Libardo Sánchez Gómez*
Recientemente
nueve frentes de guerra de las FARC-EP dieron a conocer un comunicado donde
reafirman su voluntad de continuar la lucha armada,” hasta vencer o morir” o
sea hasta que se remuevan las causas objetivas que les obligaron a empuñar las
armas; y, al mismo tiempo, acusaron a la cúpula negociadora de La Habana de
traidores, por haber izado la bandera de
la rendición sin contraprestación real
alguna.
Los guerreros de las FARC en pie de lucha creen que la
negociación guerrilla – Gobierno fue conducida de manera totalmente equivocada,
y que no se tuvieron en cuenta principios fundamentales de la esencia fariana,
por ejemplo, en el afán de la comandancia de firmar los acuerdos, olvidaron una recomendación
básica de su fundador Manuel Marulanda quien advertía: “Nosotros
haremos un acuerdo en cualquier momento, pero nuestras armas tienen que ser la
garantía de que aquí se va a cumplir lo acordado. En el momento en que desaparezcan
las armas el acuerdo se puede derrumbar. Eses es un tema estratégico que no
vamos a discutir”. Y es un hecho que nada de lo acordado se cumple, ni
siquiera la mínima adecuación de los Centros de concentración. Los diversos
poderes tanto el ejecutivo, el legislativo como el judicial le dan una patada
cuando les da la gana a dichos acuerdos, recientemente la Corte Constitucional
dijo que lo acordado puede ser revisado, es decir modificado, por el Parlamento.
¿Las Ex FARC,
aún, están a tiempo de acatar la
recomendación de su fundador? Parece
que ya es muy tarde para dar vuelta
atrás, en la práctica el hecho de haberse concentrado en las llamadas “Zonas Veredales
de Transición” es igual a estar desarmados,
pues están rodeados por lobos
listos a devorarles apenas asomen la cabeza.
¿Qué llevó a la cúpula a pactar la entrega de la Organización a cambio
de nada y, peor aún, sin que ninguna de
las causas que les llevaron a alzarse en armas hubiesen sido removidas? ¿Cómo finalizar las conversaciones sin
discutir los aspectos fundamentales que, por lo menos, tocan
la seguridad de sus tropas, como la orientación ideológica de las fuerzas
militares y, en general, del régimen, fincadas en la concepción de la “teoría
de la seguridad nacional” en la que cualquier opositor que amenace los
privilegios de las castas oligárquicas es considerado “el enemigo
interno”. ¿Tal vez fatiga del metal del
que fueron hechos sus fundadores, o será que los nuevos jefes, en especial el
máximo líder Timochenco, están forjados en hojalata? ¿Demasiada ingenuidad de
la cúpula creer que la oligarquía va a dar cumplimiento a lo acordado? ¿Si no lograron mínimas transformaciones
sociales bajo la presión de las armas esperan hacerlo gritando en las calles vacías?
El eco de voces suspicaces repica que los
sedujo “el dorado” prometido por la oligarquía, no le es difícil al puñado de
la cúpula imaginar los millones de pesos
y la vida de confort que les espera, pero tampoco es difícil conjeturar lo que
le espera al grueso de la base. Tradicionalmente a los jefes de quienes
traicionan la causa la oligarquía les ha premiado con millonarios contratos,
incluso con alta burocracia. Y
tradicionalmente a las bases les ha tocado hundirse en el rebusque y la mala vida,
propios de un modelo excluyente y corrupto en el que los menos favorecidos no
tienen posibilidad alguna de medrar. Entonces,
deben existir razones poderosas para abandonar, sin haber sido derrotados
militarmente, una lucha victoriosa de
más de cinco décadas. Una verdad
aparente dice que fue por la imposibilidad de derrotar militarmente a la
oligarquía, pero esta es una razón por decir lo menos nihilista, pues mientras no
haya derrota militar siempre existe la
ilusión de derrotar al enemigo, si no fuese así nunca nadie hubiese empuñado
las armas; desde el principio se sabía que el enemigo es poderoso. Lo cierto es que existen verdades profundas, que esconden la
verdad verdadera, una de ellas podría ser la debilidad ideológica y
conceptual, de la cúpula actual. Claro que las FARC no nacieron con una concepción
socialista, todo lo contrario, se crearon para defender la propiedad rural de quienes
se alzaron en armas. El ideal socialista aparece posteriormente en un interesante y obligado proceso dialéctico;
la defensa de la propiedad, leiv motiv de la
lucha armada, pronto hizo que la misma
propiedad rural fuese un estorbo e incluso un punto letal
para su supervivencia, allí era
el primer lugar donde el enemigo les buscaba. Así que, contradictoriamente, la tierra de nadie, por tanto de todos, se convirtió en fuente
de protección y de abastecimiento de
alimentos y otros recursos. Pareciera
que el concepto de cooperación y noción de lo comunal surgió por generación
espontánea. Esta necesidad de
camaradería y acción comunitaria fue lo más cercano que las FARC estuvieron del
concepto del modo de producción comunista.
