jueves, 19 de noviembre de 2015

La izquierda a la izquierda por la derecha hacia la nada


Libardo Sánchez Gómez

Colombia parece condenada a pervivir atrapada en una caverna de eterno conflicto     y atraso social,    por un lado   se ha convertido literalmente en una colonia del imperialismo norteamericano,   el imperio dispone a su antojo de los recursos naturales,    toma las decisiones económicas y, aún, las políticas internas vertebrales, como por ejemplo, los acuerdos de paz se deciden  de acuerdo a los intereses geoestratégicos del AMO; mantiene  en el poder una oligarquía vasalla totalmente arrodillada y dispuesta a todo para mantener su hegemonía.  EEUU   dispone de las   bases militares  cuando y en el momento que se le  antoje y obliga a mantener  una hipertrofiada fuerza militar, ¿tal vez, pensando en Venezuela?   Por otro lado en el sector agrario prevalecen las prácticas de tipo   feudal,  día a día mediante el despojo  se acrecientan los latifundios.   A dicha concentración de tierras, ahora,  se le quiere dar visos de legalidad, para eso el gobierno presentó al Congreso el proyecto de Ley que ampara Las Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social (ZIDRES). Un análisis      del mencionado proyecto realizado por la coalición formada por CODHES, CINEP,  Planeta Paz, Comisión Colombiana de Juristas, Mesa de Incidencia Política de Mujeres Rurales Colombianas; Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular; Dignidad Agropecuaria y Oxfam, concluyen que se trata de un “instrumento que legalizaría la acumulación irregular de predios —con antecedentes de baldíos— por parte de empresas nacionales y extranjeras, causando efectos negativos en términos de concentración y expropiación de tierra”.
  
En  el corazón de la modernidad y postmodernidad  coexisten variadas formas de esclavismo, el de  tipo sexual (trata de blancas) el de  las llamadas trabajadoras internas (sirvientas les dicen despectivamente las amas de casa) las cuales son tratadas como en el medio evo. La tercerización laboral extendida hasta  las mismas empresas que, aún, le quedan al estado es otra forma de esclavismo.

Hace  más de seis décadas en Colombia estalló una   más   de las tantas guerras civiles,  que ya hacen parte del folclor colombiano;  esta vez fue protagonizada  por sectores campesinos contra la clase dominante, como única forma de evitar el despojo de sus bienes y parcelas.   Pero dentro  de pocos días, en La Habana, este ciclo armado será historia; probablemente de inmediato se inicie una  nueva era de rebeldía armada.   Por esto en principio se creyó   que Colombia sería el primer país de América en avanzar hacia una sociedad más tranquila e igualitaria, pero como dicen los arrieros “una cosa piensa el burro y otra el que lo enjalma”, la realidad se empeñó en  retener  la historia en  el círculo vicioso de la guerra y el atraso social, político y tecnológico.

Y mientras en Colombia  los fusiles llevaban a cabo   persistente y exitosamente su tarea emancipadora, malograda debido a los recursos financieros, militares y tecnológicos del imperio,  los vecinos latinoamericanos abrían, por las buenas, las puertas al “socialismo del siglo XXI”.   Hace  cuarenta años Chile llevó a la presidencia vía  las urnas  a un presidente socialista; treinta  años atrás nació el  Movimiento de trabajadores rurales sin tierra (MST) en Brasil; Hace 20 años retumbó  el grito zapatista ¡Ya basta! en Chiapas en contra del neoliberalismo y del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)   Hace 15 años Venezuela celebró  la victoria electoral del comandante  Hugo Chávez en Venezuela, que sería y será un punto de referencia para toda América en la lucha contra el imperialismo. También hay que destacar los triunfos electorales de los gobiernos progresistas, con un discurso marcadamente antiimperialista, del indígena  Evo Morales en Bolivia y de Rafael Correa en Ecuador.   

Claro  que la felicidad duró muy poco,  con el paso del tiempo estos procesos  se han  ido desvaneciendo; desgraciadamente el salto cualitativo dado en Chile prontamente fue dinamitado por el mismo imperio que nos esclaviza.   Hoy chile, con una presidenta supuestamente socialista,    junto a México, Colombia y Perú son utilizados como ariete por los gringos para atacar los procesos integracionistas latinoamericanos  especialmente al MERCOSUR. En  Brasil la derecha, como en toda partes, es asesina,    el 26 de enero de 2013 fue acribillado uno de los líderes del MST, Cícero Guedes do Santos en la localidad Campos dos Goytacazes. La  violencia  estatal, también,   se hizo ver con la Masacre de Eldorado dos Carajás donde murieron en el acto 19 campesinos del MST ametrallados por la Policía Militar (PM).  Posteriormente el MST  vio la oportunidad de acceder al poder a través del apoyo  político al Partido de los  Trabajadores PT en 2005, para la reelección de Ignacio Lula Da Silva.  En la actualidad Dilma Rousseff   bracea con dificultad para mantenerse a flote. La tibieza e indecisión de la izquierda brasileña tiene a la derecha a las puertas de la retoma del poder.  En   el  caso venezolano el triunfo del Comandante Chávez fue emblemático por lo que representó para la liberación e integración de América. Pero hoy  su sucesor, ungido por el mismo  Chávez, Nicolás  Maduro,  sin haber avanzado un metro hacia el pregonado “socialismo del siglo XXI”,  está a un zarpazo de la derecha y del imperio. En Ecuador el presidente Rafael Correa recula en busca del FMI,  y en Bolivia Evo Morales avanza sin una brújula que le muestre  donde  está lo que anda buscando.

¿Qué pasó? ¿Qué ha llevado al desgaste de estos, que se auguraban exitosos movimientos sociopolíticos emancipatorios pacifistas? Para Franck Gaudichaud (Revista Memoria – México. 2015) “…estos procesos políticos parecen topar ante grandes problemáticas endógenas, fuertes poderes fácticos conservadores (nacionales como también globales) y no pocas indefiniciones o dilemas estratégicos no resueltos”. Para ampliar el análisis, hay que decir que estos movimientos político sociales, que lograron acceder al poder mediante el voto, tuvieron en su génesis   bases rebeldes  sólidas, pues fueron gestados y paridos por  los sectores populares al calor de las luchas en las calles, en los campos, dentro de las empresas, en las universidades,  contra las clases dominantes.   ¿En qué momento comienza el punto de inflexión que los hace retroceder? Se observa que estos movimientos anti sistema progresan hasta tanto la dirección no se sale de las propias manos de las  bases populares.  También se observa, como  patrón, que mientras las bases rebeladas o en rebelión ejercen al interior un manejo transversal   avanzan exitosamente en la consecución de sus metas. Una  vez ceden el manejo a un caudillo mesiánico la administración se jerarquiza de manera totalmente vertical y el impulso dialéctico transformador  se ralentiza;  paulatinamente las bases, que  les fabricaron las alas, van siendo relegadas  hasta el momento en  que ya no son escuchadas.

