Libardo Sánchez Gómez*
La resolución del conflicto
armado en Colombia, de hecho, implica la dejación y/o entrega de las armas, y
esta dejación de armas se haría en el marco del
statu quo actual. Posiblemente la oligarquía le hará al establishment algún maquillaje, que
muestre formalmente la disposición de las élites en el poder, para permitir que
en el futuro se puedan llevar a cabo las transformaciones sociales que, en teoría, decidan, por medios legales, realizar
las mayorías. Lo que inquieta es que, por un lado, la burguesía ha demostrado ser
mentirosa y traicionera y, por otro, existen poderosas fuerzas reaccionarias,
que no es del caso enumerar, las cuales tienen sus propios poderosos intereses
y, además, actúan como punta de lanza de
los geointereses del imperio USA. Suponiendo que el régimen actual negocia de
buena fe no es fácil pensar que los EEUU permitan ir más allá de la frontera
que afecte sus intereses, basta mirar hacia los lados; el imperio mantiene en
la mira desestabilizadora al gobierno de Venezuela por el sólo hecho de querer
mantener cierta independencia, y eso que sigue bajo el modelo neoliberal, como
se analizará más adelante.
La historia en el mundo entero ha demostrado que el bienestar de las
mayorías no se logra sin las armas. Es claro que quien tenga las armas
defenderá con estas sus intereses. En La
Habana, precisamente, el agrio jefe
negociador del gobierno De la Calle ha dicho que todo lo referente al aparato
militar no estará en discusión en la
Mesa, pero como la oligarquía es inteligente y astuta, sino no estaría en el
poder, pueden en un momento dado ceder todo lo que los rebeldes quieran con tal
que estreguen las suyas; por ejemplo, ellos pueden quedarse tan sólo con unos cincuenta mil hombres; eso deslumbra a cualquier
negociador, pero qué importa, luego reclutan y rearman al medio millón de unidades para
defender su poder y riquezas. ¿Pesimismo o realidad?
Si “los muchachos” deciden deponer y entregar las armas, como producto
de un acuerdo en La Habana, será porque se cansaron de eludir balas y bombas,
y, si esa es la razón, están en todo su derecho; así como nadie les obligó a
empuñar el fusil nadie puede impedir que lo devuelvan; por lo demás, las causas
que obligaron un día a Pedro Antonio Marín o, mejor, Manuel Marulanda Vélez, familiares y vecinos a bajar del zarzo la
morocha de dos cañones, para evitar que les robaran sus parcelas, siguen
intactas; y, peor aún, ahora los
despojadores se apoyan en jueces y notarios
y cargan motosierra. Además, se cuentan por millones los desplazados
rurales y millones los pauperizados en
todas las ciudades, y la mayoría de los que quedan en el campo. Y sigue
amplificado el terrorismo de estado, y la pobreza y miseria intactas; lo mismo
que la desigualdad, el analfabetismo y las
muertes de niños por inanición; ¿un acuerdo
entre oligarquía y subversión pondrá fin a todo estos males?
¿Mala hora para entregar las armas? Así parece, pues nada indica que sin ellas se
pueda detener el despojo y humillación de tantos por tan pocos. La solución
política a los conflictos de clase (contradicciones del capital) no deja de ser una coqueta quimera. En
ninguna parte del mundo se ha podido consolidar transformación social alguna,
que no hayan mediado las balas y las
bombas. Hay que reiterar mil veces que quien
tenga las armas, tarde o temprano, impondrá
su voluntad. Se dirá que ya no es el tiempo de antes, y como decía Neruda:
“nosotros los de entonces ya no somos los mismos”, que el futuro está en las
urnas; que es mediante el voto popular como en buena parte de Latinoamérica se avanza en
la construcción de un nuevo mundo: “el socialismo del siglo XXI”. Desgraciadamente
es apenas otro espejismo. La realidad es dura como la Ley.
Miremos porqué lo que vemos en
el horizonte no es un oasis sino “el mismo erial que impulsa al mismo sediento”.
