viernes, 10 de octubre de 2014

Breve biografía de Bolívar por Carlos Marx



Archivo Marx/Engels


C. Marx

BOLÍVAR Y PONTE

(1858)


BOLÍVAR Y PONTE, Simón, el "Libertador" de Colombia, nació el 24 de julio de 1783 en Caracas y murió en San Pedro, cerca de Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830. Descendía de una de las familias mantuanas, que en la época de la dominación española constituían la nobleza criolla en Venezuela. Con arreglo a la costumbre de los americanos acaudalados de la época, se le envió Europa a la temprana edad de 14 años. De España pasó Francia y residió por espacio de algunos años en París. En 1802 se casó en Madrid y regresó a Venezuela, donde su esposa falleció repentinamente de fiebre amarilla. Luego de este suceso se trasladó por segunda vez a Europa y asistió en 1804 a la coronación de Napoleón como empe rador, hallándose presente, asimismo, cuando Bonaparte se ciñó la corona de hierro de Lombardía. En 1809 volvió a su patria y, pese a las instancias de su primo José Félix Ribas, rehusó adherirse a la revolución que estalló en Caracas el 19 de abril de 1810. Pero, con posterioridad a ese acontecimiento, aceptó la misión de ir a Londres para comprar armas y gestionar la protección del gobierno británico. El marqués de Wellesley, a la sazón ministro de relaciones exteriores, en apariencia le dio buena acogida. pero Bolívar no obtuvo más que la autorización de exportar armas abonándolas al contado y pagando fuertes derechos. A su regreso de Londres se retiró a la vida privada, nuevarnente, hasta que en setiembre de 1811 el general Miranda, por entonces comandante en jefe de las fuerzas rectas de mar y tierra, lo persuadió de que aceptara el rango de teniente coronel en el estado mayor y el mando de Puerto Cabello, la principal plaza fuerte de Venezuela.
Cuando los prisioneros de guerra españoles, que Miranda enviaba regularmente a Puerto Cabello para mantenerlos encerrados en la ciudadela, lograron atacar por sorpresa la guardia y la dominaron, apoderándose de la ciudadela, Bolívar, aunque los españoles estaban desarmados, mientras que él disponía de una fuerte guarnición y de un gran arsenal, se embarcó precipitadamente por la noche con ocho de sus oficiales, sin poner al tanto de lo ocurría ni a sus propias tropas, arribó al amanecer a Guaira y se retiró a su hacienda de San Mateo. Cuando la guarnición se enteró de la huida de su comandante, abandonó en buen orden la plaza, a la que ocupade inmediato los españoles al mando de Monteverde. Este acontecimiento inclinó la balanza a favor de España y forzó a Miranda a suscribir, el 26 de julio de 1812, por encargo del congreso, el tratado de La Victoria, que sometió nuevamente a Venezuela al dominio español. El 30 de julio llegó Miranda a La Guaira, con la intención embarcarse en una nave inglesa. Mientras visitaba al coronel Manuel María Casas, comandante de la plaza, se encontró con un grupo numeroso, en el que se contaban don Miguel Peña y Simón Bolívar, que lo convencieron de que se quedara, por lo menos úna noche, en la residencia de Casas. A las dos de la madrugada, encontrándose Miranda profundamente dormido, Casas, Peña y Bolívar se introdujeron en su habitación con cuatro soldados armados, se apoderaron precavidamente de su espada y su pistola, lo despertaron y con rudeza le ordenaron que se levantara y vistiera, tras lo cual lo engrillaron y entregaron a Monteverde. El jefe español lo remitió a Cádiz, donde Miranda, encadenado, murió después de varios años de cautiverio. Ese acto, para cuya justificación se recurrió al pretexto de que Miranda había traicionado a su país la capitulación de La Victoria, valió a Bolívar el especial favor de Monteverde, a tal punto que cuando el primero le solicitó su pasaporte, el jefe español declaró: "Debe satisfacerse el pedido del coronel Bolívar, como recompensa al servicio prestado al rey de España con laentrega de Miranda".
Se autorizó así a Bolívar a que se embarcara con destino a Curazao, donde permaneció seis semanas. En cornpañía de su primo Ribas se trasladó luego a la pequeña república de Cartagena. Ya antes de su arribo habían huido a Cartagena gran cantidad de soldados, ex combatientes a las órdenes del general Miranda. Ribas les propuso emprender una expedición contra los españoles en Venezuela y reconocer a Bolívar como comandante en jefe. La primera propuesta recibió una acogida entusiasta; la segunda fue resistida, aunque finalmente accedieron, a condición de que Ribas fuera el lugarteniente de Bolívar. Manuel Rodríguez Torices, el presidente de la república de Cartagena, agregó a los 300 soldados así reclutados para Bolívar otros 500 hombres al mando de su primo Manuel Castillo. La expedición partió a comienzos de enero de 1813. Habiéndose producido rozamientos entre Bolívar y Castillo respecto a quién tenía el mando supremo, el segundo se retiró súbitamente con sus granaderos. Bolívar, por su parte, propuso seguir el ejemplo de Castillo y regresar a Cartagena, pero al final Ribas pudo persuadirlo de que al menos prosiguiera en su ruta hasta Bogotá, en donde a la sazón tenía su sede el Congreso de Nueva Granada. Fueron allí muy bien acogidos, se les apoyó de mil maneras y el congreso los ascendió al rango de generales. Luego de dividir su pequeño ejército en dos columnas, marcharon por distintos caminos hacia Caracas. Cuanto más avanzaban, tanto más refuerzos recibían; los crueles excesos de los españoles hacían las veces, en todas partes, de reclutadores para el ejército independentista. La capacidad de resistencia de los españoles estaba quebrantada, de un lado porque las tres cuartas partes de su ejército se componían de nativos, que en cada encuentro se pasaban al enemigo; del otro debido a la cobardía de generales tales como Tízcar, Cajigal y Fierro, que a la menor oportunidad abandonaban a sus propias tropas. De tal suerte ocurrió que Santiago Mariño, un joven sin formación, logró expulsar de las provincias de Cumaná y Barcelona a los españoles, al mismo tiempo que Bolívar ganaba terreno en las provincias occidentales. La única sistencia seria la opusieron los españoles a la columna de Ribas, quien no obstante derrotó al general Monteverde en Los Taguanes y lo obligó a encerrarse en Puerto Cabello el resto de sus tropas.
Cuando el gobernador de Caracas, general Fierro, tuvo noticias de que se acercaba Bolívar, le envió parlamentarios para ofrecerle una capitulación, la que se firmó en La Victoria. Pero Fierro, invadido por un pánico repentino y sin aguardar el regreso de sus propios emisarios, huyó secretamente por la noche y dejó a más de 1.500 españoles librados a la merced del enemigo. A Bolívar se le tributó entonces una entrada apoteótica. De pie, en un carro de triunfo, al que arrastraban doce damiselas vestidas de blanco y ataviadas con los colores nacionales, elegidas todas ellas entre las mejores familias caraqueñas, Bolívar, la cabeza descubierta y agitando un bastoncillo en la man, fue llevado en una media hora desde la entrada la ciudad hasta su residencia. Se proclamó "Dictador y Libertador de las Provincias Occidentales de Venezuela" --Mariño había adoptado el título de "Dictador de las Provincias Orientales"--, creó la "Orden del Libertador", formó un cuerpo de tropas escogidas a las que denominó guardia de corps y se rodeó de la pompa propia de una corte. Pero, como la mayoría de sus compatriotas, era incapaz de todo esfuerzo de largo aliento y su dictadura degeneró pronto en una anarquía militar, en la cual asuntos más importantes quedaban en manos de favoritos que arruinaban las finanzas públicas y luego recurrían a medios odiosos para reorganizarlas. De este modo el novel entusiasmo popular se transformó en descontento, y las dispersas fuerzas del enemigo dispusieron de tiempo para rehacerse. Mientras que a comienzos de agosto de 1813 Monteverde estaba encerrado en la fortalede Puerto Cabello y al ejército español sólo le quedaba una angosta faja de tierra en el noroeste de Venezuela, apenas tres meses después el Libertador había perdido su prestigio y Caracas se hallaba amenazada por la súbita aparición en sus cercanías de los españoles victoriosos, al mando de Boves. Para fortalecer su poder tambaleante Bolívar reunió, el 1de enero de 1814, una junta constituida por los vecinos caraqueños más influyentes y les manifestó que no deseaba soportar más tiempo el fardo de la dictadura. Hurtado de Mendoza, por su parte, fundamentó en un prolongado discurso "la necesidad de que el poder supremo se mantuviese en las manos del general Bolívar hasta que el Congreso de Nueva Granada pudiera reunirse y Venezuela unificarse bajo un solo gobierno". Se aprobó esta propuesta y, de tal modo, la dictadura recibió una sanción legal.
Durante algún tiempo se prosiguió la guerra contra los españoles, bajo la forma de escaramuzas, sin que ninguno de los contrincantes obtuviera ventajas decisivas. En junio de 1814 Boves, tras concentrar sus tropas, marchó de Calabozo hasta La Puerta, donde los dos dictadores, Bolívar y Mariño, habían combinado sus fuerzas. Boves las encontró allí y ordenó a sus unidades que las atacaran sin dilación. Tras una breve resistencia, Bolívar huyó a Caracas, mientras que Mariño se escabullía hacia Cumaná. Puerto Cabello y Valencia cayeron en las manos de Boves, que destacó dos columnas (una de ellas al mando del coronel González) rumbo a Caracas, por distintas rutas. Ribas intentó en vano contener el avance de González. Luego de la rendición de Caracas a este jefe, Bolívar evacuó a La Guaira, ordenó a los barcos surtos en el puerto que zarparan para Cumaná y se retiró con el resto de sus tropas hacia Barcelona. Tras la derrota que Boves infligió a los insurrectos en Arguita, el 8 de agosto de 1814, Bolívar abandonó furtivamente a sus tropas, esa misma noche, para dirigirse apresuradamente y por atajos hacia Cumaná, donde pese a las airadas protestas de Ribas se embarcó de inmediato en el "Bianchi", junto con Mariño y otros oficiales. Si Ribas, Páez y los demás generales hubieran seguido a los dictadores en su fuga, todo se habría perdido. Tratados como desertores a su arribo a Juan Griego, isla Margarita, por el general Arismendi, quien les exigió que partieran, levaron anclas nuevamente hacia Carúpano, donde, habiéndolos recibido de manera análoga el coronel Bermúdez, se hicieron a la mar rumbo a Cartagena. Allí a fin de cohonestar su huida, publicaron una memoria de justificación, henchida de frases altisonantes.
Habiéndose sumado Bolívar a una conspiración para derrocar al gobierno de Cartagena, tuvo que abandonar esa pequeña república y seguir viaje hacia Tunja, donde etaba reunido el Congreso de la República Federal de Nueva Granada. La provincia de Cundinamarca, en ese entonces, estaba a la cabeza de las provincias independientes que se negaban a suscribir el acuerdo federal neogranadino, mientras que Quito, Pasto, Santa Marta y otras provincias todavía se hallaban en manos de los españoles. Bolívar, que llegó el 22 de noviembre de 1814 a Tunja, designado por el congreso comandante en jefe de las fuerzas armadas federales y recibió la doble misión de obligar al presidente de la provincia de Cundinamarca a reconociera la autoridad del congreso y de marchar luego sobre Santa Marta, el único puerto de mar fortificado granadino aún en manos de los españoles. No presentó dificultades el cumplimiento del primer cometido, puesto que Bogotá, la capital de la provincia desafecta, carecía de fortificaciones. Aunque la ciudad había capitulado, Bolívar permitió a sus soldados que durante 48 horas la saquearan. En Santa Marta el general español Montalvo, disponía tan sólo de una débil guarnición de 200 hombres y de una plaza fuerte en pésimas condiciones defensivas, tenía apalabrado ya un barco francés para asegurar su propia huida; los vecinos, por su parte, enviaron un mensaje a Bolívar participándole que, no bien apareciera, abrirían las puertas de la ciudad y expulsarían a la guarnición. Pero en vez de marchar contra los españoles de Santa Marta, tal como se lo había ordenado el congreso, Bolívar se dejó arrastrar por su encono contra Castillo, el comandante de Cartagena, y actuando por su propia cuenta condujo sus tropas contra esta última ciudad, parte integral de la República Federal. Rechazado, acampó en Popa, un cerro situado aproximadamente a tiro de cañon de Cartagena. Por toda batería emplazó un pequeño cañón, contra una fortaleza artillada con unas 80 piezas. Pasó luego del asedio al bloqueo, que duró hasta comienzos de mayo, sin más resultado que la disminución de sus efectivos, por deserción o enfermedad, de 2.400 a 700 hombres. En el ínterin una gran expedición española comandada por el general Morillo y procedente de Cádiz había arribado a la isla Margarita, el 25 de marzo de 1815. Morillo destacó de inmediato poderosos refuerzos a Santa Marta y poco después sus fuerzas se adueñaron de Cartagena. Previamente, empero, el 10 de mayo 1815, Bolívar se había embarcado con una docena de oficiales en un bergantín artillado, de bandera británica, rumbo a Jamaica. Una vez llegado a este punto de refugio publicó una nueva proclama, en la que se presentaba como la víctima de alguna facción o enemigo secreto y defendía su fuga ante los españoles como si se tratara una renuncia al mando, efectuada en aras de la paz pública.
