lunes, 17 de agosto de 2015

El Padre Chucho o la ignorancia punible


¿Tendrá alguna utilidad explicarle que los ateos creemos tanto en el amor como los cristianos?

Por:  agosto 17, 2015


La ignorancia no es digna de castigo per se. No puede serlo. En especial cuando es el resultado de la dificultad en el acceso al conocimiento.
Lo que sí en efecto puede ser, es altamente peligrosa. Sobre todo cuando quien la sufre es un personaje público que es visto, al menos por un grupo poblacional, como un legitimador.

Jesús Hernán Orjuela, conocido como el Padre Chucho, es el ejemplo perfecto del ignorante punible. Ese que se regodea en su analfabetismo mental, lo exhibe como si se tratase de un trofeo e infecta con el a quienes lo ven como guía.

Se trata del mismo personaje que, luego de ser increpado por vecinos y autoridades de la localidad de Kennedy en Bogotá por apropiarse sin autorización oficial del espacio público para celebrar estruendosas misas matinales, respondía: “Que venga el alcalde, que lo estoy esperando a ver si me va a sacar. Pero primero lo saco yo a él” (…) “Yo solo tengo que cumplir la ley de Dios”. 
Sin embargo esas destempladas exhibiciones de ignorancia legal y de poquísima capacidad de ponerse en el lugar de los otros, lejos de condenarlo al ostracismo social, lo han convertido en una estrella de los medios, invitado estelar a los reality cantinflescos y celebrado escritor de libros de autoayuda.
Es precisamente una cita de su libro Pregúntele al padre Chucho la que lo pone, de nuevo, en los muros de algunas redes sociales.
Dice el maquillado neogurú: “Entonces, con respecto a los ateos, si es que no creen en el amor, tendrán que asumir que Dios no existe y quien asume esto es un terrorista que destruye vidas, pues no hay nada de valor. Quien asume la vida sin amor es un peligro para la sociedad y mucho más si ejerce una función de gobierno”.
Convengamos en que su argumento, tan sólido como su redacción, tan defendible como su gramática, tan robusto como su sintaxis y tan claro como su sotana, debería desvirtuarse a sí mismo por el simple peso del raciocinio infantil con el que se ha escrito. Pero el peligro radica exactamente en eso: en que para un número nada despreciable de ovejas, las opiniones de su pastor son una extensión de la palabra de dios y por ello resultan infalibles.
¿Tendrá alguna utilidad explicarle al señor Chucho que los ateos creemos tanto en el amor como los cristianos y lo ejercemos en no pocas ocasiones con más congruencia que ellos?
¿Valdrá la pena intentar llevar hasta su mente obtusa el mensaje de que resulta más destructivo para la sociedad quien juzga a los demás por su diferencia perpetuando  los prejuicios que quien renuncia a creer en un amigo imaginario?
¿Servirá de algo tratar de explicarle que su comparación entre ateísmo y terrorismo es una exuberante y frondosa muestra de ignorancia, difícil de superar aún para un personaje como el? No. Ni tiene utilidad alguna, ni vale la pena, ni sirve de nada. Los ignorantes vocacionales, los que deciden serlo, los que se dan al perfeccionamiento metódico de la torpeza intelectual, son casos tan perdidos como peligrosos. Y el Padre Chucho es un ejemplar de lujo entre esa fauna.
Tomado de Las dos orillas.

martes, 11 de agosto de 2015

"El proceso de transformación de la sociedad venezolana en lo fundamental fracasó"

Entrevista con el sociólogo venezolano Edgardo Lander


contrapunto.com


No hay democracia participativa, si el mundo popular se organiza siguiendo la lógica leninista de la verticalidad, si se profundiza el modelo rentista. No hubo una transformación cultural profunda que cambiara la lógica de riqueza infinita
Ante una fotografía sería muy difícil hacerse una idea de quién es Edgardo Lander. Su mirada es fría, reflexiva, pero se deshiela apenas sonríe. Su sentido del humor es una herramienta eficaz para rebajar las tensiones que necesariamente trae consigo el hecho de interpelar a la sociedad venezolana. Sus lentes son un señuelo que desvían miradas curiosas, pero no del obturador de la cámara fotográfica. Cada vez que suena el clic reacciona con un gesto casi imperceptible de incomodidad. Apostaría a que nunca lo veremos de traje y corbata, porque Lander, sociólogo por la UCV y con un doctorado en Harvard, contertulio de los pequeños grupos de la izquierda ecologista y oponente acérrimo del neoliberalismo es, ante todo, un libertario.
Su postura es desde la izquierda y sus grandes cuestionamientos pasan por el intento de legitimar al proceso bolivariano sobre la base de lo ya existente, profundizando, además, el modelo rentista petrolero. Al declarar el carácter socialista de la llamada revolución bolivariana, en 2005, se inicia una organización vertical y leninista de las comunas y los consejos comunales que lo pinta todo de rojo, rojito, acaba con la noción de autonomía y liquida la democracia participativa. El autoritarismo, el espíritu de cuerpo y la opacidad de los militares difícilmente se encuentren con un modelo democrático. En el discurso había un tejido social promovido por las misiones, pero ante la crisis económica y sus dos pivotes, la inflación y la escasez, la respuesta del mundo popular no fue precisamente solidaria, sino individualista y competitiva.
La lógica electoral asfixia las posibilidades políticas
–Varias generaciones de venezolanos nos hemos diluido en el rentismo petrolero. Sin embargo, hubo en la IV República y también en la V, un discurso para superar esa trampa, ¿Por qué ha resultado tan difícil deshacerse de ese lastre?
–Creo que son muchas las razones. La primera es que tenemos un siglo en esto, un siglo en la construcción de un tipo de modelo político, de un tipo de Estado, de una subjetividad y de una expectativa, incluso, de una noción de qué es Venezuela y de quiénes somos los venezolanos, esta noción de país rico. Tenemos petróleo, tenemos derecho al petróleo.
Esa idea está profundamente instalada en la realidad y forma parte del ADN de los venezolanos. Allí está la cancha en la cual se han dado los debates políticos y las confrontaciones durante todo este tiempo. El reconocimiento de asuntos como la sobrevaluación de la moneda, la enfermedad holandesa y el rentismo, son cosas bien sabidas. Está en la academia y en el discurso político es una especie de obligación reiterada, de vez en cuando los políticos tienen que hablar del tema.
Hay una formalidad de que se tiene conciencia de eso. Pero de hecho, en el corto plazo, la forma en las cuales se definen los intereses de los grupos empresariales y del partido de gobierno, pasan por profundizar el rentismo.
–Los políticos, cuando invocan el tema, dicen que si realmente intentan cambiar el modelo, los tumban.
–Hay una dimensión estructural y cultural de todo esto, pero también hay una dimensión en el plano electoral. En la dimensión estructural, es muy difícil ir en contra del sentido común instalado en una sociedad. En Venezuela se tiene una visión muy amplia de lo que son los derechos, pero una noción muy limitada de que esos derechos sólo son sostenibles sobre la base del trabajo colectivo, del esfuerzo común, pero aquí hay petróleo y muy pocas responsabilidades.
Afectar, en términos efectivos, lo que es este sentido común es muy a contracorriente, difícilmente puede ejecutarse sin una transformación cultural profunda. Pero vayamos a algo mucho más concreto. Las políticas públicas están sobredeterminadas por las coyunturas electorales y eso pasa por desarrollar, a su vez, programas electorales atractivos. Cualquier decisión importante, incluida el aumento de la gasolina, se toma midiendo su impacto en las próximas elecciones.
Hay una especie de sobredeterminación del cálculo electoral que borra toda posibilidad de transformación, de ir más allá, de imaginarse un país diferente, porque se está operando sobre la base de lo existente. En ese sentido, la competencia electoral tiene una función extraordinariamente conservadora en los sistemas políticos, porque es la reafirmación de los sentidos comunes y quien se sale de esos límites, le va muy mal.

