viernes, 13 de junio de 2014

El apocalipsis de Humberto de la Calle


Fuente imagen: La silla vacía.
Humberto de la Calle, el jefe liberal del equipo gubernamental en el proceso de paz de la Habana, al anunciar el 11 de junio 2014, la apertura de diálogos de paz con el ELN; lanzó la matriz mediática apocalíptica que viene impulsando la campaña de JM Santos, de que si triunfa Zuluaga “sería una catástrofe histórica”.
ANNCOL pregunta: ¿Catástrofe histórica para quién?
Dada la trayectoria política y la representación clasista que ha tenido desde siempre el doctor de la Calle, su estrecha amistad con el agente imperial Cesar Gaviria quien lo nombró en 1990 su ministro del interior, posición desde la cual rompió, ayudado por Horacio Serpa, el proceso de paz con las FARC y el ELN que se desarrolló en Caracas y Méjico en 1991. Luego vicepresidente del presidente liberal Samper en 1994. Y en el año 2000 en el gobierno de Pastrana cuando se inició el proceso de paz del Caguán, nuevamente ministro del interior de ese gobierno; hay que considerar a nombre de qué clase social habla. Desde luego no es a nombre de las clases populares explotadas que habla, sino todo lo contrario, a nombre del bloque de Poder dominante, conocido más popularmente como oligarquía neoliberal colombiana, de quien es vocero.
Después de haber dejado pasar de largo y frustrar 4 procesos serios de paz con las guerrillas colombianas, con la pretensión inútil de derrotarlas para sentarlas a negociar su rendición, ahora 60 años después de haber utilizado todos los medios políticos y militares con que cuenta el actual Imperialismo Mundial, le entra a la oligarquía colombiana, una prisa apocalíptica. ¡Es una catástrofe histórica!, dice de la Calle, si se rompe el proceso de paz actual.
Hay quienes tienen otra opinión a la vocería del doctor de la Calle y del afán que de pronto lo está embargando. Basta hacer un somero análisis tanto interno como externo de la situación actual del conflicto interno colombiano, para entender como sus versos nadaístas y escabrosos que solía declamar a media noche en el cementerio de Manizales y con los que hoy piensa aterrorizar a los colombianos para que voten por Santos, no son más que eso: Versos.
Primero que todo, hay que ir a la causa principal del actual conflicto interno colombiano: La intervención Imperialista del gobierno de los EEUU, que desde la muerte de JE Gaitán en 1948, ha soportado militar, financiera, política y diplomáticamente, la guerra contra el pueblo trabajador colombiano bajo los disfraces de múltiples planes militares contrainsurgentes como el Plan Lasso (1964), el Baile Rojo (1985) el Plan Colombia (1997) el Plan Patriota (2003) el Plan espada de honor (2011) ect
Hoy, después de las derrotas político-militares en Siria, en Irak, en Afganistán, en Venezuela, en África subsahariana, en Crimea, ect. El Imperialismo Yanky ha empezado a entender lo difícil que resulta continuar siendo el POLICIA UNICO del mundo en medio de una crisis mundial generalizada y profunda como la que se está atravesando. Y es en este contexto que, hay que encuadrar las declaraciones de la Sra Hillary Clinton y del Departamento de Estado del actual gobierno de Obama, cuando expresan su apoyo irrestricto al proceso paz de la Habana y al que se ha abierto con el ELN.
Segundo: desde el punto de vista político y diplomático general, es obvio que la teoría esencial de la insurgencia de hallar una Solución Política al conflicto colombiano, tal y como se está desarrollando en la Habana, es la vía más favorable, humana y democrática, tanto para el pueblo trabajador colombiano ansioso desde hace 60 años de tener siquiera un día de paz y no seguir siendo víctima del Terror consuetudinario del Estado; como también para la clase dirigente, que podrá quitarse el gasto militar y podrá así mismo desarrollar mejor sus negocios. Sería un gana- gana.
Pero miradas las cosas desde la escueta resistencia popular y de masas a este Terror fascista del Estado, es muy probable que la actual situación de “negociar en medio de la guerra” con sus bombardeos de exterminio indiscriminado y de represión popular adelantada por el actual binomio neoliberal gobernante Santos-Pinzón, no difiera mayormente a la que pueda desarrollar un hipotético gobierno de Zuluaga-Uribe.
Por una razón muy sencilla: Las Fuerzas Armadas de Colombia (legales e ilegales) han llegado a su tope tanto militar como financiero, económico e internacional. No pueden dar más. Y por esta razón, también buscaron el acuerdo político con la Insurgencia.
Así que, si Zuluaga gana la presidencia apoyado por los votos de las familias de los policías y soldados del ejército colombiano con sus paramilitares y demás poderes facticos, y decide romper el proceso de paz de la Habana y abortar el iniciado con el ELN, la situación quedará reducida a la “capacidad y tiempo que dure la resistencia de masas sostenida por la Insurgencia colombiana unida”.
 Se habrá confirmado en la práctica, una vez más, la vieja consigna leninista de que la resistencia popular de masas es la UNICA victoria contra el fascismo.
Es claro que el coletazo fascista de romper los procesos de paz le costarán al pueblo colombiano “mucha sangre sudor y lágrimas”, como le gustaba decir a Churchill el ídolo teórico de JM Santos, lo que obviamente nadie espera ni quiere. Pero tampoco será un apocalipsis mayor al que se está viviendo actualmente, como lo deja ver el doctor de la Calle.
Claro que si se agota directamente por la Oligarquía esta última posibilidad de paz en Colombia; ya no les quedará, como clase social dirigente, otra oportunidad sobre la tierra.
Si a esto se refería la “catástrofe histórica” del doctor de la Calle, entonces sí que estaríamos de acuerdo.