Así que es oportuno, aunque simplista, pensar que la desideologización de la comandancia
del grupo insurgente es una razón profunda, aunque, no necesariamente, la
verdad verdadera, que lleva al grueso de las FARC a abandonar la lucha
armada. ¿Tal vez una mezcla de lo anterior,
cansancio y frustración, nos acercan a
la verdad verdadera? Pero otra verdad profunda indica que detrás de la “traición
a la causa” pesaron y, aún, pesan además
de los intereses personales los foráneos. Por un lado los vecinos, en
especial Venezuela, siempre han estado incómodos con la presencia de la
insurgencia armada en las zonas de frontera, ya que es una excusa para que el imperio afine sus planes de intervención, pero su
colaboración en la entrega de la guerrilla fue un asunto que no dio resultado
alguno ya que día a día el imperio incrementa su agresión. En esto el propio
comandante Chávez se hizo el harakiri, pues
muy a pesar la desaparición de
las FARC es requisito sine qua non para la invasión a Venezuela. Recientemente el jefe del Comando Sur dijo
que “habían permitido las negociaciones con las FARC porque para poder invadir
a Venezuela era necesario atarle las
manos a las FARC”. Aunque parezca
increíble los gringos le temen a las guerrillas colombianas, y tendrán que
seguirles temiendo porque, aún, queda activo un reducto guerrillero importante incluido el ELN, el cual, por cierto,
parece que camina por el mismo camino
equivocado. En el mismo sentido, la misma Cuba fincaba sus esperanzas en que si
ayudaba a convencer a la cúpula fariana
de abandonar las armas el imperio le aliviaría el fatídico embargo comercial,
pero ni así éste se ha ablandado. Y los noruegos, facilitadores, vieron una oportunidad de oro para lograr en la colonia gringa una
tajada del pastel petrolero. Parece que
a los noruegos sí les funcionó el plan, pues ya se les concesionaron extensos
territorios colombianos para adelantar exploración de hidrocarburos.
¿Habrá, aún,
más razones recónditas en la decisión de
entrega de la cúpula guerrillera? Parece imposible e incluso suicida que se siga
adelante con el proceso de abandono de la causa, sabiendo y viendo que a sus soldados les
espera una muerte segura. Guerrillero que asoma la cabeza fuera de los “campos
de concentración” es y será automáticamente eliminado, dos ex guerrilleros asomaron
la cabeza y los dos fueron asesinados, a uno de ellos junto con sus familiares. Todo mundo sabe que
es una consigna sistemática eliminar a todos y cada uno de los excombatientes y
sus familiares. ¿Entonces qué fuerza poderosa
obliga a continuar con un proceso de negociación cuando el “baile rojo” de la muerte, ya ensayado
con los integrantes de la Unión Patriótica, es una certeza? ¿Y en qué clase de
zombis se han convertido los integrantes de la base insurgente, que acatan
ciegamente las ordenes de una cúpula sin
ideología, sin conciencia de clase y sin
escrúpulos? ¿Cómo entender que no se haya hecho un alto en el camino en las
negociaciones ante la muerte casi diaria de líderes sociales? ¿Tampoco les
importan los millones de desplazados sobre todo del campo? Al respecto una Entidad noruega afirma que van 7,2
millones de personas desplazadas. En cualquier parte del mundo esto no hubiese
ocurrido. Se es tan ingenuo para creerle al ministro de Defensa que no existe
sistematicidad en el asesinato de opositores de izquierda, que simplemente se trata de casos aislados; y que, en todo caso, no son cometidos por
paramilitares, ya que estos se entregaron, sino
por bandas criminales llamadas
Bacrin. ¿Acaso si se come como pato, se grazna como pato y las patas son como
las del pato no es un pato?
Por ahora la verdad
verdadera acerca de la impensable rendición o
“traición a la causa” seguirá oculta tras la máscara de la lucha política. De todas maneras queda una lección, que ojalá
sea tenida en cuenta tanto por la cúpula como por la base guerrillera, los
vecinos y demás entrometidos: con la
claudicación de las guerrillas se priva al pueblo de una forma de lucha
social transformadora, tal vez, la más certera, para, por lo menos, incomodar a la oligarquía criolla y
al capital corporativo transnacional en sus planes de saqueo de bienes y recursos
naturales, así como para ralentizar los planes de intromisión del Pentágono en
la tierra propia y en la de los vecinos.
*Ex
catedrático universitario. DMV. MSc.
Economía.
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