Durante su estada de ocho meses en Kingston, los genrales que había dejado en Venezuela y el general Arismendi en la isla Margarita presentaron una tenaz resistencia las armas españolas. Pero después que Ribas, a quién Bolívar debía su renombre, cayera fusilado por los españoles tras la toma de Maturín, ocupó su lugar un hombre de condiciones militares aun más relevantes. No pudiendo desempeñar, por su calidad de extranjero, un papel autónomo en la revolución sudamericana, este hombre decidió entrar al servicio de Bolívar. Se trataba de Luis Brion. Para prestar auxilios a los revolucionarios se había hecho a la mar en Londres, rumbo a Cartagena, con una corbeta de 24 cañones, equipada en gran parte a sus propias expensas y cargada con 14.000 fusiles y una gran cantidad de otros pertrechos. Habiendo llegado demasiado tarde y no pudiendo ser útil a los rebeldes, puso proa hacia Cayos, en Haití, adonde muchos emigrados patriotas habían huido tras la capitulación de Cartagena. Entretanto Bolívar se había trasladado también a Puerto Príncipe donde, a cambio de su promesa de liberar a los esclavos, el presidente haitiano Pétion le ofreció un cuantioso apoyo material para una nueva expedición contra los españoles de Venezuela. En Los Cayos se encontró con Brion y los otros emigrados y en una junta general se propuso a sí mismo como jefe de la nueva expedición, bajo la condición de que, hasta la convocatoria de un cóngreso general, él reuniría en sus manos los poderes civil y militar. Habiendo aceptado la mayoría esa condición, los expedicionarios se hicieron a la mar el 16 de abril de 1816 con Bolívar como comandante y Brion en calidad de almirante. En Margarita, Bolívar logró ganar para su causa a Arismendi, el comandante de la isla, quien había rechazado a los españoles a tal punto que a éstos sólo les restaba un único punto de apoyo, Pampatar. Con la formal promesa de Bolívar de convocar un congreso nacional en Venezuela no bien se hubiera hecho dueño del país, Arismendi hizo reunir una junta en la catedral de Villa del Norte y proclamó públicamente a Bolívar jefe supremo de las repúblicas de Venezuela y Nueva Granada. El 31 de mayo de 1816 desembarcó Bolívar en Carúpano, pero no se atrevió a impedir que Mariño y Piar se apartaran de él y efectuaran, por su propia cuenta, una campaña contra Cumaná. Debilitado por esta separación y siguiendo los consejos de Brion se hizo a la vela rumbo a Ocumare [de la Costa], adonde arribó el 3 de julio de 1816 con 13 barcos, de los cuales sólo 7 estaban artillados. Su ejército se componía tan sólo de 650 hombres, que aumentaron a 800 por el reclutamiento de negros, cuya liberación había proclamado. En Ocumare difundió un nuevo manifiesto, en el que prometía "exterminar a los tiranos" y "convocar al pueblo para que designe sus diputados al congreso. Al avanzar en dirección a Valencia, se topó, no lejos de Ocumare, con el general español Morales, a la cabeza de unos 200 soldados y 100 milicianos. Cuando los cazadores de Morales dispersaron la vanguardia de Bolívar, éste, según un testigo ocular, perdió "toda presencia de ánimo y sin pronunciar palabra, en un santiamén volvió grupas y huyó a rienda suelta hacia Ocumare, atravesó el pueblo a toda carrera, llegó a la bahía cercana, saltó del caballo, se introdujo en un bote y subió a bordo del « Diana», dando orden a toda la escuadra de que lo siguiera a la pequeña isla de Bonaire y dejando a todos sus compañeros privados del menor auxilio". Los reproches y exhortaciones de Brion lo indujeron a reunirse a los demás jefes en la costa de Cumaná; no obstante, como lo recibieron inamistosamente y Piar lo amenazó con someterlo a un consejo de guerra por deserción y cobardía, sin tardanza volvió a partir rumbo a Los Cayos. Tras meses y meses de esfuerzos, Brion logró finalmente persuadir a la mayoría de los jefes militares venezolanos -que sentían la necesidad de que hubiera un centro, aunque simplemente fuese nominal- de que llamaran una vez más a Bolívar como comandante en jefe, bajo la condición expresa de que convocaría al congreso y no se inmiscuiría en la administración civil. El 31 de diciembre de 1816 Bolívar arribó a Barcelona con las armas, municiones y pertrechos proporcionados por Pétion. El 2 de enero de 1817 se le sumó Arismendi, y el día 4 Bolívar proclamó la ley marcial y anunció que todos los poderes estaban en sus manos. Pero 5 días después Arismendi sufrió un descalabro en una emboscada que le tendieran los españoles, y el dictador huyó a Barcelona. Las tropas se concentraron nuevamente en esa localidad, adonde Brion le envió tanto armas como nuevos refuerzos, de tal suerte que pronto Bolívar dispuso de una nueva fuerza de 1.100 hombres. El 5 de abril los españoles tomaron la ciudad de Barcelona, y las tropas de los patriotas se replegaron hacia la Casa de la Misericordia, un edificio sito en las afueras. Por orden de Bolívar se cavaron algunas trincheras, pero de manera inapropiada para defender contra un ataque serio una guarnición de 1.000 hombres. Bolívar abandonó la posición en la noche del 5 de abril, tras comunicar al coronel Freites, en quien delegó el mando, que buscaría tropas de refresco y volvería a la brevedad. Freites rechazó un ofrecimiento de capitulación, confiado en la promesa, y después del asalto fue degollado por los españoles, al igual que toda la guarnición.
Piar, un hombre de color, originario de Curazao, concibió y puso en práctica la conquista de la Guayana, a cuyo efecto el almirante Brion lo apoyó con sus cañoneras. El 20 de julio, ya liberado de los españoles todo el territorio, Piar, Brion, Zea, Mariño, Arismendi y otros convocaron en Angostura un congreso de las provincias y pusieron al frente del Ejecutivo un triunvirato; Brion, que detestaba a Piar y se interesaba profundamente por Bolívar, ya que en el éxito del mismo había puesto en juego su gran fortuna personal, logró que se designase al último como miembro del triunvirato, pese a que no se hallaba presente. Al enterarse de ello Bolívar, abandonó su refugio y se presentó en Angostura, donde, alentado por Brion, disolvió el congreso y el triunvirato y los remplazó por un "Consejo Supremo de la Nación", del que se nombró jefe, mientras que Brion y Francisco Antonio Zea quedaron al frente, el primero de la sección militar y el segundo de la sección política. Sin embargo Piar, el conquistador de Guayana, que otrora había amenazado con someter a Bolívar ante un consejo de guerra por deserción, no escatimaba sarcasmos contra el "Napoleón de las retiradas", y Bolívar aprobó por ello un plan para eliminarlo. Bajo las falsas imputaciones de haber conspirado contra los blancos, atentado contra la vida de Bolívar y aspirado al poder supremo, Piar fue llevado ante un consejo de guerra presidido por Brion y, condenado a muerte, se le fusiló el 16 de octubre de 1817. Su muerte llenó a Mariño de pavor. Plenamente consciente de su propia insignificancia al hallarse privado del concurso de Piar, Mariño, en una carta abyectísima, calumnió públicamente a su amigo victimado, se dolió de su propia rivalidad con el Libertador y apeló a la inagotable magnanimidad de Bolívar.
La conquista de la Guayana por Piar había dado un vuelco total a la situación, en favor de los patriotas, pues esta provincia sola les proporcionaba más recursos que las otras siete provincias venezolanas juntas. De ahí que todo el mundo confiara en que la nueva campaña anunciada por Bolívar en una flamante proclama conduciría a la expulsión définitiva de los españoles. Ese primer boletín, según el cual unas pequeñas partidas españolas que forrajeaban al retirarse de Calabozo eran "ejércitos que huían ante núestras tropas victoriosas", no tenía por objetivo disipar tales esperanzas. Para hacer frente a 4.000 españoles, que Morillo aún no había podido concentrar, disponía Bolívar de más de 9.000 hombres, bien armados y equipados, abundantemente provistos con todo lo necesario para la guerra. No obstante, a fines de mayo de 1818 Bolívar había perdido unas doce batallas y todas las provincias situadas al norte del Orinoco. Como dispersaba sus fuerzas, numéricamente superiores, éstas siempre eran batidas por separado. Bolívar dejó la dirección de la guerra en manos de Páez y sus demás subordinados y se retiró a Angostura. A una defección seguía la otra, y todo parecía encaminarse a un descalabro total. En ese momento extremadamente crítico, una conjunción de sucesos afortunados modificó nuevamente el curso de las cosas. En Angostura Bolívar encontró a Santander, natural de Nueva Granada, quien le solicitó elementos para una invasión a ese territorio, ya que la población local estaba pronta para alzarse en masa contra los españoles. Bolívar satisfizo hasta cierto punto esa petición. En el ínterin, llegó de Inglaterra una fuerte ayuda bajo la forma de hombres, buques y municiones, y oficiales ingleses, franceses, alemanes y polacos afluyeron de todas partes a Angostura. Finalmente, el doctor [Juan] Germán Roscio, consternado por la estrella declinante de la revolución sudamericana, hizo su entrada en escena, logró el valimiento de Bolívar y lo indujo a convocar, para el 15 de febrero de 1819, un congreso nacional, cuya sola mención demostró ser suficientemente poderosa para poner en pie un nuevo ejército de aproxi madamente 14.000 hombres, con lo cual Bolívar pudo pasar nuevamente a la ofensiva.
Los oficiales extranjeros le aconsejaron diera a entender que proyectaba un ataque contra Caracas para liberar a Venezuela del yugo español, induciendo así a Morillo a retirar sus fuerzas de Nueva Granada y concentrarlas para la defensa de aquel país, tras lo cual Bolívar debía volverse súbitamente hacia el oeste, unirse a las guerrillas de Santander y marchar sobre Bogotá. Para ejecutar ese plan, Bolívar salió el 24 de febrero de 1819 de Angostura, después de designar a Zea presidente del congreso y vicepresidente de la república durante su ausencia. Gracias a las maniobras de Páez, los revolucionarios batieron a Morillo y La Torre en Achaguas, y los habrían aniquilado completamente si Bolívar hubiese sumado sus tropas a las de Páez y Mariño. De todos modos, las victorias de Páez dieron por resultado la ocupación de la provincia de Barinas, quedando expedita así la ruta hacia Nueva Granada. Como aquí todo estaba preparado por Santander, las tropas extranjeras, compuestas fundamentalmente por ingleses, decidieron el destino de Nueva Granada merced a las victorias sucesivas alcanzadas el 1 y 23 de julio y el 7 de agosto en la provincia de Tunja. El 12 de agosto Bolívar entró triunfalmente a Bogotá, mientras que los españoles, contra los cuales se habían sublevado todas las provincias de Nueva Granada, se atrincheraban en la ciudad fortificada de Mompós.
Luego de dejar en funciones al congreso granadino y al general Santander como comandante en jefe Bolívar marchó hacia Pamplona, donde paso mas de dos meses en festejos y saraos. El 3 de noviembre llego a Mantecal, Venezuela, punto que había fijado a los jefes patriotas para que se le reunieran con sus tropas Con un tesoro de unos 2.000.000 de dólares, obtenidos de los habitantes de Nueva Granada mediante contribuciones forzosas, y disponiendo de una fuerza de aproximadamente 9.000 hombres, un tercio de los cuales eran ingleses, irlandeses, hanoverianos y otros extranjeros bien disciplinados, Bolívar debía hacer frente a un enemigo privado de toda clase de recursos, cuyos efectivos se reducían a 4.500 hombres, las dos terceras partes de los cuales, además, eran nativos y mal podían, por ende, inspirar confianza a los españoles. Habiéndose retirado Morillo de San Fernando de Apure en dirección a San Carlos, Bolívar lo persiguió hasta Calabozo, de modo que ambos estados mayores, enemigos se encontraban apenas a dos días de marcha el uno del otro. Si Bolívar hubiese avanzado con resolución, sus solas tropas europeas habrían bastado para aniquilar a los españoles. Pero prefirió prolongar la guerra cinco años más.
