The Washington
                                                  Post/Opinion
                                              
                                            
Por Stephen Kimber*
                                            
                                            4 de octubre de 2013
                                            
Considere por un momento lo
                                            que sucedería si agentes de
                                            la inteligencia
                                            norteamericana en el
                                            terreno, en un país
                                            extranjero, descubrieran un
                                            grave complot terrorista,
                                            con tiempo suficiente para
                                            prevenirlo. Luego considere
                                            cómo los norteamericanos
                                            reaccionarían si las
                                            autoridades de ese país, en
                                            vez de cooperar con
                                            nosotros, arrestaran y
                                            encarcelaran a los agentes
                                            estadounidenses por operar
                                            en su tierra.
Esos agentes serian héroes
                                            norteamericanos hoy. El
                                            gobierno de EE.UU movería
                                            cielo y tierra para traerlos
                                            de regreso.
Este tipo de escenario ha
                                            tenido lugar en la vida real
                                            y del hecho se cumplieron 15
                                            años el mes pasado, solo que
                                            los norteamericanos juegan
                                            en el rol del gobierno
                                            extranjero y Cuba -sí, la
                                            Cuba de Fidel Castro- juega
                                            el papel de los agraviados
                                            EE.UU.
A principios de los años 90,
                                            cuando la desaparición de la
                                            Unión Soviética suponía que
                                            el  colapso del gobierno
                                            comunista de Cuba sería
                                            inevitable, grupos
                                            militantes del exilio cubano
                                            en Miami incrementaron sus
                                            esfuerzos para derribar a
                                            Castro por cualquier vía
                                            posible, incluyendo ataques
                                            terroristas. En 1994, por
                                            ejemplo, Rodolfo Frómeta,
                                            líder de un grupo del
                                            exilio, fue capturado en una
                                            redada del Buró Federal de
                                            Investigaciones (FBI)
                                            intentando comprar un misil
                                            Stinger, un lanzagranadas y
                                            cohetes antitanque que dijo
                                            planeaba usar para atacar a
                                            Cuba. En 1995, la policía
                                            cubana arrestó a dos
                                            cubanoamericanos luego de
                                            que intentaran poner una
                                            bomba en un hotel en
                                            Varadero.
Esas acciones claramente
                                            violaban las leyes de
                                            neutralidad de EE.UU, pero
                                            el sistema de Justicia
                                            norteamericano mayormente
                                            miró hacia el otro lado.
                                            Aunque Frómeta fue acusado,
                                            juzgado y sentenciado a casi
                                            cuatro años en la cárcel,
                                            las agencias de seguridad
                                            raramente investigaron
                                            acusaciones que involucraban
                                            a militantes exiliados, y si
                                            lo hicieron, los fiscales
                                            pocas veces aplicaron
                                            sanciones. Muy a menudo,
                                            políticos de la Florida
                                            sirvieron como defensores a
                                            elementos de línea dura del
                                            exilio.
Pero los cubanos tenían sus
                                            propios agentes en la
                                            Florida. Una red de
                                            inteligencia conocida como
                                            La Red Avispa fue despachada
                                            a principios de los ´90 para
                                            infiltrarse en los grupos
                                            del exilio. Tuvieron algunos
                                            éxitos. Los agentes
                                            frustraron en 1994  un plan
                                            para poner bombas en el
                                            icónico club nocturno
                                            Tropicana, un conocido sitio
                                            turístico en La Habana.
                                            También interrumpieron un
                                            plan para enviar una lancha
                                            con explosivos desde Miami
                                            River a la República
                                            Dominicana para iban a
                                            emplearse en un intento de
                                            asesinato contra Castro.
En la primavera de 1998,
                                            agentes cubanos develaron un
                                            complot para explotar un
                                            avión con turistas de Europa
                                            o América Latina (el complot
                                            tuvo resonancia: antes de
                                            2001, el acto de terrorismo
                                            aéreo más letal en
                                            Latinoamérica había sido la
                                            explosión en pleno vuelo del
                                            vuelo 455 de Cubana de
                                            Aviación en 1976, que
                                            ocasionó la muerte de los 73
                                            pasajeros a bordo y los
                                            miembros de la tripulación).
Castro envió a su amigo, el
                                            ganador del Premio Nobel y
                                            novelista Gabriel García
                                            Márquez, con un mensaje
                                            secreto sobre un complot
                                            contra el presidente Bill
                                            Clinton. La Casa Blanca tomó
                                            la amenaza lo
                                            suficientemente en serio
                                            como para que la
                                            Administración de la
                                            Aviación Federal advirtiera
                                            a las aerolíneas.