martes, 10 de junio de 2014

Revolución vs. Estado. La confrontación pendiente.

Homar Garcés

Es muy fácil formular conjeturas respecto a la suerte futura de la revolución bolivariana, en especial cuando estás nacen de la incertidumbre creada por la desaparición física de un líder carismático como lo fue, sin duda alguna, Hugo Rafael Chávez Frías, un subversivo en Miraflores que supo entender su papel histórico en la conducción de un proceso de cambios que ya venía gestándose en Venezuela mucho antes de 1992. Ahora, frente a la coyuntura creada, básicamente, por la crisis en el orden productivo nacional y en el abastecimiento de ciertos rubros necesarios, la escasez y especulación en relación al dólar, además del burocratismo y la corrupción administrativa, no son pocos los analistas que ya anticipan, no sin cierta resignación, que estaría pronto el final de todo el proceso revolucionario bolivariano socialista al observarse que gran parte de lo hecho y predicado por el Comandante Chávez sólo ha servido para apuntalar el caduco Estado liberal-burgués bajo la dirección de una burocracia político-partidista corporativa que busca minimizar e impedir de cualquier modo y por alguno u otro motivo todo lo referente a la organización y a la activación protagónica de los sectores populares revolucionarios.

Esta situación bizarra en un proceso revolucionario, como el bolivariano socialista, que se estaría fundamentado esencialmente en el protagonismo y la participación del pueblo, sustituyendo al Estado tradicional por otro más adecuado a la nueva realidad venezolana, estaría conspirando contra la posibilidad de concretar realmente una revolución de carácter popular y socialista. Tal pareciera que al nuevo estamento político poco le importara lo que ocurre aguas abajo, de ahí que pareciera no acertar con medidas eficaces que reduzcan el impacto de las maniobras desestabilizadoras de la oposición y de sus mentores extranjeros. Por ello, mucha gente del chavismo de base comienza a decepcionarse y a apartarse del activismo político al percibir en el comportamiento de sus dirigentes la misma ambición de poder de sus enemigos ideológicos, a tal punto que semejante decepción -de extenderse masivamente entre las filas chavistas- podría precipitar situaciones que, en el corto tiempo, harían inestable el gobierno de Nicolás Maduro Moros (lo mismo que el proceso revolucionario bolivariano socialista).

Haría falta (si así llegaran a entenderlo alguna vez, con sensatez, quienes representan la dirigencia chavista) un sacudón hacia lo interno y jugarse el todo por el todo con el protagonismo y el debate crítico y propositivo de las bases chavistas, como lo manifestara recientemente este 6 de junio el Presidente Maduro en asamblea celebrada con las Unidades de Batalla Bolívar-Chávez (UBCH) del estado Miranda. Y entender que esto significará, en cualquier nivel y propósito, una confrontación pendiente e inevitable entre la Revolución y el viejo Estado que se niega a desaparecer, producto de la inmadurez de las condiciones subjetivas necesarias de aquellos que tienen la responsabilidad de administrar las diferentes estructuras públicas. De otra forma, se correría el riesgo de condenar al proceso revolucionario bolivariano socialista a su total extinción, por lo que la advertencia hecha por Chávez en su alocución del golpe de timón resultaría algo más pertinente en éste y en todo otro momento.-        
 
Maestro ambulante
¡¡¡Rebelde y Revolucionario itinerante!!!
 ¡¡¡Hasta la Victoria siempre!!!
¡¡¡Luchar hasta vencer!!!

domingo, 8 de junio de 2014

¿La mal llamada izquierda colombiana tras la paz o tras una cucharadita de la mermelada de Santos?

