Por Ricardo Puentes Melo
No sé cuál será la palabra exacta para esto. Tal vez ‘horror’ sería la más apropiada.
Un documento firmado por un grupo de oficiales de la Policía Nacional, que se hacen llamar “El grupo de los 20”, viene advirtiendo desde hace un tiempo que el narcotráfico se apropió de este organismo. Y, lo más terrible, que la Policía Nacional, con participación del mismísimo general Oscar Naranjo, ha sido autora de grandes crímenes contra el país, incluyendo el asesinato de Pedro Juan Moreno Villa, un valiente empresario y periodista que fue víctima de una gran campaña de desprestigio por parte del coronel Leonardo Gallego y el general Rosso José Serrano –ambos de la Policía Nacional- quienes acusaron infamemente a Moreno Villa de usar su empresa para importar insumos con destino al narcotráfico. El montaje de estos turbios personajes incluyó falsificación de firmas, adulteración de cédulas y compra de testigos, un modus operandi ya común en nuestra narcojusticia moderna. En este complot contra Moreno Villa participaron con sus columnas periodísticas Daniel Coronel, Mauricio Vargas y Roberto Posada García-Peña. Finalmente, el montaje se descubrió y Leonardo Gallego, ya general de la Policía, fue destituido. Aunque Gallego le pidió perdón a Moreno Villa, esto no fue suficiente para mantenerse en el cargo.
Pedro Juan fue amigo personal de Álvaro
Uribe, pero se desencantó de él cuando empezó a ver cómo el presidente
fue llamando a su gabinete a hombres corruptos y tenebrosos como Fabio
Valencia Cossio y otros que se sabe que han tenido nexos estrechos con
narcotraficantes y mafiosos.
Inició muchas investigaciones, entre las
cuales estuvo la vinculación de generales y coroneles de la Policía con
el narcotráfico. No alcanzó a publicar nada de lo que “el grupo de los
20”, oficiales honestos de la Policía Nacional, le revelaron, porque la
muerte lo sorprendió cuando viajaba a Urabá en un helicóptero de
propiedad de la empresa Helicargo, cuyo dueño, Guillermo Ángel Restrepo,
era un conocido narcotraficante exonerado por la Fiscalía General de la
Nación.
Antes de continuar, es bueno ponerse al
día en el tema de los vínculos de generales y coroneles de la Policía
con los poderosos carteles de la droga.
El asunto toma importancia con el
general José Guillermo Medina Sánchez, director de la institución
durante el gobierno de Virgilio Barco, en cuyo mandato los grandes
carteles de la droga se apoderaron, entre otras instituciones, de la
Policía Nacional. Fue a partir de esta época en que los oficiales de la
policía recibían jugosísimos sobornos por parte de los narcotraficantes
de Medellín y Cali, tanto que se decía que general de la Policía que no
fuera multimillonario, era que no había sabido para qué era el poder
paraestatal de esa institución.
El director antinarcóticos para esa
época era Rosso José Serrano, un aberrante caso de la más flamante época
de corrupción que haya vivido la Policía Nacional.
El coronel Víctor Hugo Ferreira
descubrió los nexos de la policía con el Cartel de Cali, y denunció
penalmente a los generales Medina Sánchez, Gómez Padilla (primo de Fredy
Padilla de León), Vargas Silva y Rosso José Serrano, quien
personalmente lo hizo echar de la institución.
Destituido Medina Sánchez, pasa a ocupar
la dirección Miguel Antonio Gómez Padilla, amigo cercano y asesor del
general destituido. Gómez siguió con la tradición de corrupción y
alianzas con los capos de la droga. Bajo sus órdenes estaba otro sicario
con placa policial: El general Oscar Peláez Carmona quien, como
comandante de la policía en Cali les dio credenciales de policía cívica,
radios privativos de la entidad y permisos para armas y autos a
reconocidos mafiosos narcotraficantes de esa ciudad. Durante la gestión
de Gómez Padilla éste se convirtió en amigo cercano del entonces fiscal
Alfonso Gómez Méndez, otro personaje nefasto, amigo de narcos y
guerrilleros –y sus auxiliadores- y, también, estrecho amigo de Enrique
Santos Calderón, hermano del hoy presidente de la República, Juan Manuel
Santos.
