NORBERTO GANCI / Colombia: El sobrevuelo del Águila
NORBERTO GANCI – El águila no deja de sobrevolar nuestro territorio, y las últimas noticias hacen referencia a eso.
Decíamos en alguna oportunidad que nada le creíamos a Santos, el presidente de Colombia, en sus acercamientos a Hugo Chávez, ni en su reconocimiento temprano a la victoria de Maduro. No nos equivocamos en nuestro escepticismo.
Habría que recordar aquello pergeñado en la administración Clinton en EE.UU. conocido luego como Plan Colombia, para lo cual recurrimos al trabajo realizado por La Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia titulado “Plan Colombia: ensayos críticos”, donde encontramos que: “…En la definición del Departamento de Estado de Estados Unidos el Plan Colombia: Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado, es una estrategia integral para enfrentar los principales desafíos de la Colombia actual: la promoción del proceso de paz, la lucha contra el narcotráfico, la reactivación de la economía y el fortalecimiento de los pilares democráticos de la sociedad colombiana…( )… En resumen, el “paquete de ayuda” de Estados Unidos a Colombia es sin duda alguna, un paquete para propiciar la intervención militar, adornado cínicamente con la careta de la asistencia humanitaria y de la preocupación por lo social…” 1
En ese mismo trabajo que ha recogido diversos análisis, encontramos que James Petras expresa, entre otros considerandos que: “…En los años sesenta y setenta, el desafío al poder imperial de Estados Unidos estaba localizado en el Cono Sur de América Latina (Chile, Argentina, Uruguay y Bolivia). Washington respondió por medio de un respaldo a los golpes de Estado y al terrorismo de Estado que terminaron por derrocar a los gobiernos y aterrorizar a la oposición popular hasta la sumisión. Durante la década de los ochenta, Centroamérica se convirtió en el eje del desafío al poder imperial norteamericano. La revolución en Nicaragua y los movimientos guerrilleros populares en El Salvador y Guatemala le presentaron serios problemas a los regímenes-clientela y a los intereses geopolíticos-económicos. Washington militarizó la región y “derramó” billones de dólares en armamento, en el financiamiento de un ejército mercenario en Nicaragua y en la actividad militar terrorista en El Salvador y Guatemala. La guerra de agotamiento pagada por Washington impuso una serie de acuerdos de paz que restauraron los regímenes-clientela y la hegemonía estadounidense con un costo de más de 200.000 muertes en Guatemala, 75.000 en El Salvador y por lo menos 50.000 en Nicaragua…” 1
Es claro que en los noventa las miras imperiales se posaron en el proceso revolucionario encabezado por el Comandante Hugo Chávez Frías en Venezuela; como así también, posteriormente, los de Bolivia con Evo Morales Ayma, Ecuador con Rafael Correa y Daniel Ortega de Nicaragua.
Ya en el nuevo siglo, estos países vuelven, sin ser uno de sus fines, a desafiar la hegemonía norteamericana, sumados a ello Argentina, Brasil y Paraguay, éste último hasta el golpe que derroca a Lugo.
Desde la conformación de Unasur y Celac, las estrategias y movimientos vinculados a aquel Plan Colombia y otros de similares características, el vuelo del águila se siente con mayor intensidad…
Desde hace mucho tiempo venimos alertando sobre la peligrosidad que representan para la región las cuarenta y siete bases del comando sur de los ee.uu. diseminadas en nuestra región, incluidas las enclavadas en nuestras Islas Malvinas, como así también la conformación del eje Pacífico, la IV flota y las bases con camuflaje de humanitarias que también se instalaron e instalan en países de esta región “rebelde” a los intereses imperiales.
Las últimas noticias referidas a la intención del presidente de Colombia, Santos, de integrar la OTAN, muestran a las claras y sin segundas posibles interpretaciones, cuáles son los reales intereses de la hegemónica derecha imperial y sus socios en nuestro continente.