En octubre de 1819 el congreso de Angostura había forzado a renunciar a Zea, designado por Bolívar, y elegido en su lugar a Arismendi. No bien recibió esta noticia, Bolívar marchó con su legión extranjera sobre Angostura, tomó desprevenido a Arismendi, cuya fuerza se reducia a 600 nativos, lo deportó a la isla Margarita e invistió nuevamente a Zea en su cargo y dignidades. El doctor Roscio, que había fascinado a Bolívar con las perspectivas de un poder central, lo persuadió de que proclamara a Nueva Granada y Venezuela como "República de Colombia", promulgase una constitución para el nuevo estado --redactada por Roscio-- y permitiera la instalación de un congreso común para ambos países. El 20 de enero de 1820 Bolívar se encontraba de regreso en San Fernando de Apure. El súbito retiro de su legión extranjera, más temida por los españoles que un número diez veces mayor de colombianos, brindó a Morillo una nueva oportunidad de concentrar refuerzos. Por otra parte, la noticia de que una poderosa expedición a las órdenes de O'Donnell estaba a punto de partir de la Península, levantó los decaídos ánimos del partido español. A pesar de que disponía de fuerzas holgadamente superiores, Bolívar se las arregló para no conseguir nada durante la campaña de 1820. Entretanto llegó de Europa la noticia de que la revolución en la isla de León había puesto violento fin a la programada expedición de O'Donnell. En Nueva Granada, 15 de las 22 provincias se habían adherido al gobierno de Colombia, y a los españoles sólo les restaban la fortaleza de Cartagena y el istmo de Panamá. En Venezuela, 6 de las 8 provincias se sometieron a las leyes colombianas. Tal era el estado de cosas cuando Bolívar se dejó seducir por Morillo y entró con él en tratativas que tuvieron por resultado, el 25 de noviembre de 1820, la concertación del convenio de Trujillo, por el que se establecía una tregua de seis meses. En el acuerdo de armisticio no figuraba una sola mención siquiera a la Republica de Colombia, pese a que el congreso había prohibido, a texto expreso, la conclusión de ningún acuerdo con el jefe español si éste no reconocía previamente la independencia de la república.
El 17 de diciembre, Morillo, ansioso de desempeñar un papel en España, se embarcó en Puerto Cabello y delegó el mando supremo en Miguel de Latorre; el 10 de marzo de 1821 Bolívar escribió a Latorre participándole que las hostilidades se reiniciarían al término de un plazo de 30 días. Los españoles ocupaban una sólida posición en Carabobo, una aldea situada aproximadamente a mitad de camino entre San Carlos y Valencia; pero en vez de reunir allí todas sus fuerzas, Latorre sólo había concentrado su primera división, 2.500 infantes y unos 1.500 jinetes, mientras que Bolívar disponía aproximadamente de 6.000 infantes, entre ellos la legión británica, integrada por 1.100 hombres, y 3.000 llaneros a caballo bajo el mando de Páez. La posición del enemigo le pareció tan imponente a Bolívar, que propuso a su consejo de guerra la concertación de una nueva tregua, idea que, sin embargo, rechazaron sus subalternos. A la cabeza de una columna constituida fundamentalmente por la legión británica, Páez, siguiendo un atajo, envolvió el ala derecha del enemigo; ante la airosa ejecución de esa maniobra, Latorre fúe el primero de los españoles en huir a rienda suelta, no deteniéndose hasta llegar a Puerto Cabello, donde se encerró con el resto de sus tropas. Un rápido avance del ejército victorioso hubiera producido, inevitablemente, la rendición de Puerto Cabello, pero Bolívar perdió su tiempo haciéndose homenajear en Valencia y Caracas. El 21 de setiembre de 1821 la gran fortaleza de Cartagena capituló ante Santander. Los últimos hechos de armas en Venezuela --el combate naval de Maracaibo en agosto de 1823 y la forzada rendición de Puerto Cabello en julio de 1824-- fueron ambos la obra de Padilla. La revolución en la isla de León, que volvió imposible la partida de la expediúión de O'Donnell, y el concurso de la legión británica, habían volcado, evidentemente, la situación a favor de los colombianos.
El Congreso de Colombia inauguró sus sesiones en enero de 1821 en Cúcuta; el 30 de agosto promulgó la nueva constitución y, habiendo amenazado Bolívar una vez mas con renunciar, prorrogó los plenos poderes del Libertador. Una vez que éste hubo firmado la nueva carta constitucional, el congreso lo autorizó a emprender la campaña de Quito (1822), adonde se habían retirado los españoles tras ser desalojados del istmo de Panamá por un levantamiento general de la población. Esta campaña, que finalizó con la incorporación de Quito, Pasto y Guayaquil a Colombia, se efectuó bajo la dirección nominal de Bolívar y el general Sucre, pero los pocos éxitos alcanzados por el cuerpo de ejército se debieron íntegramente a los oficiales británicos, y en particular al coronel Sands. Durante las campañas contra los españoles en el Bajo y el Alto Peru --1823-1824-- Bolívar ya no consideró necesario representar el papel de comandante en jefe, sino que delegó en el general Sucre la conducción de la cosa militar y restringio sus actividades a las entradas triunfales, los manifiestos y la proclamación de constituciones. Mediante su guardia de corps colombiana manipuló las decisiones del Congreso de Lima, que el 10 de febrero de 1823 le encomendó la dictadura; gracias a un nuevo simulacro de renuncia, Bolívar se aseguró la reelección como presidente de Colombia. Mientras tanto su posición se había fortalecido, en parte con el reconocimiento oficial del nuevo estado por Inglaterra, en parte por la conquista de las provincias altoperuanas por Sucre, quién unificó a las últimas en una república independiente, la de Bolivia. En este país, sometido a las bayonetas de Sucre, Bolívar dio curso libre a sus tendencias al despotismo y proclamó el Código Boliviano, remedo del Code Napoleón. Proyectaba trasplantar ese código de Bolivia al Perú, y de éste a Colombia, y mantener a raya a los dos primeros estados por medio de tropas colombianas, y al último mediante la legión extranjera y soldados peruanos. Valiéndose de la violencia, pero también de la intriga, de hecho logró imponer, aunque tan sólo por unas pocas semanas, su código al Perú. Como presidente y libertador de Colombia, protector y dictador del Perú y padrino de Bolivia, había alcanzado la cúspide de su gloria. Pero en Colombia había surgido un serio antagonismo entre los centralistas, o bolivistas, y los federalistas, denominación esta última bajo la cual los enemigos de la anarquía militar se habían asociado a los rivales militares de Bolívar. Cuando el Congreso dé Colombia, a instancias de Bolívar, formuló una acusación contra Páez, vicepresidente de Venezuela, el último respondió con una revuelta abierta, la que contaba secretamente con el apoyo y aliento del propio Bolívar; éste, en efecto, necesitaba sublevaciones como pretexto para abolir la constitución y reimplantar la dictadura. A su regreso del Perú, Bolívar trajo además de su guardia de corps 1.800 soldados peruanos, presuntamente para combatir a los federalistas alzados. Pero al encontrarse con Páez en Puerto Cabello no sólo lo confirmó como máxima autoridad en Venezuela, no sólo proclamó la amnistía para los rebeldes, sino que tomó partido abiertamente por ellos y vituperó a los defensores de la constitución; el decreto del 23 de noviembre de 1826, promulgado en Bogotá, le concedió poderes dictatoriales.
En el año 1826, cuando su poder comenzaba a declinar, logro reunir un congreso en Panamá, con el objeto aparente de aprobar un nuevo código democrático internacional. Llegaron plenipotenciarios de Colombia, Brasil, La Plata, Bolivia, México, Guatemala, etc. La intención real de Bolívar era unificar a toda América del Sur en una república federal, cuyo dictador quería ser él mismo. Mientras daba así amplio vuelo a sus sueños de ligar medio mundo a su nombre, el poder efectivo se le escurría rápidamente de las manos. Las tropas colombiams destacadas en el Perú, al tener noticia de los preparativos que efectuaba Bolívar para introducir el Código Boliviano, desencadenaron una violenta insurrección. Los pruanos eligieron al general Lamar presidente de su república, ayudaron a los bolivianos a expulsar del país las tropas colombianas y emprendieron incluso una victoriosa guerra contra Colombia, finalizada por un tratado que redujo a este país a sus límites primitivos, estableció la igualdad de ambos países y separó las deudas públicas de uno y otro. La Convención de Ocaña, convocada por Bolívar para reformar la constitución de modo que su poder no encontrara trabas, se inauguró el 2 de marzo de 1828 con la lectura de un mensaje cuidadosamente redactado, en el que se realzaba la necesidad de otorgar nuevos poderes al ejecutivo. Habiéndose evidenciado, sin embargo, que el proyecto de reforma constitucional diferiría esencialmente del previsto en un principio, los amigos de Bolívar abandonaron la convención dejándola sin quórum, con lo cual las actividades de la asamblea tocaron a su fin. Bolívar, desde una casa de campo situada a algunas millas de Ocaña, publicó un nuevo manifiesto en el que pretendía estar irritado con los pasos dados por sus partidarios, pero al mismo tiempo atacaba al congreso, exhortaba a las provincias a que adoptaran medidas extraordinarias y se declaraba dispuesto a tomar sobre sí la carga del poder si ésta recaía en sus hombros. Bajo la presión de sus bayonetas, cabildos abiertos reunidos en Caracas, Cartagena y Bogotá, adonde se había trasladado Bolívar, lo invisteron nuevamente con los poderes dictatoriales. Una intentona de asesinarlo en su propio dormitorio en Bogotá, de la cual se salvó sólo porque saltó de un balcón en plena noche y permaneció agazapado bajo un puente, le permitió ejercer durante algún tiempo una especie de terror militar. Bolívar, sin embargo, se guardó de poner la mano sobre Santander, pese a que éste había participado en la conjura, mientras que hizo matar al general Padilla, cuya culpabilidad no había sido demostrada en absoluto, pero que por ser hombre de color no podía ofrecer resu tencia alguna.
En 1829, la encarnizada lucha de las facciones desgarra ba a la república y Bolívar, en un nuevo llamado a la ciudadanía, la exhortó a expresar sin cortapisas sus deseos en lo tocante a posibles modificaciones de la constitución. Como respuesta a ese manifiesto, una asamblea de notables reunida en Caracas le reprochó públicamente su ambiciones, puso al descubierto las deficiencias de gobierno, proclamó la separación de Venezuela con respecto a Colombia y colocó al frente de la primera al general Páez. El Senado de Colombia respaldó a Bolivar, pero nuevas insurrecciones estallaron en diversos lugares. Tra haber dimitido por quinta vez, en enero de 1830 Bolívar aceptó de nuevo la presidencia y abandonó a Bogotá para guerrear contra Páez en nombre del congreso colombiano. A fines de marzo de 1830 avanzó a la cabeza de 8.000 hombres, tomó Caracuta, que se había sublevado, y se dirigió hacia la provincia de Maracaibo, donde Páez lo esperaba con 12.000 hombres en una fuerte posición. No bien Bolívar se enteró de que Páez proyectaba combatir seriamente, flaqueó su valor. Por un instante, incluso, pensó someterse a Páez y pronunciarse contra el congreso. Pero decreció el ascendiente de sus partidarios en ese cuerpo y Bolívar se vio obligado a presentar su dimision ya que se le dio a entender que esta vez tendría que atenerse a su palabra y que, a condición de que se retirara al extranjero, se le concedería una pensión anual. El 27 de abril de 1830, por consiguiente, presentó su renuncia ante el congreso. Con la esperanza, sin embargo, de recuperar el poder gracias a la influencia de sus adeptos, y debido a que se había iniciado un movimiento de reacción contra Joaquín. Mosquera, el nuevo presidente de Colombia, Bolívar fue postergando su partida de Bogotá y se las ingenió para prolongar su estada en San Pedro hasta fines de 1830, momento en que falleció repentinamente.
Ducoudray-Holstein nos ha dejado de Bolívar el siguiente retrato: "Simón Bolívar mide cinco pies y cuatro pulgadas de estatura, su rostro es enjunto, de mejilla hundidas, y su tez pardusca y lívida; los ojos, ni grandes ni pequeños, se hunden profundamente en las órbitas; su cabello es ralo. El bigote le da un aspecto sombrío y feroz, particularmente cuando se irrita. Todo su cuerpo es flaco y descarnado. Su aspecto es el de un hombre de 65 años Al caminar agita incesantemente los brazos. No puede andar mucho a pie y se fatiga pronto. Le agrada tenderse o sentarse en la hamaca. Tiene frecuentes y súbitos arrebatos de ira, y entonces se pone como loco, se arroja en la hamaca y se desata en improperios y maldiciones contra cuantos le rodean. Le gusta proferir sarcasmos contra los ausentes, no lee más que literatura francesa de carácter liviano, es un jinete consumado y baila valses con pasión. Le agrada oírse hablar, y pronunciar brindis le deleita. En la adversidad, y cuando está privado de ayuda exterior, resulta completamente exento de pasioness y arranques temperamentales. Entonces se vuelve apacible, paciente, afable y hasta humilde. Oculta magistralmente sus defectos bajo la urbanidad de un hombre educado en el llamado beau monde, posee un talento casi asiatico para el disimulo y conoce mucho mejor a los hombres que la mayor parte de sus compatriotas."
Por un decreto del Congreso de Nueva Granada los restos mortales de Bolívar fueron trasladados en 1842 a Caracas, donde se erigió un monumento a su memoria.
Véase: Histoire de Bolivar par Gén. Ducoudray-Holstein, continuée jusqu'á sa mort par Alphonse Viollet (Paris, 1831); Memoirs of Gen. John Miller (in the service of the Republic of Peru; Col. Hippisley's Account of his Journey to the Orinoco (London, 1819).