Después de Gómez Padilla, llega a la dirección de la institución otro
general al servicio del Cartel de Cali: Octavio Vargas Silva. Fue él
quien instruyó a su protegido, Rosso José Serrano sobre todos los
vericuetos para ponerse a ordenes de la mafia.
Fue así como el ya presidente Ernesto
Samper, elegido con dineros de –precisamente- el Cartel de Cali, que
también había recibido dineros del Cartel de Medellín para la campaña de
López Michelsen, nombra la cúpula que le sugiere Vargas Silva, ya a
punto de retirarse. Esta fue: Rosso José Serrano como Director de la
Policía, Luis Enrique Montenegro como subdirector, y el coronel Hugo
Martínez para la Dijín. Esto se logró destituyendo a los oficiales a
quienes, por antigüedad les corresponderían esos cargos: Fabio Campo
Silva y Jairo Antonio Rodríguez.
Durante la gestión de Samper y Rosso
José Serrano, se llegó a un acuerdo con el Cartel de Cali para que sus
capos, los Rodríguez Orejuela, se entregaran con el acuerdo secreto de
no extraditarlos y construirles un centro de reclusión más parecido a
una mansión de multimillonarios que a una cárcel, tal y como el entonces
presidente César Gaviria y su ministro de Justicia Fernando Carrillo
(hoy en el gabinete de Juan Manuel Santos), hicieron para Pablo Escobar.
Samper y Rosso buscaban lavar un poco su imagen ante los gringos.
Guillermo Palomari, contador del Cartel
de Cali, capturado y llevado a una Corte en Miami, declaró cómo los
Rodríguez Orejuela financiaron la campaña Samper, y se reunieron con
Humberto de la Calle, con el fiscal de entonces Gustavo de Greiff; cómo
financiaron la campaña de Samuel Moreno Rojas, de Antonio Navarro Wolff,
de Horacio Serpa; de sus relaciones con Augusto Ramírez Ocampo, Mario
Ramírez Arbeláez. Contó cómo fue financiada la Asamblea Nacional
Constituyente con los dineros de la mafia. Es decir, la Constitución de
1991, fue producto de la alianza entre narcotraficantes, guerrilleros y
oligarcas, para mal del país.
Leonardo Gallego fue nombrado poco después como director de antinarcóticos.
Lo que hacía esta mafia –aún lo hacen
algunos oficiales- es llegar a acuerdos con los narcos. Les dicen que
los dejan pasar cargamentos grandes, pero que deben sacrificar otros
envíos que la Policía agarra para engañar a los de la DEA y hacerlos
creer que están dando golpes contundentes contra el narcotráfico. Todo
está calculado.
Para resumir la cosa, y dejando para
después más detalles de las relaciones de la Policía con los carteles de
la droga, este “grupo de los 20” asegura que el general
serpo-samperista, Oscar Naranjo, fue aliado y familiar del conocido capo
Wilber Varela, alias Jabón. Una medio hermana de Naranjo era, según los
oficiales, la esposa de Varela. Pero lo grave no es eso, lo
espeluznante es que ellos aseguran que Naranjo, siguiendo la tradición
de los directores de la Policía, es hoy el gran socio de los más
poderosos narcos del Valle.
Narran también la manera en que Naranjo
fue nombrado Director de la Policía. Por encima de él habían 13
generales que fueron despedido por Uribe si muchas explicaciones. ¿Cómo
se saltó Naranjo estos 13 generales…?