 Libardo Sánchez Gómez

La alineación de la mal llamada izquierda en torno a la paz santista evidenció la colosal inconsistencia ideológica y conceptual o, por lo menos, la alta dosis de ingenuidad y/o oportunismo, de aquellos  que se hacen llamar izquierdistas o “izquierdoides” en Colombia. También quedó en claro que tras ese fervor por la paz Santista  hay un  velado anhelo por lograr una cucharadita de mermelada.   Todo el mundo coincide en que la diferencia entre la  solución a la guerra civil colombiana propuesta por Santos y la de    Zuluaga    “…no es más que una farsa, un escenario mediático que pretende trasladar a la inmensa mayoría de colombianos, la responsabilidad por una guerra de la que los únicos responsables son las dos facciones políticas oligárquicas y violentas que se disputan hoy el control del Estado en Colombia”  (Timoleón Jimenez Timochenco. Del dilema mediático al dilema real. Anncol, Junio 06 de 2014) El mismo Timochenco hace ver “…que el Presidente Santos fungió como ministro estrella del segundo gobierno de Álvaro Uribe Vélez, que fue él quien anunció con júbilo al país el ataque del 8 de marzo de 2008 en Sucumbíos, que no puede evadir su responsabilidad en las repudiables crímenes denominados falsos positivos, que fue él quien al tiempo de comunicar la muerte del Comandante Jorge Briceño, conminó furioso a la rendición y entrega de las FARC, so pena de ir a por ellas, que fue él quien ordenó el asesinato del Comandante Alfonso Cano mientras intercambiaban mensajes en torno a un posible proceso de conversaciones, y quien incluso reconoció haber llorado de felicidad al conocer la noticia. Mal puede presentarse como el hombre de la paz”. Y se sabe de sobra que la paz de Juan Manuel no es más que un caramelo reeleccionista, el que se agotará una vez pasen las elecciones salga quien salga elegido. Post elecciones presidenciales, vendrán los inamovibles del régimen, no dejar de lado que no será Santos ni Zuluaga quienes decidirán qué acordar con la insurgencia;  eso   depende de los intereses de dominación geoestratégica del Pentágono.  Siguiendo  a Timochenco, “Santos menosprecia cualquier reforma de amplio contenido democrático, o que implique el menor cambio en la inequitativa distribución de la tierra y la riqueza en el país”.  Así mismo sostiene  el jefe guerrillero que la paz de Santos,  “implica necesariamente que todo siga igual. Que no se toquen para nada las causas que han originado la confrontación del último medio siglo en Colombia”; y agrega, “…no escuchamos una sola palabra de sus labios que significara algún estímulo esperanzador o que tuviera la aptitud de inspirar confianza en los sectores populares afectados por las políticas de su gobierno”.

Queda claro que,  al final de la partida, Santos y Zuluaga expelerán el mismo miasma putrefacto de los cadáveres de campesinos y luchadores sociales que dejen militares y paramilitares regados por campos y ciudades a lo largo y ancho de la nación, pues si las FARC no deponen las armas tan solo por algo de plata y unas cuantas  curules la guerra se prolongará ad infinitum.

Es interesante escudriñar un poco acerca de la motivación interna que llevó a los diferentes partidos y movimientos sociales y políticos a sellar el consenso universal en torno de la paz de Juan Manuel Santos. En la flamante jefa del Polo Democrático, Clara López, miembro  del clan del 1% que domina al país, es entendible su voto por Santos tanto por afinidad de clase como por sacarse el clavo con su antiguo novio  Álvaro  Uribe Vélez, dueño del Centro Democrático, por haberla traicionado con Lina. Respecto de la jefa de La Unión Patriótica la señora Aida Avella ésta llegó un poco desorientada (atarantada diría mi abuelo) luego del prolongado exilio en Europa, tanto que, con su reciente aventura electorera, logró  la extinción definitiva de la UP.  Del Polo Democrático, en honor a la verdad, hay que reconocer la coherencia del senador  Jorge Enrique Robledo (de oposición pero no de izquierda) un capitalista socialdemócrata de talante keynnesiano alejado de cualquier concepción socialista, quien no se dejó arrastrar por la marea santista; Robledo, manifestó de manera tajante que nada le identificaba con Juan Manuel.


En cuanto a los  jerarcas del partido Comunista históricamente han sido proclives a las alianzas con la derecha e incluso con sectores de ultraderecha (recordar la alianza con el jefe paramilitar César Pérez: http://libsang-elviajeroysusombra.blogspot.com/2013/06/no-me-muevo-y-punto-porque-no-puedo.html)) luego no es raro en ellos el fervor por la paz santista; el propio Lozano dice que “La paz es Posible” y que, a toda costa,  hay que firmarla,  sin importar mucho lo que se logre a cambio de la dejación de armas.

No es de extrañar tampoco la actitud de varios jefes de algunos sectores indígenas (Acin,  Cric,   Proyecto Nasa,  Proyecto Global y algunos autoridades de los cabildos indígenas) los cuales generalmente avanzan por caminos separados de sus bases como lo ha  denunciado la    COORDINACIÓN DE ASOCIACIONES INDÍGENAS DEL CAUCA CAIC (http://libsang-elviajeroysusombra.blogspot.com/2013/05/la-rebelion-de-las-bases.html)   

