Libardo Sánchez Gómez
La izquierda electorera de Colombia, en la que se incluyen
pequeños burgueses de la talla del ex presidente Ernesto Samper y la senadora electa Claudia López, cuyo
interés no va más allá de que los insurgentes se entreguen a cualquier precio, decidió votar en masa por la paz santista en
contra de la paz Uribe-zuluaguista, sin tener en cuenta que una y otra son una
misma concepción del Departamento
de Estado gringo. Hábilmente vendieron a
las bases la idea de que si ganaba
Zuluaga se terminaban ipso facto las conversaciones con las guerrillas de las FARC y del
ELN. Las mieles del poder y el sabor de la mermelada fueron suficientes para
dejar de lado que no es Santos, Zuluaga ni ninguna Marta Lucía u otra bruja
quien decide firmar o no acuerdos de paz con la insurgencia
armada. Eso es de resorte exclusivo de los intereses estratégicos de los
norteamericanos. Por eso terminadas las elecciones el vicepresidente Joseph
Robinette "Joe" Biden, Jr. de EEUU vino a Colombia a dejar en claro
que “la paz es un asunto interés de los EEUU” y a examinar los puntos
acordados entre Gobierno (vasallos) y
guerrilleros.
La paz santista o, mejor,
la paz del Pentágono, que magnificaron los acuciosos izquierdistas de
las urnas, se puede resumir en tres
puntos esenciales: como punto nodal se puede destacar el referente a la tierra y territorialidad, en
el fondo se trata de ver como las guerrillas y los pequeños propietarios
campesinos se acomodan al lado de los grandes latifundios transnacionales y
criollos, sin que se altere para nada el estado actual de tenencia de la
tierra. Desde luego que fue en estos términos como aceptaron negociar los insurgentes; los cien o más puntos sobre temas
agrarios que estos han llevado a la Mesa de conversaciones no son más que
adornos y, tal vez, una muestra de voluntad, capacidad intelectual y política
de los alzados en armas, pero nada más. El
segundo punto de gran importancia de la paz que se discute en La Habana es el
referente a los cultivos ilícitos, en
este caso se propone que los campesinos, que hoy sobreviven trabajando como
“raspachines”, para seguir sobreviviendo, se dediquen a erradicar manualmente los cultivos ilícitos. Esta
actividad, también, servirá de distractor para los guerreros de base que se
desmovilicen. Y un tercero y esencial
asunto de la paz santista es el que tiene que ver con las condiciones
materiales, logísticas y de seguridad en torno a la terminación de la lucha
armada y reintegro por parte de las FARC y, próximamente, del ELN. Aunque es demasiado simplista y desconsiderado
decir que el tercer punto se quiere negociar a punta de mermelada, así se le dice hoy
a las curules en el parlamento y a los puestos en embajadas y en
ministerios. Las discusiones más allá de
estos temas no son más que vistosas arandelas
a las cicateras concesiones a los alzados en armas permitidas por el amo del Norte. La Comisión
de la Verdad donde, probablemente,
saldrán a flote algunas de las
atrocidades cometidas por los militares sólo
servirá para allanar el camino a la
justicia transicional bajo cuyo paraguas
se podrán a salvo
unos y otros de los actores enfrentados.
¿La propuesta pacificadora de Juan Manuel Santos, justificó la desbordada euforia de la dirigente del POLO Clara López y
de su fórmula presidencial Aida Abella,
presidenta de la martirizada y desmantelada Unión Patriótica? El tiempo lo
dirá, pero es de esperar que el voto a favor de la oligarquía se vea recompensado,
al menos, con un puesto de segunda en la
burocracia ministerial. ¿Apoyará Santos la aspiración a la alcaldía de Bogotá de Clara López?
En la cesta electorera a favor
de Santos se sumó la otrora izquierda
seria encarnada en La Unión Patriótica, víctima de la
barbarie de la oligarquía, hoy,
desafortunadamente, presidida por Aida Abella, señora a quien el prolongado
exilio dejó totalmente desorientada. Lo cierto es que la Izquierda acomodada y
la Pequeña burguesía lograron amaestrar y domesticar a la
“izquierda dura”. Cómo explicar la
actitud hacia la “mermelada” de, salvo contadas excepciones como lo fue el senador
Robledo, los izquierdistas colombianos. Tratando de explicar la actitud “patriótica a favor de la paz” de la izquierda “centrodemocrática”
recogemos lo que dice Níkolas Stolpkin, “La hábil estrategia de convertir los
diálogos de paz en el tema central de la campaña, dejando de lado la agenda social y las
críticas al clientelismo, y de forzar una segunda vuelta con el candidato
uribista, condujo a los resultados esperados”, y cabe agregar a confundir a
la masa “izquierdeada”.