En junio de ese año, agentes
                                            del FBI volaron a La Habana
                                            para reunirse con sus
                                            contrapartes cubanas.
                                            Durante tres días en un
                                            lugar seguro, los cubanos
                                            proveyeron al FBI de
                                            evidencia que sus agentes
                                            habían reunido de varios
                                            complots, incluyendo el
                                            ataque planeado al avión y
                                            una campaña para poner
                                            bombas en hoteles de La
                                            Habana que tenía lugar en
                                            ese momento y que había
                                            causado la muerte de un
                                            empresario ítalo-canadiense.
Pero el FBI nunca arrestó a
                                            nadie en conexión con el
                                            complot del avión o los
                                            ataques a hoteles -incluso
                                            luego de que el militante
                                            exiliado Luis Posada
                                            Carriles se jactara al
                                            diario The New York Times,
                                            en julio de 1998, del papel
                                            que jugó en relación con las
                                            bombas puestas en La Habana.
                                            Al contrario, el 12 de
                                            septiembre de 1998, un
                                            equipo SWAT del FBI
                                            fuertemente armado arrestó a
                                            los miembros de la red de
                                            inteligencia cubana en
                                            Miami.
Los cinco agentes fueron
                                            juzgados en aquella ciudad
                                            hostil a todo lo cubano,
                                            condenados con cargos de
                                            "conspiración para cometer"
                                            todo desde espionaje hasta
                                            asesinato y sentenciados a
                                            condenas imposiblemente
                                            largas, incluyendo dos
                                            cadenas perpetuas más quince
                                            años.
Quince años más tarde,
                                            cuatro cubanos todavía
                                            languidecen en prisiones
                                            norteamericanas.
Ahora ustedes comienzan a
                                            entender por qué los Cinco
                                            Cubanos - como son
                                            conocidos- son héroes
                                            nacionales en su país, por
                                            qué retratos de ellos más
                                            jóvenes permanecen en
                                            carteles a lo largo del
                                            país, por qué cada
                                            estudiante cubano los conoce
                                            por sus nombres: Gerardo,
                                            René, Ramón, Fernando y
                                            Antonio.
La vocera del Departamento
                                            de Estado, Victoria Nuland,
                                            ha declarado que los Cinco
                                            Cubanos "fueron condenados
                                            en cortes estadounidenses
                                            por cometer crímenes contra
                                            los Estados Unidos,
                                            incluyendo espionaje y
                                            traición".
Es cierto que tres de los
                                            cinco hombres - Antonio
                                            Guerrero, Ramón Labañino y
                                            Fernando González- sí
                                            tuvieron, en parte, misiones
                                            militares que iban más allá
                                            de la simple infiltración y
                                            el reporte de las
                                            actividades de los grupos
                                            exiliados de Miami. Pero su
                                            propósito no era robar los
                                            secretos militares de EE.UU
                                            o comprometer la seguridad
                                            de ese país.
Durante los años ´90, las
                                            autoridades cubanas creyeron
                                            que su país podría ser el
                                            próximo del Caribe en sufrir
                                            una invasión militar
                                            norteamericana. No era una
                                            exageración cuando se
                                            considera a Granada (1983),
                                            Panamá (1989) y Haití
                                            (1994). Luego, también
                                            estaba la creciente
                                            influencia de activos grupos
                                            de presión anti-Castro como
                                            la Fundación Nacional Cubano
                                            Americana, que estaba
                                            presionando a Washington
                                            para derribar a Castro y a
                                            su hermano.
Basados en sus evaluaciones
                                            de esas invasiones previas,
                                            la inteligencia cubana había
                                            desarrollado una lista de
                                            comprobación de señales de
                                            que una invasión podría ser
                                            inminente: una afluencia
                                            repentina de aviación de
                                            combate y reconocimiento a
                                            una base militar en el sur,
                                            por ejemplo, o visitas
                                            inesperadas o sin
                                            explicación de altos mandos
                                            militares a las
                                            instalaciones de la sede del
                                            Comando Meridional de EE.UU
                                            en Miami.
Agentes como Antonio
                                            Guerrero -quien trabajó como
                                            conserje en la Estación
                                            Aeronaval de Boca Chica en
                                            Cayo Hueso desde 1993 hasta
                                            su arresto en 1998 y está
                                            cumpliendo 22 años en
                                            prisión- fueron los
                                            equivalentes de los
                                            satélites espía
                                            estadounidenses, contando
                                            los aviones en las pistas y
                                            reportando a La Habana.