La  posición a favor de la paz de Juan Manuel Santos de  los sectores agrarios es variopinta; la abrupta terminación del Paro Agrario Nacional, dejó en el ambiente la sensación de alineación de los campesinos al lado de Santos; pero algunos voceros de Dignidades Agropecuarias han hecho explícita su adhesión a Zuluaga. A  través del twitter los campesinos  le advierten   a César Pérez: “cuidado con torcer la rabadilla” y éste contesta: “Cuando estaba Uribe si no eras uribista te acusaban de guerrillero. Si ahora no estás con Santos te acusan de uribista. Basta de desinformar”,  y afirma claramente que no está ni con uno ni con otro candidato. Varios de los  voceros agrarios representan a las clases de campesinos pudientes (Dignidades Agropecuarias) y no son tan difíciles de caramelear ya que sus aspiraciones no van más allá de que se les mejoren las condiciones de competitividad, es decir, sus ingresos, este grupo no busca  solo la mermelada de Santos sino las promesas de guerra de Zuluaga; no obstante,  la gran mayoría (Cumbre Agraria, Campesinos del Catatumbo, etc.) representan a los pequeños campesinos y a los sin tierra; y es de esperar que la mayoría de estos líderes del sector rural no se dejarán confundir con los cantos de guerra y paz  de uno y otro candidato. La paz, entre otros, es tierra para el que la trabaja, es no paramilitarismo, es no  entrega de los recursos y la soberanía a las potencias extranjeras; paz, también,  es no a los TLc’s indiscriminados; paz es educación y salud gratuitas; y nada de eso se podrá lograr con Santos ni, por supuesto, con Zuluaga.


Como punto final al cuento de la paz santista viene a la mente una pregunta de hondo calado al comandante  Timochenco, ¿si se sabe que ni Santos ni Zuluaga pueden firmar acuerdos que impliquen transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales al modelo actual a favor de las mayorías, qué siguen haciendo las FARC en La Habana?

domingo, 18 de mayo de 2014

¿Última tentativa para lograr una salida negociada a la guerra civil colombiana?

Libardo Sánchez Gómez

A medida que se acercan las elecciones presidenciales también se le acorta el tiempo  a la “paz” en La Habana. Cada vez es más claro que la paz, léase mejor la guerra interna,  negociada en Colombia es un imposible; variadas razones nos llevan a pensar que así está estructurada nuestra  realidad, ante todo, porque el poder, en todas sus expresiones económicas y políticas, está en manos de un puñado de vándalos egoístas e inescrupulosos que bajo ninguna circunstancia   querrán compartir por las buenas sus privilegios.  Juan Manuel Santos, eximio representante de la más rancia oligarquía criolla, desde el mismo momento en que inicio hace cuatro años su periodo presidencial oteo en el horizonte de las trapisondas electoreras que unas conversaciones con la insurgencia sería el mejor modo de apalancar su reelección, por lo que lanzó el anzuelo de la paz a las FARC; el grupo insurgente necesitado de   una  vitrina  para mostrarle al mundo que su rostro es humano y está ajeno al terrorismo, que como grupo combatiente tienen una  amplia plataforma social-política y que el alzamiento en armas es justo, necesario y obligado,   le tendió la mano  al presidente; uno y otros entendieron desde el principio   que conversarían sobre aspectos sociales, económicos, políticos, divinos y humanos sin que “al final de la jornada” ocurriese novedad alguna, pues el statu quo  ante bellun no es posible modificarlo por voluntad de los conversantes.  No  podrá haber paz negociada entre alzados en armas y el régimen, simplemente, porque los vasallos en el poder no tienen     poder de decisión respecto a cambios estructurales al modelo económico  y a las superestructuras aparejadas a éste.  Las   decisiones de fondo están reservadas para el Departamento de Defensa de EEUU, quien nos colonizó desde hace mucho tiempo. Y los EEUU   aspiran a repetir en Colombia la   experiencia  de paz negociada salvadoreña y guatemalteca, es decir, entrega de las armas a cambio de unas anémicas conseciones a la cúpula negociadora de los insurgentes.

Nuestra  realidad macondiana da para todo, ad portas de  la elección de presidente, ocurre que el embeleco de la paz no ha sido suficiente para asegurarle a Juan Manuel la reelección; el ex presidente extraditable No 82 Álvaro Uribe ha sido ágil en el manejo de su Marioneta Zuluaga quien amenaza seriamente el vasallaje a Santos. Y el solo pensar que el  para-narco-uribismo regresa al poder a través del  neblinoso Zuloaga mete miedo a más de uno. El pánico generado por el dúo Uribe-Zuluaga ha   generado las más delirantes adhesiones e insólitos apoyos en torno a la candidatura de Juan Manuel Santos; la primera muestra de realismo mágico fue la alianza Santos-progresismo, aún no digerida por los seguidores de Gustavo Petro; Santos le pateó a Petro el trasero al negarle las medidas cautelares decretadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos  CIDH, pero luego las urgencias electorales le llevaron a tener que  atornillar en la Alcaldía Mayor  al díscolo y cambiante Petro hasta el final del periodo.

