LIBARDO SÁNCHEZ GÓMEZ*
El
modo en que las personas se relacionan con el mundo físico y socialmente entre ellas está relacionado de manera necesaria y
específica. Para Marx: “el conjunto de
las relaciones constituye la estructura económica de la sociedad, o sea, la
base real sobre la cual se alza una superestructura jurídica y política y a la
cual corresponden formas determinadas de la conciencia social”, y agrega: “…el
modo de producción de la vida material condiciona el proceso social, político y
espiritual de la vida. No es la conciencia de los hombres lo que determina su
ser, sino al contrario, su ser social es el que determina su conciencia”. De acuerdo
a lo anterior, el orden social y sus cambios tendrán que buscarse en el modo
específico de producción que domina una sociedad. Sostiene, también, que el modo de producción “da
forma al modo en que se produce la distribución, la circulación y el consumo,
todo lo que constituye la esfera económica”, y que: “…El carácter y la estructura de toda sociedad
se hallan determinados por el modo de producción imperante. Al cambiar este
modo de producción, cambia también todo el régimen social, cambian las ideas
políticas, jurídicas, religiosas, artísticas, filosóficas y cambian las instituciones
correspondientes. El cambio de modo de
producción constituye una revolución”. Destacado es propio.
En el capitalismo las relaciones de
producción se sustentan en la propiedad privada de los medios de producción de
manera exclusiva por parte del capitalista. El trabajador solamente es propietario de su capacidad de
trabajo. Así mismo, la producción está orientada hacia el beneficio, no hacia
el uso. Y, por otra parte, las relaciones
de producción se dan entre el propietario y el desposeído (asalariado) siendo el fin último
del capital acumular riqueza, ¿y quién puede hacerlo? Pues el dueño de los
medios, luego un individuo se hará cada vez más rico y el otro más pobre. En el socialismo las relaciones son entre iguales y el fin último está en satisfacer las necesidades de todos. En el capitalismo las
relaciones entre los hombres son también de explotación, pero sutilmente
disfrazados de la libertad del trabajador para vender su fuerza de trabajo al
mejor patrón. Al respecto Maj Sjöwall / Per Wahlöö, Los terroristas (1975) dice: “Creo que la gente sabe perfectamente que le
están engañando y estafando, pero la mayoría tiene demasiado miedo o están
demasiado cómodos para decir algo”.
La
inequidad y la injusticia son inherentes al modelo capitalista ya que no
permite lograr ningún tipo de equilibrio. Por ejemplo, el equilibrio Paretiano “implica una situación que no se
puede modificar sin perjudicar por lo menos a un individuo”. En términos
generales Vilfredo Pareto (Optimalidad de
Pareto) dice que para mejorar la situación de un individuo hay
que desmejorar a otro. Así que si bien
“se resuelve el óptimo individual no se resuelve el problema del óptimo
social donde no sólo es relevante la asignación de los recursos, sino también
la distribución de la renta”. En el socialismo, por el contrario, pueden haber situaciones que no son óptimas
de acuerdo con Pareto, pero que, sin embargo, son preferibles desde el punto de
vista general, por ejemplo, si el 99% fuese el dueño de todos los bienes y solamente el
1% de los individuos los desposeídos, al revés de como ocurre hoy
en el mundo, tendríamos un planeta maravilloso.
No capitalismo porque no ha superado lo que Thorstein Veblen llamó "la fase
depredadora" del desarrollo humano. El
verdadero propósito del socialismo es precisamente superar y avanzar más
allá de la fase depredadora del desarrollo.
Además, “el socialismo está guiado
hacia un fin ético-social algo de lo que carece el capital”.
En el capitalismo los seres humanos están condenados a aniquilarse o a estar a la merced de un
destino cruel, infligido por ellos mismos. La situación social mundial, hoy, ha llegado a
que sea imprescindible, para asegurar
una existencia permanente, la división del trabajo extrema y un aparato
altamente productivo. De igual manera el consumismo es una enfermedad que ataca a jóvenes y
adultos. Es totalmente válida la
apreciación de A. Einstein en Monthly Review, Nueva York, mayo de 1949: “…la
humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y
consumo”.
Las oligarquías del capital privado
son tan enormes que no se pueden controlar, esto en parte es
debido a que los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los
partidos políticos, siendo financiados e influidos por los capitalistas privados. Por otra
parte los capitalistas privados
controlan, directamente o indirectamente, las fuentes principales de
información, como la prensa, la radio, la televisión y la educación. Respecto
de la educación se debe destacar que se inculca una actitud competitiva exagerada
al estudiante, entrenándole para adorar
el éxito codicioso como preparación para su futuro desempeño profesional.
No al capitalismo porque es una forma de pillaje,
pues “por las relaciones sociales que
éste implica, y que guardan mucha relación con la apropiación privada del excedente
producido colectivamente” el propietario se queda con la mayor parte de las utilidades (plusvalía) Así que “El
capitalismo no puede refundarse ni reformarse, porque ha colapsado y,
además, porque ello es indeseable” Josep
Manuel Busqueta (2013)
Al hombre no le
conviene un sistema de libre mercado basado puramente en el beneficio
individual, pues nunca producirá ciertos
bienes cuya producción sería conveniente para toda la comunidad; además, los
capitalistas casi nunca afrontan los costos
de la polución ambiental. Así mismo, “la masificación del consumismo ha
llevado a una dinámica de producción que consume los recursos naturales a un
ritmo mucho más elevado del que se produce, amenazando la sostenibilidad del
planeta”. Y en sus pútridas entrañas el capitalismo digiere la ética transformándola en metabolitos residuales tales como ambición,
insolidaridad, robo y asesinatos ya sea por necesidad o por el vicio
de acumular.