Artículo publicado en el tomo III de The New American Cyclopedia. Escrito en enero de 1858. Apareció en la edición alemana de MEW, t. XIV, pp. 217-231. Digitalizado para MIA-Sección en Español por Juan R. Fajardo, y transcrito a HTML por Juan R. Fajardo, febrero de 1999.

jueves, 9 de octubre de 2014

NACE DIGNIDAD AGROPECUARIA COLOMBIANA (DAC)


Cerca de un millar de dirigentes agrarios, provenientes de casi todas las regiones que constituyen nuestra organización política territorial y reunidos en Bogotá, darán comienzo legal a la organización que será la vocera de los campesinos y empresarios agrícolas colombianos, sumidos por errática política gubernamental, en la más profunda  crisis de los últimos tiempos.

 

Desde que en 1967, el gobierno de lleras Restrepo, creó la ANUC, que lideró la toma masiva de tierras en 1971, concentrada esta lucha principalmente en la Costa Atlántica, no se había estructurado una organización que cobijara el territorio nacional y reivindicara, mediante la movilización masiva, la defensa de la producción agraria y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población rural colombiana.

 

La propuesta programática de DAC, apunta a un nuevo modelo de desarrollo en el campo. La renegociación de los TLC y la oposición a los que Santos II pretende negociar y firmar, son básicos para reconstruir el agro nacional, lastimado alevosamente desde que en 1990 se lanzó la “internacionalización de la economía”, se implementó la “apertura económica” y se firmaron y empezaron a aplicarse los TLC; transcurridos 24 años el balance es desastroso para el sector primario de la economía nacional

 

Desmonte de importaciones, represión del contrabando, tasa de cambio favorable, apropiaciones presupuestales, precios de sustentación y compra de cosechas, red de acopio y almacenamiento, control de oligopolios compradores, créditos realmente de fomento y mecanismos automáticos para enfrentar crisis económicas y fitosanitarias, seguros de cosecha de amplia cobertura y subsidios sustanciales, control de precios y calidad de insumos, combustibles y energías utilizadas en los procesos productivos, participación del estado en la fabricación de fertilizantes, investigación científica y transferencia masiva de sus resultados en sistemas extendidos de asesoría técnica, protección de páramos, humedales y zonas agrarias contra la gran minería, fomento a la organización y comercialización de los pequeños productores, cumplimiento  estricto a la norma constitucional de entrega de tierras a trabajadores rurales, inversión pública en infraestructura vial y saneamiento básico, respeto a la cultura ancestral de pueblos indígenas y afro descendientes, constituyen los aspectos centrales de la propuesta programática de la naciente organización.

 

D.A.C. igualmente actuará independientemente del gobierno, de los partidos políticos y es ajena a los convenios agrarios que se firmen en el marco de los acuerdos de paz para “adelantar en un contexto de globalización y de políticas de inserción en ella…”, lo anterior normatizado para funcionar en el marco de democracia y claras normas de funcionamiento que le permitan defender de manera efectiva los intereses de los campesinos colombianos.
Por Eudoro. 
Se desconoce medio de publicación, texto que llegó al correo electrónico.

miércoles, 8 de octubre de 2014

“LA REVOLUCIÓN NO SE LLEVA EN LA BOCA”


Homar Garcés


El Che siempre resulta adecuado cuando se trata de hablar de la revolución socialista. Sus escritos son resultado de sus propias experiencias y reflexiones, sobre todo de aquellas que compartiera con Fidel y el pueblo de Cuba -en la Sierra Maestra y luego al conformarse el nuevo gobierno revolucionario que sacudió las conciencias adormecidas de nuestra América-, enfrentando al más poderoso imperio que la historia haya jamás conocido: Estados Unidos. A la par de ello, su ejemplo de combatiente guerrillero, internacionalista y antiimperialista, sigue más vigente que nunca, cuestión que no han podido minimizar ni deslucir las más enconadas campañas mediáticas orquestadas desde la contrarrevolución para hacer del Che Guevara una imagen inocua que bien puede lucirse en una camiseta sin alterar nunca el statu quo.

Pese a los años, Che enriquece esa búsqueda constante por acceder a un mejor modo de vida bajo los ideales revolucionarios del socialismo. Lo que escribiera en su época sirve de brújula para sortear algunos obstáculos que puedan presentarse en cualquier latitud del planeta durante el período de la construcción de la transición hacia el socialismo, tomando en cuenta que algunas de sus advertencias respecto al mismo (negadas desde la ortodoxia marxista-leninista) se verificaron una vez producida la implosión de la Unión Soviética y del bloque de repúblicas bajo su hegemonía política. De ahí el interés desatado por muchos revolucionarios en torno a sus observaciones críticas en relación al modelo económico implantado en la URSS y el que debía construirse en Cuba considerando sus especificidades, sin calcos automáticos que hicieran de camisas de fuerzas.  

Pero lo más relevante del Che Guevara quizás sea su posición en cuanto a la nueva moral de la cual debían ser modelos los revolucionarios. Según él, “La revolución no se lleva en los labios para vivir de ella, se lleva en el corazón para morir por ella”. Frase ésta que ha tenido una gran difusión hasta ahora en todo el mundo, sobre todo en nuestra América, sirviendo para descubrir a los oportunistas y reformistas que desnaturalizan los objetivos primordiales de la revolución a su favor, traicionando la confianza puesta en ellos por los sectores populares. Además de esto, también ha servido para concitar a muchos revolucionarios a mantenerse firmes en sus convicciones, independientemente de las circunstancias amargas que pudieran vivir en medio de la lucha revolucionaria por la conquista del poder y la emancipación integral de nuestros pueblos. Con esta ideología hecha carne y hueso en sí mismo, el Che Guevara es uno de los revolucionarios teóricos más auténticos y completos de quien pudiéramos obtener enseñanzas permanentes. Como complemento, igualmente pudiéramos citar de él: “nosotros no podemos ser hijos de la práctica absoluta, hay una teoría; que nosotros tengamos algunas fallas, algunos motivos de discusión de algunos de los aspectos de la teoría, bueno, pues, perfecto, para poder hacer eso hay que conocer aunque sea un poquito de teoría. Ahora, inventar la teoría totalmente a base de la acción, solamente eso, es un disparate, con eso no se llega a nada…”  No podría ser menos el Che: hombre de acción y de pensamiento en función de la construcción de la sociedad socialista y de la humanidad nueva.-

Maestro ambulante
¡¡¡Rebelde y Revolucionario itinerante!!!
 ¡¡¡Hasta la Victoria siempre!!!
¡¡¡Luchar hasta vencer!!!

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Enviado por: HOMAR GARCES <mandingacaribe@yahoo.es>

viernes, 3 de octubre de 2014

Oliver Stone hace trizas la historia oficial de EEUU



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LUIS MAIAS LOPEZ / PUBLICO.ES – Como de tapadillo, en pleno agosto, La 2 de Televisión Española ha repuesto la notable producción propia La forja de un rebelde, dirigida por Mario Camus y basada en la trilogía autobiográfica de Arturo Barea cuya publicación estuvo prohibida durante el franquismo. Hace dos años, con ocasión de su anterior reestreno, le dediqué ya una columna, por lo que me limito ahora a remarcar lo insólito de que, incluso en esta época en que la escasa audiencia del canal se ha reducido al mínimo, se emita una serie, rodada en 1989, en tiempos del PSOE, cuyo contenido choca abruptamente con la línea que impregna hoy la televisión pública. El capítulo del pasado domingo se centró en las elecciones de febrero de 1936, los preparativos del golpe militar y el inevitable estallido de la guerra civil.
Ese duende progresista infiltrado en la programación de La 2 parece que ha aprovechado de los ardores de agosto para colar también la emisión de un documental de 10 horas en el que Oliver Stone desmonta la historia oficial de su país desde la II Guerra Mundial hasta la presidencia de Obama. Con La historia no contada de Estados Unidos, el director de Platoon, JFK, Nixon y Comandante escapa del patrioterismo que anega el cine norteamericano para ofrecer una visión diferente y transgresora que le ha ganado feroces ataques desde los sectores derechistas que se han adueñado del partido republicano.
“Absurda regurgitación de propaganda estalinista” no es lo peor que ha tenido que leer o escuchar el cineasta sobre una obra que pretende nada más y nada menos que desmontar la sarta de mentiras con la que se construye la imagen que gran parte del mundo (y la inmensa mayoría de los propios norteamericanos) tienen de Estados Unidos: que se trata de una nación elegida por Dios, con un irrenunciable destino manifiesto, con el deber moral de difundir la democracia, un poder blando al servicio de causas justas, una sólida vocación por el intervencionismo humanitario, un ejército que garantiza la paz y la estabilidad mundiales, un altruista cruzado anticomunista que acabó con el imperio del mal soviético, y un misionero y desinteresado deseo de compartir parte de su riqueza con los países en desarrollo.
Tal es la potencia del aparato propagandístico de la gran superpotencia que esta verdad oficial construida a golpe de manipulación, dinero e incluso talento aplasta casi siempre a esa otra verdad basada en datos casi siempre incontestables, que supone el negativo de la versión que se ha impuesto de forma abrumadora. Ese otro Estados Unidos, mucho más ajustado a la realidad, es el que ha emprendido guerras injustas, defendido dictaduras y golpes militares fascistas, tomado decisiones brutales como utilizar la bomba atómica, contribuido a empobrecer aún más a los más pobres y basado su acción exterior en objetivos imperialistas de exclusivo interés económico e ideológico. Un poder, en fin, que no duda en actuar por motivos egoístas como policía del mundo.
La historia no contada de Estados Unidos, con Stone de director, narrador y guionista (junto a Peter Kuznick), es un documental que, sin dar tregua al aburrimiento, destila buen cine, sin apenas cabezas parlantes, construido con un habilidoso montaje de impactantes imágenes de archivo y una acertada selección de fragmentos de películas de Hollywood. No es un panfleto, aunque no oculta su clara carga ideológica, a contracorriente de la atmósfera que se respira en el país. Se entiende que haya levantado las iras de los sectores más conservadores, rabiosos porque se carguen las culpas de la Guerra Fría y de la catastrófica carrera de armamentos en las espaldas de sucesivos presidentes empeñados en debilitar a toda costa a la Unión Soviética, desaprovechar las oportunidades de paz y servir los intereses del todopoderoso complejo militar-industrial.
Stone peca quizá de ingenuo cuando sugiere que las cosas pudieron haber sido diferentes si el exvicepresidente izquierdista Henry Wallace, y no Harry Truman, hubiera sustituido en 1945 al fallecido Franklin D. Roosevelt. Wallace, acusado de comunista y agente del KGB por reconocer el papel vital de la URSS en la derrota del nazismo, defensor de un seguro sanitario público, opuesto radicalmente a la segregación racial, que incluso en campaña se negaba a hablar en locales en los que separase a negros y blancos, fue derrotado estrepitosamente tres años más tarde cuando se presentó a la Casa Blanca como candidato del Partido Progresista. Tal vez si hubiese ganado, opina Stone, la posguerra habría sido otra, sin carrera nuclear, crisis de los misiles de Cuba, Vietnam, Corea, Chile, Guatemala, Muro de Berlín, Granada, Panamá, 11-S, Afganistán, Irak…
El cineasta no es un cínico, sino un idealista que se atreve a soñar en utopías. Y su manera de hacerlo es mostrar, con hechos difícilmente rebatibles, los pies manchados de sangre y explotación de políticos, militares y grandes conglomerados industriales de su país.
La historia no contada de Estados Unidos es, también, la constatación de un fracaso. Imagen a imagen, palabra por palabra, muestra la atormentada historia del planeta desde la II Guerra Mundial y la decisiva participación norteamericana en ella, la muerte brutal de millones de personas en injustas guerras imperialistas, la impotencia de las protestas masivas, el lacerante aumento de la desigualdad incluso en la cuna del imperio, la incapacidad y falta de decisión para aprender de los errores del pasado, la frustración que siempre ha seguido a los escasos momentos de esperanza, como el último: la llegada de Obama a la Casa Blanca.
Stone demuestra que con escasos cinco millones de dólares (de los que él aportó uno), una mínima fracción de lo que cuesta cualquier mediocridad made in Hollywood, puede armarse un producto cinematográfico de factura impecable, perfecto en su composición, y destinado a quedar como referente de buen cine, político pero sobre todo histórico, por mucho que su difusión quede restringida, como en España, a las épocas de menor audiencia de un canal que solo frecuentan los cinéfilos y amantes de los documentales.