La inclusión no es sostenible con gasto público
–Hay quienes afirman que se ha creado un ambiente propicio para que funcione el voto castigo, justamente porque no hay nada que repartir con la caída de los precios del petróleo, ¿Sería eso suficiente o influyen otras cosas, por ejemplo, las expectativas y un pensamiento político distinto. ¿Usted qué cree?
–No, obviamente el voto castigo en modo alguno es suficiente, entre otras cosas porque en el debate político y en la conciencia colectiva venezolana todavía no hay un reconocimiento de qué es lo que está en crisis. Se atribuye la crisis, tanto política como económica, a la caída de los precios del petróleo, como que si con precios de 100 dólares el barril, estaríamos boyantes.
Pero, como bien lo dice Asdrúbal Baptista, el ingreso petrolero per cápita en Venezuela viene descendiendo desde los años 80. Es decir, atravesamos una prolongada crisis que, simplemente, es la constatación de la inviabilidad de un modelo productivo sustentando en cobrar renta y repartirla… cobrar renta y repartirla y así sucesivamente, que es lo que hemos venido haciendo desde…
–… hace 100 años, ya lo dijo.
–Desde hace tanto tiempo. Uno hubiese podido pensar que en estos años se abrió la oportunidad, sobre la base del reconocimiento de que la renta petrolera había creado el tipo de Estado, el tipo de política y el tipo de sentido común que había que superar; cuando Venezuela contó con abundantes recursos y había un gobierno extraordinariamente legítimo, porque en algún momento el gobierno de Chávez lo fue, y hubiese tenido capacidad para empujar a la sociedad en contra de los sentidos comunes instalados, pero lo que se hizo fue reforzar la legitimidad a partir de lo existente.
En lugar de buscar transformaciones en el modelo productivo y en los imaginarios de qué tipo de sociedad queremos, hacia dónde queremos ir, se reforzó la lógica de distribución y la idea de que la democracia y la inclusión son posibles mediante el gasto público. Y eso, obviamente, es imposible.
–¿No lo es porque el gasto es insuficiente?
–El gasto público como respuesta a la exclusión, como respuesta a los niveles de deterioro de las condiciones de vida que venía produciendo el neoliberalismo, obviamente está justificado, pero lo está como respuesta a una situación de dificultades en transición hacia otra cosa. Obviamente, es mucho mejor una transferencia hacia la mayoría de la población, que una transferencia para seguir concentrando el capital, como venía operando antes.
Pero desde el punto de vista de la sostenibilidad en el tiempo, esto no es posible. No lo es desde el punto de vista político-cultural, porque refuerza la lógica de la mentalidad rentista, del país rico del que hablamos, pero tampoco es posible, porque por más que crezca la renta petrolera, nunca será suficiente para satisfacer expectativas crecientes que se van generando en la población.
Tenemos un largo trecho de camino en esta vertiente de crisis terminal del modelo rentista y el problema es que no sabemos qué características va a tener ese aterrizaje, necesariamente forzoso, que no se resuelve por la vía de que el gobierno pierda las elecciones parlamentarias o de que haya un referéndum revocatorio el siguiente año.
No hay un pronunciamiento de dónde estamos, ni en los debates políticos, ni en los programas de gobierno. Las dos opciones de poder se diferencian absolutamente en todo, menos en un pequeño detalle: ambas ofrecían, al menos en la última elección de Chávez, una producción petrolera de 6 millones de barriles diarios para el final de este período constitucional. En todo lo demás desacuerdo, excepto en la idea de reforzar el modelo rentista petrolero. En eso hay coincidencia, pero eso es lo que hay que discutir. El problema del rentismo en Venezuela es que aquí hay consenso nacional rentista.

La polarización reduce todo a la inmediatez
–Usted afirma que en Venezuela no hay conciencia de lo que está en crisis. ¿A qué atribuye eso?
–Hay un elemento de la coyuntura que no se puede obviar. Aquí ha venido operado la polarización política de tal forma que ha empobrecido extraordinariamente la capacidad de reflexión. Todo se convierte en blanco y negro, hay una especie de filtro que todo lo transforma en gobierno u oposición. Hay una incapacidad para escarbar más allá de la coyuntura, para ver qué es lo que nos está pasando como sociedad.
–¿Cree que nos hemos embrutecido con la polarización?
–No sé si lo llamaría embrutecimiento, pero con toda seguridad hay un empobrecimiento de la reflexión intelectual porque la polarización también hace que la reflexión sea muy de la coyuntura, muy de la inmediatez. No hay espacios, ni ha habido espacios en la sociedad venezolana, para una reflexión que vaya más allá, que se distancie del día a día, que se pregunte ¿qué nos está pasando como país?, ¿de dónde venimos?, ¿adónde queremos ir?, ¿cómo estas propuestas que se ponen sobre la mesa dan cuenta de unas cosas, pero obviamente no dan cuenta de otras?
En las universidades, el asunto es dramático. En la Bolivariana, en lugar de haber una discusión sobre cómo cambiar la sociedad y cuáles son los retos, lo que hay es una tendencia hacia la oficialización dogmática de un discurso, pero igualmente pasa en las universidades autónomas, en donde se ha instalado un sentido común de oposición. Entonces, ¿dónde está el debate? Si lo vas a buscar en los medios impresos o en la televisión, lo que vas a encontrar es tremendamente limitado.
–Recientemente, la UCAB hizo una serie de propuestas al país, digamos como algo excepcional, pero lo que priva es un medio en el que unos y otros se han apoltronado en la trinchera ideológica donde se siente más a gusto. ¿No cree que sea una conducta tremendamente irresponsable?
–Dramáticamente irresponsable, porque no es un asunto que concierne solamente a Venezuela. Actualmente nos enfrentamos en el planeta con condiciones que son extraordinariamente diferentes con las cuales se construyó la política hasta hace muy poco. En primer lugar tenemos que confrontar el hecho de que el patrón civilizatorio de crecimiento de la sociedad está destruyendo las condiciones que hacen posible la vida en esta tierra y nos estamos acercando peligrosamente a un límite en el cual, con toda seguridad, se producirían cambios de naturaleza catastrófica e irreversibles. Ni siquiera está garantizada la sobrevivencia de la especie humana, si se sigue en este proceso de destrucción, de deforestación, de emanación de gases de efecto invernadero, de calentamiento global, de sobrepesca en los mares, etc, etc.
Es necesario reconocer que estamos ante la crisis de un patrón civilizatorio que ha sido muy hegemonizado por el capitalismo y que forma parte de la subjetividad de cada uno de nosotros. Ha logrado instalarse como deseo, como expectativa, como noción… Entendemos y vivimos la vida como bienestar material, como abundancia creciente. Estamos montados sobre una locura colectiva, pero no sobre la base de la ignorancia, sino a pesar del saber, a pesar de conocer, a pesar de tener toda evidencia de que lo que hacemos es una locura, es destructivo y no es sostenible. Sin embargo, seguimos adelante.