Es palpable que mientras los movimientos sociales se están gestando establecen y conservan una línea política, que apunta  a la destrucción del viejo modelo socioeconómico (capitalismo) e, invariablemente,   son de corte revolucionario de tipo marxista; y, como se dijo atrás, la dirección  transversal  responde a los intereses de las mayorías;  pero a medida que crecen en   capacidad de convocatoria, también,  van creciendo los destructivos intereses personales.  Los más vivos se apropian de los movimientos, nombran unas camarillas para que les secunden  en la prosecución de sus propios intereses;  con el paso del tiempo van girando a la derecha, se apropian de los recursos colectivos   convirtiéndose  en ostentosas burocracias de “izquierda”, que desde luego no van a querer limitar  la acumulación  de la riqueza. Finalmente terminan emitiendo  ucases, que los distancias definitivamente de las masas y de los fines revolucionarios  inicialmente perseguidos.         

En  Venezuela, donde se creía que el “socialismo  del siglo XXI” remplazaría prontamente al capitalismo globalizador, el pueblo terminó  creyendo  que es lo mismo un modelo que otro.  Y da  la impresión que al gobierno no le importa       el reiterado  respaldo popular,  ¿no entiende que        el mandato es   para limitar la acumulación de riqueza por parte de los particulares así como para  acabar con los privilegios, que generan la desigualdad social?  Pero la paciencia tiene límites, si los  gobiernos llamados de  izquierda no se montan en el tren de las transformaciones,  el pueblo terminará  subido en la locomotora de la derecha, es fácil que le endulcen el oído.

En los países latinoamericanos llamados de izquierda el socialismo termina en una que otra nacionalización de empresas, sobre todo    las relacionadas con  el petróleo, y algunas necesarias   medidas de tipo social.   Pero por otro lado el neoliberalismo sigue campante; sectores claves de la economía e, incluso, los servicios públicos son manejados por los particulares, por ejemplo, la salud y los jugosos fondos de pensiones.

Cualquier   observador desprevenido diría que se confunde socialismo  con  asistencialismo. Claro que es  muy loable  la   ayuda  a las personas en situación de pobreza, que son la mayoría del pueblo; precisamente los  programas de asistencia social han hecho la diferencia con la burguesía tradicional. El pueblo en general se ha visto beneficiado con  salud de calidad gratuita, también existe  gratuidad en la educación en todos los niveles;  todos los nacionales tienen derecho a un bono de artículos básicos (lo más parecido a una canasta básica); la seguridad social es general,     quien llegue a los sesenta años disfruta de una pensión vitalicia. Algo parecido, pero en menor grado,  ocurre en los demás  países latinoamericanos considerados progresistas; y si se compara el socialismo a la latinoamericana (excepto el chileno que ni asistencialismo otorga) con el europeo, como el de España y  Francia,   acá es más radical.  Estas medidas populistas   sin duda constituyen  el aglutinante que, aún, mantiene  a  Maduro pegado al solio presidencial.

Fatalmente, los llamados gobiernos progresistas ya están condenados a desaparecer. No está en su esencia desmontar el caudillismo y las camarillas corruptas que se han montado a su alrededor. Mientras perduren gravitarán alrededor del sueño socialista reproduciendo el capital. Y si  los movimientos  de izquierda no caminan por la izquierda tarde o temprano terminarán a la vera del camino añorando espejismos inalcanzables.   

A  la destrucción del capitalismo no sólo apuntan los marxistas sino personajes como el papa Francisco, quien llama “hacer una revolución contra el capitalismo”, también convocan a lo mismo el científico Stephen Hawking, quien ha hablado sobre “…los catastróficos efectos que el capitalismo puede generar como motor de la caída humana”. Y en la misma dirección apunta el magnate Bill Gates, en una entrevista   a The Atlantic describió al sector privado como “ineptos en general e incapaces de hacer frente a la crisis climática debido a su enfoque en las ganancias a corto plazo y los beneficios máximos”.  

Como conclusión, los sectores populares, que aspiren a ser protagonistas de su propia historia, tendrán que tener en cuenta que son las bases, con una dirección absolutamente transversal, las llamadas a conquistar y mantener el poder.     Y tendrán  que seguir una línea revolucionaria que, sin temor, apunte a la destrucción del modo de producción capitalista,  recurriendo para ello  a la combinación de todas las formas de lucha.

















martes, 10 de noviembre de 2015

Normalización de la vida nacional y transformación de las FARC-EP en movimiento político (Síntesis)

La Habana, Cuba, sede de los Diálogos de Paz, noviembre 7 de 2015 

Diez propuestas mínimas para garantizar el fin del conflicto, la reconciliación nacional y la construcción de la paz estable y duradera 

Propuesta cuatro referida a la “Normalización de la vida nacional y transformación de las FARC-EP en movimiento político (Síntesis) 


El “Fin del conflicto” implica que se dé el paso hacia cambios estructurales que normalicen la vida nacional, e incluye la decisión política de las FARC-EP de emprender un proceso de transformación integral colectivo e individual, que permita el tránsito a la vida civil, y propósitos esenciales como: 

1. En primer lugar, la participación activa en la política abierta a través del movimiento político que se conformará para tal efecto para promover la democracia verdadera, directa, comunitaria y autogestionaria, con plenos derechos para todos y cada uno de sus integrantes, incluida la asignación directa de curules en el Congreso de la República durante al menos dos períodos, así como en Asambleas Departamentales y Concejos Municipales en lugares de comprobada presencia e influencia por iguales períodos. 

2. En segundo lugar, desarrollar economías del común, de carácter asociativo y comunitario, en los diferentes campos del proceso económico y articuladas entre sí con el objetivo de contribuir a la reconstrucción de la base productiva del país y al mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo y al buen vivir de los pobres y desposeídos. 

