martes, 3 de diciembre de 2013

¿Votar en blanco o no votar ?

                                                                                                       Salto al vacío. Óleo del autor. 
La destitución e inhabilitación de Gustavo Petro es el mejor indicativo de que la oligarquía  no quiere ceder por las buenas privilegios. El pueblo jamás accederá al poder mediante el voto.

Libardo Sánchez Gómez

En Colombia las castas en el poder desde hace más de dos centurias se   enquistaron dentro   del músculo social y poco a poco, como cualquier tumor maligno, hicieron metástasis hasta  invadir todos los rincones de la sociedad.  Y  cual  célula  cancerosa han ido devorando lo que le corresponde a todo el organismo social.  La ignorancia política, los medios de comunicación, el parlamento, las leyes y el miedo en primer lugar, son   su escudo antimisiles. Y validan su omnívoro apetito mediante las urnas;    los ciudadanos, de manera ciega,   mediante el voto eligen a los miembros  de la rama ejecutiva y legislativa, que les han de robar la sabia vital.  ¿El voto significa democracia y no votar antidemocracia?   Es indudable que la democracia es algo más que depositar un voto.

Actualmente, un    movimiento  bastante activo está promoviendo el voto en blanco, uno de sus promotores es Miller Dussan, éste líder afirma que se trata de “castigar a los malos representantes”, dando por descontado que existen unos buenos.   No  es ético, justo ni equitativo,   votar por unos individuos que van a devengar   más de cuarenta millones de pesos mensualmente sólo para validar las leyes que fortalecen a los vándalos en el poder en desmedro de las grandes mayorías. Hasta  ahora no se ha sabido de ningún parlamentario o diputado que haya renunciado a los inusitados privilegios de que gozan los legisladores. Por otro lado la oposición tan sólo logra llevar de manera marginal al parlamento un puñado de representantes los que, por más acuciosos que sean, no logran hacer variar las decisiones de las bancadas mayoritarias, y terminan validando las leyes en contra de los intereses populares.

De acuerdo con la sentencia C-490 del 2011 de la Corte Constitucional,  el voto en blanco es “una expresión política de disentimiento, abstención o inconformidad, con efectos políticos”. Pero hasta ahora ha sido apenas una buena o, mejor, una ingenua intención. Y,  según el artículo 9 del Acto Legislativo 01 del 2009,  cuando el voto en blanco triunfa: “deberá repetirse por una sola vez la votación para elegir miembros de una corporación pública, gobernador, alcalde o la primera vuelta en las elecciones presidenciales, cuando, del total de los votos válidos, los votos en blanco constituyan la mayoría. Tratándose de elecciones unipersonales no podrán presentarse los mismos candidatos, mientras que en las corporaciones públicas no se podrán presentar a las nuevas elecciones las listas que no hayan alcanzado el umbral”.  Lo que significa que el voto en blanco   saca automáticamente de la contienda a los partidos de las minorías mientras los partidos tradicionales de los grandes caciques tienen la oportunidad de   volver a presentar listas.

Algunos dicen  que no votar es “ponerle en bandeja de plata las oportunidades a los corruptos”, desde luego que esto no es tan cierto, pues la corrupción es inherente al modelo y el voto no cambia esta situación; de otro lado se afirma que el voto en blanco es un acto inútil, hay mucha más verdad en esta afirmación, pues ya se vio que, de todas maneras, las elecciones se tienen que repetir,  y que los partidos que pasen el umbral pueden inscribir de nuevo las listas de sus afectos. Pero    Míller Dussán    ve el voto en blanco como el germen de una nueva Asamblea Nacional Constituyente,   según Él: “se tendría que abordar algunas reformas de la Constitución del 91, entre ellas, como por ejemplo algunas de las propuestas que vienen siendo discutidas en La Habana”. Piensa  “que el voto en blanco se constituiría en la generación de un gran movimiento ciudadano de organizaciones sociales que abriría las posibilidades de esa constituyente de la que estamos hablando”. Sólo que si esa es la principal pretensión es demasiado esfuerzo para los resultados a obtener, pues los posibles acuerdos en La Habana, probablemente, no necesiten   refrendación especial ya que, de acuerdo a lo que se ha dado a conocer a la opinión pública,   lo  pactado  a la fecha está contemplado en la normatividad vigente; no olvidar que las FARC EP están discutiendo, dentro del marco burgués legal vigente,  una serie de puntos que no implican cambio estructural alguno del modelo económico ni de  las superestructuras aparejadas a éste. Para corroborar que lo que se pueda acordar en La Habana no amerita una Constituyente  es bueno recordar a Hernando Gómez Buendía, columnista muy del establecimiento, quien opina acerca de lo que el Gobierno está dispuesto a conceder a los insurgentes: “(…) ventajas para el partido que surja de las FARC: personería automática, dinero extra del Estado, medios de comunicación propios y asiento en el Consejo Electoral”. ¿Justifican estas avaras dádivas una nueva Constituyente?

No obstante,  Miller Dussán es optimista con su propuesta de voto en blanco, afirma: “Por eso, creemos que primero habría que invalidar ese congreso a través del voto en blanco que sería un hecho político trascendental en Colombia y América Latina. La razón es fuerte porque si el Congreso se invalida por la mayoría de votos en blanco, nos preguntamos si habrá otra elección para el Congreso y creemos que no”. Pero más allá del optimismo, dígase lo que se diga,  es claro que la burguesía, no está dispuesta a ceder ningún privilegio ni siquiera en la Mesa de La Habana, y repetirá las elecciones cuantas veces sea necesario; así que por este mecanismo, definitivamente, no  cambiará la situación de dominación y despojo; reitero, habrán nuevas elecciones y se elegirán   los mismos con las mismas.

En el  artículo “Más allá de las urnas y las armas” (http://libsang-elviajeroysusombra.blogspot.com/2013/05/derrotar-al-enemigo-sin-armas-y-sin.html) manifesté: “(…) los de izquierda vamos más allá de la “protesta social”, la cual tan sólo busca mejorar el capitalismo, otorgando algunas mejoras a los   inconformes, la lucha política de la izquierda  es   transformadora, se trata de destruir al capitalismo y con éste todas sus superestructuras culturales, religiosas, jurídicas y políticas, para implantar la sociedad socialista, y sabemos a ciencia cierta que jamás se logrará por las buenas”, es decir, mediante el voto.  ¿Estaré equivocado?   ¿El voto en blanco  propiciará las transformaciones anheladas? Juzguen ustedes.

Si de poco o nada sirve el voto en blanco, ¿entonces qué hacer? La respuesta simple y llana es: con los vándalos en el poder no hay nada que conversar ni pactar, habrá que luchar si es necesario durante varios siglos hasta obtener el poder, pues sin éste el pueblo estará condenado a una eterna  agresión  y sometimiento   al capricho de la minoría parásita.  Y ahora que las FARC quieren reintegrase al Sistema, para guerrear con votos y lograr con estos los cambios que ha venido buscando con las armas,  es oportuno repasar   lo que hasta hace muy poco pensaban; uno de sus  guerreros, Gabriel Ángel Lozada ("Gentil Gómez Marín" o "Edgar Tovar", agosto 8 de 2013. ANNCOL), quien recientemente murió en combate, manifestó: “La lucha se nos revela como una acción social diaria, incesante, irresistible, independiente de nuestra voluntad, presente aun en las situaciones más tranquilas, ostentosa e intimidante en los momentos más álgidos.
                                         
No es un invento de marxistas ni extremistas, menos de fanáticos de la violencia y el desorden. Está ahí, ante los ojos de todos, todo el tiempo. Haya comunistas o no. Consiste en la oposición permanente entre posiciones contrarias que pujan por imponerse”. Y remata diciendo: “Abstraerse de tal modo de la realidad para negar la lucha y sus razones, viene de la mano con el empleo de la violencia y el terror contra sus contradictores. Lo cual azuza aún más la respuesta popular. En calles y carreteras, y también en las montañas. Ese es el círculo que deseamos romper”. Ojalá no sea para terminar, en un futuro cercano,  inundando calles y carreteras con pasacalles llamando a votar. Ese ha sido el común denominador de aquellos que han dejado las armas, incluso muchos de ellos andan bajo el ala del sombrero del ex presidente Uribe Vélez.

En un país como Colombia donde se eliminan sistemáticamente a los opositores, caso de la Unión Patriótica, sindicalistas y líderes   populares,   cabe retomar la pregunta hecha en el artículo mencionado,  ¿se deben aceptar las reglas del juego de la democracia burguesa como  escena predilecta del accionar político?   ¿Un Estado de este tipo, que roba las ilusiones del humano y  que es      corrupto, puede  ofrecer posibilidades para ejercer la política, como mecanismo para solucionar los problemas?  Todo indica que votar, así sea en blanco, es un ejercicio improductivo; aunque no se debe   descartar  de plano la participación electoral ni la intervención parlamentaria, pero tan sólo como complemento estratégico de la lucha por  el acceso al poder. No olvidar que en Colombia, como en  todo el mundo,  el parlamento no ha sido más que un "teatro de sombras chinas de las contradicciones sociales". Y tampoco se debe dejar de lado que el parlamento es el escenario menos propicio para llevar a cabo transformaciones sociales. ¿Qué han logrado los senadores y representantes de izquierda que han paseado por el parlamento? Sencillamente nada. ¿Y qué podrán hacer en el Congreso, en medio de la aplanadora de los partidos de derecha y ultraderecha,  el hijo de Piedad Córdoba por Marcha Patriótica y Carlos Lozano  por la Unión Patriótica?