Alguien dijo que si la
humanidad quiere salvarse, a escala
global hay que sustituir los intereses minoritarios en la
sociedad por los de la mayoría de la población. Y que la posibilidad o no de alternativas de hacer
avanzar la sociedad hacia una sociedad menos contradictoria depende de la correlación de fuerzas políticas; hay que crear las condiciones suficientes y necesarias para adelantar la evolución y revolución social.
Tener presente que las alternativas de trasformación de la sociedad surgen
de la interacción de factores como:
1-
Los
“Sujetos de cambio”.
2-
Los
“Instrumentos de transformación”
(cooperativas, asociaciones, asambleas, etc.)
3-
Los
“Procesos de transformación”.
Es bueno aclarar que no
basta con el desarrollo de uno de los factores si no que deben darse todos, por ejemplo, se
requiere de una masa crítica que aspire al cambio social. Y en
el caso de las cooperativas por sí solas
tampoco implican transformación alguna; incluso, organizaciones como las asambleas
constituyentes de base sin una clara orientación no llevan a ninguna parte.
Para valorar las posibilidades de construir una
alternativa, han de considerarse, como Lenin hizo en su día, recuerda Busqueta”,
otros tres elementos: “poder político”, “capacidad económica” y “conciencia
social”.
En un foro de discusión ideológica en Centroamérica
se propusieron como características
necesarias para construir una sociedad
alternativa al capitalismo las siguientes:
a-
Que
el sistema de propiedad sea colectivo
(no privado) y funcione mediante cooperativas o fórmulas de propiedad comunal.
b-
Un régimen de producción comunitario que no
derroche recursos. Y, fundamental, que exista una administración eficiente.
c-
Un sistema de distribución equitativo, es decir,
que todo el mundo pueda satisfacer sus necesidades básicas.
d-
El poder horizontal, no jerárquico ni despótico. “Es preciso establecer una nueva mirada
horizontal, reticular, plural, capaz de afrontar los desafíos del presente”.
e-
Una organización política de las emociones.
f-
Que el
nuevo sistema de valores y afectos potencie el bien común.
Dice
Josep Manel Busqueta que: “el individuo
como categoría social al margen de la sociedad es una patraña ideológica que
sirve para el desarrollo del capitalismo; sólo desde la mejora colectiva
podremos proyectarnos individualmente en la sociedad”.
Y
V. I. Ulianov, Lenin, en Qué hacer
(1902), manifiesta que un partido político debe tener: “una estructura
flexible, atravesada por una idea común, cuyo proceso de toma de decisión sea
alimentado, en rigor, por los impulsos de realidad recibidos por las
extremidades de los tentáculos”.
Además de tener en cuenta lo anterior para que sea posible articular una sociedad diferente hay que
formular:
a-
Proyectos
de municipalismo alternativo.
b-
Iniciativas de economía social.
c-
Finanzas éticas – agroecología – sindicalismo – nada
de antropocentrismo.
d-
Medios
de comunicación alternativos.
e-
Manifestaciones
masivas que contribuyan a visibilizar los problemas.
f-
Desarrollar
proyectos concretos en los barrios,
comunas, veredas.
David Schweickart (2012) apunta cuatro
criterios que debería incluir la democracia económica:
1-
Control social de los medios de producción.
2-
Control público del sector financiero.
3-
Planificación económica con participación social.
4-
Control social de los bienes producidos.
La economista
Etxezarreta (2013) propone las siguientes estrategias de desarrollo:
-
Autocentrado.
-
Participativo.
- Considerar las potencialidades del territorio y el
trabajo asalariado digno.
- Autonomía
respecto a los mercados mundiales.
Manuel Busqueta, piensa que se deben adoptar
modelos diferentes de consumo, “más austeros, menos obsesionados por el
consumo individual y más predispuestos al reencuentro a través de la
colectividad”. De otro lado opina que:
“Hay que basarse en lo obvio”. Para Él
no sirven los discursos académicos ni
excesivamente elaborados. “La gente pide paz, pan y tierra. No se interesa por
las ambiciones geoestratégicas de los gringos.”
Las circunstancias actuales exigen formas de organización adaptables al
terreno. Manuel Fernández Cuesta (2013) El diario.es, dice: “Si la lucha
política actual tiene un fuerte componente de descontento social y emocional,
la estructura combatiente tiene que albergar también lo emocional. Emoción y
política ya no pueden separarse”. El mismo Fernández afirma que: “Las
estructuras populares defensivas son indispensables para condicionar el
comportamiento de las fuerzas armadas en situaciones críticas. La conducta de
esa institución en gran medida depende de la capacidad popular para actuar en
forma directa y organizada contra los fascistas”. No olvidar que la burguesía
tiene en sus manos las armas y está lista a usarlas ante cualquier situación
que amenace sus privilegios.
Estas son apenas unas ideas que
recorren el camino de las transformaciones sociales tras un nuevo amanecer, y
que pretenden como dice Constantino Bértolo en la antología Lenin, El revolucionario que no sabía demasiado
(Catarata, 2012) “lo que Lenin pretende es una organización capaz de responder
a la emergencia de lo nuevo”.
*DMV. UN. MSc. Economía, P.U. Javeriana. Profesor
universitario.
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