3. En tercer lugar, promover y apoyar procesos organizativos sociales y con fundamento en el reconocimiento pleno de los derechos económicos y sociales, especialmente al trabajo digno, la salud y la seguridad social, la vivienda, de todos y cada uno de sus integrantes. Es condición necesaria del proceso de normalización de la vida nacional y transformación de las FARC-EP en organización abierta, una solución confiable en lo que concierne al tema de “Justicia especial para la paz”, que atendiendo los derechos de las víctimas del conflicto, sea consecuente con el reconocimiento de la rebelión y sus conexidades en el sentido más amplio, se fundamente en los principios de la justicia restaurativa, prospectiva y transformadora, y se haga extensiva a las prisioneras y prisioneros políticos y de guerra condenados o con procesos en trámite. Así mismo, que garantice la protección constitucional frente a la extradición de cualquier integrante de la organización. Lo acordado para la reincorporación de las FARC-EP en lo político, lo económico y lo social hará parte integral del “Plan Nacional para el fin del conflicto, la reconciliación nacional y la construcción de la paz estable y duradera”. 
Para alcanzar tales objetivos, las FARC-EP proponen diez iniciativas cuyos desarrollos presentaremos al país en el curso de este Ciclo, y que básicamente se centran en las siguientes temáticas: 
1. Construcción de la paz estable y duradera como proceso de normalización social; 
2. Transformación integral colectiva e individual, nacional y territorial de las FARC-EP como parte del proceso de normalización social; 
3. Condiciones para la transformación de las FARC-EP en movimiento político abierto; 
4. Condiciones para la normalización referidas a economía de las FARC-EP; 
5. Condiciones para la normalización que permitan reconstruir y producir las nuevas relaciones sociales y culturales, fundamentadas en la generación de condiciones para el pleno ejercicio de los derechos políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales por parte de las FARC-EP; 
6. Definición de una Jurisdicción especial de justicia como garantía del proceso de normalización integral; 
7. Protección constitucional frente a la extradición; 
8. Normalización integral como contribución a la reparación, las garantías de no repetición y la reconciliación nacional; 
9. Definición de acuerdos de normalización como capítulo especial del Plan Nacional Para la Paz y 10. Carácter excepcional, extraordinario y transitorio de la normalización social e integral e indisolubilidad frente a los demás componentes del punto 3 “Fin del conflicto”. 

DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP.

martes, 3 de noviembre de 2015

Colombia: El crimen de Jaime Pardo Leal/ Testimonio de Vicente Vélez sobreviviente de la UP


Colombia: El crimen de Jaime Pardo Leal/ Testimonio de Vicente Vélez sobreviviente de la UP (+Video)



FARC-EP: Claridad no admite interpretación +(Video)Memoria Histórica
28 años atrás, el 11 de octubre de 1987, cayó asesinado el doctor Jaime Pardo Leal, eminente jurista especializado en derecho penal, catedrático de la Universidad Nacional de Colombia, dirigente máximo del movimiento político Unión Patriótica y conciencia moral de la nación.
El crimen de Jaime Pardo Leal
Su muerte se sumaba a la oleada de crímenes contra congresistas, diputados, concejales, alcaldes y líderes de esa opción política nacida de las conversaciones de paz entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC-EP, y ratificaba con su sello sangriento que la oposición democrática y de izquierda no contaba con las mínimas garantías  para su ejercicio en Colombia.
El Presidente Virgilio Barco definía en su momento al paramilitarismo como un problema de semántica, al tiempo que las fuerzas armadas colombianas, con la asesoría directa del Pentágono y la CIA, no puede olvidarse que se vivía entonces la llamada era Reagan, echaban a rodar la especie de que los crímenes contra la Unión Patriótica tenían como origen último la disputa entre los grupos de grandes narcotraficantes y las FARC por el control de los cargamentos de drogas.
Así, cubriendo con el manto de la mentira y la calumnia lo que en realidad eran los desarrollos de la Doctrina de Seguridad Nacional, expresada en su momento como estrategia de Guerra de Baja Intensidad, el imperialismo  y la oligarquía colombiana coincidieron en su afán por exterminar las diferentes expresiones de inconformidad política y social en el país, a objeto de garantizar  la implementación de la globalización neoliberal  en ciernes. La muerte de Jaime Pardo Leal, insigne abogado demócrata y revolucionario, significó un claro aviso de lo que se le venía encima a la patria de los colombianos, si no se sometía mansamente a la voluntad del gran capital.
Ni siquiera una corriente progresista del Partido Liberal, como la encabezada por el doctor Luis Carlos Galán, lograría ponerse a salvo de la furia asesina desatada desde las alturas del poder. La contradictoria pero eficaz alianza entre carteles del narcotráfico, grupos económicos, clase política y fuerzas armadas, inspirada en el afán de concentrar riquezas e incrementar ganancias que hoy llaman prosperidad, resolvió sin el menor escrúpulo condenar a Colombia a las sucesivas décadas de barbarie paramilitar que no termina. Ninguno de los gobiernos que siguieron a Belisario Betancur puede lavarse las manos por su responsabilidad en ese mar de sangre.
Grandes personalidades de la vida nacional, entre las que recordamos hoy especialmente a Jaime Pardo Leal, al igual que decenas de miles de colombianas y colombianos del montón, sacrificaron su vida o su libertad por enfrentarse de diverso modo, con dignidad ejemplar y singular coraje, a semejante maquinaria de terror y muerte. No nos cansaremos de gritar a los cuatro vientos que sus ideas, sus luchas y su sangre no pasaron en vano, que todas ellas se reproducen y multiplican en el alma de millones de compatriotas que trabajan denodadamente por alcanzar la paz, convencidos de que para ello es necesario que se publique de una vez por todas la verdad, conscientes de que larga noche de la impunidad debe llegar a su fin, claros como la luz del verdadero sentido y los amplios contenidos de la palabra justicia.
No queremos más mártires para ninguna causa en Colombia. Ningún hogar más en nuestro país debe cargar con llanto de viudas y huérfanos por razones políticas. Soñamos con una Colombia en paz, con justicia social, democrática y soberana. Desde un comienzo han sido esas nuestras banderas.  
Por izarlas, nosotros y demasiados colombianos hemos sido objeto de implacables persecuciones. La paz brillará cuando cese por fin esa práctica nefanda de las clases dominantes. En eso creía Jaime Pardo Leal, por eso su crimen. Hoy rendimos el más sentido homenaje a su memoria.
Secretariado del Estado mayor Central de las FARC-EP
Montañas de Colombia, 11 de Octubre de 2015.
Fuente: Delegacón de Paz de las FARC-EP, 11 de octubre de 2015
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Testimonio de Vicente Vélez sobreviviente de la Unión Patriótica 1986

2 candidatos presidenciales de la UP (Unión Patriótica), Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo Osa, 8 congresistas, 13 diputados, 70 concejales, 11 alcaldes y alrededor de 5.000 de sus militantes fueron sometidos a exterminio físico y sistemático por grupos paramilitares, miembros de las fuerzas de seguridad del Estado (Ejército, Policía secreta, inteligencia y Policía regular) y narcotraficantes.
Muchos de los sobrevivientes al exterminio abandonaron el país. Otros ingresaron a las filas de guerrilla de las FARC-EP para salvar sus vidas; ese fue el caso de Vicente Vélez integrante de la Delegación de Paz de las FARC-EP, sobreviviente de la Unión Patriótica, en 1986.