martes, 30 de septiembre de 2014

INFORME ESPECIAL: EL PROCESO DE PAZ EN LA HABANA


–PRESENTACIÓN:
Son muchas las cosas que se hablan y son también grandes las especulaciones de muchos sectores acerca de lo que tratamos y convenimos con el gobierno en Cuba. Por eso resulta necesario y oportuno publicar una versión real y objetiva acerca de las conversaciones de paz, para que nuestro pueblo, y en particular la población del Catatumbo tenga una información completa y precisa, ajena a las confusiones y falsedades que están echando a rodar nuestros enemigos.
Se dice, por ejemplo, que la paz se encuentra a la vuelta de la esquina porque las FARC-EP estamos listos a pactar nuestra desmovilización y entrega, que en cuestión de unos cuantos meses habremos ya firmado la dejación de armas y pactado nuestra reinserción a la vida civil, y que eso es producto de unos acuerdos por debajo de la mesa que tenemos con el Presidente Santos.
Todo eso es completamente falso. Obedece a intereses venenosos de ciertos y poderosos sectores del país, que sueñan con ver rendidas las guerrillas y domesticadas las luchas populares, para poder aplicar todos sus planes y proyectos neoliberales, consistentes en la entrega a compañías multinacionales, de los recursos naturales y humanos más importantes del país.
Las FARC-EP y el pueblo colombiano jamás hemos pensado eso. Nunca hemos entendido que las mesas de diálogo con las oligarquías que gobiernan el país, fieles sirvientes de los intereses imperialistas, tengan como propósito la entrega de nuestras banderas y la traición a nuestra patria y a nuestras clases más necesitadas.
Al igual que nuestros campesinos e indígenas, que luego de marchar y protestar durante muchos días, logran arrancar del gobierno nacional la conformación de mesas de diálogo para tratar sobre la solución a los problemas que dieron lugar a la inconformidad y el paro, nosotros pretendemos que en la Mesa de Conversaciones de La Habana se pacten las soluciones a los problemas que han dado origen a la larga confrontación armada existente en nuestro país.
Ningún otro fin perseguimos en la Mesa de La Habana. Atendidas y solucionadas las causas económicas, sociales y políticas que dieron lugar a la guerra, seguramente que podrá ser cierta para siempre la paz. Eso requiere que la oligarquía se ponga la mano en el corazón y acepte muchas transformaciones a favor del pueblo.
¿POR QUÉ ACEPTAMOS DIALOGAR CON SANTOS?
El primer interrogante que cabe responder es este. El gobierno de Juan Manuel Santos es un gobierno oligárquico, reaccionario, neoliberal y militarista, un gobierno que defiende por encima de todo los intereses de las grandes compañías multinacionales mineras y extractivas. Que piensa todo el tiempo en cómo acrecentar las ganancias para los bancos, las grandes compañías financieras y los más poderosos inversionistas nacionales y extranjeros.
Un gobierno que privilegia el incremento masivo de los cultivos agroindustriales como la palma africana, de la que se extrae ya no el aceite de palma para consumo humano, sino para la producción de combustible para los automóviles. Es un gobierno completamente entregado a los intereses del imperialismo norteamericano, que incluso contribuye disimuladamente a la desestabilización de los gobiernos democráticos de los países vecinos. Un gobierno que aspira a que nuestro país en un futuro, desempeñe en nuestro continente el papel que hoy juega Israel en el Medio Oriente.
Un gobierno enemigo de las luchas populares, campesinas e indígenas, porque sabe que estas se oponen a los fabulosos proyectos que él tiene para los grandes capitales. Así quedó demostrado en el Paro del Catatumbo y después en el Paro Agrario Nacional, en los que la violencia, el asesinato, la represión y la cárcel fueron empleados como primeras armas de intimidación contra las comunidades movilizadas a la protesta.
Santos aceptó al final emplear la vía del diálogo y crear una mesa de interlocución con los campesinos que no se rindieron, porque se dio cuenta del desprestigio y el daño político que se hacía a sí mismo si no busca otro tratamiento para la inconformidad. Tal y como lo ha hecho desde siempre la oligarquía gobernante, guarda la aspiración de engañar a los líderes de la protesta social, de contentarlos con migajas, de ganárselos incluso para su proyecto político. Pero otra cosa muy distinta pasa con los dirigentes y activistas de las organizaciones sociales que se sientan a la Mesa, quienes aspiran en realidad a arrancar importantes conquistas y concesiones a favor de sus comunidades.
Igual nos pasa a nosotros en la Mesa de La Habana. Santos parte de la idea equivocada de que somos una guerrilla vencida, desmoralizada y a punto de rendirse. Él no entiende nuestras concepciones y métodos de lucha, cree ciegamente en lo que le dicen sus asesores y sus generales. Por eso nos propuso dialogar, con la secreta ilusión de que nosotros aceptaríamos en seguida, pera rendirnos ante él y salvar nuestras vidas. Incluso cometió la torpeza de ordenar que mataran a nuestro máximo Comandante Alfonso Cano, pensando que así nos quedaríamos sin cabeza y no sabríamos qué hacer.
Pero se equivocó completamente. Nosotros conformamos una organización político militar con 50 años continuos de lucha revolucionaria. Hemos pasado por toda clase de situaciones, unas muy favorables y otras muy desfavorables, pero siempre hemos sabido sostenernos y salir adelante. La arremetida estatal de los últimos 14 años, con los Planes Colombia, Patriota y demás, fue capaz de causarnos daños, algunos considerables, pero ha estado muy lejos de ponernos en condiciones de inferioridad y derrota. Hemos enfrentado al poderío militar colombiano, apoyado además por los miles de millones de dólares y toda la tecnología y asesoría de los Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel. Y nos hemos sostenido, y hemos salido adelante. Hay un pueblo que cree en nosotros y nos apoya contra todo el poder de la oligarquía y el imperialismo.
Como revolucionarios somos hoy mucho más experimentados. Nunca hemos estado tan lejos de una entrega o rendición como ahora. Así que si aceptamos sentarnos a una mesa de diálogos con el gobierno, lo hacemos con nuestra propia idea: encontrar una solución distinta, de carácter civilizado y pacífico, a los graves problemas políticos, económicos y sociales que padece el pueblo colombiano. La oligarquía de este país siempre ha querido tratar los problemas por la vía de la represión, de la violencia y la cárcel. Y eso precisamente fue lo que originó el conflicto armado, primero con los campesinos de Marquetalia y luego con una buena parte del pueblo colombiano que se fue sumando a la lucha contra la brutalidad y el terrorismo del Estado.
Así que el diálogo para nosotros significa en primer término mostrarle a la oligarquía que hay otras maneras de tratar los problemas. Y que es mejor por esas otras maneras. Es lo que desde que nació nuestra organización siempre hemos dicho. Y por eso cada vez que un gobierno nos ha propuesto dialogar, lo hemos aceptado, incluso conociendo de las intenciones con las que lo hace. No importa, creemos que junto con las mayorías de los colombianos, podemos en algún momento hacer comprender a esta oligarquía, que los problemas deben ser solucionados y no negados, y que se puede hacerlo por vías políticas, dialogando por las buenas, y aceptando que se requieren muchas reformas y cambios en este país. Por eso acudimos, cargados de propuestas, a la Mesa de La Habana.
Además hay que reconocerle a Santos que a diferencia de Uribe, aceptó que en Colombia existía un conflicto armado y no una amenaza terrorista. Y que ese conflicto tenía unas viejas causas que había que solucionar. Haber reconocido eso, ya era algo muy importante para nosotros y para el pueblo colombiano. Otra cosa que él crea que las soluciones son unos paños de agua tibia. Pero ese precisamente es el gran tema de discusión en la Mesa: las verdaderas soluciones para nuestro pueblo. En eso estamos.



UN VISTAZO GENERAL AL PROCESO
La consecución de la paz para nuestro pueblo no es una tarea a coronar de modo fácil y rápido.
El denominado Proceso de Paz de La Habana consiste básicamente en un diálogo directo entre dos delegaciones, la del gobierno nacional, encabezada formalmente por el doctor Humberto de La Calle Lombana, y la de las FARC-EP, a cuya cabeza se encuentra actualmente el camarada Iván Márquez, integrante del Secretariado Nacional de las FARC-EP.
El Proceso, como tal, fue diseñado en el llamado Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, producido al final de un período de seis meses de conversaciones directas y secretas, entre delegados del gobierno de Juan Manuel Santos y delegados de las FARC-EP, en la ciudad de La Habana. Los voceros de las FARC-EP fueron trasladados hasta Cuba por cuenta del gobierno nacional, tras un largo período de conversaciones y acuerdos sobre su traslado. Dicho Acuerdo General se firmó el 26 de agosto de 2012 y se dio a conocer al país el 5 de septiembre siguiente, de manera separada, mediante alocuciones públicas del Presidente Juan Manuel Santos y el Comandante de las FARC-EP Timoleón Jiménez.
Tanto para la conclusión de este Acuerdo General, como para el desarrollo de las posteriores conversaciones en La Habana, ha sido determinante la disposición y colaboración de los gobiernos de las repúblicas de Cuba y Venezuela, así como del Reino de Noruega y la República de Chile. Cuba y Noruega actúan como garantes, mientras Venezuela y Chile como acompañantes.
En el Acuerdo General se incorporó un preámbulo en el que quedaron expuestos los criterios generales que animan el proceso. En ellos cabe destacar la necesidad de la participación de toda la sociedad en la construcción de la paz, así como que el desarrollo económico con justicia social y en armonía con el medio ambiente son garantía de paz y progreso. Del mismo modo se enumeraron seis grandes temas, punteados, sobre los que versarían las discusiones: 1. Política de desarrollo agrario integral, 2. Participación política, 3. Fin del conflicto, 4.Solución al problema de las drogas ilícitas, 5. Víctimas y 6. Implementación, verificación y refrendación.
En su último capítulo quedaron pactadas las reglas para el funcionamiento de la Mesa, en las que se contempló el número de delegados por cada parte en las sesiones, 10 por cada una, la posibilidad de consultar expertos sobre temas de la Agenda, así como de elaborar informes periódicos en aras de la transparencia, la creación de un mecanismo para la divulgación conjunta de los avances, el secreto sobre las discusiones de la Mesa, mecanismos para la recepción de propuestas de la ciudadanía y las organizaciones, y, finalmente, que las conversaciones se darían bajo el principio de que nada está acordado hasta que todo esté acordado.
La discusión de cada uno de los puntos de la Agenda ha implicado la realización de un gran número de sesiones de la Mesa, organizadas por ciclos, en su mayoría de tres días seguidos y uno de descanso hasta completar nueve días de discusión. Antes de cada gran tema de la Agenda, para dar campo a la participación de la sociedad, la Mesa ha confiado al Centro de Pensamiento de la Universidad Nacional y a las Naciones Unidas, la realización de Foros en los que ciudadanos y organizaciones han presentado sus ideas sobre cada punto. Cabe hacer notar que mientras las FARC-EP hemos recogido cuidadosamente estas propuestas y las hemos incorporado a las nuestras, la delegación del gobierno nacional siempre ha hecho caso omiso de lo planteado por la sociedad, interpretando tales foros como algo formal y sin un papel práctico.
También es de destacar que, pese a todas las facilidades para el cabal desarrollo del proceso, nuestros voceros se encuentran siempre en situaciones de inferioridad frente a las condiciones de que disfrutan los del gobierno. Estos últimos pueden estar llamando por teléfono permanentemente a Palacio, para consultar su opinión, y una vez terminado cada ciclo viajan a Bogotá a reunirse con la cúpula gubernamental y de los gremios privados, no solo para informar de sus actuaciones, sino para recibir orientaciones e ideas. Los nuestros no pueden estar comunicándose de modo inmediato ni diario, ni pueden estar viajando al país o un tercer lugar puesto que serían capturados. Por otro lado, mientras los del gobierno dictan conferencias en distintos escenarios sobre lo acordado en la Mesa, quieren prohibirnos, en aras de una confidencialidad que alegan, que nosotros expongamos los avances obtenidos.
Pese a todo eso, permanecemos firmes y optimistas por lo logrado hasta ahora. Son prácticamente dos los años en que la Mesa se ha sostenido, contra las presiones de todos los sectores, incluido el gobierno nacional, que desde un comienzo aspiró a concretar el Acuerdo Final en unos cuantos días. El gobierno nunca ha querido considerar el tema del cese el fuego, partiendo de la idea de que va a derrotarnos en el campo de batalla para que nos entreguemos en la Mesa. A estas alturas ya debería haber comprendido que ese es un sueño imposible. Como absurda es su teoría de que las FARC nos sentamos a conversar porque estábamos vencidos.