Otro tácito e incomprensible apoyo a Santos vino de los golpeados campesinos; en pleno desarrollo del Paro Agrario, la Cumbre Agraria y luego las  Dignidades Agropecuarias, sin haber logrado   solución alguna a su crónica y desesperante problemática, como por arte de magia, disolvieron las mesas de negociación y volvieron a sus parcelas tal cual mansas ovejas a sus rediles.  El olor a carroña entorno a Uribe y su mascota Zuluaga  disipa  la  pestilencia de los falsos positivos de Juan Manuel y difumina  el rancio vaho de su contaminante y destructora locomotora minera; y hace olvidar que Él fue quien dio la estocada final al sector agropecuario y a la pequeña y mediana minería e industria con la firma de múltiples TLC´s.

Y a lo largo y ancho de nuestra patria Macondiana la bestia uribista asusta hasta los guerreros, y los hace hacer lo que nadie les pide ni les cree, solo los pazólogos y  todos aquellos que quieren que la insurgencia deponga las armas a cambio de nada aplauden a rabiar las treguas unilaterales, por el contrario, estos gestos la oligarquía los interpreta como un signo de debilidad.

Pero serán fundados los temores al monstruo fascista;  veamos, si triunfa   Zuluaga, las amañadas  encuestas así lo vislumbran, ¿se notará la diferencia  entre el  ajedrecista Santos  y la marioneta de Uribe? Nada indica que, con uno u otro, las cosas cambien; no habrá modificaciones a la tenencia de la tierra,  los TLC´s seguirán acabando con el campo y la industria local, el tamaño de las fuerzas militares seguirá incrementándose y la presencia de las fuerzas militares gringas será daca vez más ostensible.  

Otro aspecto que hay que poner sobre relieve es el referente a la continuidad o no de las conversaciones en La Habana, preocupación central para las FARC y,  en general, del pueblo colombiano.   Al respecto no hay que olvidar que las decisiones trascendentales llegarán del Norte; tanto  parlamentarios demócratas como republicanos han enviado mensajes de apoyo a las negociaciones adelantadas en La Habana, claro indicio del interés del gobierno USA porque se firme el acuerdo que ponga fin a la lucha armada;  dicho interés está por encima del vasallo que funja como presidente; a  los alzados en armas se les premiará con  la participación de algunos de sus miembros en el parlamento; a los gringos tampoco les importa si los guerrilleros van o no a la cárcel e incluso, como ñapa, podrían repatriar a Simón Trinidad y a Sonia.

Pero los guerrilleros en todos los tonos y por todos los medios han dicho que no depondrán las armas sino se resuelven previamente las causas que les llevaron a la guerra, entre otras, la marginación,  la pobreza y el asunto de la tenencia de la tierra.  Lo anterior significa que pasadas las elecciones, gane quien gane, los colombianos veremos agotarse el último intento por resolver por las buenas nuestra prolongada guerra civil.

Y de un mundo macondiano los colombianos pasaremos a reescribir una verdadera novela distópica en  la que las injusticias y la crueldad de la guerra no tendrá antecedentes; el paramilitarismo encabezado por los uribeños, águilas negras y águilas imperiales, reeditarán las crónicas de muertes selectivas. Las guerrillas habrán aprendido la lección, siendo estas quien pasaran a quitarle “el agua al pez”, es decir, tratarán de eliminar a todo aquel que financie en campos y ciudades las actividades de los paracos. La guerra se prolongará, tal vez, otros cincuenta años hasta cuando el imperio se hunda   no pudiendo sostener en el poder a los vándalos de siempre y tampoco  pueda financiar más guerras contra los pueblos del mundo. Nosotros, por fin,  los de entonces y los de hoy, veremos desde un universo paralelo nuestra  segunda y definitiva independencia.

domingo, 4 de mayo de 2014

Se pronuncian Lecheros de Zipaquirá y La Sabana. El Paro del agro seguirá hasta que los vándalos en el poder escuchen.

Productores de Leche de Zipaquirá y La Sabana exigen restablecimiento de Mesas.
¿Es lícito negociar en medio del conflicto con la insurgencia, mas no con los productores del campo?

Se equivoca el ministro Lizarralde al suspender las conversaciones con las Dignidades Agropecuarias por causa de un trino que, según el alto funcionario, estaría incitando a la protesta. Rompe los vasos comunicantes que allanarían caminos tendientes a superar la deuda histórica con el campo y, de repeso, alienta la sumatoria de nuevos contingentes de labriegos, indígenas y empresarios del campo al paro.

Un verdadero contrasentido, un chantaje. Mientras el gobierno nacional continúa adelante las negociaciones de paz con la insurgencia en medio del conflicto, recibiendo golpes aquí y allá sin poder chistar por tratarse de la dinámica infame de la guerra, a los líderes campesinos no les aguanta ni siquiera un trino. Una simple opinión. Desarmada, eso sí.