Venezuela es el referente más cercano donde supuestamente se cocina el futuro
de las clases populares. Pero luego de catorce años de haber comenzado allí la
construcción del “socialismo del siglo XXI”, por parte del Comandante Hugo
Chávez Frías, la pobreza y desigualdad están casi intactas; “…el empobrecimiento de extensas capas
obreras, se refleja en el auge de trabajos precarizados y sumamente
pauperizados” Manuel Sutherland (2012) Centro
de Investigación y Formación Obrera (CIFO) Tal y como ocurre en el resto de
países Latinoamericanos.
No obstante, Latinoamérica y el mundo entero deben al desaparecido
presidente un obligado reconocimiento por
haber rescatado al socialismo del ostracismo, mostrando que está en plena juventud, y que es la única
posibilidad que le queda a la humanidad si quiere sobrevivir, Chávez también
barruntó el olor a azufre del imperio USA e hizo un vehemente llamado a disiparlo
de todo el continente, y convocó tesoneramente a la unión latinoamericana, lo
que le ha convertido en Comandante
Eterno. No obstante, a los dioses lo que es de los dioses y al César lo que es
de Él, Chávez se equivocó al negar la
vigencia de la lucha armada, como única alternativa de cambio. Eso ayudó a
confundir a los luchadores.
El caminante para no transitar por el camino errado tiene que examinar el mapa y mirar
a la distancia lo más lejos posible, y así podrá ver lo que le espera; y qué encontramos a medio camino: “que la
destrucción radical del poder político y económico de la burguesía” en
Venezuela está en veremos. Las reformas emprendidas son de forma y no de
fondo, pues ni siquiera tocan la base
estructural del modelo de producción capitalista. Lo mismo ocurre con los otros
gobiernos llamados progresistas, nacionalistas: Ecuador, Bolivia, Uruguay y
Brasil. El hecho de no efectuar la
revolución socialista, que tanto pregonan con altisonantes posturas
antiimperialistas, les ata las manos
para mejorar realmente las condiciones de vida de la gente, pues en palabras de Sutherland: “…se concentran en
políticas populistas fundamentadas en un asistencialismo fuertemente
mediatizado, que se afinca en distribuir dádivas de manera clientelar, entre la
población sumida en la miseria, sin atacar las causas de tal inanición”. Se dirá que se han nacionalizado empresas
como PDVSA, pero ésta en realidad está conformada por capital mixto, y en ella
participa la burguesía de 23 países, explotando
los recursos petroleros en condiciones enormemente ventajosas.
Es categóricamente cierto que el idilio entre pueblo y urnas no ha traído la felicidad esperada, pues, aún, no se ha iniciado la anhelada revolución socialista; basta ver que la
burguesía no ha perdido su poder económico-político, digamos que en algo ha
cambiado de manos; la clase obrera no ha ganado el poder de aquella; no ha
habido expropiación real de los medios de producción. En Venezuela el sector
privado sigue manejando el 70% del PIB. El dinero de los Fondos de seguridad
social está en manos privadas; y, más
grave aún, la salud, como en Colombia, la manejan los particulares.
La realidad del socialismo del siglo XXI, para Sutherland, no ha sido más que: “…una especie de imagen que quería
mostrarse como superación del capitalismo y el socialismo real”. Las
decisiones económicas se llevan a
cabo acudiendo a los instrumentos de manejo económico como lo hace cualquier
gobierno neoliberal, por ejemplo, en el último año ante la caída del PIB
(-3.30%) Maduro, en funciones presidenciales, tomó medidas absolutamente neoliberales:
devaluación del 100%, aumento del IVA en
el 30% y congelación de los contratos
colectivos, con lo cual buscaba salvar al Estado burgués en vez de destruirlo,
como debería hacerlo si fuese consecuente con lo que se manifiesta.
Todo indica que la construcción
del socialismo del siglo XXI en nuestro vecindario, Venezuela, como cabeza de las cacareadas “transformaciones” Latinoamericanas, está pendiente; según Sutherland (Revista
Pensamiento Crítico. Publicación de la COORDINADORA GUEVARISTA
INTERNACIONALISTA. Octubre de 212) “…el
Chavismo se vende como antineoliberal y muestra políticas comúnmente llamadas
populistas tipo: entrega de comida, obsequio de casas, televisores, lavadoras, etc. ”, y agrega
que “estas acciones se hacen ver como
una alternativa al neoliberalismo y le da al chavismo el manto “de poder hacer
algo”, desde luego, sin que se toquen las estructuras del capitalismo”. Esta
cruda realidad nos está mostrando que el
parto de la sociedad socialista es un tanto distócico, por lo tanto
para que alumbre la sociedad
verdaderamente humana hay que realizarle una cesárea social, utilizando bayonetas como escalpelo.
