Libardo Sánchez Gómez
La
alineación de la mal llamada izquierda en torno a la paz santista evidenció la
colosal inconsistencia ideológica y conceptual o, por lo menos, la alta dosis de
ingenuidad y/o oportunismo, de aquellos que se hacen
llamar izquierdistas o “izquierdoides” en Colombia. También quedó en claro que tras
ese fervor por la paz Santista hay un velado anhelo por lograr una cucharadita de
mermelada. Todo el mundo coincide en que la diferencia entre
la solución a la guerra civil colombiana
propuesta por Santos y la de
Zuluaga “…no es
más que una farsa, un escenario mediático que pretende trasladar a la inmensa
mayoría de colombianos, la responsabilidad por una guerra de la que los únicos
responsables son las dos facciones políticas oligárquicas y violentas que se
disputan hoy el control del Estado en Colombia” (Timoleón
Jimenez Timochenco. Del dilema mediático al dilema real. Anncol, Junio 06 de
2014) El mismo Timochenco hace ver “…que
el Presidente Santos fungió como ministro estrella del segundo gobierno de
Álvaro Uribe Vélez, que fue él quien anunció con júbilo al país el ataque del 8
de marzo de 2008 en Sucumbíos, que no puede evadir su responsabilidad en las
repudiables crímenes denominados falsos positivos, que fue él quien al tiempo
de comunicar la muerte del Comandante Jorge Briceño, conminó furioso a la
rendición y entrega de las FARC, so pena de ir a por ellas, que fue él quien
ordenó el asesinato del Comandante Alfonso Cano mientras intercambiaban
mensajes en torno a un posible proceso de conversaciones, y quien incluso
reconoció haber llorado de felicidad al conocer la noticia. Mal puede
presentarse como el hombre de la paz”. Y se sabe de sobra que la paz de
Juan Manuel no es más que un caramelo reeleccionista, el que se agotará una vez
pasen las elecciones salga quien salga elegido. Post elecciones presidenciales,
vendrán los inamovibles del régimen, no dejar de lado que no será Santos ni
Zuluaga quienes decidirán qué acordar con la insurgencia; eso
depende de los intereses de dominación geoestratégica del
Pentágono. Siguiendo a Timochenco, “Santos menosprecia cualquier reforma de amplio contenido democrático, o
que implique el menor cambio en la inequitativa distribución de la tierra y la
riqueza en el país”. Así mismo sostiene
el jefe guerrillero que la paz de
Santos, “implica necesariamente que todo siga igual. Que no se toquen para nada
las causas que han originado la confrontación del último medio siglo en
Colombia”; y agrega, “…no escuchamos
una sola palabra de sus labios que significara algún estímulo esperanzador o
que tuviera la aptitud de inspirar confianza en los sectores populares
afectados por las políticas de su gobierno”.
Queda
claro que, al final de la partida, Santos
y Zuluaga expelerán el mismo miasma putrefacto de los cadáveres de campesinos y luchadores sociales que dejen
militares y paramilitares regados por campos y ciudades a lo largo y ancho de
la nación, pues si las FARC no deponen las armas tan solo por algo de plata y
unas cuantas curules la guerra se
prolongará ad infinitum.
Es interesante escudriñar un poco acerca de
la motivación interna que llevó a los diferentes partidos y movimientos
sociales y políticos a sellar el consenso universal en torno de la paz de Juan
Manuel Santos. En la flamante jefa del Polo Democrático, Clara López,
miembro del clan del 1% que domina al
país, es entendible su voto por Santos tanto por afinidad de clase como por
sacarse el clavo con su antiguo novio
Álvaro Uribe Vélez, dueño del
Centro Democrático, por haberla traicionado con Lina. Respecto de la jefa de La
Unión Patriótica la señora Aida Avella ésta llegó un poco desorientada
(atarantada diría mi abuelo) luego del prolongado exilio en Europa, tanto que,
con su reciente aventura electorera, logró la extinción definitiva de la UP. Del Polo Democrático, en honor a la verdad,
hay que reconocer la coherencia del senador
Jorge Enrique Robledo (de oposición pero no de izquierda) un capitalista
socialdemócrata de talante keynnesiano alejado de cualquier concepción
socialista, quien no se dejó arrastrar por la marea santista; Robledo, manifestó de manera tajante que nada le identificaba con Juan Manuel.
En
cuanto a los jerarcas del partido
Comunista históricamente han sido proclives a las alianzas con la derecha e incluso
con sectores de ultraderecha (recordar la alianza con el jefe paramilitar César
Pérez: http://libsang-elviajeroysusombra.blogspot.com/2013/06/no-me-muevo-y-punto-porque-no-puedo.html)) luego no es raro en ellos el fervor
por la paz santista; el propio Lozano dice que “La paz es Posible” y que, a
toda costa, hay que firmarla, sin importar mucho lo que se logre a cambio de
la dejación de armas.
No
es de extrañar tampoco la actitud de varios jefes de algunos sectores indígenas
(Acin, Cric, Proyecto Nasa,
Proyecto Global y algunos autoridades de los cabildos indígenas) los
cuales generalmente avanzan por caminos separados de sus bases como lo ha denunciado la COORDINACIÓN DE ASOCIACIONES INDÍGENAS DEL
CAUCA CAIC (http://libsang-elviajeroysusombra.blogspot.com/2013/05/la-rebelion-de-las-bases.html)
La
posición a favor de la paz de Juan
Manuel Santos de los sectores agrarios
es variopinta; la abrupta terminación del Paro Agrario Nacional, dejó en el
ambiente la sensación de alineación de los campesinos al lado de Santos; pero
algunos voceros de Dignidades Agropecuarias han hecho explícita su adhesión a
Zuluaga. A través del twitter los
campesinos le advierten a César Pérez: “cuidado con torcer la rabadilla” y éste contesta: “Cuando estaba Uribe si no eras uribista te
acusaban de guerrillero. Si ahora no estás con Santos te acusan de uribista. Basta
de desinformar”, y afirma claramente que no está ni con uno ni con otro candidato. Varios de los voceros agrarios representan a las clases de
campesinos pudientes (Dignidades Agropecuarias) y no son tan difíciles de
caramelear ya que sus aspiraciones no van más allá de que se les mejoren las condiciones
de competitividad, es decir, sus ingresos, este grupo no busca solo la mermelada de Santos sino las promesas
de guerra de Zuluaga; no obstante, la gran
mayoría (Cumbre Agraria, Campesinos del Catatumbo, etc.) representan a los pequeños
campesinos y a los sin tierra; y es de esperar que la mayoría de estos líderes del sector rural no se dejarán confundir con los cantos de guerra y paz de uno y otro candidato. La paz, entre otros,
es tierra para el que la trabaja, es no paramilitarismo, es no entrega de los recursos y la soberanía a las
potencias extranjeras; paz, también, es
no a los TLc’s indiscriminados; paz es educación y salud gratuitas; y nada de
eso se podrá lograr con Santos ni, por supuesto, con Zuluaga.
Como
punto final al cuento de la paz santista viene a la mente una pregunta de hondo
calado al comandante Timochenco, ¿si se sabe
que ni Santos ni Zuluaga pueden firmar acuerdos que impliquen transformaciones económicas,
sociales, políticas y culturales al modelo actual a favor de las mayorías, qué siguen
haciendo las FARC en La Habana?
No hay comentarios:
Publicar un comentario