Por supuesto, las
                                            autoridades cubanas estaban
                                            ansiosas por conocer todo lo
                                            que sus agentes pudieran
                                            averiguar y La Habana
                                            ocasionalmente presionó a
                                            Guerrero al máximo; él
                                            respondió enviando recortes
                                            de periódicos de la base. No
                                            es de extrañar. Guerrero
                                            hablaba poco inglés y  no
                                            tenía acceso de seguridad;
                                            los secretos militares
                                            estaban bien por encima de
                                            su nivel. Y los secretos
                                            militares de EE.UU nunca
                                            fueron prioridad real de
                                            Cuba -solo quería saber si
                                            los yanquis iban a
                                            invadirla.
Siete meses después de que
                                            el FBI acusara a los Cinco
                                            con cargos relativamente
                                            insignificantes -no
                                            declararse agentes
                                            extranjeros, uso de
                                            identidades falsas y más
                                            seriamente pero menos
                                            específico, conspiración
                                            para cometer espionaje- los
                                            fiscales impusieron un cargo
                                            que movilizaría a la
                                            comunidad cubana en el
                                            exilio.
Acusaron a Gerardo
                                            Hernández, el líder de la
                                            red, de conspiración para
                                            cometer asesinato en
                                            conexión con el derribo tres
                                            años antes de dos avionetas
                                            de Hermanos al Rescate.
Hermanos al Rescate, un
                                            grupo anticastrista que
                                            había rescatado balseros en
                                            el Estrecho de la Florida
                                            pero que había perdido su
                                            razón de ser tras un acuerdo
                                            migratorio de 1994 entre
                                            Washington y La Habana,
                                            había estado violando el
                                            espacio aéreo cubano durante
                                            más de un año, arrojando
                                            ocasionalmente panfletos
                                            contra el gobierno en La
                                            Habana. El gobierno
                                            estadounidense hizo lo que
                                            pudo para prevenir
                                            posteriores incursiones,
                                            pero las ruedas de la
                                            burocracia en la
                                            Administración de la
                                            Aviación Federal se movieron
                                            lentamente.
En los primeros meses de
                                            1996, los cubanos enviaron
                                            mensajes a Washington a
                                            través de varios
                                            intermediarios, advirtiendo
                                            que si EE.UU no detenía
                                            otros vuelos de los
                                            Hermanos, ellos lo harían.
Washington no lo hizo.
Pero los cubanos sí. En la
                                            tarde del 24 de febrero de
                                            1996, aviones caza cubanos
                                            derribaron dos avionetas
                                            pequeñas no armadas de
                                            Hermanos al Rescate,
                                            ocasionando la muerte de los
                                            cuatro hombres que iban a
                                            bordo.
Cuba reclama que las
                                            avionetas estaban dentro de
                                            su territorio. El gobierno
                                            estadounidense reclama - y
                                            la Organización de la
                                            Aviación Civil Internacional
                                            coincidió- que estaban en
                                            espacio aéreo internacional
                                            cuando fueron atacadas.
¿Pero sabía Hernández
                                            realmente con anterioridad
                                            que el gobierno de Cuba
                                            planeaba derribar las
                                            avionetas? ¿Estaba él
                                            implicado en la
                                            planificación?
Mi respuesta es que no.
                                            Durante mi investigación
                                            para el libro sobre los
                                            Cinco Cubanos, revisé las
                                            más de 20 000 páginas de la
                                            transcripción del juicio y
                                            revisé miles de
                                            comunicaciones decodificadas
                                            entre La Habana y sus
                                            agentes. No encontré
                                            evidencia de que Hernández
                                            tuviera conocimiento o
                                            influencia en los eventos de
                                            ese día.
Por el contrario, la
                                            evidencia ofrece la imagen
                                            de una burocracia de la
                                            inteligencia cubana
                                            obsesionada con la
                                            compartimentación y control
                                            de la información.
                                            Hernández, un oficial de
                                            inteligencia ilegal de nivel
                                            de campo, no tenía necesidad
                                            de conocer lo que planeaban
                                            las fuerzas cubanas. Los
                                            mensajes e instrucciones
                                            desde La Habana eran
                                            ambiguos, la evidencia no
                                            era contundente,
                                            particularmente para un
                                            cargo de conspiración para
                                            cometer asesinato.
En un mensaje, por ejemplo,
                                            los jefes de Hernández se
                                            refieren a un plan para
                                            "perfeccionar la
                                            confrontación" con Hermanos
                                            al Rescate, lo cual los
                                            fiscales insistieron que
                                            significaba derribar las
                                            avionetas.