ACUERDO Y SALVEDADES RESULTANTES DEL PRIMER PUNTO DE LA AGENDA
El título acordado para este punto en la Agenda fue el de Política de Desarrollo Agrario Integral. Y comprendió los siguientes temas:
1. Acceso y uso de la tierra. Tierras improductivas. Formalización de la propiedad. Frontera agrícola y protección de zonas de reserva. 2. Programas de desarrollo con enfoque territorial. 3. Infraestructura y adecuación de tierras. 4. Desarrollo social: Salud, educación, vivienda y erradicación de la pobreza. 5. Estímulo a la producción agropecuaria y a la economía solidaria y cooperativa. Asistencia técnica. Subsidios. Crédito. Generación de ingresos. Mercadeo. Formalización laboral. 6. Sistema de seguridad alimentaria.
La Delegación de Paz de las FARC-EP presentó a la Mesa y al conjunto del pueblo colombiano una propuesta de desarrollo rural y agrario para la democratización y la paz con justicia social, conocida como las 100 propuestas mínimas de las FARC, organizada en 12 capítulos. Por su extensión no podemos publicarla toda aquí, pero quien desee conocerla en su integridad, puede conseguirla en la página web de nuestra delegación: http://pazfarc-ep.org
Podemos describirla como la más amplia y precisa relación de las aspiraciones y banderas de los movimientos campesino, indígena y de negritudes, elaborada con fundamento en nuestro Programa Agrario Revolucionario, nuestra Plataforma para un gobierno de Reconciliación y Reconstrucción Nacional, las conclusiones de los Foros Agrarios convocados por iniciativa de la Mesa de Conversaciones, las propuestas populares hechas llegar a la Mesa por distintos conductos, y las consignas levantadas por el movimiento campesino, indígena y de negritudes en diferentes espacios y momentos de su larga lucha.
Nuestra propuesta se elaboró con el propósito de configurar una alternativa al modelo capitalista y neoliberal que adelanta el gobierno nacional. Comprende una reforma rural y agraria integral, socio-ambiental, democrática, participativa y con enfoque territorial.
La discusión de este primer punto se prolongó por seis meses. Para evitar una ruptura de las conversaciones apenas en el comienzo, hubo que aceptar unos puntos de encuentro, los cuales se redactaron a modo de borrador de Acuerdo, pero bajo la condición de que ese Acuerdo sería parcial, puesto que quedaban una serie de temas pendientes, sobre los cuales no se llegó a consenso alguno. Esos temas pendientes quedaron conservados en una especie de congelador, con el propósito de ser retomados y definidos más adelante. No se dijo cuándo, pero quedó claro que sin acuerdo sobre ellos no sería cerrado el tema.
Un resumen de lo acordado sobre el Primer Punto de la Agenda:
El tema quedó definido como Reforma Rural Integral. El gobierno nacional se comprometió a conformar un Fondo de Tierras de distribución gratuita, aunque se negó a precisar su cantidad y el plazo, pero quedó claro que serán varios millones de hectáreas, provenientes de distintas fuentes. Aparte de eso, se comprometió a crear otros mecanismos para facilitar la adquisición de tierras: subsidio especial para compra y crédito especial para compra.
Todo lo anterior para beneficiar a trabajadores con vocación agraria sin tierra o con tierra insuficiente, priorizando a los desplazados y a la mujer cabeza de familia. Habrá para los mismos, programas de acompañamiento en vivienda, asistencia técnica, capacitación, adecuación de tierras recuperación de suelos donde sea necesario, proyectos productivos, comercialización y acceso a medios de producción que permitan agregar valor, así como provisión de bienes públicos.
También se comprometió el gobierno a formalizar, esto es otorgar títulos de propiedad de manera gratuita, masiva y progresiva a todos los campesinos colombianos que ocupen o posean predios.
Lo relacionado con la restitución de tierras, desplazamiento y despojo quedó diferido para el discusión del punto 5 de la Agenda, sobre víctimas.
El gobierno se comprometió a implementar Mecanismos de resolución de conflictos de tenencia y uso y de protección de la producción alimentaria, así como a emprender la actualización del catastro rural y a establecer un impuesto predial progresivo. Igualmente al establecimiento de un Plan de zonificación ambiental que señale la delimitación de las áreas de frontera agrícola y las de manejo ambiental especial, con miras a la protección de la biodiversidad y el derecho progresivo al agua de la población, propiciando su uso racional.
También a promover el acceso a la tierra y la planificación de su uso en las Zonas de Reserva Campesina. A hacer efectivo el apoyo a las Zonas de Reserva Campesina constituidas y por constituir.
Cuidando que los nuevos propietarios, así como los antiguos que sobreviven en condiciones de atraso, pobreza y miseria, superen definitivamente tal situación, el gobierno nacional se comprometió a adoptar Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial. Su propósito definido es lograr la transformación estructural del campo y el ámbito rural, así como el relacionamiento equitativo entre el campo y la ciudad. La base de tales Programas será la participación activa de las comunidades, en conjunto con las autoridades de las entidades territoriales.
Tales programas incluyen desarrollos significativos en la infraestructura vial, de riego, eléctrica y de conectividad, así como una enorme inversión en desarrollo social, específicamente en salud, educación, vivienda, agua potable y erradicación de la pobreza. Pero además habrá importantes estímulos a la producción agropecuaria y a la economía solidaria y cooperativa. También se establecerá un sistema especial de seguridad (soberanía) alimentaria y nutricional para la población rural.
El grupo de las salvedades:
Tal y como se explicó arriba, quedaron en el congelador, pendientes de tratar los siguientes temas: Latifundio y delimitación de la propiedad, freno a la extranjerización del territorio, extracción minero energética y conflictos de uso del territorio, regulación del a explotación del territorio para la generación de agro combustibles, revisión y renegociación de los Tratados de Libre Comercio contra la economía, ajustes al Ordenamiento Territorial, financiación de la política de Desarrollo Rural y Agrario Integral, cuantificación del fondo de tierras, creación del Consejo Nacional de la Tierra y el Territorio y definiciones sobre el derecho real de superficie.



ACUERDO Y SALVEDADES RESULTANTES DEL SEGUNDO PUNTO DE LA AGENDA
El título acordado para este punto en la Agenda fue el de Participación Política y se previo en los siguientes numerales: 1. Derechos y garantías para la oposición política en general y particular para los nuevos movimientos que surjan luego de la firma del Acuerdo Final. Acceso a medios de comunicación. 2. Mecanismos democráticos de participación ciudadana, incluidos los de participación directa, en los diferentes niveles y diversos temas. 3. Medidas efectivas para promover mayor participación en la política nacional, regional y local de todos los sectores, incluyendo la población más vulnerable, en igualdad de condiciones y con garantías de seguridad.
Nuevamente la Delegación de Paz de las FARC-EP presentó ante la Mesa y la comunidad nacional e internacional la propuesta de nuestra organización, denominada Participación política para la democratización real, la paz con justicia social y la reconciliación nacional, conocido también como las 100 propuestas mínimas al respecto. En ellas se sintetiza nuestra idea en torno a lo que el pueblo colombiano, sus organizaciones políticas, sociales y populares requieren para existir y sobrevivir con plenitud de garantías para el ejercicio de sus derechos, en un nuevo país verdaderamente democrático, en el que la estigmatizacion, la persecución, la violencia y el crimen por razones políticas sean desterrados de modo definitivo.
Es de destacar la presentación formal de nuestra propuesta de convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente para la paz, la democratización real y la reconciliación nacional. También pueden encontrarse estas propuestas en la web http://pazfarc-ep.org, así como el texto completo del Acuerdo parcial sobre este punto y las salvedades pendientes .
La discusión de este Segundo Punto de la Agenda también se prolongó por seis meses, ciclo tras ciclo de la Mesa de Conversaciones, hasta terminar en un Acuerdo Parcial y unas salvedades sobre los que cabe aplicar el mismo criterio señalado anteriormente para el Punto Primero de la Agenda.
Un resumen de lo acordado sobre el Segundo Punto de la Agenda:
En el Acuerdo sobre el segundo punto este se denominó Participación Política: apertura democrática para construir la paz. Podríamos resumirlo así:
El gobierno nacional se comprometió a expedir un Estatuto de garantías para el ejercicio de la oposición política, cuyo proyecto será elaborado por una comisión integrada por los partidos y movimientos políticos con personería jurídica y otras agrupaciones políticas representativas de oposición.
También a conformar un Sistema Integral de Seguridad para el Ejercicio de la Política, el cual será complementado y definido totalmente cuando se discuta el Punto 3 de la Agenda. Al respecto el gobierno firmó que ese Sistema Integral estará estructurado en consonancia con una concepción de la seguridad que tienen como centro la persona, se basa en los principios de soberanía, no intervención y libre determinación de los pueblos.
El gobierno nacional garantizará los derechos políticos de los ciudadanos que como actores políticos se encuentren organizados como movimientos y organizaciones sociales. También tendrán su Estatuto fundado en su participación democrática. Habrá plenas garantías para la movilización y la protesta social, para la participación ciudadana a través de medios de comunicación comunitarios, institucionales y regionales, y para el control y las veedurías ciudadanas. De igual modo, habrá garantías efectivas para el fortalecimiento de la planeación democrática y participativa. Y se adoptarán diversas medidas para promover el pluralismo político en igualdad de condiciones.
Igualmente se acordaron mecanismos para la reforma del régimen y la organización electoral. Y se previó la creación temporal de las Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz. también el gobierno nacional se comprometió a crear un canal de televisión para dar acceso a medios a los partidos y movimientos políticos.
El grupo de las principales salvedades:
1. Reestructuración democrática de Estado y la reforma política en función de la expansión democrática. 2. Revisión, reforma y democratización del sistema político electoral. 3. Revisión y reforma de mecanismos de participación ciudadana. 4. Proscripción del tratamiento militar a la movilización y protesta, desmantelamiento del ESMAD. 5. Elección popular del Procurador, el Contralor, el Fiscal General y el Defensor del Pueblo. 6. Participación ciudadana en la definición de políticas de interés nacional, tales como las relaciones exteriores, la seguridad y defensa nacional o la administración de justicia. 7. Democratización del acceso al espacio radioeléctrico la información y la comunicación que impida la monopolización de los medios masivos de comunicación.