Memoriando
Fuente: Delegación de Paz de las Farc-EP, 7 de septiembre de 2015
Tomado: http://www.es.lapluma.net/index.php?option=com_content&view=article&id=7238:2015-10-11-21-49-23&catid=116:debates&Itemid=490

domingo, 1 de noviembre de 2015

¿Soluciones de esquina ante el hegemonismo de la burguesía?


Libardo Sánchez Gómez

La participación de los sectores  de oposición  popular   en las pasadas elecciones   dejaron a nivel general un mal sabor,   quedó flotando en el ambiente un efluvio derrotista y la certeza de que  el pueblo excluido no tiene   posibilidad alguna de participar, activamente, en el manejo de la cosa pública, y menos para acceder vía las urnas al poder. Las  clases dominantes  se han blindado con   armas, el respaldo del Pentágono         y con las variadas herramientas   de la guerra psicológica, de tal manera que no es posible que alguien pueda disputarles sus privilegios. Por eso seguros de su blindaje, proponen acuerdos de paz que pongan fin al alzamiento armado, eso sí, dejándoles en claro a los rebeldes que para   volver al “juego democrático” tendrán que aceptar el statu quo.    

El problema para los sectores populares, hoy, es aún mayor, pues no existe una brújula ideológica que indique el camino a seguir en pos de las transformaciones sociales y económicas, que permitan dignificar su negada existencia.  El poder mediático y la educación, para el sometimiento, han convertido a la sociedad en su conjunto en un conglomerado cataléptico. Nada hace reaccionar a las viejas ni a las nuevas generaciones. Sólo importa hacer dinero y consumir.    Da lo mismo si es el estado el que maneja las empresas públicas, en función de las mayorías, o si son los particulares los que se apropian de la plusvalía. Importa un pepino la lucha a muerte de aquellos que escogieron la vía de las armas para defender sus intereses.  La  izquierda, o lo que otrora se conocía como izquierda, fue asimilada por la  socialdemocracia. A la de ahora le asusta la palabra revolución, la han cambiado por evolución, entonces, ya no es una izquierda revolucionaria sino una “moderna democrática  y reformadora”. El discurso revolucionario lo asumió la derecha: Movimiento Revolucionario Liberal, Revolución en marcha, Cambio radical. Ya no se   exigen  transformaciones sociales que lleven un mínimo bienestar a las mayorías; si acaso, se  piden   oportunidades  para usufructuar uno que otro privilegio. Son suficientes los   retoques al ordenamiento burgués, los que nunca tendrán efectos ciertos sobre la realidad que vive el hombre del común.  Por lo general, los “representantes del pueblo” una vez acomodados a la izquierda de los factores de poder aúllan pero no muerden. Para colmo de males,  la “oposición  de izquierda” al entrar, sin tener preparada ninguna táctica ni estrategia, a jugar en el campo político electorero,  con las mismas reglas diseñadas por la burguesía, obtiene las goleadas de siempre. Yahir Contreras, en ¿Por qué perdió la izquierda en Bogotá. 29-10-2015? Afirma de manera acertada: ¿Pero qué esperaban las organizaciones de izquierda: que la oligarquía se porte democrática y permita el juego de las ideas sin recurrir a todos sus mecanismos de dominación?

El caso Gustavo Petro y los resultados electorales en Bogotá son   prototipo de la manera como las clases dominantes manejan los hilos del poder. No sólo no permiten compartir privilegios sino que no admiten que alguien, que no sea de su propia cuerda, les administre lo que, “por naturaleza”, les pertenece. El manejo administrativo de lo público está normativizado de tal manera que cualquiera que asuma las riendas de la administración, llámese de derecha o de izquierda,  tenga que tocar bajo la misma batuta.  Por eso a la gente del común le da lo mismo quién lleva las riendas de la administración, eso no sólo ocurre en la gran capital sino en todo el país. Además, existe  la percepción generalizada de que quien “sube  al poder” va   a robarse el erario público, para llenar sus bolsillos. Y eso, desafortunadamente, es absolutamente cierto, casi que decirlo es una perogrullada. 

Petro, dado su “progresismo”,  tuvo la pésima idea de ladear las cargas hacia el sector público, y dónde mejor para hacerlo que  en el sector de las basuras, donde subsisten miles de personas reciclando residuos. Para un político con buen olfato eso es un mundo de votos; así que el alcalde “izquierdoso”, arrebató, aunque de manera parcial,  el manejo de las basuras  a un grupúsculo  de inversionistas privados, entre ellos a familiares del extraditable No. 82. También, tuvo la brillante idea de querer juntar el estrato seis con el uno,  y ahí fue Troya, qué va a querer el vice Vargas Lleras que su mujer se la pase tomando tinto con una de las vecinas “chimoltrufias” del frente.  La burguesía bogotana, combinando todas las artimañas a su  haber, descargó sobre  el burgomaestre el conocido arsenal usado en su lucha contra las clases populares; el procurador  Ordoñez actuó como punta de lanza, ya había demostrado de qué es capaz, inhabilitando políticamente de por vida a la senadora Piedad Córdoba. Ordoñez lo ató de todas cuatro de tal manera que buena parte del cuatrienio se la pasó intentando soltarse las lazadas acusatorias que, de cuando en cuando, le lanzaba. El poder mediático, también,  demostró  su poder omnímodo,  hábilmente convirtió al doctor en economía en un ignorante  y pésimo administrador.  Desde el mismo día que Petro ganó las elecciones pidieron su revocatoria, por ser un alcalde    improvisador e incompetente. Las condecoraciones otorgadas por prestigiosas entidades nacionales e internacionales, que lo distinguían como uno de los mejores alcaldes del mundo, no fueron más que medallitas de cuero. Le endilgaron los malos manejos de las administraciones anteriores, por ser, supuestamente, de izquierda. Lucho, obrero renegado y furibundo anticomunista y Samuel Moreno, un burgués medrando a la sombra de la izquierda; éste último no fue cuidadoso, como sus antecesores, al esconder las cochinadas, y se dejó enredar en la madeja del llamado” carrusel de la contratación”.