Pero como la jueza Phyllis
                                            A. Kravitch señaló - en  su
                                            desacuerdo con una decisión
                                            de la Corte de Apelaciones
                                            de EE.UU por 11no Circuito
                                            sobre el cargo de asesinato
                                            contra Hernández- "Existen
                                            muchas vías en las que un
                                            país podría confrontar
                                            aviación extranjera.
                                            Aterrizajes forzados,
                                            disparos de advertencia y
                                            viajes con escolta fuera del
                                            espacio aéreo territorial de
                                            un país están entre ellos -
                                            como también están los
                                            derribos". La jueza dijo que
                                            los fiscales "no presentaron
                                            evidencia" que vinculara a
                                            Hernández con el derribo.
                                            "No puedo decir que un
                                            jurado razonable - dada toda
                                            la evidencia- podría
                                            concluir más allá de la duda
                                            razonable, de que Hernández
                                            accediera a un derribo,"
                                            escribió Kravitch.
Un "jurado razonable." Ahí
                                            está el problema.
A fines de los `90, los
                                            jurados de Miami se habían
                                            vuelto tan notorios en casos
                                            que involucraban a exiliados
                                            cubanos que los fiscales
                                            federales en un caso
                                            diferente se opusieron a una
                                            moción de la defensa para un
                                            cambio de sede de Puerto
                                            Rico a Miami para algunos
                                            exiliados cubanos acusados
                                            participar en un complot
                                            para asesinar a Castro.
Miami "es una sede muy
                                            difícil para asegurar una
                                            condena para los llamados
                                            luchadores por la libertad",
                                            explicó el abogado Kendall
                                            Coffey al diario The Miami
                                            Herald en ese momento. "Tuve
                                            algunas condenas, pero
                                            algunas absoluciones que
                                            desafiaban toda lógica".
Los militantes anticubanos,
                                            de hecho, eran considerados
                                            héroes. En 2008, más de 500
                                            agitadores del exilio en
                                            Miami se reunieron en honor
                                            a la contribución de Posada
                                            a la causa - como se conoce
                                            en la comunidad el esfuerzo
                                            por sacar a Castro del
                                            gobierno - en la cena de
                                            gala.
¿Sus contribuciones? Además
                                            de los ataques a hoteles de
                                            La Habana ("Duermo como un
                                            bebé", dijo al diario The
                                            New York Times, comentando
                                            sobre el turista que murió),
                                            Posada es el presunto autor
                                            intelectual del bombardeo
                                            del vuelo 455 de Cubana.
                                            Cuba y Venezuela han pedido
                                            su extradición. Estados
                                            Unidos se ha negado a la
                                            misma.
En el 2000, Posada fue
                                            arrestado en Panamá en
                                            conexión con un complot para
                                            asesinar a Castro; fue
                                            condenado y estuvo cuatro
                                            años en la cárcel antes de
                                            recibir un perdón aún
                                            controversial. Ese perdón
                                            fue revocado en 2008.
Lo más cerca que el gobierno
                                            de EE.UU ha estado de
                                            procesar a Posada fue en
                                            2009, cuando la
                                            administración de Obama lo
                                            acusó - no por su papel en
                                            las bombas puestas en La
                                            Habana sino por mentir en un
                                            formulario de inmigración.
                                            Fue absuelto.
Hoy, Posada, de 85 años,
                                            camina por las calles de
                                            Miami, una contradicción
                                            viviente de la guerra
                                            norteamericana contra el
                                            terrorismo. ¿Cómo ajustar su
                                            libertad con la declaración
                                            del presidente George W.
                                            Bush tras el 11 de
                                            Septiembre de que "cualquier
                                            nación que continúe
                                            albergando o apoyando el
                                            terrorismo será considerada
                                            como un gobierno hostil por
                                            los EE.UU?" ¿Cómo ajustar la
                                            libertad de Posada con el
                                            sostenido encarcelamiento de
                                            los Cinco Cubanos, cuyo
                                            principal objetivo era
                                            prevenir ataques
                                            terroristas?
Es una contradicción que los
                                            norteamericanos deberían
                                            considerar.
* Stephen Kimber imparte
                                            clases de Periodismo en la
                                            Universidad de King's
                                            College en Halifax, Canadá,
                                            y es el autor del libro Lo
                                            que hay del otro lado del
                                            Mar- La Verdadera Historia
                                            de los Cinco Cubanos.
Traducción: Danay Portal
                                            Vigoa/ Cubadebate