L CUARTO PUNTO DE LA AGENDA ACUERDO PARCIAL Y SALVEDADES

Este punto se denominó en la Agenda Solución al problema de las drogas ilícitas y en ella comprendió diversos subtemas: 1. Programas de sustitución de cultivos de uso ilícito. 2. Programas de prevención del consumo y salud pública. 3. Solución al fenómeno de producción y comercialización de narcóticos.
Como sucedió en el tratamiento de los puntos anteriores de la Agenda, las FARC-EP, por medio de nuestra Delegación de
Paz, elaboramos y presentamos a la Mesa de Conversaciones, al país y al mundo nuestras propuestas al respecto, en un documento titulado Política Anti droga para la soberanía y el buen vivir de los pobres del campo, también conocido como las 50 Propuestas mínimas. Nuestra posición es concordante con lo sostenido por nosotros desde nuestra Octava Conferencia Nacional de Guerrilleros de abril de 1993, en la que quedó establecido que ese asunto es un grave problema social que no puede ser tratado por la vía militar.
Nuestra posición, obviamente, resultó confrontada por las posiciones del gobierno nacional, innegablemente ligadas, de una u otra forma, a las posiciones represivas esgrimidas por el gobierno de los Estados Unidos en su fracasada política de guerra contra las drogas, de las que pese a ciertas declaraciones del Presidente de la República, siguen determinando los enfoques y soluciones planteados por el gobierno colombiano.
Resumen del Acuerdo Parcial:
El título del documento es Solución al problema de las Drogas Ilícitas. En las consideraciones previas quedó asentado que es necesario diseñar una nueva visión que atienda las causas y consecuencias de este fenómeno, especialmente presentando alternativas que conduzcan a mejorar las condiciones de bienestar y buen vivir de las comunidades en los territorios afectados por los cultivos de uso ilícito, que aborde el consumo con un enfoque de salud pública y que intensifique la lucha contra las organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico, incluyendo actividades relacionadas como las finanzas ilícitas, el lavado de activos, el tráfico de precursores y la lucha contra la corrupción, desarticulando toda la cadena de valor del narcotráfico.
El primer aspecto hace relación a Programas de sustitución de cultivos de uso ilícito. Planes integrales de desarrollo con participación de las comunidades en el diseño, ejecución y evaluación de los programas de sustitución y recuperación ambiental de las áreas afectadas por dichos cultivos. El programa se denominará PNIS y se considera como parte de la Reforma Rural Integral. Su primer objetivo será el de superar las condiciones de pobreza de las comunidades campesinas, y en particular de los núcleos familiares que las conforman, afectados por los cultivos de uso ilícito, mediante la creación de condiciones de bienestar y buen vivir en los territorios, y contribuir a las transformaciones estructurales de la sociedad rural que resulten de la implementación de la Reforma Rural Integral y de la puesta en marcha de los componentes del punto 2 de la Agenda, sobre Participación política.
Supone la promoción de la sustitución voluntaria de los cultivos de uso ilícito mediante la implementación de planes integrales municipales comunitarios de sustitución y desarrollo alternativo, diseñados en forma concertada y con la participación directa de las comunidades involucradas. En dichos planes se garantizará la participación de la mujer.
El gobierno nacional se compromete a conferir tratamiento penal diferencial mediante los ajustes normativos necesarios que permitan renunciar al ejercicio de la acción penal o proceder con la extinción de la sanción penal contra los pequeños agricultores que estén o hayan estado vinculados con el cultivo de cultivos de uso ilícito.
Frente al consumo de las drogas ilícitas el gobierno creará el Programa Nacional de Intervención Integral frente al Consumo de Drogas Ilícitas como una instancia de alto nivel, para articular las instituciones con competencia en la materia y coordinar un proceso participativo de revisión, ajuste y puesta en marcha de la política frente al consumo. El gobierno creará un Sistema Nacional de Atención al Consumidor de drogas ilícitas que incluya acciones complementarias de rehabilitación e inserción social.
En cuanto se refiere al fenómeno de producción y comercialización de narcóticos se parte de que es un problema de naturaleza transnacional que implica medidas en el plano interior del país en coordinación con la comunidad internacional. Las medidas implican la judicialización efectiva con tratamiento diferenciado para campesinos y pobladores rurales vinculados a la explotación de los cultivos de uso ilícito. Habrá estrategias para controlar los insumos y en contra de la corrupción.
El esclarecimiento de la relación entre producción y comercialización de drogas ilícitas y conflicto, incluyendo la relación entre paramilitarismo y narcotráfico se traslada a la discusión del punto 5.2 de la Agenda, relacionado con las víctimas del conflicto.
Las salvedades de las FARC-EP
Para nuestra organización quedan pendientes de tratamiento los siguientes temas: 1. Nueva política criminal contra las drogas ilícitas. 2. Suspensión inmediata de las aspersiones aéreas con glifosato y reparación integral de las víctimas. 3. Transformación estructural del sistema de salud pública que permita encuadrar el desarrollo del programa de prevención y consumo. 4. Conferencia Nacional sobre política de lucha contra las drogas.
LO QUE RESTA DEL PROCESO
El ánimo de las FARC-EP apunta a ganar cada vez mayores y significativos espacios para la lucha política y social de los colombianos, así como a alcanzar el mayor número posible de beneficios económicos, políticos, sociales y culturales para un pueblo que viene siendo desconocido, despreciado y golpeado desde tiempos inmemoriales. Somos conscientes de que nosotros solos no vamos a conseguir lo que anhelamos. Se requiere del respaldo, del apoyo, de la movilización activa y contundente de las mayorías colombianas para que la oligarquía que ha mal dirigido nuestra patria durante siglos, entienda verdaderamente la necesidad de imprimir giros y transformaciones de gran hondura, tanto en el destino esperado, como en la forma que se dirige al país.
En la actualidad nos encontramos enfrascados en la discusión del punto 5, sobre víctimas, que de acuerdo con la Agenda comprende dos grandes capítulos: 1. Derechos humanos de las víctimas. 2. Verdad. Hemos conseguido la instalación de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, encargada de investigar sobre los orígenes y responsabilidades del conflicto colombiano, hemos celebrado dos audiencias con delegaciones de víctimas en La Habana, hemos presentado varios documentos contentivos de propuestas de trabajo y de discusión sobre el punto 5 de la Agenda. Nos aprestamos a un nuevo ciclo sobre el complicado tema. Nuestra posición central se funda en que son el Estado y las clases dominantes en Colombia los principales responsables por la aparición y desarrollos del conflicto colombiano, incluidas sus millones de víctimas.
También avanzamos en la integración de una Comisión Técnica de alto nivel para el estudio de fórmulas relacionadas con el fin del conflicto, dejación de armas y cese bilateral de fuego. Se trata de una comisión bilateral integrada por militares de alto rango y mandos guerrilleros de jerarquía. Nuestro propósito es mostrar nuestra disposición a abordar los distintos temas de la Agenda sin ninguna clase de complejos. El Tema del fin del conflicto, sin embargo, hace parte del Punto 3 de la Agenda y será discutido en su momento, sobre la base de que son las dos partes quienes deberán comprometerse a proscribir el empleo de la violencia para el ejercicio político, y no solamente la guerrilla como promociona mal intencionadamente la publicidad del régimen.
¿Hasta dónde y cuándo llegará este proceso? Es algo que solamente podrán determinar los colombianos con su actitud ante él. Enemigos de la paz hay muchos en nuestro país, apostándole todos los días al fracaso de las conversaciones. Deben ser muchos más los amigos de la paz, que consigan arrinconar y derrotar a todas las voces que le apuestan a la guerra indefinida.



Somos el terror de quienes quieren robarnos los sueños

sábado, 27 de septiembre de 2014

Revelaciones del negociador de las Farc, Pablo Catatumbo

El paramilitarismo: principal obstáculo para alcanzar la paz

Revelaciones del negociador de las Farc, Pablo Catatumbo

La creciente relevancia que adquiere la Mesa de Conversaciones de La Habana ante la opinión pública mundial, obliga a reflexionar sobre procesos inherentes a la historia reciente de nuestro país que en coyunturas anteriores han sido usualmente postergados o silenciados y han demorado la llegada de la tan anhelada Paz.
Con ocasión de hechos cardinales como la apertura de la discusión del punto “Víctimas” de la Agenda del Acuerdo General, la puesta en marcha de la “Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas”, y la muy importante “Subcomisión de Género”, cobra plena validez avanzar hacia un debate nacional sobre la naturaleza y la existencia del fenómeno del paramilitarismo en Colombia, toda vez que el esclarecimiento de este asunto está previsto para esta altura de los diálogos, según la misma Agenda.
El caso colombiano tiene la particularidad de que lo que conocemos como paramilitarismo (“escuadrones de la muerte” en la mayoría de países de América Latina), es un fenómeno anterior al surgimiento de las guerrillas revolucionarias.
Curiosamente, en nuestro país se dio primero la contrainsurgencia que la insurgencia. En esto tiene principal responsabilidad la injerencia estadounidense, la fundación de la “Escuela de las Américas” y la temprana participación de nacionales en el bando imperialista en la primera de las guerras calientes de la guerra fría: La guerra de Corea.
Las Fuerzas Militares colombianas cuentan con manuales del ejército estadounidense de Contrainsurgencia anticomunista desde 1958, mucho antes del surgimiento de las FARC-EP y el ELN, en el marco de la adopción para Colombia de la “doctrina contrainsurgente francesa” aplicada en Indochina y Argelia, su actualización como “Doctrina de la Seguridad Nacional” y su extensión y aplicación para toda la América Latina.
En dichos manuales se orienta la creación de grupos paramilitares para eliminar adversarios y líderes de la oposición, realizar acciones encubiertas de sabotaje político, “guerra psicológica”, “operaciones cívico-militares” y la utilización sistemática de la tortura como arma de guerra. En Colombia, el fanatismo anticomunista de la década macartista se adoptó servilmente y sin cortapisas por la clase dirigente y la cúpula militar, con consecuencias trágicas para las mayorías del país.
Al respecto hay suficiente evidencia en los archivos desclasificados de los EE.UU, así como en la misma producción de los órganos de adiestramiento y formación del Ejército. Por eso, un real compromiso con la verdad y el esclarecimiento de la tragedia nacional, debería incluir la pública apertura de los archivos de las Fuerzas Militares.
Volviendo al tema de la aplicación del utillaje contrainsurgente derivado de la Doctrina foránea de la “Seguridad Nacional”, podemos observar su aplicación práctica en la judicialización de la protesta social, las ejecuciones selectivas de líderes populares y la represión organizada en contra de los núcleos de campesinos comunistas que se habían amnistiado y abandonado las armas en el sur del Tolima.
El alto mando militar de la época por orientación del bipartidismo tradicional, auspició a grupos liberales supuestamente desmovilizados, pero en realidad reincorporados nuevamente al conflicto como contraguerrilleros, bajo la hipócrita denominación de “guerrilleros de la Paz”.
“Mariachi”, los hermanos Loayza, “Arboleda”, “Peligro” y otros, hicieron parte de esos grupos. Cabe agregar que hoy la estrategia es la misma y se vinculan los desmovilizados como informantes o como integrantes de grupos paramilitares.
Fueron esos grupos, esa estructura paramilitar, los que actuando como punta de lanza, en connivencia con la fuerza pública, iniciaron el desangre contra el proyecto agrarista de los comunistas en el sur del Tolima e impidieron que se consolidara la Paz. Basta recordar el infame asesinato a traición y por la espalda de Jacobo Prías Alape, líder político histórico de los marquetalianos, el 11 de enero de 1960 en Gaitania a manos de uno de los esbirros de “Mariachi”, apodado “Belalcázar”, que el periódico “El Tiempo” presentó en su momento como “fruto de un intenso abaleo entre bandos rivales”. El asesinato de Charro Negro, fue el detonante que desencadenó 4 años después la guerra en Marquetalia.
Muchos años después frente a un grupo de guerrilleros de la Columna “Isaías Pardo”, su guardia personal, Manuel Marulanda pronunciaría estas palabras: “Fueron los directorios políticos y los militares los que instaron a los mariachistas al asesinato. Con el correr del tiempo la muerte de Charro nos ha llevado a una confrontación nacional con grandes perspectivas para producir cambios…… No todas las veces se producen levantamientos armados por la muerte de un comandante; prácticamente es un caso único. De todas maneras, en Marquetalia ha comenzado el chispazo y el comienzo de la revolución en serio, de acuerdo a lo que estamos viendo”.
Al asesinato de “Charro” se siguió la muerte de otros líderes guerrilleros, como “Vencedor” y “Media Vida” así como la masacre de Natagaima, ocurrida el 26 de septiembre de 1962, que dejó como saldo 27 campesinos de filiación comunista asesinados con sevicia, lo que dio origen al surgimiento de lo que se conoció después como “Movimiento 26 de Septiembre” uno de los grupos que daría origen a las FARC.
Estos sucesos, destacables entre muchos otros episodios de horror en esta región de gente trabajadora que sufrió la victimización masiva de muchos de sus habitantes por motivos de intolerancia política, fueron desencadenando la lógica reacción del campesinado que desembocó años más tarde en el paso a la guerra de guerrillas, y a la formación inicial del llamado “Bloque Sur” y posteriormente de las actuales FARC-EP.
No obstante, estos episodios iniciales no han sido los únicos. Ante el avance del movimiento popular y las perspectivas de la unidad de las izquierdas, nuevos experimentos locales de paramilitarismo fueron surgiendo y desarrollándose.
Así fue en regiones como Puerto Boyacá, Cimitarra, Yondó, el Urabá antioqueño y Córdoba. Como factores comunes están la connivencia de los partidos tradicionales, el apoyo directo de los batallones del Ejército del área y del poder económico regional. No faltaron asesores estadounidenses, británicos e israelíes (Yair Klein y otros) y centroamericanos. Y la peor de las complicidades: la de unos medios de comunicación que impusieron el discurso de la “autodefensa legítima”, los guerrilleros “vestidos de civil” y el “todo vale”.
El surgimiento de la Unión Patriótica en 1984 abriría un nuevo escenario para el accionar paramilitar de la Fuerza Pública: la comisión de un verdadero genocidio político en contra de militantes y simpatizantes de esta alternativa política para la paz. A similar tratamiento fueron sometidos otros proyectos políticos en desarrollo como el Frente Popular, A Luchar, las organizaciones campesinas e indígenas y la naciente Central Unitaria de Trabajadores, CUT.
Se sucedían nombres como el MÁS, MRN, la Triple A, los “Grillos”, “Los Tiznados”, la “Mano Negra”, etc.
Detrás de estas siglas estaba la nueva alianza entre la extrema derecha económica y política, el narcotráfico y la máxima dirigencia de las Fuerzas Armadas.
Está debidamente documentada la evidencia de que fue Harold Bedoya Pizarro, ex comandante de las Fuerzas Militares, ex agregado militar de la Embajada colombiana en Estados Unidos, alumno de la escuela militar estadounidense School of Americas en Fort Benning (Georgia) y más tarde instructor en la misma, el fundador de la “La triple A”, tenebrosa extensión criolla del Plan Cóndor, organización similar a la que existió en la Argentina, con la que se dio comienzo en Colombia al más cruel de todos los crímenes del Terrorismo de Estado: La desaparición forzada de personas.
Se tiende a ver en la posterior unificación del paramilitarismo en la década de 1990 en torno a la sigla de AUC, una suerte de “proyecto personal” de los hermanos Castaño para ocultar el compromiso del establecimiento y del poder económico con este “proyecto”, y se pretende hacer olvidar la directa connivencia de empresarios nacionales y extranjeros, latifundistas, parlamentarios, gobernadores, alcaldes, medios de comunicación, batallones y brigadas, con los nuevos “bloques” de la expansión paramilitar.
Conocí directamente las prácticas bélicas y políticas de las AUC, toda vez que formé parte de la dirección guerrillera encargada de repeler su proyecto de copamiento de la Cordillera Central vallecaucana en 1999.
Allí fuimos testigos directos del apoyo material y logístico del Batallón Palacé de la Tercera Brigada con sede en la ciudad de Buga, al mal llamado “Bloque Calima”.
En camiones Kodiak pertenecientes a ese batallón, se transportaron desde Buga hasta la zona cordillerana de Buga, Tuluá, Sevilla, Caicedonia y Bugalagrande los grupos paramilitares que realizaron las masacres de El Placer, Alaska, La Moralia, Ceylán, La Marina, Monteloro, Santa Lucía y Barragan. Como mudos testimonios y prueba fehaciente de lo que aquí se afirma, permanecieron en el sitio denominado “El Diluvio”, tres de esos camiones con sus placas, incinerados por la guerrilla, después de combates en la vereda “El placer”. La fiscalía constató después que esos camiones pertenecían orgánicamente al batallón Palace de Buga.
Ni los mandos militares y policiales, ni las autoridades civiles de la región movieron un solo dedo para defender a esas comunidades campesinas victimizadas de la peor manera, en masacres como las mencionadas.
Fuimos los guerrilleros de las FARC y del Movimiento Jaime Bateman Cayón quienes salimos en defensa de la población desamparada hasta lograr derrotar la amenaza paramilitar en casi dos años de confrontación.
Mientras todo esto ocurría, los grandes empresarios de la industria azucarera de Cali, Palmira, Tuluá, Buga, Bugalagrande, Florida y Pradera, se reunían en Cartago en la finca de alias “Rasguño para pactar con Castaño, “Rasguño”, “Don Diego” “Chupeta” y otros mafiosos, las cuotas de apoyo financiero que les entregarían a esas hordas paramilitares. Las confesiones de H.H ante la fiscalía dan amplio testimonio de lo que afirmamos.
Los medios regionales saludaban y alababan la “labor salvadora” de las AUC, con casos tan paradigmáticos como los de dos columnistas del diario “El País” de Cali, Diego Martínez Lloreda y un plumífero paramilitar de nombre Mario Fernando Prado.
La Paz de Colombia requiere del esclarecimiento pleno de todas las aristas de la realidad paramilitar y su entroncamiento con todo el entramado y el poder real que gobierna en las regiones. Requiere también de su desmonte efectivo y garantías de no repetición. Sin eso no habrá paz en Colombia, toda vez que el paramilitarismo continúa siendo una realidad patente en todas las regiones del país.
La pregunta final es: ¿Están el establecimiento colombiano, el Estado, los empresarios y los partidos políticos tradicionales, maduros para asumir el esclarecimiento de esta verdad y al desmonte de los sectores que han aupado, patrocinado y ensalzado el Paramilitarismo en Colombia?
Esto no es mera retórica, lo decimos con sincero convencimiento y plena responsabilidad patriótica: En la respuesta a esta pregunta está el desenlace que pueda tener el Proceso de Paz de La Habana. Porque efectivamente, es el Paramilitarismo, el oficial y el mafioso, el principal obstáculo para alcanzar la Paz de nuestro país.
El presidente Santos ha dicho: “El punto clave……, el meollo del problema, es el punto de las víctimas y lo que se llama la justicia transicional. Ahí radica el corazón de la solución de este conflicto. Lo más difícil”.
Puede ser que tenga razón el señor presidente, ese es un obstáculo que tenemos que superar, pero, para la solución de eso que él llama “el meollo del problema”, necesitamos resolver el problema del paramilitarismo. De allí depende la Paz de nuestro país.
Con un paramilitarismo activo, impune y rampante como el que hay actualmente, es imposible ejercer con garantías, actividad política de oposición contra el establecimiento. Ese es el mayor reto que afrontamos.
*Pablo Catatumbo – Integrante del Secretariado de las FARC E