Si  las clases dominantes excluyen al  pueblo  de la participación política, como un  juego democrático para acceder al poder, es apropiado preguntarse, ¿qué le tocará hacer para reivindicar ese derecho, acudir a  soluciones de esquina (guerra o paz)? ¿Aceptar resignadamente la humillación  y dominación  como designios de la vida cruel o, como hace la burguesía,   combinar todas las formas de lucha?  Por ahora no se sabe quién tiene la respuesta  ni quién   le pondrá el cascabel al gato. No  obstante, allende el mar   los colombianos   tenemos una tenue posibilidad de que se puedan sentar las bases para darle un giro al destino. La responsabilidad está en las manos de las FARC y del ELN, el futuro dependerá de lo que acuerden  antes de entregar las armas. Si  no se logra nada a los hijos de nuestros hijos les tocara, dentro de no se sabe cuántas décadas, optar por la solución de esquina de la guerra, para ganar en el campo de batalla lo que en una mesa de conversaciones no se pudo.
  

Luis Alfonso Mena S, en ¿Qué pasó el 25 de octubre? Prensa Rural, dice con toda razón   que en “…Colombia urge una reforma estructural de su sistema electoral, hoy profundamente inequitativo y excluyente para las fuerzas políticas independientes, alternativas y muchas de izquierda, que no poseen el músculo económico, ni el soporte en las burocracias municipales o departamentales, ni la influencia en los medios masivos de comunicación para hacerse oír y darse a conocer: esta será una tarea, una de las más importantes, de la etapa de los pos acuerdos de La Habana”. Claro  que   sería mejor que las  reformas estructurales aludidas  se concretaran antes de la firma de los acuerdos, pues en estado de  indefensión sí que va hacer difícil. Esperemos que los rebeldes en la Habana, antes del punto final (¿fatal?) logren que la oligarquía y sus amos del Norte  permitan  al  pueblo excluido  ser actor activo en la formulación de  políticas públicas que favorezcan   sus propios intereses.  

jueves, 29 de octubre de 2015

¿Por qué perdió la izquierda en Bogotá?



La derrota de la candidata Clara López en los comicios para la alcaldía de Bogotá siembra el desconcierto en la gama heterogénea de la izquierda legal y augura incidencia negativa en el proceso de paz gobierno-insurgencia.

Los factores que se vislumbran en una lectura más allá de las urnas y del domingo 25 de octubre van desde el desmonte de logros democráticos hasta el abstencionismo que rebasa el 55 por ciento en la capital.
  1. La composición política variopinta explica en principio por qué la propuesta no cala en los sectores populares: antropofagia de líderes en el Polo Democrático Alternativo, desorden en la política que desdibuja la propuesta desde alas progres, o progresistas, verdes, animalistas, etc., hasta visiones electoreras en sentido estricto: el comportamiento de la izquierda no puede, no debe ceñirse sólo a la coyuntura pre-electoral. La búsqueda de votos en vísperas de las fechas clave desperdicia acumulados y arrojan resultados como el de las urnas el domingo 25 de octubre.
Si se juega el partido de la democracia formal tradicional, la maquinaria sistémica y la avalancha del establecimiento sepulta los cambios y desnaturaliza la esencia de la izquierda:generar conciencia y organización popular para avanzar y sostenerse en el gobierno capitalino, por lo menos. Dejar al azar de las urnas un proyecto nos lanza al abismo de la derrota. La autocrítica y valoración de la izquierda debe ser una premisa para recomponer logros o al menos sostenerlos.
  1. La derecha y el centro seudo-socialdemócrata, verde, o renovador, es decir, las clases dominantes y su soporte en la clase media, también juegan: la ofensiva mediática a través de los monopolios informativos son un factor relevante. ¿Pero qué esperaban las organizaciones de izquierda: que la oligarquía se porte democrática y permita el juego de las ideas sin recurrir a todos sus mecanismos de dominación?
La presentación de dos candidaturas desde las filas de los de arriba (Pardo y Peñalosa) más el candidato de la ultra derecha Francisco Santos, primo del presidente, hacen lo suyo, dividieron el voto en tres y lograron recuperar el gobierno de la capital colombiana. Las encuestas, la desinformación, la denostación a la candidata López, la persecución y deslegitimación de Gustavo Petro, ese es el juego de la democracia, maestro…
  1. La composición social del voto es importante, podemos aventurar que la clase media y alta sufragó por los tres candidatos del establecimiento. Sin duda habrá sectores populares embaucados por la desinformación y manipulación, tanto por el desencanto como por la manipulación mediática, las acusaciones diversas e infundadas al gobierno de Petro más las recientes acusaciones al senador Iván Cepeda, punta de lanza de los ataques reaccionarios del procurador, y la campaña anti izquierda durante años por la supuesta ineptitud basada en errores administrativos y hechos de corrupción como el carrusel de las contrataciones. En el campo del voto por Clara el derrotado evidente fue el progresismo, mientras que otros sectores como la Unión Patriótica y Marcha Patriótica, hicieron aportes bajos en votos.
  2. De un total de 5 millones 453 mil 86 de sufragantes potenciales, votó el 51 por ciento, con una abstención alta. 903 mil 764 de votos por Peñalosa, 750 mil por Pardo, 327 mil 852 por Santos, arrojan 2 millones 9 mil votos por las fuerzas tradicionales, mientras que la votación por la candidata López sumó 498 mil 718, más de 150 mil votos menos que los obtenidos por Petro en 2011. Más de 200 mil votos fueron por otros candidatos. Poco menos de cien mil bogotanos sufragaron en blanco en un acto de inconformidad, mientras que 120 mil votaron por otros candidatos y hubo 57 mil sufragios anulados.
Los resultados electorales en Bogotá inciden en dos hechos relevantes para el país: el proceso de paz y el proyecto de Bogotá Humana desarrollado en el trienio del alcalde Petro como continuidad del sentido social de la izquierda, que gobernó 12 años en la urbe de 8 millones de habitantes.
  1. Bogotá Humana llega a una encrucijada, al menos en su parte medular, por la derrota en las urnas. Avances democráticos en la información (Canal Capital), disminución de la pobreza a través de generación de empleo, dignificación de los trabajadores del aseo, programas ecologistas, proyecto de construcción del metro, “desprivatización” de servicios públicos, participación ciudadana en diversos frentes, se intentarán desmontar ante el proyecto oligárquico-peñalosista: reprivatización de sectores con intereses privados del nuevo alcalde, a posesionarse el 1 de enero de 2016, neoliberalización de los servicios citadinos y ola de obras para cumplirle a sus patrocinadores, empresarios inmobiliarios y empresas constructoras. Después de todo no se puede esperar menos de un político nacido en Washington, a quien los medios ensalzan como un “gran urbanista”. Transmilenio, gran carta de presentación de Peñalosa, aunque modernizó de modo temporal el transporte citadino, se convirtió en un gran negocio de particulares con infraestructura financiada por el erario público, monopolizó el servicio, descartó el metro para la megaurbe y creo el caos actual en la movilidad, achacado como muchos males a la administraciones de Garzón, Moreno y Petro.
  2. El proceso de paz con la guerrilla de las FARC, y el que se perfila con el ELN, será afectado por la pésima señal lanzada estas elecciones: la izquierda partícipe de la legalidad (la insurgencia apunta a esa meta en el 2016) es sometida a un despiadado bombardeo mediático, a la truculencia del poder para imponer sus dirigentes y atacar todo intento democratizador en la política colombiana desde todos los frentes: la información, las leguleyadas persecutorias desde la Procuraduría, las elecciones amañanadas, corrompidas o financiadas por grandes sumas de dinero legal o “caliente”, e inclusive las amenazas de muerte orquestadas desde las cloacas del poder y sin duda con origen en la derecha recalcitrante amparada en paramilitarismo y sectores militaristas.
En últimas, la paz dentro de la vía legal parece ser para la insurgencia un asunto de vida o muerte política, mientras que la clase dirigente goza de aparente cabal salud en materia de manejo político-electoral y controla el espectro del Establecimiento.

