Libardo Sánchez Gómez
Ad portas de nuevas elecciones en
las que, seguramente, se reelegirá al
presidente juan Manuel Santos y a la mayoría de parlamentarios, el país vive una calma chicha, sacudida a
medias por el ucase inquisitorio del
procurador Ordoñez en contra del Alcalde mayor de Bogotá Gustavo Petro y por las
“chuzadas” del ejército a líderes de izquierda y a los mismos “chuzadores”. El asunto de las chuzadas
a los opositores, al igual que el paramilitarismo, es una
política de Estado de vieja data. Sólo que esta vez se le salió de madre a Juan
Manuel Santos, pues el infantil ministro
de guerra Pinzón realizó la travesura de dejarle llegar la información al ex-extraditable
No.82, de tal manera que los chuzadores
resultaron chuzados. Sabido es que los interlocutores de los insurgentes llevan
nano cámaras y grabadoras escondidas entre
los dientes, uñas, solapas y estilógrafos, la información captada es suministrada
a la “sala gris”, léase central de interceptaciones del Ejército Nacional (Revista
Semana.com) y a la ciber inteligencia gringa. Y ojo guerrilleros con los apretones de mano
de la contraparte, a desinfectarse electrónica y radiológicamente, pueden
llevar micro-agujas oncogénicas hipodérmicas, como las que inyectaron el cáncer
a Hugo Chávez.
Juan Manuel Santos a lo largo del 2013 enfrentó imparables protestas
de diversos actores sociales, pero principalmente de los productores rurales;
estos últimos amenazaron, en su momento, el futuro político del presidente; en
aquellos días nadie daba un maravedí por su futura reelección. Pero
hábilmente pudo sentar a los campesinos en varias mesas
de negociación, y con calculadas
promesas logró adormecer a cafetaleros,
lecheros, paperos, mineros artesanales y pequeños
transportadores. A pesar que el TLC con los gringos, florero de Llorente del
alzamiento campesino, no ha sido modificado ni en una coma y que su desbocada
locomotora minero energética sigue a
todo vapor, la resurrección de Santos es casi completa, y no tiene a la vista
contendor que amenace su palaciega
estadía en la Casa de Nariño. Parece que los diversos sectores agrarios inconformes
hubiesen entrado en un profundo estado
cataléptico de carácter global. Al
respecto, Andrés Dávila L (razón pública.com) dice: “(…) pese
al auge de la movilización social en 2013, resulta interesante ver cómo, de
manera incluso ritual, mientras se adelanta el proceso electoral se ponen en
stand by toda la agitación, todas las demandas, todo el impulso para desafiar
al gobierno o al sistema. Hay una desconexión entre el sistema político y la
situación social, es innegable, pero también unos canales que propician lo
planteado”. Da la impresión que no se quisiera alterar el ánimo electorero ni desafiar al destino, con la masoquista esperanza de que Juan Manuel Santos
sea quien continúe dándole látigo al
pueblo colombiano. Desde luego que son sólo apariencias, pues Dignidad Papera,
que representa al sector rural de Boyacá y Valles de Ubaté y la Mesa
Agropecuaria y Popular de Interlocución y Acuerdo – MIA han estado muy activas;
los paperos hace unos días confrontaron en Tunja al candidato al senado el ex presidente Álvaro Uribe, desnudando la
pobreza moral e intelectual del “patrón” del ultraderechista partido Centro
democrático. Los voceros de las mesas agrarias son sometidos a
todo tipo de amenazas por parte del Estado, han detenido y encarcelado a varios
de sus miembros acusándoles de ser “Guerrilleros sin fusil pero armados con
ideas”, “asunto más peligroso”, según la fiscal del caso. A la fecha, las
bandas paramilitares, por la cabeza de César Pachón, líder visible
de Dignidad Papera, ofrecen la friolera de 300 millones de pesos y por las del resto
de voceros la suma de treinta y cinco millones.
Los negociadores de la insurgencia en La
Habana, actores de primer orden de la
realidad social que sacude a Colombia, también, saben que ni
Santos ni ningún otro demonio podrá pactar nada con sector
social alguno; las decisiones fundamentales tendrán que discutirse directamente
con Washington, Bogotá es un actor mudo incapaz de cambiar siquiera una letra al
TLC, que permita aliviar la tragedia campesina; a los títeres locales no les está permitido
incidir sobre los intereses geoestratégicos de dominación global del imperio.
El tamaño de las fuerzas militares, la presencia militar
USA y de las transnacionales a lo largo y ancho del
país, el uso de bombas inteligentes contra el pueblo en armas y el modelo neoliberal, no se discuten con los
vasallos criollos. Pero la dignidad indica que el pueblo colombiano no tiene
porqué negociar la soberanía con ningún
gobierno extranjero. Así de tozuda es la realidad, no hay algo que
se pueda negociar con las castas vándalas en el poder. Y da lo mismo que asuma la presidencia el
“falsamente positivo” Santos, el zombi Oscar Iván Zuloaga o la “bruja del 71”,
como cariñosamente le dicen sus seguidores, Marta Lucía Ramírez. La situación
es que así la insurgencia armada se
desmovilice y los productores rurales se conformen con que el gobierno les
compre unos bultos de papa y unos litros de leche nada cambiará, los cambios
estructurales vendrán después de otros años
de arduas luchas populares.