martes, 23 de septiembre de 2014

A los “izquierdistas democráticos” no les interesa desmontar el estado burgués

Libardo Sánchez Gómez

La socialdemocracia tutorada por el neoliberalismo ha demostrado durante largas décadas a lo largo y ancho del planeta que es una manera  fallida para otorgar bienestar a la humanidad;  mientras un puñado de individuos acumulan y gozan de todo tipo de privilegios millones de humanos  amanecen y anochecen  con el estómago vacío; es diciente que en el imperio USA, capital mundial del capitalismo, alrededor de ochenta millones de hombres y mujeres ( el doble de los habitantes de Colombia) sobrevivan al “sueño americano” en calles y alcantarillas en medio de la pobreza e indigencia  gracias a un despreciativo asistencialismo.

Es imperioso encontrar un modo de producción que haga posible un mínimo grado de bienestar   para la mayoría de hombres y mujeres. Esto significa, en primer lugar,  que hay que desmontar el statu quo burgués mundial actual sustentado en la fallida socialdemocracia y, en segundo lugar, se debe avanzar hacia el socialismo. Pero desmontar  el estado burgués globalizado es una utopía tan neblinosa como la de lograr un estado igualitario universal; no obstante,   el esfuerzo decidido de hombres y mujeres de todos las naciones podrán hacer realidad uno y otro anhelo;  a quienes han asumido esta tarea se les distingue como idealistas de izquierda. Existe  una gama de izquierdas conformadas por “intelectuales posmodernos, relativistas culturales y nuevos filósofos” (Carlo Frabetti. Conciencia de clase. 2013) Destaca “la izquierda democrática” la cual inscribe en sus filas a los capitalistas keynnesianos, que propician una mayor participación del estado;  una variante de la anterior corresponde a la izquierda  progresista,  dice buscar el socialismo del siglo XXI; no hay que dejar de lado que estas vertientes creen que es posible optimizar la socialdemocracia. Y existe  la izquierda revolucionaria, que busca avanzar hacia el socialismo; ésta   sustenta sus bases conceptuales e ideológicas en el materialismo científico.

Las  transformaciones sociales, que pongan capítulo final a la socialdemocracia y al antropocentrismo y conduzcan  hacia formas más amigables con el hombre y el mismo  medio ambiente, difícilmente se comprenden sin Marx y la dialéctica materialista  como no se entiende la evolución de la vida y los ecosistemas sin Darwin y el papel del ADN. Muchos líderes progresistas y/o formadores de opinión se jactan de no haber leído a Marx; su visión “adialéctica”  les aleja de la realidad y los lleva a creer que la lucha de clases y la combinación de las formas de lucha son asuntos del pasado y que, en todo caso,  los avances sociales se pueden llevar a cabo mediante una simple “transición democrática”.  También, los izquierdistas sin Marx, creen ingenuamente que el capitalismo (hoy neoliberalismo globalizado) puede tener rostro humano y que el “el sueño americano,  europeo o asiático” está a la vuelta de la esquina. De  la misma manera, están convencidos que es factible la alianza entre la oligarquía y los trabajadores;  no perciben, o ignoran intencionalmente,  que el  “descomunal enriquecimiento de unos pocos es la causa directa del empobrecimiento de muchos”. Y   mientras estos “izquierdistas democráticos” niegan el antagonismo de clases los poderosos (1% de la población mundial, dueños de multinacionales, bancos y políticos a sueldo) saquean al resto de la humanidad (99%)  y combinan todas las formas de disputa social  (mediáticas, manipulación mental,  educación, paramilitarismo, etc.) para mantener su dominio universal.  Y escapa a estos izquierdistas que es el modo de producción quien determina cómo será el hábitat que nos rodea e, igualmente, ubica a cada hombre y mujer en un nicho (pobre o rico)  específico dentro de la sociedad. El hombre de hoy está atrapado como mosca, sin posibilidad de escapar, en la  telaraña de superestructuras religiosas, culturales y  jurídicas que ha tejido el capital a nivel global, y no será rezando como   podrá romper los hilos de la dominación   sino luchando como gato patas arriba, combinando  las pocas herramientas de lucha que estén a su alcance.

La  inconsistencia ideológica de los líderes llamados  de izquierda  hace   pensar a la gente del común que derecha e izquierda son lo mismo. Pues aceptan puestos en todos los niveles del gobierno, sirviendo para maquillar el rostro  malvado de la burguesía, como vicepresidentes, ministros, etc.  Muchas  de  las  decisiones  gubernamentales   en los distintos “estados progresistas” corresponden a simples medidas de manejo fiscal y monetario propias de cualquier país capitalista, eso sí, superadas en asistencialismo, conllevando  más “retraso político e ideológico de la inmensa mayoría de los trabajadores”; eso explica,  en palabras de Guillermo Almeyra  (¿Hasta dónde son "progresistas" los gobiernos progresistas?  2014 ) que “Nicolás Maduro, en Venezuela, no logra ni la estabilización económica ni la política y Rafael Correa debe ceder al FMI y enfrentar una oposición de los movimientos indígenas, sindicales y ecologistas mientras la derecha clásica conserva el control de las clases medias de las grandes ciudades y hasta en Uruguay el Frente Amplio podría perder su mayoría”. Se pregunta el mismo Almeyra “¿Serían progresistas porque tienen una política desarrollista, con elementos de estatalismo y distribucionismo, pero que no escapa al neoliberalismo y sirve fundamentalmente a las grandes transnacionales, a costa de los trabajadores?”

Todo indica que  las “izquierdas no revolucionarias” no están interesadas en desmontar el estado burgués, conciben la dinámica social  simplemente  como la modernización del aparato de dominación de la burguesía. Dichas  izquierdas, habiendo sido amaestradas por la burguesía, han desembocado en  el acomodamiento burocrático y electoral. Hay ejemplos desafortunados que ilustran esta situación,  en plena campaña presidencial la dirigente de la Unión Patriótica Aída Abella,  fórmula vicepresidencial de Clara López, quien se supone preside un partido de izquierda revolucionaria  de carácter marxista leninista, manifestó que a Ella le “gusta el capitalismo” y que lo que “hay son malos gobernantes”. ¿Y si la sal se corrompe…? La propia Clara López luego de la primera vuelta se convirtió en ferviente agitadora de la campaña del candidato presidente Juan Manuel Santos. La disculpa de la jefa del POLO DEMOCRÁTICO, partido por esencia socialdemócrata, como de toda la “izquierda desclasada”, era que se trataba de un “sapo que debían tragar”  por “la paz” que se negocia en La Habana, ignorando que la paz “santista” no va más allá del ofrecimiento a los insurgentes de dinero y curules a cambio de frenar su lucha  y entregar las armas. Claro que CLARA, de paso,  aseguró el apoyo de la oligarquía bogotana a su próxima candidatura a la alcaldía de Bogotá. Otro que cosechó frutos con el “sapo de la paz”  fue el progresismo del alcalde Petro, pues luego del declarar su apoyo a la campaña de Juan Manuel cesaron los zarpazos de oso del procurador Ordoñez y el Consejo de Estado enfundó la espada de Damocles, con  la que amenazaba constantemente al  burgomaestre.


 En todo caso, la responsabilidad ineludible de los  hombres con conciencia de clase está en hacer avanzar el  mundo, lo dice Marx: “Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo de diferentes modos, pero de lo que se trata es de transformarlo” (MARX, Tesis sobre Feuerbach) Luego de algo más de medio siglo de exitosa resistencia armada contra el estado burgués, con la que se ha buscado transformar el statu quo burgués basado en la inequidad, pobreza y violencia estatal,  gracias a la masa crítica fermentada  por la “izquierda  sin identidad de clase”, dicha resistencia está por terminar, los guerreros  de la FARC y el ELN están a punto de dejar las armas, para entrar en el juego de la lucha política dentro de las condiciones impuestas por el estado burgués. Parece que la burguesía va a lograr en la “Mesa de sometimiento de La Habana” lo que no pudo en el campo de batalla.