miércoles, 28 de octubre de 2015

En las urnas

Editorial escrito dos días antes de las elecciones donde se encuentran importantes claves para entender la debacle electoral de la izquierda colombiana



En el marco de la formalidad institucional que rige en Colombia, donde la democracia no concreta las promesas de cajón que día tras día vociferan aquellos que copan los medios de comunicación, y por tanto no alcanza el rigor que requiere la mayoría para vivir dignamente, ni despierta las pasiones necesarias para que el pueblo movilizado sea sujeto de su propia historia, las del 25 de octubre parecen unas elecciones de trámite, pero no lo son. En su trasfondo hierven varios factores sustanciales, todos y cada uno de ellos relevantes en la coyuntura que atraviesa el país: las negociaciones de paz, la posibilidad de una consulta refrendataria de los acuerdos que finalmente se firmen en La Habana y las elecciones de 2018.
Pese a ello el pragmatismo impuesto por una política de control social, difundida sin cortapisas desde los grandes medios, domina el ajetreo electoral. Seguridad y movilidad parecieran ser los únicos temas sustanciales para los millones que habitan estos territorios. No extraña entonces que los tres gruesos temas anotados no estén presentes ni dominen la agenda de los partidos, que, de ser así, bien pudieran transformar la misma –más allá de su asiento territorial y de la real ficción derivada de la política de Estado– en una disputa por el modelo nacional en pugna y su concreción en lo local, tratando de motivar y despertar con ello, y con las columnas vertebrales del modelo social que debiera tomar forma en Colombia (economía popular, empleo, ingresos, derechos básicos, desprivatizaciones), las más profundas fibras de una ciudadanía que por decisión oficial ha sido excluida siempre de la cosa pública, y en la actualidad de los diálogos de La Habana, es decir, del debate alrededor de lo que tendría que ser el país en el futuro inmediato y mediato, llevando tal discusión a las plazas públicas, superando las polémicas de auditorios y salones a los cuales ha sido relegada la desabrida campaña en curso, hasta lograr que la misma no inquiete, de manera parcial, más que a segmentos de los estratos 4, 5 y 6. Una democracia, además de formal, temerosa del pueblo; una política de y para élites.
Lo extraño en todo esto es que la llamada izquierda caiga en el juego y termine sometida a una agenda que no hace sino reproducir y fortalecer la formalidad y la institucionalidad existente. Falsamente ilusionada con las posibilidades de cambio que anuncia el juego electoral, y concentrada en la necesidad de triunfo parcial, la izquierda olvida que para ella las elecciones debieran ser en lo fundamental un espacio ampliado para comunicarse en forma masiva con la población, concentrándose y enfatizando allí el ejercicio educativo y pedagógico sobre la sociedad que tenemos y la que requerimos, desnudando la falacia que día a día esgrimen los detentadores del poder, evidenciando las características y los límites de la democracia realmente existente, y proyectando el papel de todos y cada uno de quienes habitan un territorio cualquiera cuando de transformar las condiciones de vida allí reinantes se trata.
Es necesario desplegar una política electoral en que la movilización social sea lo fundamental y, por tanto, el candidato o candidata de turno sirva como un motivador que facilita la información y realza el espacio y los escenarios para una nueva política, no excluyente ni de minorías, en la cual el líder deje de ser indispensable y la corrupción pase al cajón de los recuerdos, en tanto los programas que se agitan en la campaña surgen como resultado de las discusiones realizadas en múltiples espacios y desde años antes, es decir, fruto de la deliberación colectiva, garantizando de esta manera un voto programático y con ello la posibilidad de revocatoria de elegido en caso de olvidar o no cumplir con lo definido en colectivo, a la par de quedar sometidos los candidatos, hombres y mujeres, a la entrega de informes periódicos ante quienes los eligieron, poniendo en manos de éstos la posibilidad de volver a ser candidatos en una próxima o futura elección, limitando así, por lo menos, la posibilidad de la política como profesión.
Puede parecer un cliché pero las sociedades diferentes exigen seres humanos distintos del homo economicus reinante. Por tanto, los políticos que de verdad luchen por cambios profundos deben tener también comportamientos distintivos que remarquen con su impronta y digan claramente, ante la sociedad, que las transformaciones no son maquillajes. Hoy, ante una crisis civilizatoria tan profunda, nuestro comportamiento con los otros y con la naturaleza exige un viraje radical, y es tarea de los más informados y más concientizados liderar el convencimiento de que la continuidad de nuestra especie depende de una práctica social totalmente distinta. El científico alemán Albert Einstein aconsejaba: "Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo", razonamiento que parece ajeno a quienes dicen representar el cambio entre nosotros.
Debiera estar en cierne en esta campaña, por lo consiguiente, una política de proyecciones sociales y económicas en la cual lo público pase a ser lo sustancial y, por ende, un espacio donde la confrontación contra el modelo neoliberal asuma el primero de los niveles, y, de su mano, el Estado, como temática y realidad, pues como se conoce está apropiado y privatizado por los grandes grupos empresariales, sumo y propiciadores de todo tipo de corrupción, con su manifestación más evidente: la privatización de lo público.
El debate electoral territorial debe tomar nota de que en nuestro país la elección de alcaldes y gobernadores, que pretendió ser una ampliación de la democracia, terminó convertida predominantemente en un mecanismo que fortaleció el gamonalismo de viejo y nuevo cuño. Ya fueran las élites tradicionales o las élites emergentes surgidas, en no pocos casos, de procesos de acumulación de capitales ilegales, lo cierto es que los poderes locales se han convertido en una vuelta de tuerca más de la sujeción de los grupos subordinados. Y es allí, en provincia, donde el ejercicio de la violencia y la imposibilidad de crítica asumen mayor forma, como lo relieva el asesinato de periodistas de alcance regional.