Una vez más, el voto es inútil porque    la burguesía no se va a dejar arrebatar el poder a punta de votos; cuando haya un candidato que sea una real amenaza lo eliminan o   alteran los resultados en las urnas. Hagamos un ejercicio de acuerdo a las “expectativas racionales”; en la coyuntura actual,   el candidato presidente Juan Manuel Santos no tiene rival, pues por el pupilo de Uribe Vélez, Oscar I. Zuluaga, no vota siquiera Pacho Santos; a los candidatos del Frente Amplio, pro capitalistas vestidos con camuflaje de izquierda, ya sea en cabeza de Navarro, Clara López o Peñaloza, no les creen las bases populares. El candidato del movimiento País Común el indígena Feliciano Valencia,  aunque dice   no ser de derecha  ni de izquierda,  es el único que ha hablado de cambio de modelo económico y que no quiere ser un simple “administrador de la  hacienda burguesa”, podría ser el gallo tapado que enfrente con éxito a Santos. Dentro del ejercicio propuesto, no hay duda de que si este líder llegare a representar un peligro para los intereses de las castas dominantes, como en su momento lo fue Pardo Leal, igual que a éste  no dudarán en eliminarlo físicamente. Y si no lo eliminan simplemente alteran los resultados en las urnas, como lo hicieron para poner en la presidencia  a Misael Pastrana Borrero; y lo acaba de hacer la casta dominante en Honduras; allá  se alteraron los resultados para evitar que ganara la presidencia Xiomara Castro, esposa  del depuesto presidente Manuel Zelaya.

Nada es gratis, si queremos quitarnos de encima el omnímodo poder de los plutócratas habrá que luchar a muerte, y para ser exitosos se tendrán que combinar  de manera óptima todas las formas de lucha. Pero ojo, las armas hoy en el mundo entero no son la mejor opción, no porque no sean necesarias e indispensables sino porque los vándalos  en el poder tienen a su servicio grandes ejércitos, con los que están en capacidad de aniquilar cualquier alzamiento incipiente. Y esa es y sería la mejor excusa   para aniquilar a la oposición. El caso de la permanencia activa de las guerrillas colombianas es sui generis, para  estas se han dado unas condiciones tan especiales como las que se dieron para la aparición de la vida  en el planeta tierra, y que, probablemente, no se vuelvan a repetir en ninguna otra parte del universo; el excombatiente Yesid Arteta comenta que otro reinserto, un irlandés, le dijo que las FARC “habían  logrado hacer una obra de arte…”, refiriéndose a la capacidad de resistir y atacar exitosamente durante más de medio siglo al ejército más numeroso, mejor dotado y entrenado de Latinoamérica. La cuestión es que esta exitosa y prometedora experiencia de lucha social está a punto de desaparecer, gracias a la masa crítica que han hecho los “pazólogos”, y  que han terminado por convencer a los “farianos” de dejar la lucha armada; en palabras del profesor Renán Vega, “(…) El sinnúmero de violencias del neoliberalismo se podrían enfrentar de otra manera si termina el conflicto armado…” (cómo... es el dilema ) Claro que anida en el pueblo la firme esperanza de que el ELN y el EPL no sigan la misma senda. No sé si será demasiado lo que el pueblo está pidiendo  a las FARC-EP, que aguanten siquiera otros cincuenta años, con la seguridad de que van a ganar la guerra y con ella el poder para el pueblo, como hoy lo desean, pues para esa época los EEUU ya habrán perdido todo su poder, y la oligarquía criolla sin su ayuda no aguantará un día.



Finalmente, algo fundamental para tener en cuenta, la lucha contra el cáncer enquistado en lo más profundo del tejido social no se debe hacer por encargo, es decir, confiarla al escalpelo de cirujanos mesiánicos; al respecto Isabel Rauber, refiriéndose a la lucha popular en Brasil (La transformación revolucionaria de la sociedad. Construcción-recuperación de poder desde abajo) afirma: “(…) relegaron el quehacer político a los partidos de izquierda, imaginando algo así como una “asignación de roles” diferenciados y distribuidos entre movimientos y partidos, que cada uno debía respetar en aras de llevar una “convivencia armónica”. Según  la misma autora esto conlleva a un “esquema de subordinación de los movimientos sociales a los partidos de izquierda (dominantes)” por la sencilla razón de que “Quien subordina no escucha, no pregunta, considera que “ya sabe” lo que hay que saber y, de un modo u otro, pretende que “los demás” escuchen y obedezcan”. Acá en Colombia sí que es pertinente la advertencia.  De todas maneras, para  tener éxito, los diversos movimientos sociales tendrán que     ir más allá de los límites que   adjudica la democracia burguesa, tratando de  modular y enlazar las demandas reivindicatorias  ciudadanas de tipo social y económico  en el plano político. Y en lo personal, con tan pocas alternativas, no queda más que activar nuestra dignidad y desde el lugar y situación en que nos encontremos luchar hasta extirpar el modelo económico capitalista, fuente de todos nuestro males,  y con él  a las castas enquistadas en el poder.

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