El fantasma de la violencia y la guerra civil
—El resultado de las elecciones parlamentarias o un referéndum revocatorio no son el componente de la ecuación que resolverá el tema del “aterrizaje forzoso”. En el siglo XIX de la historia de Venezuela eran las montoneras y en el siglo XX los golpes de Estado. ¿Estamos a las puertas de una salida violenta?
—A mí lo que me preocupa, y lo que más me ha preocupado, es que en Venezuela se instale un estado de violencia política. La sociedad venezolana es extraordinariamente violenta. Basta ver la estadística de homicidios. Pero a pesar de eso, desde el punto de vista de la confrontación política, aparte de episodios como La Salida, en 2014, esa violencia extendida no se ha traducido en violencia política en una escala importante.
Pero no hay nada que nos diga en qué momento ese quiebre puede darse. En esta sociedad hay una distribución de armas muy extendida, muy “democrática”, uno no puede prever acciones y reacciones, en el plano de la violencia, que una vez que se desaten sean muy difíciles de controlar. Y eso va más allá, obviamente, de la voluntad de la dirigencia del gobierno o de la dirigencia de la oposición. Esa es una amenaza real.
—Así como el planeta avanza en la locura de la destrucción de la vida humana, nosotros avanzamos en nuestra propia locura política. ¿Por qué seguimos avanzando?
—Creo que eso tiene que ver, nuevamente, con el cortoplacismo y la lectura polarizada de todo. O sea, los culpables son los otros, los que están del otro lado. Nosotros somos pacíficos, tranquilos y el gobierno es represivo y dictador o, por el contrario, los otros son agentes de la CIA. La dimensión epistemológica de la polarización, es el bloqueo del conocimiento de lo que está más allá de la lectura inmediata y a veces la lectura de cosas que pudieran ser obvias, pero que están más allá de lo inmediato, aunque sean medianamente reconocidas, son apartadas o dejadas a un lado, porque la mirada de la coyuntura de la polarización determina todo lo demás y eso genera una ceguera colectiva. Y en esa ceguera se pueden dar casos o situaciones en la dirección que nadie quiere. Pero aún se siguen dando los pasos. No estoy diciendo que estamos caminando hacia la violencia política o a una guerra civil. No quiero que se entienda que lo estoy pronosticando. Pero no estamos tomando las medidas que garanticen que eso no pase.
–Se acabó el espacio para la confrontación electoral entre dos modelos contrapuestos. Diría que eso se extinguió. ¿Qué es lo que hay que hacer? ¿Cuáles son las alternativas que tiene esta sociedad para enfrentar los grandes problemas que tiene?
–Yo diría, en primer lugar, que habría que reconocer la situación en la cual nos encontramos. Reconocer más allá de la coyuntura, más allá de si gano o pierdo las elecciones, que como sociedad estamos montados sobre una lógica que tiene una extraordinaria inercia, que lleva a que los problemas fundamentales no estén siendo debatidos, sino más bien a que sean enunciados, pongamos el caso del rentismo petrolero, tal como se mencionó, pero eso no deja de ser una letanía y como toda letanía es inútil.
Aquí hay responsabilidades, posibilidades y opciones en todos los ámbitos. Me referí a la necesidad de recuperar el espacio universitario, por ejemplo, como un lugar idóneo para la reflexión colectiva sobre la contraposición de posibilidades de país, pero eso en Venezuela, en lo fundamental, está perdido, hay un empobrecimiento radical de la producción académica, que es extraordinariamente lamentable, porque la producción intelectual mono ideológica, no va para ninguna parte.

La lógica leninista contra el tejido social solidario
–¿No se supone que las universidades son esclavas del libre pensamiento?
–Se supone. Pero por otra parte, también hay otro terreno en el cual están pasando cosas de organización y de búsqueda. Me refiero al mundo popular organizado. La apuesta política más importante de transformación que se planteó el chavismo es esto que se denomina poder popular, comuna, consejos comunales, mesas técnicas de agua. El problema es que este proyecto de organización popular en Venezuela ha estado atravesado, desde sus inicios, por una profunda contradicción.
Por una parte, la noción de autogobierno, la noción de políticas sociales orientadas a fomentar el tejido social orgánico de los sectores populares —el mejor ejemplo es el inicio de Barrio Adentro, si la comunidad no hace el censo, si no sabe quiénes son las mujeres embarazadas, si no hace el enlace con las instituciones para conseguir los medicamentos, ¿qué puede hacer un médico cubano?, pues no funciona, no pasa nada, y eso estuvo pensado así desde sus inicios—, pero desde que el proceso venezolano se declara socialista, en 2005, comienza a institucionalizarse una organización más rígida y la noción de que el Estado dirige, controla. Digamos, la instalación de una lógica leninista en la relación del Estado con la sociedad.
—¿Mucho más burocrática?
—Sí, pero yo me refiero a la lógica leninista de verticalidad.
—Que ya sabemos adónde conduce
–Sí, claro, no es que estamos empezando de cero como si no hubiera pasado nada en el mundo. Conocemos la Historia. Entonces, ¿qué ha pasado? En la relación de este proceso de construcción de tejido social —comunas, consejos comunales, poder popular— hay una contradicción permanente entre el impulso organizativo, que ha sido real y que efectivamente impactó a una sociedad relativamente poco organizada y sometida a la lógica de la partidización de los tiempos anteriores, generando experiencias variadas y diversas, algunas de gran riqueza, pero a la vez envueltos en la contradicción de depender de los recursos públicos y sometidos a la lógica leninista, cuya caricatura son los consejos comunales rojos rojitos.
Si te planteas otro patrón de democracia, desde las bases, desde el autogobierno y la pluralidad de las comunidades, eso pasa necesariamente por formas de organización popular que reflejen la diversidad de la existencia del pueblo.
–Si ha sido el caso, se liquida la democracia participativa.
–Claro. En la medida en que esta lógica se impone, obviamente, aplasta la democracia participativa. Lo que quiero destacar es que en Venezuela esta relación ha llevado a resultados diferentes en distintos lugares del país. Hay experiencias donde uno advierte una organización popular real y eso tiene que ver con muchas cosas, tiene que ver con las particularidades concretas de la gente que vive allí, si la gente tuvo o no una experiencia política previa, si tenía capacidad para mirar el chavismo desde una experiencia diferente o, por el contrario, si esa es la primera vez que nos reunimos en asamblea para hablar de los problemas colectivos, o si es la primera vez que hacemos un censo para identificar prioridades, en donde alguien podría preguntar “¿qué es eso de autonomía?” “¿a qué viene ese cuento?”.
Creo que con el tiempo se fue instalando más la lógica de control vertical y una caricatura de consejos comunales rojos rojitos. Pero de todas maneras ha habido una experiencia popular extendida, que en muchos lugares sigue activa, sigue vigente, sigue reaccionado.
Sin embargo, cuando uno advierte cómo ha reaccionado el mundo popular venezolano ante la crisis de los últimos dos años, a la inflación y a la escasez fundamentalmente, uno puede preguntarse ¿Y el tejido social solidario que se venía construyendo en estos años, qué paso? Resulta que encontramos que este tejido social tenía unos niveles de fragilidad mucho mayores de los que parecía hasta hace unos tres años y la respuesta a la crisis no ha sido precisamente solidaria, sino individual y competitiva. De acuerdo a Datanalsis, el 70% de la gente que hace cola son bachaqueros.
–Uno pudiera pensar que esas experiencias populares tal vez sirvan para contener una salida autoritaria, pero si la relación ha sido francamente leninista y, además, la respuesta ante la crisis ha sido individual y competitiva, tal vez no haya una respuesta política y la gente opte por quedarse en sus casas.
–¿Tú estás planteando una salida autoritaria dirigida por quién?
–Por factores políticos distintos al gobierno o por el hecho de que se profundice la línea leninista, que no sería otra cosa que la instauración de un Estado totalitario.
–Creo que las posibilidades de una salida autoritaria, ya sea por la vía de una ruptura constitucional por el propio gobierno, si ve que va a perder las elecciones o una salida extra constitucional, por el otro lado, como obviamente se planteó el año pasado y que no era precisamente una “salida” para la recuperación de la democracia ni nada por el estilo, no las veo como cosas probables que ocurran.
Después de tiempos de una extraordinaria politización, actualmente hay en la población venezolana una especie de cansancio y descreimiento. Yo no encuentro grandes pasiones que estén operando ni a favor del gobierno, ni a favor de una movilización amplia de una alternativa distinta. Creo que si se cumplen los pronósticos de las encuestas y la oposición gana las elecciones parlamentarias, esto no va a ser un acto de gran movilización popular, sino una especie de voto castigo y de hartazgo ante las dificultades de la vida cotidiana.
Repito, a mí lo que más me preocupa es que más allá de la voluntad del PSUV, más allá de la voluntad de la mayoría de la MUD, pueden desatarse procesos que generen violencia, que tengan consecuencias difíciles de controlar. A medida que nos acerquemos a diciembre, puede haber situaciones de creciente tensión. No veo en ninguno de los dos lados, repito, el propósito de crear las condiciones para una guerra civil. Pero las guerras civiles que conocemos nunca fueron declaradas. Así no pasan esas cosas.

