*LIBARDO
SANCHEZ GÓMEZ
Toda lucha política tiene siempre
un sustrato militar, y para mantener
el poder se necesitan las armas. Para enfrentar a la oposición las élites dominantes tienen su biblia de cabecera: La Guerra
Política a Nivel Táctico (1998) este es un tratado acerca de cómo enfrentar el conflicto civil y militar en Colombia escrito
por el mayor del ejército Eduardo Ortiz Tobón,
puro veneno ideológico destilado desde el Departamento de Defensa USA,
fuente donde abrevan militares,
paramilitares, la derecha y la pseudoizquierda. Para el autor de tan "magna" obra: “…Los sindicatos, cooperativas y juntas administradoras locales son la
mayor fuente de reclutamiento para los diferentes grupos de terroristas”. Ve las
organizaciones sociales, que piden algo de justicia y oportunidades, como
enemigos que atentan contra el orden establecido, lo que explica, a su vez, los crímenes de estado, torturas, masacres estatales,
para estatales y el genocidio de casi
toda la militancia de la Unión Patriótica. De igual manera el lenguaje de
mandatarios y altos funcionarios es calcado de este texto, por ejemplo, el terrorista
extraditable No 82, Uribe Vélez, de allí acuñó el eslogan de su Plan de Gobierno:
SEGURIDAD DEMOCRÁTICA, que lo llevó a la
presidencia, como culminación de un proyecto mafioso.
El militar Ortiz debe su formación intelectual -
¿transformación mental? - a la academia militar gringa Fort Bening (Georgia, Estados Unidos) allí fue entrenado en operaciones sicológicas, inteligencia
militar, C-3 y C-3A (¿métodos de interrogación y torturas?). Los gobiernos
latinoamericanos, como muestra de sometimiento al imperio USA, envían
a los altos mandos militares para ser adiestrados en sus Centros de
adoctrinamiento. Los únicos países americanos que no permiten esta abyecta
práctica de domesticación son Venezuela,
Cuba y Bolivia.
La CIA y el
departamento de defensa norteamericano llevan a cabo investigaciones de tipo
biológico, abiótico y neurológico con el ánimo de dominar el mundo, controlando
la mente de los humanos. Al respecto Percy
Francisco Alvarado Godoy (abril 2013)
comenta que en “1953- La CIA inició el Proyecto MK ULTRA, el cual se extendió
durante once años de investigación, siendo concebido para producir y probar
drogas y microorganismos para controlar la mente y modificar la conducta de los
seres humanos, sin el consentimiento de los mismos”. También dice que en “1965-
La CIA y del Departamento de Defensa comenzaron el Proyecto MK SEARCH, con el
fin de manipular la conducta humana a través del uso de drogas psicodélicas. Según
el mismo autor en “1966- La CIA inició
el Proyecto MK OFTEN, dirigido a probar los efectos toxicológicos de ciertas
drogas en los humanos y los animales”. Y es de dominio público que en los
Complejos Militares Industriales y Centros de Investigación (USA) se llevan múltiples ensayos que afectan gravemente todas las
formas de vida. “La CIA, el Pentágono y
el Mossad son, hoy por hoy, elocuentes ejemplos de ese desprecio de la ética
humanista”.
“El proyecto HAARP es un proyecto de investigación de auroras de
alta frecuencia avanzada, pertenece a la Fuerza Aérea y la Marina de los EE.UU.
Sus instalaciones se ubican en Gakona, Alaska. Consiste en 180 antenas
funcionando como una sola, emitiendo 1GW o mil millones de ondas de radio de
alta frecuencia, que penetran en la ionosfera, para interactuar luego con el
electrojet (energía que flota sobre la ionosfera, que al aplicarle energía,
puede modificar el medio, creando ondas de baja y muy baja frecuencia.) Es un
calentador ionosférico, creado por Bernard Eastlund. Se le considera como un
proyecto de arriesgadas consecuencias catastróficas, desde arriesgadas
modificaciones en la ionosfera, hasta la manipulación de las mentes humanas. Convirtiendo
las ondas de baja frecuencia en alta intensidad, podría afectar negativamente a
los cerebros humanos”. Tomado de http://cklaho-unknown-niniagrito.blogspot.com.