Santos ha dado el primer paso para “legalizar” posibles intervenciones militares en nuestra región. Le ha abierto la puerta al imperio del norte para violar nuestra soberanía traicionando, en primer lugar los fines para los que ha sido creado UNASUR y, en segundo lugar y tal vez el más peligroso, las recientemente recobradas relaciones con Venezuela. El recibimiento al impresentable Capriles da cuenta de para dónde es el rumbo de la gestión Santos.
En los Objetivos de Defensa de UNASUR se expresa: a) Consolidar Suramérica como una zona de paz, base para la estabilidad democrática y el desarrollo integral de nuestros pueblos, y como contribución a la paz mundial. b) Construir una identidad suramericana en materia de defensa, que tome en cuenta las características subregionales y nacionales y que contribuya al fortalecimiento de la unidad de América Latina y el Caribe. c) Generar consensos para fortalecer la cooperación regional en materia de defensa.
Nada de lo expresado tiene vinculación con las maniobras de Santos al pretender ingresar a la OTAN.
El águila sobrevuela nuestra región y es necesaria una respuesta inmediata para, por un lado fortalecer las estrategias a fin de evitar su avance y por el otro, diseñar un estricto plan con el cual desarticular, desarmar la ofensiva imperial que está detrás del accionar de Santos y el eje Pacífico.
En Argentina aún no henos podido lograr “novedades” sobre la base instalada en el aeropuerto de Resistencia, Chaco. Ello no es tema menor. Los tiempos electorales contribuyen al ocultamiento de lo que con esa base ocurre. El comando sur, la embajada norteamericana, muy lejos de acciones altruistas, querrán “resultados” en corto plazo. No son de tener suficiente paciencia en estos asuntos…
Roberto Romero Ospina en su artículo “el Perfecto Caballo de Troya”, entre otras cosas expresa: “…Para Santos, que como ministro de Defensa de Uribe tiene a su haber más de medio millar de casos de “falsos positivos”, pensar en grande es darle la espalda a los principios del Movimiento de los Países No Alineados, del que hace parte desde 1982, abandonar a los países de UNASUR que desde 1998 vienen tejiendo la filigrana de la cooperación sin la coyunda de EE. UU. y echar por la borda los principios que dieron nacimiento el 23 de febrero de 2010 a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños CELAC…” 2
Atilio Borón refuerza cuando expresa: “…A diferencia de la Argentina (que por supuesto debería renunciar sin más demora a su status en una organización criminal como la OTAN), el caso colombiano es muy especial, porque desde hace décadas recibe, en el marco del Plan Colombia, un muy importante apoyo económico y militar de Estados Unidos –de lejos el mayor de los países del área- y sólo superado por los desembolsos realizados en favor de Israel, Egipto, Irak y Corea del Sur y algún que otro aliado estratégico de Washington. Cuando Santos declara su vocación de proyectarse sobre el “mundo entero” lo que esto significa es su disposición para convertirse en cómplice de Washington, para movilizar sus bien pertrechadas fuerzas más allá del territorio colombiano y para intervenir en los países que el imperio procura desestabilizar, en primer lugar Venezuela…” 3
El águila sobrevuela nuestras tierras y se apresta para dar el gran asalto, ¿habremos de impedirlo fortaleciendo aún más las relaciones entre nuestras naciones? ¿Argentina y Brasil se sumarán con fuerza para defender la unidad lograda en el conjunto de países progresistas? ¿Los movimientos sociales habrán de ocuparse también de este tema tan delicado como peligro para la región?
Dependerá del grado de madurez y compromiso con la vida, con nuestra existencia como pueblos soberanos, independientes y libres.
Habrá que soplar bien fuerte para alejar al águila de nuestro cielo y así despejar para continuar construyendo la unidad continental de Bolívar, San Martín, Monteagudo, Chávez y el Che…
Que así sea.
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