Qué son y por qué luchan las FARC-EP?
Al campesino no le quedó otra opción: El alzamiento armado en defensa
de la vida. Entonces el grito del pueblo se fue moldeando y
organizando, se fue trasladando a la montaña...
Por: Laura Villa
Para: Foro Permanente
En Latinoamérica se escucha un grito de esperanza, es la voz viva, la
voz del pueblo, que trasciende en el espacio y en el tiempo. El grito
es cada vez más fuerte, se escuchan las voces de la Colombia colonizada
por España; Retumba la voz de la Gaitana por los indígenas quienes
fueron casi exterminados y vilmente despojados de sus tierras y cultura.
Se escucha el clamor de los palenques pidiendo libertad para los
esclavos; A los comuneros en pie de lucha contra los impuestos de
barlovento y alcabala; A Bolívar quien reluce como símbolo de libertad y
soberanía, con un gran proyecto de patria de justicia para el pueblo,
cuyas últimas páginas aún no se han escrito.
Los gritos no cesan a pesar que cambien al verdugo, Inglaterra,
porque los campesinos siguen reclamando tierra, mientras son obligados a
morir en una guerra ajena, la de los mil días, donde el interés burgués
y el odio terrateniente se alzaron contra el campesino dejando más de
cien mil muertos. No cabe duda, Colombia es una colonia que pasa de mano
en mano, saqueada y mancillada ahora bajo designios de los Estados
Unidos. Y el pueblo se sigue escuchando, reclama panamá, pide justicia
por los más de tres mil muertos a manos de la United Fruit Company.
El camino es tortuoso porque al campesino la tierra aún no le
pertenece, al obrero las fábricas y las herramientas le son ajenas, pero
hay fuerzas y alientos para continuar la lucha, el pueblo tiene la
razón de su lado y la teoría científica ha demostrado en la práctica la
capacidad transformadora de un pueblo organizado. Y el grito del pueblo
es cada vez más nítido, diáfano, contundente aunque en el siglo XX y en
la actualidad la historia no haya cambiado mucho, continúa enmarcada en
la posesión de las tierras por unos pocos, el 70% de las tierras
acopiado en el 3% de la población, correspondiente a la oligarquía
terrateniente, mientras millones de campesinos sin tierra siguen
trabajando como peones mal pagos. Con un gobierno, cuyo principal
interés consistió en luchar contra la “amenaza comunista”, desatando una
ola de violencia, sembrando el terror en campos y ciudades; Con sucesos
que marcaron la historia mostrando que cualquier alternativa política,
democrática, progresista y antiimperialista, estaba sentenciada a
muerte.
Por eso asesinaron a Gaitan y a más de 300mil colombianos. Al
campesino no le quedó otra opción: El alzamiento armado en defensa de la
vida. Entonces el grito del pueblo se fue moldeando y organizando, se
fue trasladando a la montaña, para preservarse del enemigo, mostrando su
impulso transformador; forjando en la lucha dirigentes como Manuel
Marulanda, Jacobo Prías Alape, Jacobo Arenas y Hernando Gonzáles Acosta.
Y adoptó la forma de FARC- Ep, hija del partido comunista, integrada
por hombres y mujeres quienes decidieron asumir la forma más elevada de
lucha política, por una Colombia sin explotados ni explotadores.
Las FARC-EP surgen como una necesidad resultado de la violencia
sistemática contra los colombianos; Su esencia es ser una organización
revolucionaria político-militar, un partido comunista en armas. Es el
efecto ante la desigualdad social y económica que tiene en el atraso a
nuestro país; Y a la vez es causa del desarrollo de una situación
revolucionaria, gracias a la práctica de la lucha de clases en defensa
de los pobres y desposeídos. Con un proceso que lejos de ser lineal está
lleno de éxitos y fracasos, avances y retrocesos, combinando todas las
formas de lucha desde el trabajo legal hasta el clandestino, desde la
lucha reivindicativa hasta la construcción de un ejército
revolucionario, rompiendo el aislamiento y construyendo alianzas para
crear las condiciones objetivas de la Colombia nueva, llevando a feliz
término el proyecto iniciado por Bolívar: Una patria digna, soberana,
con justicia y verdadera democracia.
Estos objetivos sólo se logran con una conciencia Marxista Leninista y
el deber de todo revolucionario es su aplicación científica de acuerdo a
las contradicciones de su entorno. La ideología comunista no es un
dogma, esta se adapta a la realidad para que el Marxismo Leninismo fluya
con un lenguaje que entiendan los Colombianos, para romper la falsa
interpretación de la historia y el mundo de apariencias que construye el
capitalismo día a día. En las FARC se va construyendo el hombre nuevo
en cada uno de sus integrantes y estos a su vez son el germen de la
nueva sociedad.