Como productores de leche que acompañamos las protestas agrarias tenemos que decirle al país que, lamentablemente, las causas que originaron el levantamiento de agosto del año pasado se mantienen incólumes, como han dicho los líderes en paro. Y lo que ha cambiado es tan escaso como superficial. Por ejemplo, para nuestro sector –el lechero–, a más de un par de medidas adjetivas y unas cuantas cucharadas de mermelada para un reducido grupo de presuntos líderes no comprometidos con la protesta en curso, los alcances de las llamadas mesas de negociación con los campesinos no han arribado a puerto alguno.

Algunas restricciones a la importación de derivados lácteos de la Comunidad Andina de Naciones o leche en polvo y lactosueros de orígenes diferentes, por escasos dos años, no han resuelto ni resolverán los problemas de fondo. Seguimos a la deriva de un mercado voraz e implacable, gracias a los niveles de atraso en ausencia de políticas de Estado y la competencia desleal con productores de países desarrollados y con músculos gubernamentales que los sostienen.

El ministro sostiene que restablecerá las mesas, pero “sin presiones”. Como si los campesinos y empresarios del campo no hubiésemos sufrido nunca las presiones del abandono y la miseria, de la ruina y el despojo “legal” e ilegal: ambas formas son ilegales, tanto la armada como la financiera: ambas son tan despóticas como injustas. Décadas y décadas de abandono, en especial para los pequeños y medianos productores, no se resuelven con un incremento de las asignaciones presupuestales por este año, significativas pero miserables si se les compara con lo que se devora el conflicto interno.

Por tanto, incitamos a las partes, en especial a los portavoces del Presidente Santos, a cumplir con lo pactado, dinamizar las mesas y dejar de ver como un lastre a los labriegos, campesinos y pequeños y medianos empresarios agrícolas y pecuarios. Somos exactamente lo contrario: la auténtica seguridad y soberanía alimentaria del país, así como las principales víctimas del conflicto que negocia en La Habana en medio de los tiros.


Lecheros de La Sabana.                     Contactos:            Miriam Sierrra: 314 2189979                          Luis Alfonso Calderón: 
310 238960

miércoles, 23 de abril de 2014

Cumbre agraria: Campesina, étnica y popular departamental se realizó en Ibagué


Tolima se prepara para el paro agrario

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|Por Nelson Lombana Silva|

Por convocatoria de Marcha Patriótica, Congreso de los Pueblos y la Coalición de movimientos y organizaciones sociales de Colombia (Comosoc), se realizó ayer cumbre agraria: Campesina, étnica y popular, en la ciudad de Ibagué, Tolima, con el fin de socializar la declaración política de la reciente cumbre nacional realizada en Bogotá, el pliego de exigencias y la preparación de las actividades relacionadas con el paro nacional que se proyecta y la celebración del primero de mayo, día internacional de la clase obrera.

Si bien el Moir saboteó el evento por intermedio de Miguel Gordillo Hernández y Julio Enriquez al retirar del evento a 30 líderes campesinos aproximadamente, según denunciaron los líderes Danilo López Carrero y Edgar Sánchez Cortés, el certamen se realizó y se tomaron decisiones importantes en dirección a lo presupuestado.

El pliego nacional de exigencias fue alimentado con propuestas regionales, sobre todo relacionadas con la problemática de la ciudad de Ibagué. Una verdadera lluvia de puntos reivindicativos fue socializada en tres comisiones y finalmente en la plenaria. Se dijo también que el paro es reivindicativo y político por cuanto debe proyectarse unidad, organización y acción para cristalizar cambios fundamentales. La idea es atacar el modelo capitalista neoliberal, se indicó. 

Se formuló un llamado a la unidad obrero, campesina e indígena en aras de impulsar un paro fuerte y contundente que cree las condiciones de realizar en Colombia un paro cívico nacional. Se dijo también que en el centro de la lucha debe estar la defensa de los diálogos de la Habana, la apertura de los diálogos con ELN y el EPL y la salida política al conflicto social y armado.

Danilo López Carrero, presidente de los acueductos comunitarios y uno de los líderes que estuvo presidiendo el evento, expresó su preocupación por el agua en Ibagué y la política privatizadora del Instituto Ibaguereño de acueducto y alcantarillado, Ibal, por parte de las últimas administraciones municipales.

Otros puntos importantes planteados en este evento  fueron los siguientes: El mínimo vital de agua para los ibaguereños, acueducto alterno, Cabildos abiertos por comunas, defensa de lo público, lucha frontal contra la corrupción e inseguridad, empleo digno, trato digno a los vendedores ambulantes y no manejo militarista y represivo como viene sucediendo, defensa de la red pública hospitalaria, defensa del hospital regional “Federico Lleras Acosta”, Defensa del Medio Ambiente, defensa de la educación pública y de calidad, defensa de la universidad del Tolima, etc.

Hoy se realizará una reunión con directivos de la Cut regional Tolima para coordinar las actividades del primero de mayo y las demás tareas presupuestadas y para el jueves 24 de abril un nuevo encuentro en la sede de Anthoc para ultimar detalles de cara al primero del mayo y la preparación del paro agrario: Campesino, étnico y popular, buscando comprometer a la ciudad en todas estas luchas de resistencia popular que se avecinan en Colombia. “La relación del campo y la ciudad debe ser armónico y recíproco”, señaló Danilo López Carrero.

