petro, también, es extremo izquierdista ya que propone la extrema defensa del
medio ambiente, pues privilegia las fuentes alternativas de energía sobre el uso
del petróleo y el carbón. Para Duque, fiel a los intereses de las
transnacionales, hay que aprovechar hasta el último barril de petróleo que
quede bajo el subsuelo, así para obtenerlo haya que fracturar hasta el mismo centro de la tierra.
Gustavo
Petro es de extrema izquierda porque quiere disminuir la inequidad social, no
olvidar que Colombia es uno de los países más inequitativos del planeta, lo que
ha llevado a que en Colombia apenas haya un puñado de ricos y millones de personas
pobres, tanto que diariamente mueren de física hambre por lo menos cinco niños. Y cómo lo logrará,
pues haciendo que los impuestos sean destinados para que todos los hombres y
mujeres puedan estudiar gratuitamente
desde el preescolar hasta la universidad. También hará equidad social haciendo
que hombres y mujeres, hayan o no cotizado a la seguridad social, puedan pensionarse al cumplir los 62 años de edad.
Gustavo
Petro es de extrema izquierda porque quiere hacer de Colombia un país de
propietarios, construyendo una sociedad con la mayoría de su gente inscrita en
la clase media. Eso no gusta al Duque,
léase Centro Democrático o mejor extrema derecha, pues no conciben una sociedad
sin prole para explotar. Petro propone que los latifundios improductivos de más
de mil hectáreas sean adquiridos por el estado, ojo adquiridos no expropiados,
para ser incorporados al aparato productivo rural en manos de los campesinos
sin tierra. Eso tampoco gusta al “extremo democrático”, pues para eso crearon
la famosa Ley Zidres, según la cual la
tierra debe ser manejada por los grandes
capitales nacionales (terratenientes) y las transnacionales.
En
resumidas cuentas Gustavo Petro no es más que un progresista, economista
Keynesiano que privilegia la intervención del estado para corregir los
desequilibrios económicos, en otras palabras, un capitalista con rostro humano
enmarcado en la Constitución del 91, de su misma autoría; por el contrario Iván
Duque es la máxima expresión del capitalismo salvaje.
Por
lo visto la segunda vuelta presidencial será
una carrera por el solio presidencial entre el fascismo y una tibia social
democracia, así que los cambios estructurales socioeconómicos, que permitan la
superación del nefasto modelo económico capitalista, que ha llevado a la
exclusión social a millones de seres humanos no sólo en Colombia sino en el
mundo entero, quedarán en veremos.
*Msc.
Economía. Excatedrático universitario.
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