Como
consuelo para tontos queda el hecho que la desideologización no es privativa
de los que caminan a la izquierda de la
cuerda floja política en Colombia, pues en Europa y otras latitudes también se “cuecen
habas”, Marine Le Pen,
en La pesadilla de la Unión Europea y de una Izquierda llorona, manifiesta: “¿Cómo no podría
desagradar una Izquierda acomodadiza que acostumbra a profundizar las políticas
Neoliberales al momento que le toca bailar junto al Poder? España, Francia,
Chile son ejemplos claros de una Izquierda cómoda que baila junto al Poder
profundizando políticas Neoliberales, abriendo el camino a la Pequeña Burguesía
y cerrando el paso a la clase trabajadora y explotada”. Y por esa senda caminan
tanto quienes se supone quieren que en La Habana se discutan cambios estructurales
económicos, sociales y culturales, como por quienes, caso Claudia López,
solamente desean la entrega incondicional del pueblo en armas.
Y,
borrando fronteras ideológicas, Armando
Novoa García (Razón Pública. Com. 17 de
junio 2014) en su artículo afirma algo
que cae como anillo al dedo a los
izquierdistas de marras, “Transitar de
considerarnos enemigos unos colombianos con otros, a una fase de cooperación
pacífica, es un proceso al que estamos dispuestos, conscientes que la voluntad
de paz la demostramos con nuevas realidades construidas por ambas Partes, y que
de ellas es que nacen las confianzas”. Pero olvida el citado articulista que la lucha de clase
sigue vivita y coleando y que la oligarquía atiza con ahinco el odio de clase y
utiliza permanentemente la combinación de todas las formas de lucha. Basta escuchar
el lenguaje desobligante del ministro
Pinzón y los altos mandos militares al referirse a la contraparte negociadora
en La Habana. En un quiebre de punto de vista el mismo articulista recomienda, “Santos
está obligado a recoger, directa o indirectamente, las críticas de Zuluaga al
proceso de paz, o al menos a exigir que se agilicen las negociaciones y que la
guerrilla modere sus pretensiones”. ¡Vaya ironía! Pedirle moderación a las
FARC, cuando la guerrilla no está pidiendo prácticamente nada para Ella y ningún
cambio estructural al modelo económico. Ni
siquiera exige con firmeza la presencia en la Mesa de conversaciones del Paisa comandante de la columna Teófilo
Forero, uno de sus más eximios guerreros así como de Simón Trinidad y Sonia.
La
izquierda electorera, tampoco, tomó en
cuenta que Santos es un mentiroso y traicionero de tiempo completo, aún, antes
de sentarse a conversar formalmente con el ELN les
puso conejo, lo que obligó a los Elenos a
quejarse vehementemente, “Nos preocupa que apenas iniciando esta fase
pública del diálogo, el gobierno cambió el punto sexto del Comunicado conjunto,
que termina con un llamado a “construir un país en paz y equidad”; esta
modificación la efectuó la oficina del Comisionado de paz, al momento de leer
esta declaración ante la prensa, a las 11 de la mañana del martes 10. La
constancia de esta modificación está en los registros periodísticos, de las
lecturas del Comunicado hechas por la Plataforma Clamor Social por la Paz y por
la oficina gubernamental referida” (Delegación de Paz del ELN) Y en
materia de apaciguamiento de la confrontación ofrece “bala señores”; pasadas
las elecciones anunció el incremento del pie de fuerza y las acciones de guerra
contra la insurgencia, sobre todo contra
el contra el temido Paisa, de quien se dice que no se le permitirá asistir como
delegado en La Habana.
Como
punto final, quedan flotando en el
ambiente soso de la paz y la guerra preguntas como: ¿a dónde llevará la pobreza conceptual, ideológica y
ética de los dirigentes izquierdistas?
¿Se
saldrá con la suya, por tan poco, Juan Manuel Santos? ¿En el futuro cercano tendrán las locomotoras mineras transnacionales los
rieles despejados para llevarse nuestros
recursos naturales?
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