Para conocer de cerca lo que está
pensando el sector campesino de los Valles de Ubaté respecto
de las próximas elecciones volví a
conversar con algunas de las personas que, con motivo del Para Agrario Nacional,
me habían dado su opinión acerca de lo que estaba aconteciendo en aquel
entonces (http://libsang-elviajeroysusombra.blogspot.com/search?updated-max=2013-09-29T17:22:00-07:00&max-results=7&start=31&by-date=false.)
Doña María Gómez del sector de las
Juntas Carupa, vecina de César Pachón, mientras degustábamos un café cerrero, con
desparpajo, acerca de la intención de voto en la zona, dijo _”mire sumercé… , yo no tengo tiempo p’a perdeloo… en pendejadas. P’al señor presidente y los congresistas los
campesinos solamente esistimos… un tantico… antes de las elecciones y después desparecemos
como desparece el Fantasma del páramo”.
Le agradecí su opinión y la
amarga pero reconfortante taza de café proveniente de Coper; a propósito, los cafetaleros de este
municipio, que sirve de muga entre Cundinamarca y Boyacá, no existen ni siquiera para la
paralítica Federación de Cafeteros. Sin hacer ningún otro comentario, enrumbé con dirección a la vereda de Hato Viejo de
Sutatausa. Hacia el mediodía el sol en
esa zona paramuna ardía sobre el lomo
de jinete y caballo como pinceladas de ají en carne viva.
Alrededor de la una arribé a la
casa de don Arístides Villamil. Allí se encontraba, también, de visita el zagalón Jaime Montaño, el mismo campirano
que meses atrás me había dicho que no participaba en el Paro Agrario
Nacional porque ya no
contaban como paperos, “… de qué nos sirve hacernos pegar de la
policía”; la papa que cosechan a duras
penas satisface la demanda familiar; también,
me manifestó que la guerrilla nos los recibía “porque… no servimos ni p’a disparar papas bomba”. Una copa doble de guaro destilado en un
“sacatín” familiar (alambique rústico elaborado en madera de chusque) fue
suficiente para desaparecer el sofoco. Luego
de hablar del intenso verano y de los bajos precios de la papa terminamos opinando
sobre política. Y mientras el guaro apagaba al sol iba despertando la lengua. Arístides, quien cultiva papa “en grande”, contó que “Dignidad Papera, está promoviendo
el voto en blanco”. Y que si gana el
voto en blanco la intención es que cuando se repitan las
elecciones nadie salga a votar. Tras beber en fondo blanco un vaso de guaro, Arístides sentenció _ “P’a qué perder el voto… una sola
golondrina no hace llover”. Tampoco hice comentario alguno a las palabras
que, bajo los efectos del guaro, pronunció el papero Arístides.
Cuando el sol en la lontananza remontaba el páramo de
Yasquín en límites de Tausa y San
Cayetano decidimos con Jaime emprender
camino hacia Chipaquín donde había dejado el campero en casa de la vieja
Fortunata, madre del amigo labriego.
Menos mal que los rocinantes conocían bien los riscos de la peña de la
Chipa, y bajaban con los frenos bien
puestos en las cuatro patas. Afortunadamente para manejar caballo, aún, no se
necita jinete elegido, pues con la jala que llevábamos nos hubiesen confiscado
los jamelgos. A eso de las seis de una tarde arrebolada
estábamos cabalgando por Pedregal, allí Jaime me indicó el barbecho
donde los gringos, en el año2004 iniciando
el primer mandato de Álvaro Uribe, con sus bombas de precisión desde el avión
fantasma dejaron esparcidos los restos de más de 60 labriegos y guerrilleros
mientras cosechaban papa.
La vieja Fortunata estaba
preocupada porque demorábamos más de la cuenta; Ella conocía bien a su hijo, “cada vez que visita al
Arístides es un milagro que no ruede
por la Chipa”. Nos tenía preparada
una agua aromática de yerbabuena y papayuela, “güena… p’a las borracheras”. A la cena nos sirvió el
conejo sudado del almuerzo. Entre bocado
y bocado fuimos tocando el tema de las próximas elecciones. La vieja Fortunata
expuso sin tapujo su posición, _”Qué voto
ni qué ocho cuartos, con este dolor de caderas que voy a ir a martizaame por naa..”. Mientras agotaba
el último sorbo de la pócima mágica_ con
inusitada resolución Jaime agregó, _ “no creo
que tengan tanta plata p’a pagar por la
cabeza de toiticos los campesinos que tamos listos p’a volver el Paro; esta vez sí voy a trompiar…
con el ESMAD, ya tengo lista mi honda de
bejuco de tobachín”.
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