La Habana: ¿to go or not to go?
El señor Roy Barreras debiera estar agradecido de que saquemos tiempo para escuchar a una institución en la que nadie cree...
Por: Jesús Santrich
Para Foro Permanente
Entre las frases más “profundas y célebres” del Minpinzón está
aquella en la que dijo que “aunque el mono se vista de seda mono se
queda”. Y la certeza de esto está en que con seguridad lo expresó
mirándose al espejo, o reflexionando en el hecho de que a un hombre como
Lizarralde lo nombren de Ministro de Agricultura, no le quita su
mentalidad latifundista mezquina, totalmente opuesta a que los
campesinos establezcan sus zonas de reserva.
Eso le puede caer también a Roy Barreras, quien para ir a la
Habana no esperó a que lo invitara nadie; él mismo se postuló y le hizo
lobby al viaje. Luego en la Mesa se dio el gusto de prometer lo divino y
lo humano para vender las bondades de un marco jurídico para la paz,
respecto al cual siempre obtuvo la negativa de la insurgencia. Entre las
cosas que prometió Roy Barreras estaba el compromiso de que el
parlamento no tramitaría ningún proyecto de Ley que tuviera que ver con
los temas de la Agenda, hasta que se produjera el Acuerdo.
Habría
que recordarle al culebrero, que tanto lo que respecta al marco
jurídico como lo que concierne a la refrendación que de manera
unilateral impulsa el gobierno en el Congreso de la República, tienen
que ver, y mucho, con el proceso de diálogos.
Ahora mismo,
podríamos decir que al lado de adefecios como el fuero militar de la
impunidad, son los paquetes de la agenda legislativa neoliberales, como
los TLC, firmados por Roy Barreras, entre otros apátridas, lo que más
daño ha hecho a la posibilidad de paz para Colombia. Esto, con el Marco
Jurídico y el referendo unilaterales, se convierten en los peores
escollos que tiene el proceso de diálogos, así que para qué palabras en
las que se vocifera que “si una nueva comision de congresistas se reune
con las FARC en La Habana es por que el Presidente de la República la
convoque y no la guerrilla”. Qué tipo de aclarción es esa?; Roy
Barreras debiera estar agradecido de que la insurgencia indique el
camino correcto, que es el de hablar con la contraparte, escucharla, si
lo que se quiere es un acuerdo. Debiera estar agradecido de que saquemos
tiempo para escuchar a una institución en la que nadie cree.
Por
otro lado, Juan Fernando Cristo debiera saber que si hace audiencias
públicas para escuchar las opiniones sobre el asunto del referendo, se
cae de la mata, lo deduce alguien con un dedo de frente, que una de las
partes a ser escuchada debe ser precisamente la que está del otro lado
de la mesa construyendo el acuerdo que se va a refrendar. Esa parte, son
las FARC. Si eso no se hace, estarán aprobando una cosa que solamente
servirá para hacer estorvo. Tal como ocurre con el Marco Jurídico de Roy
Barreras, a pesar de que este personaje bufo saca pecho diciendo que el
legislativo no tiene por que pedir permiso a las FARC para aprobar sus
leyes, que él sólo vino a La Habana cuando esa ley estaba aprobada y
bla, bla, bla. Discurso vano y banal que esperamos no sea la guía del
Presidente Santos cuando dice que “la comisión de políticos se realizará
cuando el gobierno considere que es oportuno y conveniente”.
¿Se
estará refiriendo a los partidos, o a la comisión de parlamentarios, o a
ambos?, ¿Senado y cámara tienen o no tienen aurtonimía respecto al
ejecutivo?, ¿El procurador Torquemada les dará permiso?
A mi modo de ver, alguien les podría dar la orden de venir inmediatamente para que se regresen inmediatamente.
Más Leyes Liberticidas para Colombia
“El que por medios ilícitos obstaculice,(...), las vías o la
infraestructura de transporte de tal forma que afecte el orden público o
la movilidad, incurrirá en prisión de cuatro a ocho años y multa de
trece a setenta y cinco salarios mínimos legales mensuales vigentes”.
Por: Jesús Santrich
Para: Foro Permanente
Como si no les bastara con la llamada "ley de seguridad ciudadana",
que impulsó el otrora ministro del interior Germán Vargas para
criminalizar la protesta ciudadana, ahora el actual amo de la represión
popular, Don Juan Carlos Pinzón trata de hacer aprobar un proyecto de
ley que le servirá de base para mandar a la cárcel a la gente que para
levantar su voz protegiéndose de que la maten, legítimamente,
justificadamente, oculta su rostro con una capucha.
