sábado, 19 de octubre de 2013

Algo hemos hecho radicalmente mal. Cómo piensan en realidad nuestros líderes latinoamericanos de "izquierda"

 por Carlos Fernández Liria

CarlosFL
Al parecer, Rafael Correa, presidente de Ecuador, ha dicho lindezas del tipo: “Las pro-abortistas son un grupo de chiquillas desubicadas, malcriadas, con las tonterías de siempre, un grupo de jovencitas que no dan ni rabia, que dan pena y tristeza”. “Manipuladas por las viejas politiqueras de siempre”.

A mí esto me parece una bellaquería sin límites.
Pero lo que es a mí, no me extraña nada. No todo va junto: uno no tiene que dejar de ser un meapilas para ser un (más o menos) keynesiano. No es la primera vez que me encuentro con esto. Cuando estuve en Chiapas, en los años 1991-1992, había mucho debate en la población indígena sobre el tema del aborto.
El motivo es el siguiente: había un movimiento indígena revolucionario vertebrado sobre todo por los sacerdotes del obispo y teólogo de la liberación Samuel Ruiz, quien valientemente les prestó públicamente su apoyo. Los sacerdotes acababan en la cárcel cada dos por tres y los indígenas salían masivamente en manifestación. No eran otros, por supuesto, que el EZLN que se levantaría contra el ejército mexicano el 1 de enero de 1994. A la sazón, el presidente del Estado de Chiapas era un cacique asesino mafioso y corrupto del PRI, llamado Patrocinio González (que luego pasó a ser ministro del interior). La rivalidad con Samuel Ruiz era noticia todos los días. Patrocinio metía sacerdotes en la cárcel y Samuel clamaba desde el púlpito a miles de indígenas zapatistas para que organizaran la resistencia (y bien que lo hicieron un año después). Pues bien, a lo que iba: ¿qué se le ocurrió a Patrocinio González para separar a la izquierda laica del zapatismo? Pues, sí, emprender una iniciativa legal para despenalizar el aborto. Toda la Iglesia mexicana puso el grito en el cielo y Samuel Ruiz se vio obligado (quiero creer que él no era antiabortista) a encabezar las marchas provida de Chiapas. Fue bochornoso. Para muchos en la izquierda fue una línea roja. Fue una curiosa situación, en la que la izquierda se vio apoyando al cacique criminal contra los zapatistas de Chiapas, que siguieron al obispo de forma masiva.

Yo creo que la lección que tenemos que extraer desde la izquierda es clara: no tenemos ninguna capacidad de competir con el catolicismo (y mucho menos con el evangelismo o, en los países árabes, con los hermanos musulmanes). Y así nos va. Así es que habrá que inventar algo que funcione.
En Venezuela es peor, yo creo que si se hiciera un referendum, en el chavismo ganarían por goleada los antiabortistas. Y entre las mujeres tanto o más que entre los hombres.
Que quede claro: hay que despenalizar el aborto y hay que apoyar los socialismos del siglo XXI. Esos procesos de liberación no son el problema. El problema, más bien, consiste en nuestra nula capacidad de combatir las ideologías religiosas que, por motivos históricos, se cuelan en el proceso. Así está la cosa. Algo hemos hecho radicalmente mal. Yo me voy a hacer hippie.
Carlos Fernández Liria es escritor y profesor de Filosofía en la U.C.M.
Este texto procede de un comentario del autor en Facebook

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