Que se afirme, como tópico convertido en verdad, que el voto de opinión tiene más peso en las grandes ciudades, sin que eso mueva siquiera mínimamente el interés por denunciar, por preguntar, por qué no es así en provincia, es una muestra de la aceptación mayoritaria del constreñimiento, como si estuviéramos ante una variable natural de la política. Nada más ejemplarizante que esta realidad, como evidencia de que la democracia realmente existente en nuestro país no va mucho más allá de la formalidad.
Enfrentamos un silencio que espanta. Quizás en ningún otro país como en Colombia, el debate ideológico desapareció tan ampliamente. La aceptación del discurso único y el 'pragmatismo' político han llegado a niveles en que la la falta de distinción partidaria es la norma, haciendo de los movimientos políticos unas empresas electorales de carácter coyuntural que se hacen y deshacen al vaivén de los negocios y los intereses más inmediatos. Los caudillismos locales han sucedido a los nacionales, y, mientras desde el gobierno central se administran, con obediencia total a los dictados de las entidades multilaterales, los aspectos macroeconómicos y macrosociales, la conciencia de ser una nación con opciones se diluye en el convencimiento de que los grandes temas nos resultan ajenos y en los niveles regionales lo inmediato es sobre lo único que podemos actuar.
Llama la atención, así las cosas, que en la campaña en curso la izquierda no se aleje de esta posible dinámica, y concentre sus esfuerzos en ilusionar a propios y extraños con la vitalidad de una democracia que no lo es, así como en las posibilidades de un ejercicio de gobierno que, como quedó demostrado con la alcaldía de Gustavo Petro, no es posible llevar a buen puerto si no descansa en uno de estos dos factores: 1. En el control total del Estado, de manera que no sea bloqueado ni saboteado desde lo nacional –como sucede con la partida nacional para el metro, la cual no se entrega para no permitirle el mérito histórico de ser él quien lo concretó, y 2. El pueblo politizado, movilizado y radicalizado, que con su ejercicio de calle concrete el plan de gobierno, llevando de la mano al Ejecutivo de turno.
Sorprende entonces su renuncia a una agenda nacional, más aún cuando la coyuntura marca que el futuro inmediato y mediato del país descansa en la agenda de paz, la cual debe ser disputada por todos los sectores sociales para que no permanezca ni termine secuestrada, minimizada en sus proyecciones estructurales, para que de verdad pueda ser abocada como el ingreso del país a un verdadero posconflicto.
Tal disputa debe proyectar desde ahora las elecciones de 2018, ya que corresponderá a ese futuro gobierno la implementación, en sus componentes fundamentales, de lo que surja de los acuerdos de paz, en ese caso no solamente con las farc; también, y muy seguramente, con el eln. La defensa clara de una agenda que garantice la "no repetición", no sólo de los más aberrantes casos de tortura y muerte violenta sino asimismo de las políticas de exclusión que en últimas han sido el combustible de la forma cruenta que asume la lucha de clases en nuestro país, es una obligación moral y práctica de los movimientos alternativos, pues únicamente sobre la base de una participación real en la sociedad, mediante el ejercicio pleno de los derechos, será posible dejar un país en paz para las generaciones venideras. Basta ya de disfraces, lo que no significa que los lenguajes y las temáticas no deban estar a tono con las necesidades y los problemas de una sociedad hipertecnologizada, virtualizada y altísimamente alienada.
Vestirse con un pragmatismo a la usanza no le queda bien a la izquierda, ya que, al proceder así se desnaturaliza, quedando ante los ojos del país como una propuesta o un partido cualquiera, que promete pero no crea los mecanismos indispensables para que las mayorías asuman su destino, con sus propias manos, como ha de ser y como obliga una transformadora acción política, de ruptura, proyección insustituible si de verdad se aspira a un cambio radical de la institucionalidad heredada.
En esa perspectiva, para el caso de Bogotá, donde tiene abiertas todas las posibilidades y desde donde los ecos alcanzan a todo el país, la izquierda no puede ceder la calle y encerrarse en los salones a un debate de lugares comunes. Heredera de un gobierno local y de unas políticas que pretendieron romper el modelo de ciudad implementado desde años atrás, le corresponde a su vocera reclamar con orgullo y sin titubeos, palmo a palmo, y no sólo en las redes sociales y en los salones de conferencia, todos los logros de una política social que arroja logros inocultables en salud, educación, política de género, minorías sociales, drogadicción y otros campos. Al tiempo, desde la autocrítica, se debe reconocer lo no realizado y la implementación de nuevos mecanismos para que el ejercicio de gobierno pase de ser un asunto de especialistas a un reto que incumbe e incluye a toda la población.
Se trata de un reto que, desde otras lógicas, sin dejar de mirar la agenda de paz por firmarse en La Habana ni los comicios de 2018, no retiran de sus ojos ni de sus cálculos otras propuestas y colectividades, desplegando por todo el país una acción constante para y por el control territorial, apareciendo ahora –según distintos informes– como muy posibles triunfadores en ciudades como Medellín y Cali, además de un sinnúmero de ciudades intermedias.
Es, por consiguiente, un (re)posicionamiento político que, de confirmarse, vaticina desde ahora que la agenda refrendataria de los acuerdos de paz no será pan comido, ni las elecciones de 2018 darán continuidad necesariamente a lo que debiera ser una política de Estado.
Ante esta realidad, es claro que lo único que facilita el pragmatismo electoral es este (re)posicionamiento y, al mismo tiempo, la persistencia de la formalidad democrática, soporte y bastión de un establecimiento de espaldas a las mayorías nacionales.

