Libardo Sánchez Gómez
Las relaciones de clase en Colombia, dada la
condición de dependencia neocolonial colombiana (coloniaje admitido por la
clase hegemónica local en una especie de quid pro quo con el HEGEMÓN universal, expresado en:
me das todo y yo te haré mi
vasallo favorito) se desenvuelven en paralelo con la realidad social del
imperio, por eso cualquier análisis sociopolítico local conlleva por lo menos una mención, así sea tangencial, del entramado
socio político y cultural del imperio. En términos generales la población
norteamericana es una de las más desinformada, ignorante y sometida a nivel planetario. Es víctima de las más crueles
e insospechadas tropelías por parte de la clase dominante; poblaciones enteras
han sido utilizadas como conejillos de indias, para experimentar armas
biológicas y los efectos de diversos tipos de radiación en los humanos. Así mismo, se sospecha que se manipula la mente de
la gente mediante las llamadas “auroras irisadas” las mismas con las cuales
causan terremotos y tormentas a lo largo y ancho del planeta (ver: Qué tanto nos toca el Proyecto HAARP: http://libsang-elviajeroysusombra.blogspot.com/2013/05/que-tanto-nos-toca-el-pryecto-haarp.html)
Por otro lado la pobreza en EEUU arropa al 80% de los habitantes, según
cálculos de la misma ONU unos cien
millones de indigentes se han adueñado de puentes y alcantarillas. No
obstante, su nada envidiable modus
vivendi, las élites norteamericanos han fabricado una incomprensible excepcionalidad, en la que se incluye el famoso “sueño
americano”. Pero más allá de la miseria humana física y espiritual causada por
dichas élites, también, existe un pueblo profundo con valores
humanísticos, el cual admite que no son
únicos, que el mundo es múltiple y diverso y que lo que viven y exportan no es
un sueño sino una pesadilla. Este pueblo profundo es consciente del agotamiento
del modelo económico, y sabe que para cambiar el paradigma y sacudirse del yugo
de las elites tiene que ir más allá de
las urnas. Recientemente los medios de comunicación daban
cuenta que en el Estado de Texas un grupo de comunistas se declararon en
rebelión, asumiendo la lucha armada. Así están las cosas, mientras en el
corazón del imperio nace la lucha armada en Colombia se silencian los fusiles.
Es
sabido que en los Estados Unidos de
Norteamérica quien toma las decisiones económicas y políticas, que afectan al
mundo entero, es un cerrado grupo de elites las cuales conforman el Establishment. Este amorfo Ente ha
fincado su accionar principalmente en el sistema financiero mundial con
la idea fija de
convertir a EEUU en el HEGEMON universal.
En aras de lograr este propósito, que va
más allá del “sueño americano”, ha sido necesario eliminar sin miramiento alguno a líderes y naciones enteras. Se suman a este propósito organizaciones mundiales como la ONU y la OEA. Entre otros, asesinaron
a Salvador Allende en Chile y a Hugo Chávez en Venezuela, intentaron asesinar una
seiscientas ochenta veces a Fidel Castro, solo que Fidel durante toda su vida se les burló en su cara, los
humilló muchas veces y se murió cuando le dio la gana. Destituyeron mediante los llamados golpes
blandos a Zelaya en Honduras, a Lugo en Paraguay y recientemente a Dilma en
Brasil. Actualmente intentan destruir a como dé lugar a Nicolás Maduro y con Él
la Revolución Bolivariana. Pero el imperio encuentra en su camino de dominación
dos obstáculos, en jerga popular dos huesos duros de roer: Rusia y China. Para
llegar a ellos se ha trazado un plan de
destrucción de naciones, ya lo hicieron
en gran parte con las naciones africanas. Destruyeron Yugoslavia, y para respirarle en la nuca a Rusia se asomaron a Ucrania, pero ahí le salió al imperio el
tiro por la culata, pues se le fue de su zona de influencia Crimea. Continúa trabajando
ardorosamente para destruir el Medio Oriente, ya lo hizo con Irak, Libia y Afganistán, ahora intenta hacerlo con Siria, pero los rusos le
están aguando la fiesta. Si no logran la balcanización de Siria difícilmente podrán hacerlo con Irán, último
escollo para llegarle a Rusia y China. Pero más
allá del Establishment, miasma hedionda
y letal, pervive algo indefinido pero