Resulta que Uribe quería a Naranjo fuera
de la Policía. Ya estaba listo su retiro cuando el vicepresidente
Francisco Santos, junto a otro funcionario, hablaron con Uribe y
abogaron para que escuchara a Naranjo. Uribe accedió a recibirlo y
entonces Naranjo, el gran chuzador de este país, le mostró a Uribe
varias grabaciones de algunos de los 12 generales, sus negocios y
torcidos. Lo mismo respecto a algunos ministros de Uribe. Naranjo le
enseñó todo eso a Uribe y el milagro sucedió. Fueron destituidos los 12
generales y Naranjo fue nombrado director de la Policía Nacional. ¿Quién
lo nombró..? En mayo de 2007, el entonces ministro de Defensa, Juan
Manuel Santos. Santos, hoy presidente, ratifica a Naranjo como Director
de la Policía Nacional. (¿Qué cosas no..?)
“Casualmente”, poco después el cuñado de Naranjo, el capo Wilber Varela, es asesinado en Venezuela. Varela le tenía
varios secretos guardados a Naranjo. Y, afortunadamente para la
imagen del general Naranjo, muere asesinado y se lleva sus secretos a la
tumba.
Otro dato curioso: Naranjo, siendo
capitán de la Policía, fue el encargado de diseñar un estudio de
seguridad para los magistrados de la Corte Suprema de Justicia. El
estudio fue presentado al magistrado Alfonso Reyes Echandía, en octubre
de 1985. Obviamente el estudio falló porque menos de un mes después un
comando del M-19, financiado por el narcotraficante Pablo Escobar, se
toma el Palacio de Justicia y asesina a los magistrados y decenas de
civiles, policías y militares. El encargado de conseguir la financiación
fue Iván Marino Ospina, enlace entre la guerrilla y los
narcotraficantes. Un hijo de este hampón es el alcalde de Cali, Iván
Ospina; otro hijo, Mauricio Ernesto Ospina es actualmente senador de la
República de Colombia. Sus votos fueron conseguidos en territorios de la
mafia.
El asunto es que este “Grupo de los 20”,
pone en conocimiento de Pedro Juan Moreno –a finales del 2005 y
comienzos de 2006- unas grabaciones donde se pueden escuchar a varios
generales de la Policía en conversaciones con capos de la droga, donde
se planean atentados, homicidios, secuestros. Moreno Villa, que era un
hombre valiente pero sabía de la peligrosidad de los miembros de la
Policía, les dice que no se preocupen, que él destapará esa olla podrida
cuando llegue el Congreso de la República.
Pero no llega. En febrero de 2006 el
helicóptero donde viajaba se precipita a tierra y muere. Su muerte no
fue accidental. Nancy Ester Zapata, empleada de un almacén que le vendía
repuestos a Helicargo, le escribe a una amiga suya y denuncia que Pedro
Juan Moreno fue asesinado por miembros corruptos de la Policía en
asociación con poderosos capos del narcotráfico. Cuenta que escuchó
varias conversaciones de los bandidos donde celebran la muerte de Moreno
Villa y se entera de que la manera de asesinarlo fue quitándole una
pieza al helicóptero, que era -como ya se mencionó- de una empresa de
propiedad de Guillermo Ángel Restrepo, conocido narcotraficante
exonerado por la Fiscalía General de la Nación.
Miembros del “Grupo de los 20”, también
narran que varios generales celebraron con Whisky y risotadas la muerte
de Pedro Juan Moreno.
Lo que no sabemos es qué sucedió con las
grabaciones que tenía Pedro Juan Moreno. Él se las entregó a un
colaborador suyo pero éste dice que ya no las tiene. ¿Las vendió..? ¿Las
entregó a la Policía por dinero o por miedo…? Pronto lo sabremos.
Entretanto, la Policía Nacional, para
dolor de muchos de sus hombres –honestos y comprometidos- seguirá en
manos de la mafia criminal del narcotráfico. Y no solamente la Policía,
sino el país entero.
Pedro Juan Moreno Villa…. ¿Tu muerte fue en vano…?
Agosto 08 de 2010
Tomado de Periodismo Sin Fronteras.
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