La ley liberticida de Germán Vargas se puso en marcha en momentos
en que en el país crecía la indignación contra un régimen abusivo,
perverso, cuyo parlamento ha hostilizado de manera extrema a la
población con sus políticas neoliberales que empobrecen más y más a las
mayorías.
Desde el 24 de junio de 2011 entró a regir este
esperpento normativo, y desde su promulgación, ha tenido la oposición de
las organizaciones sociales que ven cada día más reducidos sus espacios
de expresión pública. Pero entonces, en vez de atender al clamor de
quienes cuestionan el modelo represivo que se ha montado en Colombia con
el falaz argumento de que son medidas para combatir la criminalidad, lo
que se hace es profundizar la tiranía gubernamental puesta de moda por
el mefítico bostezo uribista que se denominó "seguridad democrática",
heredado por Juan Manuel Santos.
La criminalidad del ESMAD, otro
engendro de los infiernos, tampoco les basta. Es el instrumento
fundamental de esa "seguridad ciudadana". Su brutalidad en el
tratamiento de la protesta tiene un crecimiento directamente
proporcional a las loas que desde su gabinete hace Pinzón cada vez que
expresa que sus esbirros actúan con profesionalismo.
A la orden
sempiterna de reprimir, Germán Vargas agregó la sentencia de que “El
que por medios ilícitos obstaculice, de manera temporal o permanente,
selectiva o general, las vías o la infraestructura de transporte de tal
forma que afecte el orden público o la movilidad, incurrirá en prisión
de cuatro a ocho años y multa de trece a setenta y cinco salarios
mínimos legales mensuales vigentes”. El propósito, aplastar con castigos
severos las marchas y protestas en una Colombia que ya no aguanta más
miseria, más desigualdad y que quiere ser escuchada.
Ahora, dado
que los pobres de la tierra no se amilanan ni siquiera con las balas del
Estado, entonces surge el proyecto de ley que "crea jueces de
flagrancia"' para castigar sin mayor fórmula de juicio a quienes
cansados de tanta iniquidad, decidan bloquear las vías. La consigna de
estos mandatarios de pacotilla que posan de "demócratas", es matar, y
si aun así no se detiene la inconformidad, se amenaza a todo el mundo,
ordenando endurecer las penas en contra de quienes promuevan y
participen "en actos de violencia" durante las manifestaciones.
La
pena que promociona el Minpinzón es de hasta cinco 5 años de prisión,
que cobijarían con el manto de la tiranía a quienes usen capucha, pero
aumentándoles la condena en una tercera parte. ¿Por qué el sujeto no
propone mejor juzgar y condenar a los que se esconden tras la armadura
del ESMAD, a aquellos criminales de apariencia robótica que le dan
vuelta a sus chamarras para que no les vean sus nombres y así actuar con
más impunidad que la de costumbre?
Si en realidad les preocupa
la afectación de los derechos que se puedan generar con los bloqueos de
vías, ¿Porqué más bien no se fijan en que sus Tratados de Libre Comercio
y sus medidas neoliberales apátridas son las que aniquilan los derechos
fundamentales de la mayoría de los ciudadanos, incluyendo la soberanía
nacional?
Si en verdad hubiera justicia en Colombia, quien
debería ser juzgado y encarcelado sería este Ministro antisocial que de
paso, sigue soñando con convertirse en lacayo de la OTAN.
Tres grandes escollos en el Proceso de Paz
Por: Jesús Santrich, especial para Foro Permanente.
"Ayer amaneció el pueblo desnudo y sin qué ponerse, hambriento y sin qué comer, el día de hoy amanece justamente aborrascado y sangriento justamente".
Miguel Hernández
Septiembre 5 de 2013-09-03
Colmándonos de magnanimidad y paciencia con el gobierno, lo hemos dicho con los argumentos más sensatos, en todos los tonos y en los escenarios que tenemos a mano en medio de las restricciones que de manera mezquina impone el régimen: que si hablamos en el Acuerdo General de la Habana de “garantizar la efectividad del proceso y concluir el trabajo sobre los puntos de la Agenda de manera expedita y en el menor tiempo posible, para cumplir con las expectativas de la sociedad sobre pronto acuerdo”, el gobierno no debe seguir colocando obstáculos al desenvolvimiento bilateral de las determinaciones.
Con claridad volvemos a insistir en que un acuerdo es un convenio entre dos o más partes, mas no la determinación unilateral de una de ellas. Así las cosas, nada de lo que unilateralmente decida el gobierno nos compromete ni contribuye a la reconciliación de la patria.