Por su parte, Raúl Rojas González señaló la importancia de organizar el paro de la mejor manera previendo detalles como la radicalidad, la duración y la misma dinámica orgánica que lo haga contundente. El ambiente de lucha en campesinos y citadinos en el Tolima toma buena temperatura, a criterio de los asistentes.

Ibagué, abril 21 de 2014.
Tomado: ELSALMON

jueves, 17 de abril de 2014

Uno, dos, cien Buenaventuras por toda Colombia…

Un retrato de los vándalos en el poder.


Estos encontraban una serie de cuerpos desfigurados, esparcidos por el lugar, vestigios de un antagonismo social ciego y aniquilador. Dicha escena podía corresponder a algo absolutamente caótico y desordenado donde los cadáveres se encontraban desmembrados, diseminados o apilados por todo el lugar. Pero también era factible encontrar escenas donde existía un orden intencional, una verdadera puesta en escena. (…) Este procedimiento buscaba, ante todo, aterrorizar a los habitantes de la vereda quienes huían abandonándolo todo.
(María Victoria Uribe Alarcón, “Antropología de la Inhumanidad”, 2004, p.92)

La llegada a Buenaventura deja de entrada un cierto sentimiento de desazón. Da la sensación que todos los edificios están a punto de caerse, enmohecidos, hongueados; a diferencia de otras partes de Colombia, se respira la desconfianza y el miedo… la sensación de abandono es evidente. Es increíble que la mayoría del comercio internacional de Colombia pase por ese puerto, lo que señala ese carácter contradictorio del capitalismo, en el cual inversión y despojo son términos indisociables. La miseria es un concepto relativo y se hace más odiosa cuando más riqueza le rodea.
Lo que ocurre en Buenaventura, donde a diario aparecen cuerpos humanos desmembrados flotando entre los manglares o esparcidos por las calles, no es algo desconocido para las mayorías. De repente todo el mundo se ha puesto a hablar de Buenaventura en Colombia. Con indignación se escriben notas periodísticas y se transmiten programas sobre la desesperanzadora situación que vive la ciudad en manos del flagelo paramilitar (hoy operando bajo los nombres de Urabeños, Rastrojos, Empresa). Se ha puesto el grito en el cielo por el horror de las “Casas de Pique”, verdaderas carnicerías para humanos, que todo el mundo conoce y ve, menos la policía, el ejército y las autoridades. Pero el trato que se da a la noticia, como siempre, es muy pobre, sensacionalista, descontextualizado. En nada difiere del tratamiento que periódicamente reciben otros escándalos humanitarios en Colombia. Un día los medios se indignan con los falsos positivos, al siguiente con los desplazados, después la vaina es con los feminicidios, patalean, acusan, se escandalizan y luego no pasa nada. Es como si a través de la cobertura noticiosa mediocre se exorcizara al horror y se calmara las conciencias, trivializando de paso el terror. Ahora el turno le toca a Buenaventura.
Estos arranques espasmódicos noticiosos, como que buscaran concentrar todo el terror que se vive en Colombia en un sólo punto, convertir al conflicto que consume al país en un hecho puntual, aislado, identificable en el mapa. Pero la realidad es que los descuartizamientos, que llevan el sello inconfundible del paramilitarismo -que pasa de agache para todos menos para quienes padecen de él-, ocurren en muchos puntos del país, donde coexisten los intereses económicos con la (para)militarización. Lo realmente doloroso es que, con todo lo excepcional que pueda parecer Buenaventura, no lo es tanto. Basta con mirar a Soacha o a los Altos de Cazuca, para no alejarse mucho de la capital. O ver las fotografías de las masacres de Medellín. El paramilitarismo se ha dedicado a crear uno, dos, cien Buenaventuras en todo el territorio colombiano. Y lo han hecho a punta de motosierra, machete y hacha, siempre con la mirada complaciente de la llamada “fuerza pública”.
Cualquiera pensaría que la tragedia de Buenaventura es algo reciente, pero en realidad es una cosa que viene de largo: hace casi 10 años que no hay presencia insurgente en los barrios de bajamar y el dominio total del paramilitarismo ha coincidido con la exacerbación de la crueldad. Paramilitarismo que según todos los informes oficiales no existe, pero que ahí está. Buenaventura desmiente esa mentirilla repetida hasta el cansancio de que el paramilitarismo es una respuesta al supuesto “horror” guerrillero y que, en ausencia de insurgencia, se desvanecería por falta de razón de ser. No es casual que un muchacho me confesara nerviosamente, cuando le pregunté durante un viaje en bus que en qué momento se había jodido Buenaventura, que “cuando sacaron a la guerrilla, ahí es que la vaina se puso calavera”.