superior, más racional, se trata de lo que algunos han dado en llamar “el Estado profundo”, se podría decir que
es la conciencia sana del Establishment. Ese Estado profundo ha comprendido que el sueño de hegemonía universal
es, apenas, un sueño, pues ha entendido que el sistema Financiero es una carta de la baraja del castillo de naipes hegemónico a punto de derrumbarse, y que Rusia
y China, definitivamente, están por
fuera de sus posibilidades de dominación. Así que habiendo constatado la cruda realidad no queda otra posibilidad más que aceptar la
multipolaridad; y, para sobrevivir a esa nueva realidad ese Estado profundo, sobreponiéndose al Establishment,
quien en el pasado nombró en la presidencia unas veces títeres estúpidos como los Bush y otras tipos
inteligentes como Barack Obama, todos a cual más dóciles, ahora ha escogido
como presidente a uno torpe y loco, el millonario
Donald Trump, negociante venido a más
gracias a que sus abuelos amasaron su fortuna
mediante el crimen y la prostitución. En todo
caso ese nuevo espíritu, que parece más realista, será
quien, por encima de Trump,
trazará en el inmediato futuro las nuevas líneas políticas y económicas del
fallido HEGEMÓN.
En
Colombia el Establishment y el Estado profundo funcionan como uno solo, están al servicio del Establishment gringo, y no van más allá de las intenciones y
necesidades de dominación global del imperio. Les guía un espíritu
perverso, su nivel de felicidad es directamente
proporcional al nivel del dolor ajeno. A
diario se asesina a las personas que se consideran enemigas del
statu quo, y es enemigo todo aquel que cuestione o amenace al hegemón local. El grado de insensibilidad del Establishment es tal que a diario deja morir, que
para el caso es lo mismo que matar, de
hambre niños y ancianos a lo
largo y ancho del país. Y en cuanto se
refiere a los sectores populares en Colombia se
pueden diferenciar dos tipos uno apático y superficial y otro profundo, pero a
veces se funden y confunden. Lo cierto es que
el pueblo indolente está de lado
del Establishment, y parece
haber sido alienado con algo más letal que las “auroras irisadas”, el fanatismo político
y el religioso. Pareciera que a este sector popular no le importara que
sus hijos mueran de hambre, que estén por fuera del sistema de salud, que no
vayan a la escuela y que ellos mismos toda
la vida respiren pobreza. El solo hecho que mueran niños de inanición es un
motivo para alzarse en armas. El pueblo en
general por un lado sirve como
incubadora de quienes mantienen en su
trono a las clases hegemónicas, pero por otro lado pare los hombres que luchan para destronarles. En
todo caso, el pueblo profundo sueña y
trabaja arduamente para terminar con los hegemones
tanto el local como el gran
HEGEMÓN universal. En el momento actual el pueblo profundo colombiano está
pasando por una gran catarsis, no confundir con metamorfosis; es comprensible
que en sesenta años de guerra, contra todos los hegemones, necesariamente se
produzca, en buena parte de los guerreros, desgaste anímico y, desde luego,
físico. Así que la entrega de las armas de quienes un día juraron vencer o
morir, en lo que equivocadamente se ha dado en llamar proceso de paz, no
es más que un reacomodo del pueblo
profundo. Eso implica que quienes continúen tras las trincheras combatiendo la hegemonía lo harán con
más ahínco, su tarea de cambiar la
historia de negaciones será más efectiva sin los elementos indecisos. Es de esperar que en tanto tiempo de guerra se
acumule cansancio y desesperanza en muchos de los guerreros, y lo mejor para la
causa es que los cansados y poco convencidos abandonen cuanto antes el frente de batalla, pues de continuar solo
derrotas se podrán esperar. El pueblo profundo confía en los hombres que
continuarán con el fusil en alto, sabe de su infinito poder de resiliencia:
cuando comenzaron la guerra eran apenas una docena, luego se multiplicaron por
miles; muchas veces fueron diezmados, pero
enseguida la fe en la causa sirvió como
fermento para crecer espiritual y físicamente. El pueblo profundo sabe que un día, cercano o lejano eso poco importa, sus hijos levantarán el puño de la victoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario