Salto al vacío. Óleo del autor.
La destitución e inhabilitación de Gustavo Petro es el mejor indicativo de que la oligarquía no quiere ceder por las buenas privilegios. El pueblo jamás accederá al poder mediante el voto.
Libardo Sánchez Gómez
En Colombia las
castas en el poder desde hace más de dos centurias se enquistaron dentro del músculo social y poco a poco, como cualquier
tumor maligno, hicieron metástasis hasta
invadir todos los rincones de la sociedad. Y cual célula cancerosa han ido devorando lo que le
corresponde a todo el organismo social.
La ignorancia política, los medios de comunicación, el parlamento, las
leyes y el miedo en primer lugar, son su
escudo antimisiles. Y validan su omnívoro apetito mediante las urnas; los ciudadanos, de manera ciega, mediante
el voto eligen a los miembros de la rama ejecutiva y legislativa, que les
han de robar la sabia vital. ¿El voto
significa democracia y no votar antidemocracia?
Es indudable que la democracia es
algo más que depositar un voto.
Actualmente, un movimiento bastante activo está promoviendo el voto en
blanco, uno de sus promotores es Miller Dussan, éste líder afirma que se trata
de “castigar a los malos representantes”, dando por descontado que existen unos
buenos. No es
ético, justo ni equitativo, votar por unos individuos que van a devengar más de
cuarenta millones de pesos mensualmente sólo para validar las leyes que
fortalecen a los vándalos en el poder en desmedro de las grandes mayorías. Hasta
ahora no se ha sabido de ningún
parlamentario o diputado que haya renunciado a los inusitados privilegios de
que gozan los legisladores. Por otro lado la oposición tan sólo logra llevar de
manera marginal al parlamento un puñado de representantes los que, por más
acuciosos que sean, no logran hacer variar las decisiones de las bancadas
mayoritarias, y terminan validando las leyes en contra de los intereses populares.
De
acuerdo con la sentencia C-490 del 2011 de la Corte Constitucional, el voto en blanco es “una expresión política de disentimiento, abstención o inconformidad,
con efectos políticos”. Pero hasta ahora ha sido apenas una buena o, mejor,
una ingenua intención. Y, según el
artículo 9 del Acto Legislativo 01 del 2009,
cuando el voto en blanco triunfa: “deberá
repetirse por una sola vez la votación para elegir miembros de una corporación
pública, gobernador, alcalde o la primera vuelta en las elecciones presidenciales,
cuando, del total de los votos válidos, los votos en blanco constituyan la
mayoría. Tratándose de elecciones unipersonales no podrán presentarse los
mismos candidatos, mientras que en las corporaciones públicas no se podrán
presentar a las nuevas elecciones las listas que no hayan alcanzado el umbral”. Lo que significa que el voto en blanco saca
automáticamente de la contienda a los partidos de las minorías mientras los
partidos tradicionales de los grandes caciques tienen la oportunidad de volver a presentar listas.
Algunos
dicen que no votar es “ponerle en
bandeja de plata las oportunidades a los corruptos”, desde luego que esto no es
tan cierto, pues la corrupción es inherente al modelo y el voto no cambia esta
situación; de otro lado se afirma que el voto en blanco es un acto inútil, hay
mucha más verdad en esta afirmación, pues ya se vio que, de todas maneras, las
elecciones se tienen que repetir, y que
los partidos que pasen el umbral pueden inscribir de nuevo las listas de sus
afectos. Pero Míller
Dussán ve el
voto en blanco como el germen de una nueva Asamblea Nacional Constituyente, según
Él: “se tendría que abordar algunas
reformas de la Constitución del 91, entre ellas, como por ejemplo algunas de
las propuestas que vienen siendo discutidas en La Habana”. Piensa “que el
voto en blanco se constituiría en la generación de un gran movimiento ciudadano
de organizaciones sociales que abriría las posibilidades de esa constituyente
de la que estamos hablando”. Sólo que si esa es la principal pretensión es
demasiado esfuerzo para los resultados a obtener, pues los posibles acuerdos en
La Habana, probablemente, no necesiten refrendación especial ya que, de acuerdo a lo
que se ha dado a conocer a la opinión pública, lo pactado a la fecha está contemplado en la normatividad
vigente; no olvidar que las FARC EP están discutiendo, dentro del marco burgués
legal vigente, una serie de puntos que
no implican cambio estructural alguno del modelo económico ni de las superestructuras aparejadas a éste. Para corroborar
que lo que se pueda acordar en La Habana no amerita una Constituyente es bueno recordar a Hernando Gómez Buendía, columnista muy del establecimiento, quien opina acerca de lo que el Gobierno está dispuesto a conceder a los insurgentes: “(…) ventajas para el partido que surja de las
FARC: personería automática, dinero extra del Estado, medios de comunicación
propios y asiento en el Consejo Electoral”. ¿Justifican estas avaras
dádivas una nueva Constituyente?
No
obstante, Miller Dussán es optimista con
su propuesta de voto en blanco, afirma: “Por
eso, creemos que primero habría que invalidar ese congreso a través del voto en
blanco que sería un hecho político trascendental en Colombia y América Latina.
La razón es fuerte porque si el Congreso se invalida por la mayoría de votos en
blanco, nos preguntamos si habrá otra elección para el Congreso y creemos que
no”. Pero más allá del optimismo, dígase lo que se diga, es claro que la burguesía, no está dispuesta
a ceder ningún privilegio ni siquiera en la Mesa de La Habana, y repetirá las
elecciones cuantas veces sea necesario; así que por este mecanismo, definitivamente, no cambiará la situación de dominación y despojo; reitero, habrán nuevas elecciones y se elegirán los mismos con las mismas.
En
el artículo “Más allá de las urnas y las armas” (http://libsang-elviajeroysusombra.blogspot.com/2013/05/derrotar-al-enemigo-sin-armas-y-sin.html)
manifesté: “(…) los de izquierda vamos más allá de la
“protesta social”, la cual tan sólo busca mejorar el capitalismo, otorgando
algunas mejoras a los inconformes, la
lucha política de la izquierda es transformadora, se trata de destruir al
capitalismo y con éste todas sus superestructuras culturales, religiosas,
jurídicas y políticas, para implantar la sociedad socialista, y sabemos a
ciencia cierta que jamás se logrará por las buenas”, es decir, mediante el
voto. ¿Estaré equivocado? ¿El voto en blanco propiciará las transformaciones anheladas?
Juzguen ustedes.
Si
de poco o nada sirve el voto en blanco, ¿entonces qué hacer? La respuesta
simple y llana es: con los vándalos en el poder no hay nada que conversar ni
pactar, habrá que luchar si es necesario durante varios siglos hasta obtener el
poder, pues sin éste el pueblo estará
condenado a una eterna agresión y sometimiento al capricho de la minoría parásita. Y ahora que las FARC quieren reintegrase al
Sistema, para guerrear con votos y lograr con estos los cambios que ha venido
buscando con las armas, es oportuno repasar
lo que hasta hace muy poco pensaban; uno de
sus guerreros, Gabriel Ángel Lozada
("Gentil Gómez Marín" o "Edgar Tovar", agosto 8 de 2013. ANNCOL),
quien recientemente murió en combate, manifestó: “La lucha se nos revela como una acción social diaria, incesante,
irresistible, independiente de nuestra voluntad, presente aun en las
situaciones más tranquilas, ostentosa e intimidante en los momentos más
álgidos.
No es un invento de
marxistas ni extremistas, menos de fanáticos de la violencia y el desorden.
Está ahí, ante los ojos de todos, todo el tiempo. Haya comunistas o no.
Consiste en la oposición permanente entre posiciones contrarias que pujan por
imponerse”. Y remata
diciendo: “Abstraerse de tal modo de la
realidad para negar la lucha y sus razones, viene de la mano con el empleo de
la violencia y el terror contra sus contradictores. Lo cual azuza aún más la
respuesta popular. En calles y carreteras, y también en las montañas. Ese es el
círculo que deseamos romper”. Ojalá no sea para terminar, en un futuro
cercano, inundando calles y carreteras
con pasacalles llamando a votar. Ese ha sido el común denominador de aquellos
que han dejado las armas, incluso muchos de ellos andan bajo el ala del
sombrero del ex presidente Uribe Vélez.
En
un país como Colombia donde se eliminan sistemáticamente a los opositores, caso
de la Unión Patriótica, sindicalistas y líderes
populares, cabe
retomar la pregunta hecha en el artículo mencionado, ¿se
deben aceptar las reglas del juego de la democracia burguesa como escena predilecta del accionar político? ¿Un Estado de este tipo, que roba las
ilusiones del humano y que es corrupto, puede ofrecer posibilidades para ejercer la
política, como mecanismo para solucionar los problemas? Todo indica que votar, así sea en blanco, es
un ejercicio improductivo; aunque no se debe
descartar de plano la
participación electoral ni la intervención parlamentaria, pero tan sólo como complemento estratégico de la lucha
por el acceso al poder. No olvidar que
en Colombia, como en todo el mundo, el parlamento
no ha sido más que un "teatro de sombras chinas de las contradicciones
sociales". Y tampoco se debe dejar de lado que el parlamento es el
escenario menos propicio para llevar a cabo transformaciones sociales. ¿Qué han
logrado los senadores y representantes de izquierda que han paseado por el
parlamento? Sencillamente nada. ¿Y qué podrán hacer en el Congreso, en medio de
la aplanadora de los partidos de derecha y ultraderecha, el hijo de Piedad Córdoba por Marcha
Patriótica y Carlos Lozano por la Unión
Patriótica?
Una vez más, el voto es inútil porque la
burguesía no se va a dejar arrebatar el poder a punta de votos; cuando haya un
candidato que sea una real amenaza lo eliminan o alteran
los resultados en las urnas. Hagamos un ejercicio de acuerdo a las “expectativas racionales”; en la
coyuntura actual, el candidato presidente Juan Manuel Santos no
tiene rival, pues por el pupilo de Uribe Vélez, Oscar I. Zuluaga, no vota siquiera Pacho Santos; a los candidatos del Frente Amplio, pro capitalistas
vestidos con camuflaje de izquierda, ya sea en cabeza de Navarro, Clara López o
Peñaloza, no les creen las bases populares. El candidato del movimiento País Común el
indígena Feliciano Valencia, aunque dice
no ser de derecha ni de izquierda, es el único que ha hablado de cambio de modelo
económico y que no quiere ser un simple “administrador de la hacienda burguesa”, podría ser el gallo tapado
que enfrente con éxito a Santos. Dentro del ejercicio propuesto, no hay duda de
que si este líder llegare a representar un peligro para los intereses de las
castas dominantes, como en su momento lo fue Pardo Leal, igual que a éste no dudarán en eliminarlo físicamente. Y si no
lo eliminan simplemente alteran los resultados en las urnas, como lo hicieron
para poner en la presidencia a Misael
Pastrana Borrero; y lo acaba de hacer la casta dominante en Honduras; allá se alteraron los resultados para evitar que
ganara la presidencia Xiomara Castro, esposa
del depuesto presidente Manuel Zelaya.
Nada
es gratis, si queremos quitarnos de encima el omnímodo poder de los plutócratas habrá que luchar a muerte, y para ser exitosos se tendrán que
combinar de manera óptima todas las
formas de lucha. Pero ojo, las armas hoy en el mundo entero no son la mejor
opción, no porque no sean necesarias e indispensables sino porque los vándalos en el poder tienen a su servicio grandes
ejércitos, con los que están en capacidad de aniquilar cualquier alzamiento
incipiente. Y esa es y sería la mejor excusa para
aniquilar a la oposición. El caso de la permanencia activa de las guerrillas
colombianas es sui generis, para estas se han dado unas condiciones tan especiales
como las que se dieron para la aparición de la vida en el planeta tierra, y que, probablemente,
no se vuelvan a repetir en ninguna otra parte del universo; el excombatiente Yesid Arteta comenta que otro reinserto, un irlandés,
le dijo que las FARC “habían logrado hacer
una obra de arte…”, refiriéndose a la capacidad de resistir y atacar
exitosamente durante más de medio siglo al ejército más numeroso, mejor dotado
y entrenado de Latinoamérica. La cuestión es que esta exitosa y prometedora experiencia
de lucha social está a punto de desaparecer, gracias a la masa crítica que han
hecho los “pazólogos”, y que han
terminado por convencer a los “farianos” de dejar la lucha armada; en
palabras del profesor Renán Vega, “(…) El
sinnúmero de violencias del neoliberalismo se podrían enfrentar de otra manera
si termina el conflicto armado…” (cómo... es el dilema ) Claro que anida en el pueblo la firme
esperanza de que el ELN y el EPL no sigan la misma senda. No sé si será
demasiado lo que el pueblo está pidiendo a las FARC-EP, que aguanten siquiera otros
cincuenta años, con la seguridad de que van a ganar la guerra y con ella el
poder para el pueblo, como hoy lo desean, pues para esa época los EEUU ya
habrán perdido todo su poder, y la oligarquía criolla sin su ayuda no aguantará
un día.
Finalmente,
algo fundamental para tener en cuenta, la lucha contra el cáncer enquistado en
lo más profundo del tejido social no se debe hacer por encargo, es decir, confiarla
al escalpelo de cirujanos mesiánicos; al
respecto Isabel Rauber, refiriéndose a la lucha popular en Brasil (La transformación revolucionaria de la
sociedad. Construcción-recuperación de poder desde abajo) afirma: “(…) relegaron el quehacer político a los
partidos de izquierda, imaginando algo así como una “asignación de roles” diferenciados
y distribuidos entre movimientos y partidos, que cada uno debía respetar en
aras de llevar una “convivencia armónica”. Según la misma autora esto conlleva a un “esquema de subordinación de los movimientos
sociales a los partidos de izquierda (dominantes)” por la sencilla razón de
que “Quien subordina no escucha, no
pregunta, considera que “ya sabe” lo que hay que saber y, de un modo u otro,
pretende que “los demás” escuchen y obedezcan”. Acá en Colombia sí que es pertinente
la advertencia. De todas maneras, para tener éxito, los diversos movimientos
sociales tendrán que ir más allá de
los límites que adjudica la democracia
burguesa, tratando de modular y enlazar
las demandas reivindicatorias ciudadanas
de tipo social y económico en el plano
político. Y en lo personal, con tan pocas alternativas, no queda más que activar nuestra dignidad y desde el
lugar y situación en que nos encontremos luchar hasta extirpar el modelo económico capitalista, fuente de todos nuestro males, y con él a las castas enquistadas en el poder.
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