El repertorio para infundir terror también es cuento viejo: esa profanación del cuerpo de la víctima es algo que viene desde épocas de la “Violencia” en los ‘40. Desde entonces que existe un nutrido léxico para las modalidades del horror: bocachiquiar, picar pa’ tamal, matar la semilla, corte de corbata, de franela, de mica, de florero, etc. Simbólicamente, se disloca a la comunidad mediante la dislocación del cuerpo victimizado. No se trata sólo de matar, sino de rematar, de dejar bien muerto, como si se temiera supersticiosamente la venganza del muerto, como lo señala Uribe Alarcón en la “Antropología de la Inhumanidad”. Según ella, se animaliza a la víctima para crear la distancia espiritual que permite el desgarramiento físico y se crea un espacio ritual ad hoc para el sacrificio. Pero aunque en la Casa de Pique se reproduce el modelo de la carnicería, se va aún más allá, pues al animal no se le tortura hasta que muera, ni intervienen hachas ni motosierras, ni se le ata a una mesa de madera vivo mientras se le troza por partes en medio de gritos de agonía.
Acá los paramilitares no desaparecen a la gente sino parcialmente. A veces no se encuentra el torso o la cabeza, pero siempre se encuentra algo, aunque solamente sean los dedos. Se transmite el horrendo mensaje mediante la evidencia física de la tortura a la vez que se impide el proceso ritual vindicador que describe Alfredo Molano: “Se prepara el cuerpo poniéndole una de las prendas con que fue asesinado; se le amarran los dedos gordos de los pies con un cordón de un par de zapatos negros recién comprados y se le mete en la boca un papelito con los nombres de los asesinos. A los pocos días los victimarios caen asesinados o se van muriendo de palidez[1]. Los medios que reproducen el hecho noticioso de manera sensacionalista, morbosa y descontextualizada, divulgan y amplifican el terror, transmitiendo así el miedo paralizante de manera totalmente funcional al paramilitarismo.
¿Qué buscan los descuartizamientos en Buenaventura? Exactamente lo mismo que buscaban los descuartizamientos en el primer ciclo de Violencia: que la gente huya, abandonándolo todo. Activistas del Proceso de Comunidades Negras (PCN) nos comentaban, durante una visita al puerto en el marco de la X delegación asturiana-irlandesa de derechos humanos, que el objetivo de todo esto era sacar la población local y abrir paso al gran proyecto de remodelación que acarician las autoridades locales y nacionales. Para abrir paso al aeropuerto y a los mega-puertos modernos que estén a la altura de las exigencias de los acuerdos de libre comercio y de la Alianza del Pacífico, se necesitará sacar a tanto negro pobre del territorio. Es más fácil desplazar que reubicar a la gente o alcanzar un acuerdo satisfactorio para ellos, más aún cuando el “progreso” no está pensado para beneficiarlos.
Esta violencia no es ni caótica ni gratuita, sino que responde a un modelo demasiado familiar de generalizar el terror para desplazar y hacerse con el territorio, en nombre del progreso. Es una violencia demasiado ritualizada: “ La técnica del terror exige que la gente se dé cuenta pero no cuente; vea la captura de la víctima en el barrio, la manera como la arrastran, y oiga los gritos de socorro, los alaridos de perdón y clemencia y, por último, aullidos de dolor. Después, silencio: terrible vacío. Los gritos se quedan a vivir en la cabeza de la gente. Todos temen ser el siguiente en una lista que nadie elabora. Los vecinos oyen, el barrio oye, la zona sabe, la ciudad se entera. Las autoridades no oyen, no ven, no saben ” [2]. Pese a todo, aún hay resistencia. Los vecinos de Puente Nayero, en La Playita, han decretado su barrio como un “Espacio de Vida y Humanitario”, en abierto desafío al paramilitarismo [3]. Desde Febrero que se vienen sucediendo masivas protestas populares contra el paramilitarismo, a las que se han sumado incluso los comerciantes a quienes muchos desprecian pues recuerdan que fueron ellos quienes financiaron la llegada de los paracos en el 2000, sólo que ahora “están mamados de pagar vacunas”. Autoridades locales, policía, militares, comerciales, todos amamantaron este monstruo descuartizador. El lápiz con el que el pueblo escribe su historia no tiene borrador. Así se van construyendo barreras de contención a la maquinaria de la muerte.
Ahora que el pueblo va perdiendo el miedo es que el gobierno reacciona militarizando el puerto. Militarización que, como es natural, no está pensada en beneficio de los empobrecidos de siempre, sino de acelerar su proyecto de Buenaventura industrial-portuaria. Buenaventura parece el lugar más desolador del planeta, y sin embargo, aún ahí, el pueblo colombiano da muestras de sus reservas morales para construir un mejor futuro, y creará uno, dos cien puntos de resistencia desde los cuales recuperar a Buenaventura de los mercaderes de la muerte. No pasarán, ni sus paracos, ni sus megapuertos, ni su modelo antisocial de desarrollo.
 
Imagen que circuló en las redes sociales en marzo, en que se aprecia una Casa de Pique por dentro.