¿Mala hora, entonces, para
entregar las armas? ¿Cuándo será oportuno? Simple.
Será
exactamente en el momento que se encuentre lo que se anda buscando.
Se dirá que las armas tampoco aseguran la tierra prometida, y en eso
hay mucho de verdad. Vale la pena preguntar, ¿de qué han servido si
una vez se ha alcanzado el objetivo se vuelve al principio? Prácticamente en todas las partes donde el pueblo con las
armas logró liberarse de las garras del capital de poco o nada ha servido para llevar la igualdad, justicia y
prosperidad por las que muchos dieron la vida. Por
ejemplo, En Vietnam y China, hoy,
comunismo se escribe con la “C” de capitalismo; y los campesinos y montañeses descendientes
de aquellos que combatieron al lado de
Ho Chi min y de Mao Tse Tung viven peor que antes de empuñar los fusiles. Es
más, a Vietnam no le bastó que los
yanquis les hubiesen bautizado con napalm y defoliado hasta su alma con
glifosato, pues hoy su territorio
alberga bases militares gringas. ¿Y Por
qué ocurre lo que ocurre en China? La respuesta está en que siempre ha carecido
de una columna vertebral marxista-leninista. Dice Enver Hoxha (“El imperialismo y la revolución” Editorial Cuestión 1978) que: “El
"pensamiento Mao Tse-tung” es una "teoría" desprovista de los
rasgos del marxismo-leninismo. Todos los dirigentes chinos, tanto los que
estuvieron antes en el poder, como quienes lo han tomado actualmente, para
llevar a la práctica sus planes contrarrevolucionarios, han especulado y
especulan con el "pensamiento Mao Tse Tung" en las formas de
organización y los métodos de acción, en los fines estratégicos y tácticos”.
Esto sólo para señalar que sin la teoría marxista–leninista no habrá superación
de la explotación de los hombres por los hombres. Un Acuerdo entre la insurgencia y la oligarquía a
lo máximo que puede conducir es a establecer una social democracia; y en este
modelo, capitalista desde luego, los problemas de las mayorías jamás tendrán
solución. No hay que dejar de mencionar lo que ocurre en Uruguay donde un ex
guerrillero, muy bien disfrazado de proletario, desconoce a sus compañeros de
lucha con los que compartió algún día una celda en las cárceles del régimen
represor de entonces, y lleva a cabo la
más feroz arremetida neoliberal contra su pueblo. Y angustia el camino de privatización y
consumismo por el que está empezando a transitar la Cuba libre.
En este panorama ya no se sabe si es buena o mala hora para entregar
las armas, pero parece que es un hecho;
ya se ha creado la suficiente masa crítica, y en asuntos de sicología de masas,
también, se da el “efecto mariposa” ; así que en el horizonte de las predicciones el proverbio chino "el aleteo de
las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo" cae como anillo al dedo, pues el viento de “la
paz” ya alcanzó al ELN, se habla de que De la Calle está extendiendo los manteles en una Mesa
contigua a la de las FARC-EP. Por ahora, parece, afortunadamente, que a la oligarquía poco les interesan los
reductos del EPL Y del M19, pues piensan que solos serán presa fácil. Pero en
sistemas caóticos nada es verdad y ni las matemáticas de la complejidad pueden
anticipar el futuro; y, en cambio, puede suceder que el pueblo, que ya aprendió
cuál es el valor de las armas, frustrado se vuelque a las toldas de los llaneros
solitarios EPL y M19, y estos terminen constituyéndose en una gran fuerza de resistencia armada, que en una prolongada
guerra asimétrica pudieren lograr lo que
es imposible conversando en una Mesa, con una burguesía que, de por sí, no
tiene poder de decisión, pues éste se encuentra muy al Norte.
DMV. UN. MSc.
Economía. PU. Javeriana. Esp. NAS. Profesor universitario.
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