La corrupción ha permeado a amplios sectores
–A mayor crisis, mayor visibilidad de la corrupción. Sin embargo, hay hechos manifiestos e inocultables (los 20 mil millones de dólares de los que habló el ex ministro Giordani), ¿Ese hecho no acelera el hartazgo hacia la política y aumenta el deseo de darle la vuelta a la tortilla?
–Lo que pasa es que ese ingrediente es extraordinariamente complejo y está en todas partes. Por ejemplo, en todo el manejo de las divisas ha habido un componente fundamental de corrupción del sector privado. No es algo que se le pueda atribuir sólo al gobierno. A mí me parece creíble que hay una naturalización de la corrupción en la sociedad venezolana actual, donde los límites de lo aceptable y lo no aceptable, terminan por desdibujarse.
La corrupción ha permeado hacia sectores muy amplios de la sociedad. Las formas en que opera el bachaqueo, al igual que el contrabando de extracción, por ejemplo, son modalidades de la corrupción; pensar que esas son mafias organizadas en las ciudades, obviamente, no es cierto. Me contaban que en una cola, en Barquisimeto, gente con posturas de oposición decía:vamos a tener que votar por el gobierno, porque gracias a este gobierno existen estas colas y con el bachaqueo nos estamos metiendo el billete que nos estamos metiendo. Hay una descomposición ética que está operando muy fuerte.
–En la corrupción hay una participación importante del sector militar, pero de eso se habla muy poco en Venezuela.
–Ese es un tema muy importante para reconocer, en estos años de chavismo, por qué hemos llegado a donde hemos llegado y eso tiene que ver con el componente militar. La cultura militar es por definición vertical y autoritaria y por lo tanto es contradictoria con una noción de democracia pensada en términos igualitarios, horizontales, participativa. Son dos patrones culturales que muy difícilmente se pueden encontrar.
–¿No cree en la alianza cívico militar?
–Yo creo que la forma en que se ha dado la presencia masiva de militares en la gestión pública ha bloqueado de forma permanente el ejercicio de la democracia, entre otras cosas, porque la democracia pasa por la transparencia y la lógica militar implica lo contrario, la opacidad.
Creo, por ejemplo, que las formas primarias de la corrupción en estos años, han tenido que ver con el estamento militar, con la particularidad de que los militares operan con espíritu de cuerpo, lo que hace mucho más difícil la posibilidad de denunciar, de investigar, de controlar y, por otra parte, el apoyo militar ha sido demasiado importante para este gobierno como para que los civiles que gobiernan se atrevan a tocar demasiado al sector militar. Se ha vuelto algo inasible.
Cuando uno ve lo que ocurre con el contrabando en la frontera o con la explotación del oro en Guayana resulta que esas cosas no son controlables, porque en cada uno de los casos está la Guardia Nacional u otro componente militar que forma parte del negocio. Los cuentos que llegan del estado Bolívar es que cuando se renueva un grupo militar las cosas cambian por unas semanas y rápidamente se encuentran los mecanismos en los que terminan envueltos en las cadenas de corrupción.
El Estado, en esas condiciones, carece de instrumentos con los cuales regular y controlar estas actividades ilegales, porque los instrumentos con que cuenta terminan siendo copartícipes de aquellas cosas que se quieren regular o controlar. Hay un tema fundamental de recuperación de la democracia que tiene que ver con sacar de la gestión pública al sector militar.
—¿Hay proceso bolivariano? ¿O no hay? ¿O simplemente esto se agotó?
—En términos globales de balance, que ya podemos hacer después de tres lustros, es que esto, como proceso de transformación de la sociedad venezolana, en lo fundamental fracasó. Y fracasó porque no cuestionó el modelo productivo rentista, que era una condición indispensable para lograr esa transformación. Si eso no se toca, ninguna otra cosa es posible. Fracasó porque repitió la lógica del llamado socialismo real, según la cual la sociedad se puede cambiar desde el Estado. Una reorganización de arriba para abajo, mientras la experiencia demuestra que eso es una imposibilidad.
—Más que una imposibilidad es una tragedia.
—Claro, una imposibilidad trágica, pero que tiene consecuencias. Creo que es absolutamente indispensable salir de esa trampa maniquea de pensar que es Estado o mercado, y la posibilidad de reconocimiento de que la sociedad es mucho más que una cosa o la otra. La sociedad es un conjunto de formas de vida, de tejido social, de institucionalidades, de prácticas colectivas y cuando la sociedad es sometida a una lógica de organización vertical desde el Estado o a una lógica de mercantilización de todo lo que hay en ella, conducen por igual a situaciones donde no es posible la vida, donde no es posible la democracia.
Fuente: http://www.contrapunto.com/noticia/edgardo-lander-el-tejido-solidario-devino-en-un-bachaqueo-individualista-y-competitivo/

martes, 28 de julio de 2015

Varoufakis: “Quienes dieron el golpe de Estado me quieren juzgar por traición”

