lunes, 17 de agosto de 2015

El desescalamiento es un clamor nacional e internacional



¿Por qué se insiste en echarlo todo a pique?

por Timoshenko  Sábado 15 de agosto de 2015  Comentar este artículo

Cuando nos referimos en días pasados a las serias perturbaciones que de diversos modos viene el Gobierno Nacional originando en torno al buen éxito del proceso de paz, dejábamos para el final una ligera referencia a las operaciones militares desarrolladas desde el mismo momento en que fue declarado el cese el fuego unilateral por parte del Secretariado Nacional de las FARC-EP.
Aparte de los dos bombardeos ocurridos en el departamento del Putumayo contra unidades nuestras, y para justificar los cuales el Presidente podrá recurrir hábilmente a la prueba del diablo, la presunta existencia de los condicionamientos advertidos en su orden de desescalamiento, resultan demasiados los movimientos por tierra como para seguir guardando silencio.
Desde el mismo día del gesto con que el Presidente correspondió a nuestro cese unilateral, comenzó el movimiento de helicópteros y tropas sobre el área de las veredas La Cristalina y Siria, pertenecientes a la inspección de Siare, sobre el río del mismo nombre, en el Vichada, acompañado de fumigaciones aéreas escoltadas por aviones y helicópteros de guerra.
El 27 de julio se produjo desembarco de tropas en las riberas del río Inírida, vereda La Paz, municipio de El Retorno, en el Guaviare, y el día 30 hubo nuevo desembarco en el área de Barranquillita, río Inírida, en Calamar, mismo departamento. Buques de la Infantería de Marina también desembarcaron Ejército en caño Mapirriape, Guainía.
Los sobrevuelos de aviones de inteligencia se cumplen de modo ininterrumpido río Guaviare abajo de San José, mientras buques y lanchas pirañas recorren el mismo río y sus afluentes, enviando patrullas militares a realizar incursiones en profundidad. También se han cumplido fumigaciones aéreas en zonas rurales de Puerto Alvira, Meta, y El Retorno, Guaviare.
Por su parte, en el departamento del Cauca, el Ejército Nacional, a partir de nuestro cese el fuego, ha ido tomando posiciones en donde antes no hacía presencia, provocando de manera abierta a unidades de las FARC-EP. Así ocurre en diversas veredas de los municipios de Buenos Aires, Bellavista y Suárez, donde de nuevo se presenta riesgo inminente de confrontación.
En el área del 29 Frente, en Nariño, penetran patrullas del Ejército por los ríos Patía Viejo, municipio de Satinga, y vereda Roncadora, municipio de Cumbitara. Por la vía Panamericana, entre los municipios de Taminango y El Rosario, se mueve a partir del 28 de julio un grupo paramilitar, que patrulla desde el corregimiento de Remolino hasta las veredas Guacas y el Rincón.
En el Bajo Cauca, comandos del Ejército, pertenecientes a la Brigada Móvil número 25, realizan sistemáticas incursiones clandestinas en áreas rurales de los municipios de Tarazá y Valdivia, en tanto que la Brigada 14 despacha continuamente comandos del mismo tipo hacia el cañón del río Nechí, todos ellos apoyados por bombardeo nocturno indiscriminado con mortero 120 milímetros.
Del Frente 48, en el Putumayo, informan que tienen capturado a un guerrillero que resultó ser en realidad un infiltrado del enemigo. Se llama Camilo Torres, nombre civil. Afirma que fue enviado por el Ministerio de la Defensa con varias misiones, una de ellas la de ubicar un micro chip que permitiera el posterior bombardeo a dicha unidad. Es algo que ocurre frecuentemente.
Diversos comentaristas señalan el peligro que entraña para las conversaciones de paz, el hecho de que se llegase a producir una nueva ruptura del cese el fuego unilateral decretado por las FARC a partir del 20 de julio. Hasta el general Mora, vocero plenipotenciario del gobierno en la Mesa de Conversaciones, comentó algo parecido y usó la expresión de zona gris.
Nuestro Secretariado fue claro al emitir la orden de cesar fuegos y hostilidades a nuestra gente. Ninguna unidad de las FARC-EP está obligada a dejarse matar, y por tanto tiene todo el derecho a recurrir a la legítima defensa en caso de ataque. Creemos que es demasiado importante lo que está en juego, como para que el gobierno nacional insista en obrar de esa manera.
Pueden decirse en público, para las cámaras y grabadoras, todas las cosas que se quiera a favor de la paz y en defensa del proceso en curso. Es justo y conveniente. Pero resulta todavía más importante obrar en consecuencia con lo que se expresa. El desescalamiento es producto de un clamor nacional e internacional. ¿Por qué se insiste en echarlo todo a pique?
Montañas de Colombia, 13 de agosto de 2015.

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