Fuente original: http://www.desdeabajo.info/ediciones/item/27475-en-las-urnas.html

martes, 27 de octubre de 2015

ANÁLISIS ELECTORAL DE ANNCOL: LA RECOMPOSICIÓN DEL BLOQUE DE PODER DOMINANTE


Marta Lucía Ramírez, ex MinDefensa de Uribe, Enrique Peñalosa y Carlos Fernando Galán.Marta Lucía Ramírez, ex MinDefensa de Uribe, Enrique Peñalosa y Carlos Fernando Galán.AP-
Las elecciones regionales que acaban de suceder este 25 de Octubre en Colombia, confirman de manera contundente como única conclusión que se puede sacar de ellas; la afirmación de ANNCOL de que serían utilizadas por la clase dominante para recomponer el Bloque de Poder Contrainsurgente dominante en Colombia.
Dos anuncios sombríos lo anticiparon:
Uno: El documento escrito por los 21 gremios de Colombia y presentado con bombos y platillos al presidente JM Santos dándole un apoyo envenenado al proceso de Paz de la Habana, pero a la vez, presentando un proceso de Paz completamente diferente al actual [ver editorial ANNCOL].
Dos: El mensaje encriptado del presidente Santos, enviado por los medios de comunicación adictos poco ante las elaciones de que; “los alcaldes y gobernadores elegidos serán los encargados de administrar el Post conflicto”
Mensajito que forzó a los políticos, clientelistas y contratistas, interesados en la feria de contratos para la paz (que conlleva la palabra oficial “post conflicto”) a realizar unas elecciones típicas colombianas plagadas de todo tipo de delitos electorales, especialmente la trashumancia de votos, la falsificación de documentos electorales, la compra multimillonaria de votos, y la participación descarada del triunfador electoral Vargas Lleras desde su cargo oficial de Vicepresidente de la República, y quien con la mirada cómplice y complacida del presidente Santos se ha convertido en el árbitro definitivo que ha definido la enconada y larga disputa por el liderazgo dentro de las fracciones del Bloque de Poder dominante, entre Uribe Vélez y el presidente JM Santos.
El ventajismo Llerista, la corrupción, la compra multimillonaria, descarada y cínica de votos (nadie se preguntó de dónde salen todos esos ríos de dinero) la manipulación desvergonzada de encuestas de opinión, más la guerra sucia mediática y la guerra leguleya del sacristán Ordoñez contra la llamada “Izquierda Clara” fueron la Norma aceptada por todos.
Todos los elegidos, todos sin excepción, lo son (no por representar un partido moderno con ideas, programas, organización y ética definidas) sino resultado de oscuras maniobras y coaliciones amañadas entre grupúsculos de contratistas, con consignas de taller de reparación de autos como seguridad y cumplimento, eficiencia y servicio, trabajamos para Usted, etcétera, etcétera. Todos ellos interesados en pelechar los raudales de dinero en dólares y Euros que JM Santos ha prometido vendrán de los EEUU y Europa una vez “se firme la Paz”.
Según los datos oficiales entregados, Uribe Vélez y su cauda de muchachos buenos y honrados ha quedado reducida a su verdadera expresión en el Casanare y Leticia. Es un respiro.
El Partido de Santos, la U, si bien ha aumentado el número de votos, ha perdido importantes administraciones, quedando sostenido en lo fundamental por los cuestionados y corruptos Ñoños Elías y por la “diva” Dilian Francisca, y por algunas gobernaciones menores, obtenidas en extrañas coaliciones, como Arauca, Vichada, Cesar, o Norte de Santander. La llamada “Izquierda Clara” no pudo o no supo quitarse el lastre de los Garzones cooptados (Lucho y Angelino), los corruptos gurropines Moreno y el Petrismo demagógico y soberbio.
El Liberalismo de la mano de Serpa Uribe que trató de presentarse como fuerza autónoma (?), aunque logró imponer al también cuestionado Didier Tavera en la gobernación de Santander y triunfó en gobernaciones periféricas como el sempiterno Verano de la Rosa del Atlántico, en Chocó, Meta, San Andrés, o Caquetá, y alcanzó algunas alcaldías intermedias como Manizales, Pereira o Sincelejo; liquidó en Bogotá su mayor carta estratégica que significaba la alcaldía del ministro de guerra de Cesar Gaviria en 1991, el Gato Pardo.
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Detrás de Peñalosa se esconde el militarista y el oficial de la reserva militar, Vargas Lleras.
¿Próximo presidente de Colombia del establicimiento empresarial-militar?


Los triunfadores son indudablemente Vargas Lleras que imponer su fuerza electoral y su jefatura; se consolida a nivel nacional. Imponiendo en la alcaldía de Bogotá al también cuestionado y corrupto “empresario neoliberal de los Bolardos” Peñalosa (bisagra entre Uribe Vélez, Pastrana-Marta Lucía y J.M Santos) y, el propio Peñalosa que convertido en el caballo de Troya de los gremios y empresarios neoliberales, contando con la mayoría en el concejo de Bogotá, con el pretexto de barrer al ineficiente y populista Petrismo de los cargos públicos, construirá sin lugar a dudas el paraíso neoliberal de los millonarios contratos del Post conflicto, anunciados por el gobierno de Santos, a la vez que, apoyado por los pelechadores de la imagen de Galán Sarmiento, impondrán al derechista y militarista Vargas Lleras como próximo presidente de los colombianos, quien también sin lugar a dudas, será el encargado de sacar adelante o imponer en Colombia de acuerdo con el US South Command, la visión neoliberal y Trasnacional del post conflicto presentada por los gremios de la producción en su último documento.
¡¡¡¡Días oscuros nos esperan, Sancho!!!!