Fondation Frantz Fanon

Por el comunista
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La Fiscalía del Tribunal Supremo griego ha transferido hoy al Parlamento griego una demanda contra el exministro de Finanzas Yanis Varoufakis por su "actuación durante la negociación" con los acreedores, que en su opinión podría constituir un delito de "alta traición".
La Cámara deberá evaluar ahora si sus actos estuvieron dentro de los límites del cargo de ministro de Finanzas o si hay motivos suficientes para iniciar una investigación al diputado, para lo que se le retiraría la inmunidad parlamentaria.
La demanda fue presentada por un abogado y el alcalde de una pequeña ciudad costera helena, que a su vez es el líder de un partido sin representación parlamentaria, antes de que se publicaran las últimas revelaciones sobre un supuesto plan B ideado por el exministro.
Concretamente, los demandantes consideran que Varoufakis incurrió en el delito de alta traición al haber violado con su actuación durante todas las negociaciones el mandato del pueblo tras las elecciones, que era negociar con los acreedores un acuerdo para sacar el país de la recesión.
Mientras el Parlamento delibera sobre esta primera demanda, un grupo de cinco abogados prepara un segundo pliego de acusaciones, el cual sí está relacionado directamente con las recientes  revelaciones publicadas en el diario griego 'Kathimerini' sobre el supuesto 'plan B'  para que Grecia saliera del euro y regresara al dracma que podrían constituir el delito de revelación de datos personales.
En un artículo publicado hoy en el Financial Times,  Varoufakis explica que su plan B para rescatar la economía de Grecia respondía a las restricciones a la soberanía impuestas por las autoridades de la eurozona.
En su texto, el diputado afirma que las medidas que sopesó para restablecer la liquidez del Estado griego, asfixiado por las deudas y sin acceso a los mercados internacionales, fueron ignoradas por la prensa cuando las dio a conocer al anunciar su dimisión el 6 de julio pasado.
"Hay una espantosa restricción de la soberanía nacional impuesta por la 'troika' de prestamistas a los ministros griegos, a los que se niega acceso a departamentos de sus ministerios clave para introducir políticas innovadoras", sostiene.
"Cuando la pérdida de soberanía, debida a una deuda oficial insostenible, da lugar a políticas subóptimas en naciones ya bajo presión, uno sabe que hay algo podrido en el reino del euro", añade.
En el artículo, Varufakis detalla las medidas que su ministerio estudió para afrontar los problemas de liquidez del Estado y sistema bancario griegos, que incluían acceder (al margen de la 'troika') a los datos fiscales de ciudadanos y empresas para crear un sistema alternativo de pagos que permitiera cancelar deudas mediante la emisión de pagarés que podrían redimirse posteriormente, por ejemplo, contra el pago de impuestos.
"Nuestra simple idea era una cancelación multilateral de la deuda impaga entre el Estado y el sector privado (ciudadanos y empresas) usando la plataforma digital de pago existente de la oficina de impuestos", explica.
La intención era crear "una cuenta de reserva" con el NIF (número fiscal) de cada ciudadano y compañía donde se les reconocería la deuda pendiente del Estado, de modo que el contribuyente hubiera podido "transferir esos créditos desde su cuenta de reserva al mismo Estado (en lugar del pago de impuestos) o a otra cuenta de reserva".
El economista argumenta que, debido a la ausencia de un banco central que respalde al Estado, la morosidad del Gobierno griego con el sector privado "ha sido perpetuamente deflacionaria desde 2008" y deriva en un círculo vicioso que afecta a la recaudación de impuestos y resulta en una falta de liquidez.
En una segunda fase de su plan, que no se llegó a estudiar a fondo, se hubieran introducido aplicaciones de móvil y unas tarjetas ciudadanas para facilitar las transacciones y la amplia implantación entre la ciudadanía.
Este sistema de pago alternativo, prosigue Varufakis, se habría podido "desarrollar como sustituto ante la falta de mercados de deuda pública funcionales", especialmente durante una crisis crediticia como la que afecta a Grecia desde 2010.
Así, "los agentes del sector privado habrían podido tener la posibilidad de comprar pagarés de crédito en la misma web de la oficina fiscal, usando sus propias cuentas bancarias, y agregarlos a sus cuentas de reserva", explica.
"Estos créditos podrían utilizarse, por ejemplo, al cabo de un año para pagar impuestos con alguna desgravación", precisa.
"Siempre que hubiera un tope al total de pagarés de crédito emitidos y su magnitud fuera totalmente transparente, el resultado sería un aumento fiscalmente responsable de la liquidez del Gobierno y un camino más rápido de regreso a los mercados financieros a los que Gobiernos como el de Grecia han perdido acceso", razona en el artículo.
La polémica se ha desatado en Grecia por la cuestión de que, para acceder a los datos de los contribuyentes, Varoufakis iba a tener que hackear la web de la Secretaría General de Ingresos Públicos, que, según sostiene, estaba controlada por los acreedores de la Unión Europea y el FMI.
El plan de Varoufakis, diseñado para hacer frente a una eventual asfixia por parte del Banco Central Europeo (BCE), que finalmente ocurrió, no llegó a ser activado porque no contó con la aprobación del primer ministro, Alexis Tsipras.
Para Varufakis, el interés manifiesto de ciertos medios griegos y europeos en tergiversar las informaciones e insistir en presentar su paso por el Gobierno como un intento de sacar a Grecia del sistema euro es claro, lo quieren hundir a toda costa: “el establishment pro troika no tiene reparo alguno en castigarme por haberla expulsado del ministerio”. 
Omar Benderra fue responsable de la negociación de la deuda externa de Argelia de 1989 a 1991.

domingo, 26 de julio de 2015

Cuatros años de Resistencia COA - Comunicado a la Opinión Pública

COMUNICADO A LA OPINIÓN PÚBLICA
4 AÑOS DE RESISTENCIA



El Cinturón Occidental Ambiental COA, proceso de articulación y coordinación de organizaciones indígenas, campesinas y ambientales del suroeste de Antioquia, que promueve la defensa integral del Territorio, celebra sus 4 años de existencia y resistencia en Defensa de la Vida.

Para el año de 1997 en los municipios de Jardín, Jericó, Fredonia, Caramanta, Venecia, Valparaíso y Támesis se conformó una organización que se denominó Corporación Cerrotusa (en reconocimiento a un cerro tutelar ubicado en la subregión del suroeste) con el propósito de hacer resistencia a proyectos mineros de origen extranjero que pretendían establecerse en este mismo territorio a través de empresas canadienses denominadas entonces, Corona Goldfields, Anaconda Gold Mines, entre otras. 

Entre el 2002 y 2004 se consolidan organizaciones campesinas que promueven la agroecología como un modo de vida y entre sus acciones implementan estrategias de incidencia política, tales como foros, encuentros regionales, movilizaciones, entre otras actividades. La Asociación Agropecuaria de Caramanta ASAP, la Asociación de Productores Indígenas y Campesinos ASPROINCA de Ríosucio- Caldas, la Asociación de Familias Campesinas Biabuma de Támesis y los Resguardos Indígenas del suroeste, lograron movilizar a la población del suroeste en temas de gran importancia como la defensa de la economía campesina y la autonomía alimentaria, el agua en el proceso del Referendo Nacional y el rechazo a la megaminería.

Como respuesta a la “agresión” que el Estado realizaba sobre estos territorios a través del “Plan Nacional para el Desarrollo Minero. Colombia País Minero, visión 2019”, donde el 85% de este territorio ha sido solicitado y concesionado a empresas mineras. Todo el proceso político organizativo se centra en el tema minero.

Después de conocer y confrontar la presencia de la Sociedad Kedahda S.A., hoy Anglo Gold Ashanti, en el municipio de Támesis con varios títulos para la exploración de oro, convocamos al Foro Social Minero varias organizaciones del suroeste, en el municipio de Támesis para el día 13 de junio de 2008. En este foro participaron alrededor de 700 personas entre dirigentes políticos, alcaldes, concejos, organizaciones sociales de diferentes lugares del país e instituciones.

Luego de este episodio empezarían a aparecer otras empresas mineras en el territorio como la Solvista Gold en Támesis, Valparaíso y Caramanta, Júpiter SOM en Jardín, Continental Gold, I’m Gold y Sociedad Minera de Colombia en Caramanta, y la Anglo Gold Ashanti se instalaría en el municipio de Jericó con el proyecto denominado Quebradona y que después de 6 años, aún continúa allí.