No es difícil
adivinar quienes son los conejillos de indias empleados en estos laboratorios
de manipulación mental, mala suerte para la salud mental de los micos
aulladores extraídos de nuestras selvas y para nuestros mejores mandos
militares seleccionados de los
cuarteles latinoamericanos.
Es de esperar
que un individuo por afinidad de clase, de raza e histórica, defienda a los
suyos y la soberanía Nacional. Pero gracias al alto grado de alteración
biomolecular del cerebro de los mandos militares entrenados en USA estos
terminan identificándose con los
intereses de las corporaciones transnacionales, quienes realmente dominan al
planeta, y con la burguesía local. Les tatúan en las neuronas que el medio de producción
capitalista es inmutable; el inevitable avance dialectico de cualquier sociedad
plagada de antagonismos (capitalismo) como la nuestra hacia formas de organización
social con justicia y equidad (socialismo) es, apenas, un ardid (del comunismo internacional) y, por
tanto, un crimen. Vuelven
de las Academias gringas a los cuarteles
convencidos de que la competencia, la acumulación, la depredación de la naturaleza (megaminería) y
de la vida humana (miseria) son el ideal supremo que deben defender. El “Establisment”, capitalista, no importa en manos de quien esté
ni el nivel de corrupción que comporte, con tal que siga los lineamientos de
dominación geoestratégicos del imperio norteamericano, es la única estructura
democrática universal válida, y
debe ser preservado a cualquier
precio. Se les enseña a considerar a los opositores como el “enemigo interno”, y,
dentro de la dinámica de la Guerra Política, se les declara
objetivos militares.
Por tanto,
quienes reclaman cambios sociales y políticos son comunistas, que ponen en
peligro la institucionalidad. Y a las reivindicaciones, por simple que sean o parezcan,
les cabe la guerra tal como la concibe Clausewitz: “…acción de guerra total, una guerra sin cuartel para conseguir la
aniquilación del enemigo, utilizando todos los medios de que disponga el
estado, para destruir la voluntad de combate (¿estudiantes, indígenas,
campesinos?) de una fuerza o adversario”.
El prologuista de este libro, el brigadier Alberto
Bravo Silva, haciendo referencia a como el autor aconseja manejar la protesta social, escribe que se debe indagar acerca de la “…la
influencia externa y exterior de autoridades, dirigentes y organizaciones locales, para buscar y lograr su compromiso
mancomunado y descubrir porqué no, su peligrosa alineación en contra del
Estado”.
Recitando a Clausewitz, el militar Ortiz Tobón, susurra esta perla: “…aniquilación del enemigo
(oposición) utilizando todos los medios y desacatando
todas las convenciones” (El paréntesis y subrayado es mío) También considera la
guerra sucia como algo normal e imprescindible, según Él hay que lograr “…el desprestigio del
contrincante”. Para obtener tal cometido
contra el enemigo interno la guerra se escalona en ideológica, psicológica, de
inteligencia, de estratagemas, de organizaciones y de masas; las anteriores se complementan con: “...la manipulación de
mentes e intelectos”. Y el “radio de
acción no sólo contempla al adversario sino a sus propios nacionales, estén
estos ubicados en donde sea”- Bush y Obama recitan el mismo poema- Claro que desarrollar
el libreto al narcoterrorista No, 82, en Ecuador y Venezuela, casi le cuesta
que le rompieran sus “tres güevitos”.
Las “auroras de alta frecuencia avanzada” son
la toxina de una invisible plaga que ha
atacado en Colombia las neuronas del estamento militar, los órganos
legislativos, al ejecutivo y a la
dirigencia de la pseudoizquierda. La higiene mental, en condiciones normales, hace que
las diferencias entre agrupaciones diversas se resuelvan tomándose un tinto; ¿en qué mente normal cabe que no se deba
buscar una solución política al viejo
conflicto social y militar que vive Colombia?