Con transparencia repetimos que NO ESTAMOS DE ACUERDO con el Marco Jurídico impuesto de manera inconsulta por un gobierno que se pretende juez y parte en el conflicto; NO ESTAMOS DE EACUERDO con el Referendo de sospechoso tufo electoral, que hoy impulsa el señor Juan Manuel Santos sin consensuarlo con la insurgencia y, naturalmente, NO ESTAMOS DE ACUERDO con que además de impedírsele al pueblo la posibilidad de participar plenamente en las conversaciones que buscan la paz para Colombia, ahora, precisamente ahora que se discute el punto de participación política y ciudadana, mientras se nos habla de las bondades de la democracia y de las garantías que existen en nuestro país para el ejercicio de la política, a nuestros campesinos, a nuestra gente más humilde y empobrecida que clama por sus derechos en un paro justo y necesario, se le aplaste militarizando la protesta, dándole tratamiento de guerra y de “enemigo interno”.
El primer gran escollo que el gobierno colocó desde los inicios del proceso, fue y sigue siendo el de la negativa a abrir plenamente las puertas a la participación del pueblo en la construcción de los acuerdos. Para lo cual, además de inventarse la tesis de que el proceso se desarrollaría en supuestas tres faces que nadie ha pactado, y que al pueblo le está destinada la última para su participación (específicamente en el acto de la refrendación y de la implementación de los acuerdos), con constancia se amenaza con judicializar a quienes se les ocurra movilizarse hacia a la Habana a interlocutar con la insurgencia sin permiso del ejecutivo. Es este un despropósito que desconoce el fundamento de su propio orden constitucional que indica que la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento para los colombianos, y que además desconoce que a los Delegados de Paz de la insurgencia si se les levantó las ordenes de captura fue para que tuvieran las garantías que permitieran el desenvolvimiento pleno de su misión.
Sin duda el otro obstáculo descomunal ha sido el impulso e imposición unilateral del llamado Marco Jurídico para la Paz, con el cual se pretende someter a la insurgencia al aparato judicial oficial, que por el hecho mismo del alzamiento contra el Estado está descalificado por nuestras fuerzas rebeldes. Dentro de esta circunstancia y tratándose de un asunto que, según lo que está pactado, debe debatirse en la Mesa de Conversaciones para ser resuelto por ambas partes, no es admisible, que la decisión sea la de colocar en la situación de juez y parte al Estado, que de paso a este se le libere de la responsabilidad que le atañe como gestor de la confrontación y victimario, mientras que se coloca en la picota pública a la guerrilla, endilgándosele además el carácter de responsable fundamental de los desafueros de una guerra que impuso y mantiene la contraparte.
Y últimamente se impone como mecanismo de refrendación un referendo constitucional, también inconsulto, del que el gobierno, además de dividendos electorales pretende sacar el mecanismo para la refrendación de lo que posiblemente se pueda acordar en la Habana. Pero ocurriendo que tal instrumento no es técnicamente idóneo ni políticamente conveniente si se considera que, sobre cincuenta o más folios de acuerdos a los que podría llegar el tratado, no se puede indagar al pueblo resumiendo el asunto en dos o tres preguntas sin información suficiente, y que entre los elementos de trasfondo está la decisión de entregar al Presidente, justificándose en la necesidad de la paz, la potestad de gobernar mediante decretos, pero aplicando a lo convenido una interpretación antojada, en la que la guerrilla debe estar desarmada, dispuesta a pagar prisión y lista para enfrentar procesos de extradición o de largas condenas por haberse alzado contra el régimen.
En estas condiciones, y más cuando está corriendo sangre de gente humilde que protesta contra un régimen que no escucha las necesidades y dolores de los de abajo, se ven remotas las intenciones de paz del señor gobierno. Al respecto, solamente pedimos reflexión, sindéresis, cordura, sensatez y grandeza para afrontar el proceso sin trampas que buscan sacarnos del campo de batalla para aplastarnos desarmados. El gobierno no debe seguir haciendo oídos sordos a los cacerolazos que ya resuenan cerca de la Casa de Nariño.
Necesitamos un proceso sin más dilaciones mezcladas con desinformación y engaños por un gobierno que suele señalar a la insurgencia como la parte en el conflicto que no tiene deseo sincero de paz. No deseamos que creadas las falsas justificaciones, luego se le pegue una patada a la mesa de conversaciones, y utilizando todo el poder de sus brigadas mediáticas de desinformación, el gobierno pretenda dejarnos irremediablemente con el peso político de cualquier fracaso.
Ojalá que esto último no ocurra, y que no le quite el gobierno esta oportunidad de paz a la nación. Las FARC-EP tienen todo su empeño puesto en ello.
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