En otros municipios de la subregión se gestaban movilizaciones y movimientos populares contra la minería. El 12 de octubre de 2008 en el municipio de Támesis por primera vez la población se volcaba a las calles a protestar por la presencia de la empresa minera Sociedad Kedahda S.A., hoy Anglo Gold Ashanti, y se empezaban a articular de manera local las organizaciones sociales, como el Comité por la Defensa del Territorio en el municipio de Támesis. A esta lucha también se sumaban otros procesos sociales de la subregión como el caso de la Asociación ASAP del municipio de Caramanta.

La población de Jericó reaccionó y fue así como empresas privadas y personas naturales del municipio, a través de lo que llamaron Organización Foro minero de Jericó y Asociación de Profesionales y Amigos de Jericó, realizaron el segundo foro minero el 25 de junio de 2011. (Jericó Alerta, 2011).

A este evento participaron representantes de algunas organizaciones sociales de diferentes municipios del suroeste que al finalizar el foro, se reunieron para pensar qué hacer como región frente a esta arremetida que han pretendido hacer en nuestro territorio. Esta reunión se constituyó en la primera iniciativa de pensarnos como región en una organización que defendiera nuestro territorio. 

El 23 de julio con El Foro ¿Agua o Minería? en el corregimiento de San Pablo Támesis, que contó con la participación de más de 200 personas, fue el espacio que permitió gestar una articulación regional. 

Al día siguiente del foro, 24 de Julio, nos reuníamos en Támesis representantes de los municipios de Jericó, Asociación Asap de Caramanta, Asociación Biabuma y otros grupos del municipio de Támesis, con el acompañamiento de organizaciones amigas como Censat Agua Viva, Comunidad del Páramo El Almorzadero (Santander), Grupo Semillas. De esta reunión Surge el Cinturón Occidental Ambiental COA.

Hoy la articulación COA se viene construyendo también con nuevos actores, con la participación de organizaciones de Pueblorrico, Jardín, Valparaíso, Ciudad Bolívar, con un eje central de formación política, escuelas de sustentabilidad, foros, travesías, vigilias, encuentros regionales, movilizaciones, plantones, bloqueos, cabildos abiertos, mandatos populares, acuerdos municipales, acciones que marcan nuestros principios de defender la vida con convicción.

Nuestra apuesta regional de consolidar un Territorio Sagrado para la Vida, nos exhorta, a todas las organizaciones del Suroeste de Antioquia, a no ceder, a continuar este proceso y defender el Territorio como proyecto de vida, con fuerza, resistencia y persistencia.


Cinturón Occidental Ambiental COA
Suroeste de Antioquia: Territorio Sagrado para la Vida

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domingo, 19 de julio de 2015

Comunismo y capitalismo: mitos, realidad y futuro


Comunismo y capitalismo: mitos, realidad y futuro
La historia mundial no conoce muchos ejemplos de un antagonismo tan puro como el del comunismo y el capitalismo, un antagonismo que ha marcado el siglo XX y generado muchas ideas falsas entre la mayoría de la sociedad. 
¿Cuáles son los mitos más comunes en torno a los dos sistemas? ¿Cómo son los nuevos comunistas y por qué algunos llaman a los piratas informáticos "los izquierdistas a nivel tecnológico"? ¿Qué futuro le espera al capitalismo y si es posible una nueva revolución comunista? 
En este artículo, buscamos las respuestas sobre los dos sistemas más polares de la historia.
El debate entre el comunismo y el capitalismo es una batalla entre dos teorías socioeconómicas extremas, teorías que representan dos maneras inherentemente opuestas del pensamiento. Una de ellas es sumamente individualista (el capitalismo), mientras que la otra (el comunismo) antepone a la sociedad. Para explorar estas dos ideologías, el portal Buzzle compara uno por uno sus principales diferencias.

Propiedad de los medios de producción

La principal diferencia entre el capitalismo y el comunismo tiene que ver con la propiedad de los medios de producción o los recursos en general.
El comunismo rechaza a la propiedad privada/individual de la tierra o de los recursos vitales. En cambio, todos los medios de producción, como la tierra, deben ser propiedad del Estado, pero en el sentido de toda la comunidad de personas. Todas las tierras y los recursos que faciliten la producción de bienes y servicios son propiedad de todos y cada uno, todo es compartido, y todas las decisiones sobre la producción son tomadas por toda la comunidad por vía democrática. Además, hay un salario igual para todos, y todas las decisiones se deben tomar de acuerdo a lo que sea bueno para todos.
Por otra parte, el capitalismo se basa en la propiedad privada de la tierra y los medios de producción. Cada persona tiene que ganarse lo suyo, y una parte importante de los beneficios obtenidos por un negocio va al bolsillo de la persona que posee los medios de producción, mientras que los trabajadores que se encargan de dirigir el negocio tienen una pequeña participación. Cada persona recibe su salario conforme a su mérito y, naturalmente, las personas que posean los medios de producción tendrán la última palabra a la hora de adoptar las decisiones.

Como vemos, la propiedad de medios de producción es una de las principales manzanas de la discordia entre las dos ideologías, cada una de las cuales se basa en una idea extrema al respecto y, por lo tanto, comporta riesgos y debilidades.

Mientras el comunismo puede acabar con la idea de la iniciativa individual, que ha dado lugar a la mayoría de las innovaciones tecnológicas que tenemos hoy en día, el capitalismo contiene la semilla de la explotación, donde demasiada riqueza, y por lo tanto el poder, se concentra en las manos de unas pocas personas.

Libertad individual

El antagonismo entre el comunismo y el capitalismo se refleja también en sus puntos de vista dispares sobre la libertad individual. El comunismo pide anteponer la sociedad al individuo, mientras que el capitalismo pone la libertad individual por delante de la sociedad. 
Por lo tanto, la polaridad entre las dos ideologías se podría describir como "el individualismo contra el bienestar social". El capitalismo le da más importancia a las aspiraciones individuales y apela a la naturaleza egoísta inherente de los seres humanos, que a menudo es el resultado del instinto de autoconservación.
Mientras tanto, el comunismo apela a nuestro lado más santo, en que pensamos en los demás, antes que en nosotros mismos, reza el artículo.
De nuevo se trata de dos puntos de vista extremos, que tienen sus ventajas y desventajas. Así, algunos de los mayores avances en la historia de la humanidad han ocurrido gracias a la creatividad y a la iniciativa individual y en gran parte han sido frutos del egoísmo humano, aunque, en última instancia, beneficiaron a toda la sociedad.
El comunismo puede afectar a esta iniciativa individual, así como a la creatividad y el pensamiento original, haciendo que una persona haga lo que le digan.
El capitalismo, a su vez, alimenta deseos egoístas, lo cual amenaza con la aparición de autócratas capitalistas que puedan obtener el control de la vida y la muerte de miles de personas.
Sociedad
El comunismo defiende una sociedad igualitaria, sin diferencias de clases, razas, religiones o incluso nacionalidades, y donde todos los hombres y las mujeres estén en las mismas condiciones. De esta manera, no hay nada por lo que las personas puedan disputar.
Esto es bueno como una idea, pero tratar de ponerla en práctica es difícil, sostiene el portal. Además, agrega, es injusto pedir a las personas que renuncien a todas las cosas que las hacen diferentes.
El capitalismo promueve la distinción entre clases, creando una brecha entre ricos y los pobres, ya que en el capitalismo puro los ricos se hacen más ricos y los pobres, más pobres; la clase rica controla los medios de producción y ejerce el poder, imponiendo a la sociedad su propia distinción de clases y sus caprichos.