Pero qué es lo que piden los alzados en armas,
que con tanta vehemencia se niega a conceder el Jefe negociador del gobierno Humberto
de La Calle, nada especial para ellos, todas sus aspiraciones coinciden con lo que
espera la sociedad en su conjunto, equidad de oportunidades y justicia. Pero se
ha trastornado y transformado tanto la conducta del sector militarista que les asusta la posibilidad de un arreglo
político a la guerra interna, según Ortiz,
“la intensidad del conflicto
puede ser cada vez más crítica, lo cual puede hacer que en el futuro la
sociedad al verse acosada por el terror y el miedo, opte por apoyar
negociaciones…”, pues esa hora llegó, por ello sus condicionadas neuronas no hallan la forma para torpedear cualquier
acuerdo.
Las ondas
maléficas mantienen en un caos conceptual e ideológico la mente de este militar,
para él los movimientos sociales, las protestas, marchas gremiales, campesinas,
estudiantiles y sindicales, son “propiciadas
por los alzados en armas, y por tanto se les debe combatir con todo lo que esté
al alcance del estado”. En su lógica,
los líderes son impuestos por las guerrillas: “…Imponen sus voceros y amplían
el espacio político y territorial para crear tejido social…”. El lavado cerebral ha urdido una telaraña
neural que le hace creer que: “…el objetivo final es
el logro de la seguridad interna”, y que
los objetivos se logran “aislándolos (a los alzados en armas) del apoyo
de la opinión pública…” (quitarle al pez el agua) lo que se ha
traducido en los miles de líderes
campesinos y populares asesinados y
millones de desplazados por toda la geografía nacional.
Para este
ideólogo militar un demonio inspira a los sectores sociales opositores, y
este es el comunismo, “una ideología
foránea que contaminó a los primeros alzados en armas”. El comunismo no es un resultado
del inevitable cambio social sino una entelequia para arrebatar propiedades, la religión e incluso los hijos a sus padres. Según el militar Ortiz nuestro conflicto interno “…es la confrontación de la democracia contra
el totalitarismo de carácter comunista…”,
el cual de antemano “…es un
pensamiento malicioso, que va en contra de todo orden legítimo y
constitucional, de los lineamientos tradicionales y lo que significa desarrollo
en cada uno de los poderes social, económico, político y lógicamente militar…”
Para
la mentalidad militarista, la extrema pobreza, la aberrante desigualdad social,
la corrupción y el analfabetismo no son fruto del modelo esclavista y
excluyente burgués sino que han sido creados por los enemigos del orden, “crean sentimientos y
conciencia de descontento social en el pueblo colombiano, para fortificar la
base de la destrucción ideológica”. Y Ortiz, también, cree firmemente “que utilizan
agentes para disfrazarse de liberales, demócratas, personajes firmemente
anticomunistas con el fin de esparcir el derrotismo y pesimismo especialmente a
los militares y civiles”.
Los últimos avances en genética muestran que
no sólo se heredan caracteres físicos sino conceptuales; y así como unos heredan ojos negros y otros
azules, de una generación de militares a otra se puede transmitir el odio al
enemigo interno, hay que aclarar que no es el odio lógico de clases sino entre
la misma clase. Eso explica el porqué el
infantil ministro de guerra Juan Carlos Pinzón, heredó la tara violenta de su
padre militar. Así que siendo la guerra
política en Colombia un asunto de genes y de auroras irisadas, va a ser casi
imposible que en la Habana se pueda lograr un acuerdo de Paz. Además, los domadores imperiales no van a dejar que se les arrebate tan fácil
la principal base geoestratégica en Latinoamérica, pues tiene al alcance de la
mano a la díscola Venezuela y al gigante económico Brasil. Para que pueda ser posible la Paz, el
presidente Juan Manuel debería destituir fulminantemente al ministro de guerra,
cambiar a toda la cúpula militar, mientras
se les reentrena mentalmente, y prohibir tajantemente que militar alguno acuda
a las academias militares gringas.
*DMV. UN. MSc. Economía. P U Javeriana.
Profesor universitario.
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