Anatomía del poder

Comunismo apela al ideal más elevado del altruismo, mientras que el capitalismo promueve el egoísmo.
En el capitalismo, la riqueza y el poder se concentran en las manos de las personas que poseen los medios de producción. Es decir, se crea una élite que controla el dinero, los recursos y el poder.
El comunismo, en teoría, se basa en la naturaleza santa, altruista y desinteresada de toda la humanidad, y, por lo tanto, en la distribución igual del poder. Todas las decisiones se toman por medios democráticos y no debe haber leyes injustas que favorezcan solo a algunos.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la gente es inherentemente egoísta y el poder puede corromper la mente de una persona, fallando a la ideología y creando una sociedad injusta, reza el artículo.
"En última instancia, lo que necesitamos es un enfoque equilibrado, una combinación de buenos puntos de las dos ideologías. Una economía mixta donde el Estado tenga el control de los recursos vitales de una nación, garantice el bienestar para los más necesitados, a la vez que promueva el espíritu empresarial libre", concluye.
El debate entre los dos sistemas ha dado lugar a numerosos mitos que hoy en día, muchas personas siguen creyendo. Estas son las siete ideas falsas más comunes sobre el comunismo y el capitalismo.
La lista fue elaborada por el bloguero Jesse Myerson, quien afirma en su artículo publicado en el portal Salon.com que la mayor parte de lo que los estadounidenses piensan sobre el capitalismo y el comunismo es una "una tontería redomada".
"Esto no es sorprendente, dada la historia de los Temores rojos de nuestro país, diseñados para crear la impresión de que el anti-capitalismo es equivalente a traición", escribe Myerson. 

1. Las economías comunistas se basan en la violencia de Estado  

Es comúnmente aceptado que la regulación estatal de la economía en la URSS o en China constituye un instrumento represivo que solo es utilizado por un Estado que intenta penetrar en todas las áreas de la sociedad para dominarla. No obstante, el poder estatal es una condición indispensable para la protección de la propiedad, piedra angular del capitalismo. La única diferencia entre estos dos sistemas antagónicos consiste en que los comunistas insisten en que la propiedad, es decir, los medios de producción (como fábricas) o las acciones y bonos, debe ser distribuida universalmente entre toda la sociedad. 

2. Las economías capitalistas se basan en el libre intercambio 

La bucólica imagen de un mercado abundante, donde cada persona libremente puede satisfacer sus necesidades también es un mito bastante común. La realidad es que la naturaleza del mercado y su origen están marcados por las expropiaciones, como la privación a los campesinos de su acceso a las tierras, y la falta de libertades. La situación no ha cambiado mucho hoy en día en que la gran mayoría de la población se ve privada del acceso a los recursos necesarios pese a su aparente abundancia. Además, cabe recordar que para su desarrollo el capitalismo estadounidense requirió exterminar a pueblos indígenas y esclavizar a los africanos.  

3. Los Gobiernos capitalistas no atentan contra los derechos humanos

Sería poco creíble que un sistema que aplaude al rápido enriquecimiento en medio de una competencia despiadada no produjera graves actos de violencia y privaciones, pero curiosamente sus defensores mantienen que estos 'excesos' son una manifestación de la justicia y la libertad. Los que no estén convencidos de la tesis anterior podrían recordar que uno de los derechos fundamentales, el derecho a la vida, se viola diariamente cuando miles de personas mueren de desnutrición debido a que el libre mercado es incapaz de resolver este problema global.

4. Los regímenes comunistas son responsables de millones de muertes 

Quienes se animan enumerando los crímenes (tanto supuestos como reales) cometidos por regímenes comunistas prefieren no recordar que el triste balance de víctimas nunca estará a favor del capitalismo. Los defensores del capitalismo, en este caso, tendrán que buscar alguna excusa convincente tanto para el comercio de esclavos y el exterminio indígena como para las masacres realizadas por EE.UU. y sus aliados en sus intentos de derrocar gobiernos procomunistas. A esta cuenta hay que añadir el número de muertes a causa de las transiciones de países del bloque socialista al capitalismo. Los anticomunistas más virulentos tienen una manera muy astuta para desmentir estos casos de exterminio: simplemente niegan que hayan sucedido. 

5. El comunismo promueve la uniformidad 

Mientras que el inconsciente colectivo prevalece la imagen de una sociedad homogénea e altamente ideologizada que no deja espacio a la creación, este mito ya se ha hecho realidad en la mayoría de las sociedades capitalistas, donde crece la tendencia al consumismo descontrolado incitado por necesidades ficticias. Al contrario, la ideología marxista postulaba que uno de los objetivos del comunismo consiste en la liberación del tiempo para el desarrollo personal. De esa manera, el comunismo se basa en todo lo contrario a la uniformidad. 

6. El capitalismo promueve el individualismo

En una sociedad de masas, donde millones y millones de personas están produciendo y consumiendo las mismas cosas a gran escala, el individualismo parece casi un milagro o al menos una excepción de la regla. A veces basta con echar un vistazo a los barrios residenciales de las grandes ciudades con sus casas o supermercados uniformados para concluir que es el producto de una sociedad completamente opuesta a lo individual.
En 1867, en su libro 'El Capital' Karl Marx hizo su famosa predicción de la 'muerte' inminente del capitalismo. Pasados casi 150 años, el sistema está vivo y el debate sobre su futuro continúa con mayor o menor intensidad. La crisis que durante los últimos años sufren varios países desarrollados hace que cada vez más los expertos hablen de grandes cambios que pronto tendrán lugar en el actual sistema social y económico a nivel mundial.
Tras la desintegración de la Unión Soviética, gran parte de la población creyó que el capitalismo había triunfado por completo. Sin embargo, en los últimos años el sistema económico afronta numerosas conmociones económicas y sociales. En Occidente se reduce la clase media, aumenta de forma alarmante el paro y el 'estado del bienestar', considerado como el mayor logro del capitalismo de postguerra, cada vez más es una realidad del pasado. Por otra parte, en Oriente la explotación de trabajadores adquirió los niveles del cruel siglo XIX.
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En el nuevo libro '¿Tiene futuro el capitalismo?', obra conjunta de varios economistas y sociólogos reconocidos a nivel internacional, los expertos coinciden en que el mundo está a punto de entrar en una crisis estructural del sistema capitalista, revela la revista 'Expert'. De este modo, el sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein escribe que el crecimiento del capitalismo alcanzó su tope en los años 70, mientras que todas las décadas siguientes el sistema solo superó las numerosas crisis, sin resolver ningún problema.

"Desde hace más de un siglo, la humanidad viene acercándose y parece ya estar cerca de un pico desconocido y sin precedentes de su evolución"
Georgi Derluguián, profesor de ciencias sociales y políticas en la Universidad de Nueva York en Abu Dhabi
"El sistema mundial moderno no puede seguir de la misma manera, ya que el capitalismo no puede acumular ganancias sin parar", concluye el experto. Por su parte, el doctor Randall Collins destaca que el fin del capitalismo se producirá en 2040, año en que según él, más de un 50% de la población activa perderá su trabajo por los procesos de sustitución tecnológica.
El mayor interrogante para Collins es qué sistema ocupará su lugar: ¿una dictadura fascista o un sistema democrático no capitalista? Pero lo más probable según el experto es que "en los próximos siglos tendrá lugar un constante cambio entre dos sistemas: del capitalismo al socialismo, y a lo mejor, otra vez al capitalismo".
A su vez, para el sociólogo Craig Calhoun, el capitalismo se salvará solo en caso de superar tres amenazas pendientes: el desequilibrio del sector financiero en relación a otros ámbitos de la economía que provocan enormes deudas y especulaciones irresponsables; los problemas sociales y ecológicos creados por las políticas neoliberales, y por último, las posibles guerras y cambios climáticos.

"El fantasma del comunismo ha vuelto, y ahora no solo recorre Europa". A esta conclusión llega un reciente artículo de la revista 'Russki Reporter', que sostiene que tras la crisis de 2008, se habla cada vez más de un inevitable colapso del capitalismo.
En cuanto a Europa, el artículo hace hincapié en la "socialista y antiglobalista" Syriza en Grecia, y en la creciente fuerza de Podemos en España, mientras que el movimiento 'Occupy' en EE.UU. y las victorias de la izquierda en América Latina "hacen pensar en el renacimiento del movimiento de izquierda en el Nuevo Mundo".

¿Cómo son los nuevos izquierdistas?

"¿Qué clase de futuro es el que nos están preparando los nuevos izquierdistas? ¿Qué es lo que nos espera: la realización de una nueva utopía social o una distopía sombría?", se preguntan los autores del artículo.
Los nuevos izquierdistas son muy diferentes entre sí: "desde los intelectuales académicos hasta los revolucionarios del pueblo que lideran la lucha por la liberación nacional en el Tercer Mundo", detalla la publicación, agregando que en la sociedad europea o incluso en la estadounidense, el izquierdismo moderado se va convirtiendo en la norma, "aunque no siempre se trata del verdadero marxismo, sea cual sea el significado de este término".
Los nuevos izquierdistas leen a Marx, pero son mucho más apasionados acerca de las últimas ideas progresistas. Se caracterizan por su interés hacia la democracia directa electrónica, la economía de red y el 'anticopyright'; la oposición a la globalización jerárquica en beneficio de las empresas transnacionales y el apoyo a la idea de una renta básica incondicional para todos como un medio para evitar desempleo y concentrarse en un trabajo creativo libre en una era de la robótica.
Asimismo, después de la crisis de 2008, comenzó a crecer rápidamente  el número de partidarios de un mayor control sobre los bancos y las corporaciones, la subida de impuestos a los ricos, y la lucha por preservar los logros sociales.

"Durante un siglo y medio de su existencia, el marxismo ha cambiado el mapa del mundo y de la vida humana en nuestro planeta, mucho más que el cristianismo durante 2.000 años, y sigue cambiándola"
Alekséi Tsvetkov, escritor y activista izquierdista

"Los izquierdistas apuestan por el desarrollo de las nuevas tecnologías", explica el escritor y activista ruso Alekséi Tsvetkov, poniendo como un ejemplo típico de las nuevas relaciones postcapitalistas, que no caben en el sistema capitalista, todo lo que está relacionado con el 'anticopyright'. 
"Para nosotros es difícil imaginar cómo será el futuro postcapitalista, pero nos estamos acercando a él gracias al desarrollo de la tecnología, al crecimiento de la educación de las personas, a la aparición de nuevos grupos sociales. La ideología de la expansión del acceso público a las cosas es lo que une a todos los izquierdistas", explica el escritor.
En este sentido, prosigue, "los piratas informáticos también son izquierdistas, a un nuevo nivel tecnológico", ya que actúan de acuerdo con la lógica comunista: "Si tienes algo que compartir sin perderlo, tienes que compartirlo".
En opinión del escritor, "el derecho burgués, que defiende los derechos de autor, por ejemplo, en el caso de una película, parte del hecho de que se trata, en primer lugar, de una mercancía, y en el segundo, de una película para el público", mientras que los izquierdistas parten del hecho de que la película es una película, y verla como una mercancía distorsiona el significado de las cosas.
No obstante, Tsvetkov admite que en el sistema capitalista, la idea general de acceso libre a las cosas, a menudo conduce a un efecto contrario, y que no es lo mismo "un código abierto, que producen muchos y que utilizan todos, y la falta de recursos para hacer una nueva película si no pagan por ella".
"El libre acceso a la música, las películas, los artículos enriquece a las grandes corporaciones de Internet, mientras que los creativos y los equipos están en una crisis constante de recursos", lamenta el activista.

¿Estamos ante una nueva revolución?

En las ciencias sociales y la filosofía política, la mayoría de las nuevas ideas pertenecen a la izquierda, simplemente porque hablan de la transformación del mundo. Los conservadores buscan preservar las formas de vida y los valores existentes, el neoliberalismo cree en las leyes naturales del mercado y no en los proyectos sociales. "El progreso social necesita a los izquierdistas", destaca 'Russki Reporter'.
"Desde hace más de un siglo, la humanidad viene acercándose y parece ya estar cerca de un pico desconocido y sin precedentes de su evolución", comenta Georgi Derluguián, profesor de ciencias sociales y políticas en la Universidad de Nueva York en Abu Dhabi.
"A finales del siglo XX, el capitalismo se deshizo de los antiguos temores de la izquierda, obtuvo acceso a las gigantescas masas trabajadoras de China y el flujo de recursos de las exrepúblicas soviéticas. Pero, ¿significa esto que el capitalismo como sistema histórico es eterno?", se pregunta Derluguián. "Ningún sistema complejo es eterno. Se le acumulan costos y contradicciones", remata.
El capitalismo tiene cerca de cinco siglos. Hasta mediados del siglo XX los grupos capitalistas de Occidente dominaron el mundo de las colonias y el mundo agrario y campesino con altas tasas de natalidad y bajas expectativas de beneficios sociales. "Hoy en día está claro que todo esto ya no es así", concluye el analista.
"En realidad, aquí no se trata de simpatías personales, sino de lógica histórica", señala a su vez Alexéi Tsvetkov. "Para la derecha, la lógica del progreso simplemente no existe, existe solo la lógica de las normas tradicionales y las desviaciones de la misma. Para los liberales, la lógica del progreso existe hasta cierto punto, y luego la historia termina con el triunfo del libre mercado. Para los marxistas, la sociedad moderna no existe en la historia, sino en la prehistoria, hasta que se eliminen todas estas barreras", explica.
Tsvetkov está convencido de que la verdadera historia de la sociedad humana "empezará con la revolución comunista, porque finalmente todo volverá a la normalidad y el mundo al revés será reemplazado por uno adecuado".
"La mayoría de los izquierdistas, aunque no crean en la revolución comunista, mantienen este ideal en mente como un horizonte, como una forma de evaluar lo que está sucediendo", afirma.
Por otra parte, algunos expertos consideran que no ocurrirá un cambio radical sino que el capitalismo tendrá que realizar una serie de reformas para poder responder a los nuevos desafíos. "Se establecerá a nivel mundial un capitalismo reformado con mayor igualdad y derechos sociales para todos. No será el fin del capitalismo, sino la aparición de un capitalismo mejor", asegura el profesor de la Universidad de California, EE.UU., Michael Mann.
Si la historia de la relación entre el comunismo y el capitalismo ya por sí misma es tan complicada y ha dado lugar a tantos mitos e ideas falsas, el futuro de los dos sistemas es aún más incierto y difícil de predecir.
Volviendo al libro '¿Tiene futuro el capitalismo?, la conclusión conjunta de los expertos consiste en que la gran crisis de este sistema, "sea cual sea el escenario, no significa el fin del mundo", ya que "el fin del capitalismo inspira la esperanza" de su transformación en formas nuevas "más humanas" o su transición en el renovado socialismo democrático. Y usted, ¿qué opina al respecto?
En la elaboración de este artículo se han utilizado los archivos multimedia de RT, RIA Novosti, Reuters,  arbrenoir 
Preparado por María Lekant, Iván Sérbinov